La tormenta viene del sur

MÁS DE DOS AÑOS PROCLAMANDO LA DESAPARICIÓN NAVARRA Y RESULTA QUE QUIENES QUIEREN ACABAR CON SU RÉGIMEN FORAL NO SON LOS DE CASA

Tan metidos andan algunos en destapar las conspiraciones y tramas ocultas del Gobierno foral para hacer desaparecer Navarra con imposiciones y mala fe, que parecen haber pasado por alto que la tormenta perfecta sube desde sur del Ebro. Esa que apunta, ya sin disimulo, al régimen foral que reconoce la autonomía fiscal y financiera de la comunidad, y al que esta semana le han caído todo tipo de improperios a cuenta de la renovación del Cupo vasco.

Por un lado han salido los presidentes autonómicos de PP y PSOE, que en esto suelen ir bastante de la mano. El valenciano Ximo Puig, la andaluza Susana Díaz, la madrileña Cristina Cifuentes, el asturiano Javier Fernández o el gallego Alberto Núñez Feijoo coinciden por ejemplo en que Navarra y la CAV son “insolidarias” porque cuentan con un sistema de financiación bilateral con el Estado que es “injusto” y “opaco”. ¡Que paguen más! gritan todos sin que nadie de los suyos les lleve la contraria porque, por lo visto, entre corruptelas varias y bajadas de impuestos no les llega. Más le vale al consejero de Hacienda ir con paraguas a la próxima reunión en Madrid.

Si en Navarra casi todo es culpa del Gobierno de Barkos, a quien UPN responsabiliza de los despidos de Gamesa por “no haber hecho nada”, en España se apunta al régimen foral. Lo ha olido bien Albert Rivera, que de esto de agitar las entrañas sabe un rato, y que subido a la ola patriótica que recorre España a cuenta del procés catalán ha hecho de oca en oca para presentarse en el Congreso con la guadaña. “Es un trágala insolidario aprobado en un cuarto oscuro”, decía en el debate sobre el Cupo vasco, en el que abogó por “un sistema federal” en el que no haya “privilegios forales”. Luego matizó que lo que critica no es el sistema, sino la pasta que se llevan Navarra y la CAV, que para cargarse lo otro ya habrá tiempo cuando tenga escaños suficientes.

EL CONVENIO ES ETA Y de eso es algo de lo que ya se están encargando un buen puñado de analistas, editorialistas y articulistas que estos días han explicado al país cómo funciona el sistema por el que se rigen Navarra y la CAV. “El modelo es similar al de Ángela Merkel, que pone palos en las ruedas para avanzar hacia una Europa federal”, decía José Carlos Díez, asesor económico del PSOE hasta la victoria de Pedro Sánchez, desde las páginas de El País, donde venía a concluir que si se concede el mismo modelo a Cataluña “España dejará de ser un Estado y la sanidad, la educación y las pensiones serán insostenibles”.

Resulta que al final la culpa de que no haya dinero para las pensiones es del régimen foral, que según el editorialista del diario de Prisa supone una “sobrefinanciación”. Y eso, como todo en El País desde que el periódico decidió presentarse a las primarias del PSOE, también es responsabilidad de Sánchez por “las incoherencias de su proyecto nacional”.

El repaso al Convenio Económico y el Concierto vasco estos días has sido general en prácticamente en toda la prensa española. Salvo en La Vanguardia, donde Enric Juliana avisaba de que “el Fuero fiscal es el alma de la autonomía vasca y navarra” y que “poner al País Vasco y Navarra en pie de guerra en las actuales circunstancias históricas es jugar con nitroglicerina”.

Pero a Juliana no le ha hecho caso casi nadie. Entre otras cosas porque a algunos las ganas les vienen desde muy lejos. Para Francisco Rosell, por ejemplo, la autonomía fiscal de Navarra y la CAV es “un vestigio del Antiguo Régimen con el que Cánovas finiquitó la Primera Guerra Carlista”. Una “regalía que no honra los principios de igualdad, progresividad y solidaridad recogidos en la Carta Magna”, incidía Rosell, a quien le han seguido otros como Fernando Fernández Urbaneja (“Es un privilegio y una anomalía” ), José Antonio Zarzalejos (“El cupo es el precio político a pagar al PNV”) o Ángel de la Fuente (“La Constitución no reconoce el derecho a hacer mal los números”).

Vaya, que había muchas ganas de ajustar cuentas. Así que no es de extrañar la reacción que han tenido aquellos para quien Rajoy no deja de ser un maldito rojo separatista. Y que como lo del sistema de financiación foral es farragoso, han optado por explicarlo fácil: “Durante 40 años los titulares de los presuntos derechos históricos han extorsionado a la política española, hasta tal punto que una facción adoptó el método del asesinato”, relataba en el diario El Mundo la exdiputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo. “ETA no mata, pero Cupo sigue ahí”, ratificaba Isabel San Sebastián en ABC, quien recordaba a los más jóvenes que el régimen foral es fruto “de un chantaje perpetrado en ese tiempo en el que unos sacudían el árbol y otros recogían las nueces”. Así es, el Convenio Económico es ETA.

Nada desde luego comparable con la claridad de Federico Jiménez Losantos. Que fiel a su visión de la vida concluía en El Mundo que el Fuero no es otra cosa que “el derecho de pernada”. “Los derechos históricos son una forma del impuesto revolucionario que los constituyentes pagaron para que el PNV se alejara de la ETA y UPN alejara a Navarra del separatismo vasco”. Pero, claro, según Losantos lo que ha pasado es que el PNV “nunca dejó de apoyar a ETA” y UPN “desembocó en un nacionalismo navarro, hermano anexionable del vasco”. Desde luego, ya no te puedes fiar de nadie.

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