Ayer el nacionalismo vasco escenificó, con bastante éxito por cierto, su apoyo al derecho a decidir, o, al menos, eso es lo que quieren hacernos creer sus organizadores. Yo que me declaro abiertamente nacionalista vasco no estuve en el Gure esku dago, y no estuve porque entiendo que lo que se escenifico ayer no fue un apoyo masivo al “derecho a decidir” sino un apoyo masivo a la idea de una parte de la sociedad vasca de construcción nacional que no es la mía.
Hoy, ya bien entrado el S.XXI la sociedad vasca es principal y mayoritariamente una sociedad mestiza, tanto en lo étnico, como en lo político o lo cultural pero sobre todo en lo identitario y por ello las soluciones al llamado conflicto vasco solo pueden pasar por aceptar ese mestizaje y aplicarlo. La mal llamada unidad abertzale no es más que un eufemismo para camuflar un proyecto nacional desde la confrontación de identidades y la imposición de una soberanía sobre la otra de las dos, como mínimo, que componen la geografía política vasca, y eso solo lleva, una vez más, a la exclusión de la mitad de los vascos y a la prolongación del conflicto.
Es probable que un nacionalista vasco de la CAV no sea capaz de percibir esa exclusión dado que no es el alma abertzale de la CAV la que esta excluida de la sociedad vasca pero es perfectamente perceptible desde el punto de vista de un nacionalista vasco en Navarra donde esa exclusión se da a diario.
No es la unidad abertzale la que hay que buscar, eso no nos lleva más que a un conflicto de soberanías, concepto en que por otra parte ni creo ni comparto, y a la confrontación con el estado, y no solo con el estado sino con la otra mitad de la sociedad vasca; tu hermano, tu vecino o tu compañero de trabajo, sino la unidad de la sociedad vasca en un proyecto nacional común, y ese proyecto nacional común no puede venir jamás de la mano de la confrontación sino es por la imposición.
Los vascos tenemos dos lenguas propias, no olvidemos que en lo que hoy llamamos español tuvo bastante que ver el romance navarro-aragonés, dos naciones, tres incluso si no olvidamos un incipiente nacionalismo navarro que aun siendo muy minoritario y de origen más que dudoso está ahí, dos estados y al menos tres proyectos nacionales, todos ellos perfectamente legítimos, así pues no será desde la imposición de una lengua, una nación o un estado de donde avancemos a la construcción nacional.
Así las cosas no nos queda más remedio, si queremos vivir como vascos en el S. XXI, que buscar lo que nos une y eso no es otra cosa que los Derechos Históricos, el Fuero, nuestra capacidad de autogobierno, que si es patrimonio de todos los vascos sean españoles, franceses o simplemente vascos, y es desde la recuperación del autogobierno pleno donde podemos encontrar el camino hacia la construcción nacional. Desde el autogobierno y desde la implementación de fórmulas de cosoberanía.
En pleno S. XXI, desde lo GLOCAL es donde encontraremos fórmulas de convivencia entre todos los vascos.
De nada nos servirá construir un estado independiente, imponiendo nacionalidad e identidad a quien no lo siente así, y cediendo soberanía por arriba a entes supranacionales, Europa está ahí y es una realidad que no podemos obviar, y mucho menos aislándose internacionalmente.
La nación vasca del futuro solo podrá ser desde la confederación de los propios territorios vascos manteniendo su capacidad ilimitada e incondicionada de autogobierno y la búsqueda de elementos comunes y fórmulas de asociación con España, Francia y Europa, manteniendo nuestra propia identidad y dejando a los vascos no abertzales mantener las suyas propias. Y ese camino empieza por un solo sitio, por recuperar esa capacidad de autogobierno, y ese camino se llama Reintegración Foral Plena.
Y esa es la única nación vasca que podemos construir. Podremos aprovechar coyunturas electorales o vaivenes sociológicos para crear otra cosa pero la sociedad vasca es la que es no la que a algunos les gustaría que fuera, y para solucionar el conflicto no solo no se puede obviar a una buena parte de ella sino que incluso sería perjudicial para la propia nación vasca.
Ander Muruzabal