No he querido hacer antes un análisis de lo que pasó en Navarra en día 24 porque a pesar de que la primera lectura, en caliente, yo también la hice, es que después de cuarenta años de espera por fin ha llegado el cambio, ese cambio que llega necesita de un proceso de maduración y de acuerdo que no va a ser todo lo fácil que las cuentas podrían dar a entender. Así pues, me prometí a mi mismo no escribir nada sobre el asunto hasta que hubiera finalizado la primera ronda de contactos entre todos los partidos llamados a protagonizar el cambio.
Ayer terminó esa ronda…
En primer lugar; una obviedad que quizás el entusiasmo por el cambio nos hace olvidar rápidamente. Las elecciones las ganó, una vez más, UPN. Solo una importante pérdida de apoyos sumada a su asombrosa capacidad para ser incapaz de acordar nada con nadie que no sea el irrelevante PPN y no por ganas sino por el absoluto servilismo de los populares navarros a los regionalistas a pesar del desprecio continuo a que son sometidos desde Príncipe de Viana y que, como es lógico, solo puede llevar a su desaparición, hace que sus 15 escaños no sirvan absolutamente para nada.
La segunda lectura que merecen los resultados electorales navarros es el fracaso definitivo de la “estrategia del quesito” por la cual el pacto perpetuo UPN/PSN más o menos encubierto, más o menos alternante garantizaba el gobierno eterno del nacionalismo español en Nafarroa. Y el quesito ha fracasado porque el PSN ha terminado en la irrelevancia, aunque todos los méritos no sean achacables a si mismos y alguno corresponda al otro ingrediente de la fondue.
Han sido dos los momentos transcendentales que han marcado su fracaso; curiosamente el “agostazo” que impidió al PSN alcanzar el gobierno en coalición con Nafarroa Bai y de alguna manera recuperar credibilidad y poder, honor y gloria a la “brillante” estrategia diseñada por Sanz y Blanco, la del pan para hoy y hambre para mañana, y la expulsión del gobierno de coalición de Roberto Jiménez por parte de Barcina dejando al aire todas las miserias de la sumisión del PSN a los regionalistas y en serio entredicho la capacidad política de la Presidenta. Para que el quesito hubiera funcionado era indispensable la alternancia y parece que en Príncipe de Viana no estaban por la labor, alcanzaron el poder y lo quisieron todo y para siempre.
Y, por supuesto, la tercera lectura es para las fuerzas llamadas a protagonizar el cambio…
EH Bildu ha logrado un buen resultado, 8 escaños, quizás alguno menos de los que preveían pero en sintonía con lo que obtuvieron en 2011 lo que confirma la nula aportación de Aralar a la coalición y lo estrambótico de la situación parlamentaria que hemos vivido en esta legislatura con dos portavocías y 13 parlamentarios que no reflejaban en absoluto la realidad de Bildu en Nafarroa. Todo ello complementado por un resultado municipal que le coloca en la senda de ser la fuerza de gobierno mayoritaria en los Ayuntamiento navarros, incluida Pamplona.
En la izquierda española, fuerte irrupción de Podemos que va camino de ser el sustituto del PSN en ese espacio político sin las rémoras que han llevado a este ultimo a la irrelevancia política. Es fácil que hayan aprendido la lección y en el futuro puedan ser una fuerza imprescindible para una Navarra mucho más integradora y plural. Por su parte IE aguanta mucho mejor el envite que el PSN y por su trayectoria será una pieza imprescindible del cambio.
Y para acabar Geroa Bai, que fiel al legado transversal, dialogante e integrador de Nafarroa Bai, no solo ha hecho realidad aquel esbozo de las generales de 2011 que llevó otra vez a Uxue Barkos al Congreso de los diputados sino que ha colocado a su líder en posición de pilotar el cambio, además de haber conseguido un puñado de Ayuntamientos interesantes. La campaña de Geroa Bai se basó en aquellas ideas fundacionales de Nafarroa Bai, en la ausencia de líneas rojas y en una apuesta decidida por ocupar el liderazgo del cambio apoyada en la figura política de Uxue Barkos. Y los navarros han decidido, con sus votos, que sea ella la próxima presidenta de Navarra.
Ahora solo queda llevar al gobierno la apuesta por esa Navarra cohesionada y plural, la del respeto al diferente y a la libertad que ha merecido la confianza de los navarros que votaron cambio.
Ander Muruzabal