El máster de Cifuentes ha eclipsado la verdadera revelación de Semana Santa. Al PNV le gusta el cambio, y esa es la prueba de que Navarra camina hacia el final
Entre procesiones y banderas a media asta, y con los ministros del PP cantando Soy el novio de la muerte a ver si así frenan la fuga de votos a Ciudadanos, resulta que al final ha sido el máster de Cristina Cifuentes quien ha monopolizado estas semanas de pasión. A la pobre diva madrileña le han atizado como si en vez de perder el trabajo de fin de carrera en una mudanza lo hubiera escrito en euskera, y eso desde luego es una injusticia. Como si no tuviera credibilidad escucharla prometer a lo Escarlata O’Hara que su máster es más legal que las dietas de Caja Navarra, y que si acaso pregunten al rector dónde están ahora los papeles. Si se tiene que hundir alguien, mejor que sea de la Universidad. Es solo una cuestión de prioridades.
Porque esto de intentar salvar la cara a costa del prestigio colectivo tampoco es que sea algo nuevo. En el fondo es lo que vienen haciendo los esparzas, beltranes, pomeses y compañía cada vez que asoman por Madrid. Donde la Universidad Juan Carlos I resulta un idílico espacio ético comparado con el caos, muerte y destrucción que vivimos por estas tierras, donde hay mu’mala gente y gente mu’mala.
Para José André Burguete, por ejemplo, “quienes no defienden el marco actual de autogobierno” son unos “navarrofobos”. Una aportación al debate político fruto de una profunda reflexión intelectual que viene a ser lo que UPN lleva diciendo toda la vida. Y que no es otra más que que para ser un buen navarro hay que votarles a ellos. Burguete por lo pronto ya se ha afiliado, que para eso no hace falta ningún máster y nunca se sabe lo que te puede caer.
Algo que solo está a la altura de la última ocurrencia del PP, que ahora propone que los alcaldes paguen de su bolsillo las costas judiciales de las denuncias que les ponga la Delegación del Gobierno si ponen una ikurriña. Lo que desde luego es mucho más grave que el fraude fiscal, la corrupción o el despilfarro, donde la derecha se merece toda nuestra comprensión y solidaridad. Así que esas facturas ya las pagamos a pachas.
En realidad, todo esto del máster no deja de ser una cortina de humo para tapar el hecho realmente grave y preocupante que nos ha dejado la Semana Santa. Unas declaraciones del presidente del PNV, Andoni Ortuzar, que en víspera del Aberri Eguna se congratuló de que “en Navarra se está consolidando el Gobierno del cambio”. Algo que para los profetas del Apocalipsis no es sino la conformación de que hay una “estrategia oculta” del Gobierno de Navarra para trabajar en la “construcción nacional”. La prueba irrefutable de que hay un “plan” para integrar la Comunidad Foral en Euskadi como paso previo a la independencia.
Y ahí que ha salido en tromba el cuatripartito de la oposición a buscarse un hueco en el titular. “Se confirma lo que venimos diciendo, no es un cambio social, es cambiazo nacionalista”, denunciaba con firmeza el PSN, socio de coalición del PNV en Euskadi, donde por lo visto los de Urkullu no son peligrosos nacionalista. Más claro fue Javier Esparza que, preocupado como está por los problemas reales de la gente, convocó una rueda de prensa específica para denunciar que en Navarra “nos mandan desde Bilbao”.
A la fiesta, por supuesto, se ha unido también el PP, que incluso ha pedido al PNV “que se olvide de Navarra”, que ya está Ana Beltrán para decidir qué partidos pueden hablar de Navarra y cuáles no. Y, por supuesto, Ciudadanos, que se ha hecho un hueco en el panorama informativo desde que el presidente de UPN incluyó a los antiforalistas como aliados para sacar a los infieles del Gobierno. Todo sea por salvar a Navarra de los nacionalistas vascos, que son muy malos salvo cuando hay que pactar con ellos los Presupuestos del Estado.
Eso, si hay Presupuestos claro, porque los de UPN ya ha dicho que igual se plantan. Que una cosa es ir de la mano con el PP ahora que se hunde en todas las encuestas, y otra no ver ni la pedrea en el reparto de inversiones. Y claro, ellos también quieren su foto con Rajoy, no vaya a ser que parezca que no pintan mucho por Madrid. Que tal y como les van las cosas por Navarra, tampoco es plan.
Y eso que los Presupuestos del Estado vuelven a tener partida para el TAV. Que vale que son solo 26 millones, y que a este ritmo harán falta 112 años para completar los 200 km del corredor que según prometieron Miguel Sanz y José Blanco iba a estar finalizado para hace ya tres años. Y si es que algún día se decide por dónde pasa tren y si a Pamplona le cambian la estación, que tampoco está claro. Pero bueno, más llevan en Barcelona con la Sagrada Familia y no se quejan tanto. Además, así al menos UPN y PP podrán meter las máquinas antes de las elecciones. Que pensiones dignas no, pero al menos tendremos obras. Para que luego digan que no piensan en los jubilados.