UPN CAMBIA LA ENSEÑA ROJA POR LA ESPAÑOLA Y ALERTA DE QUE NAVARRA VIVE UNA SITUACIÓN COMO CATALUNYA
Le ha cogido el gusto la gente de UPN a esto de ir a manifestarse a Barcelona con la bandera española. Lo hicieron tras los atentados de agosto y lo volvieron a hacer ayer, según dijeron, para “defender” su visión de Navarra “como Comunidad Foral diferenciada dentro de España”. Tal vez suene un poco raro eso de ir a Barcelona a decir a los catalanes que Navarra es especial pero que ellos no, pero así son los navarros de bien, encantados de desempolvar la rojigualda que desde hace dos años tenían escondida en el cajón. Y que además saben lo que piensa la gente en Catalunya sin necesidad de votar. “La mayoría silenciosa se ha dejado ver”, celebraba ayer UPN.
La cosa es que como en comparación las cosas están relativamente tranquilas por Navarra, el tema catalán le está sirviendo a la derecha navarrísima y españolísima para alertar al mundo de que aquí vamos por un camino parecido. “El objetivo de Barkos es el mismo que el de Puigdemont, declarar la independencia del País Vasco con Navarra. Cada vez es más radical y extremista”, denuncia Javier Esparza con ese tono de niño enfurruñado que se le ha quedado ya permanente. Uno hasta se lo imagina riñendo al panadero: -Una barra foral y española. -No me quedan. -Pues eres un radical y un extremista. -Tengo baguette. -Ponme una.
A la fiesta del A por ellos se han unido, claro, las principales cabezas pensantes del partido, que ven en lo de estos días la confirmación de sus augurios apocalípticos para Navarra. “Parece que el nacionalismo independentista trae deslocalizacion de empresas y problemas económicos”, apuntaba Sergio Sayas tras la decisión de CaixaBank de cambiar su sede social fuera de Barcelona. Suerte que UPN se ha encargado de que Navarra no tenga caja de ahorros qué perder.
El premio gordo en cualquier caso se lo ha vuelto a llevar la portavoz del PP, que aprovechando una visita de Covite al Parlamento señalaba que “Navarra es una olla a presión”. “Se ha instaurado el discurso del odio y el discurso del culto al terrorista fomentado por el Gobierno de Navarra y por sus socios”, proclamaba con su habitual mesura.
La verdad es que el relato tiene un punto conspiranoico que por bizarro resulta hasta entrañable. Y es que el Apocalipsis foral es como Dios, que está en todas partes. “Algunos de los elementos del conflicto catalán están muy presentes en la vida pública de la Comunidad Foral”, avisa Elena Sola, de Sociedad Civil Navarra, un colectivo recién creado que viene a ser la franquicia local del que ayer llenó Barcelona con banderas no nacionalistas, y que tiene por misión salvaguardar las esencias de la Navarra de bien en estos tiempos de penuria.
Por lo visto, Sola está preocupada porque “más allá de pintadas, carteles y periódicos amigos, muchas de las celebraciones populares subvencionadas con dinero público en Navarra tienen su dosis de Independentzia”. Se refiere a “las pancartas de las peñas, las txoznas, los conciertos de SA o ese clásico revitalizado de la Korrika”. Algo que, como todo el mundo sabe, no existía a hasta la llegada de Barkos al Gobierno. Y que nos lleva a “la desconexión de la sociedad navarra del Estado”. Que no está muy claro qué es, pero que suena a proceso catalán y da más miedo, que es de lo que se trata.