En mi anterior artículo “Porque no estuve en el Gure esku dago” intentaba hacer una reflexión sobre los motivos que me llevaron a no acudir a la cadena convocada por el derecho a decidir, algo que me resultó especialmente difícil y más teniendo en cuenta que soy un firme defensor de tal derecho.
Entre las críticas que ha recibido mi planteamiento, algunas tengo que reconocerlo de compañeros de militancia política, ha habido una que ha llamado poderosamente mi atención por venir de quien viene; miembros de la propia Plataforma GED, y por su contenido; acusándome de no haber entendido el sentido de Gure esku dago aludiendo a su carácter apartidista y remarcando la apertura de la iniciativa a cualquier proyecto de país.
Dejando al margen la honestidad de los impulsores de GED, que doy por supuesta, creo que es necesario remarcar un punto clave que la plataforma ha pasado por alto y es que cuando se reivindica un derecho es absolutamente imprescindible determinar quién es el sujeto de tal derecho y cual su objeto, y siento darle la razón en esto a Patxi López pero es que la tiene. Yo puedo reivindicar mi derecho a vivir en mi casa pero tal derecho tiene un sujeto; yo mismo, y un objeto; mi casa, y en absoluto es extensible a mi vecino de abajo por muy buenas relaciones que tenga con él.
Resulta evidente, pues, que al eliminar el sujeto y el objeto del derecho a decidir; yo mismo y mi propia casa, la reivindicación carece de sentido alguno y se convierte en una perfecta ceremonia de confusión…
Y ahí viene la segunda parte de mi crítica a GED. ¿Quién puede sacar beneficio de la confusión y para que tal movilización reclamando humo? Y a la vista de los resultados de la jornada solo se me ocurre una respuesta, habrá más no lo dudo pero espero que sea la propia GED la que lo explique, y un solo resultado visible, difícil esperar otra cosa de semejante batiburrillo, una foto de unidad abertzale que además de ser radicalmente falsa solo beneficia a quien lleva años buscándola de cara a su particular visión frentista de la sociedad vasca.
Pero la verdad es que si hubo una ocasión, en que hubiera tenido sentido una movilización de las características de la que promovió GED, y lo hubiera tenido porque entonces si tenía sujeto; los ciudadanos de la Comunidad Autónoma Vasca, y objeto; Propuesta de Nuevo Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi, más conocida como Plan Ibarretxe, y no solo eso, sino cobertura legal y democrática al haber sido aprobada por el Parlamento Vasco.
Y esa propuesta fue devuelta a Euskadi sin siquiera haber sido tomada en consideración por el Parlamento Español. Ese fue el momento de reivindicar el derecho a decidir de la sociedad vasca y de escenificar un auténtico Gure esku dago, pero claro aquel no era momento para escenificar ningún tipo de unidad abertzale, entre otras cosas porque la propia Izquierda Abertzale se encargó de dinamitar aquel consenso dividiendo su voto en el Parlamento Vasco, curiosa la teatralidad que les gusta transmitir a sus formas de hacer política…
Así pues, si entonces ninguna plataforma se molestó en sacar a la calle a los vascos en defensa de sus instituciones legítimas, ¿Qué diferencia a ese momento del de ahora? ¿El proceso catalán o el escocés? Parece que ambos tienen sujeto y objeto, y además cobertura legal; las decisiones de sus propios Parlamentos.
En este momento el Parlamento Vasco ha abierto una ponencia para revisar el estatus político de la Comunidad Autónoma Vasca, de ahí tendrá que salir el sujeto, el objeto y la cobertura legal del derecho a decidir de algunos vascos y, dejando al margen Iparralde que el tema es más complejo, del Parlamento de Navarra la de los otros.
Lo demás no es más que “humo de pajas” y ceremonia de la confusión.
Ander Muruzabal