El auto de la Juez titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Pamplona rechazando el traslado de la parte del sumario de la CAN referente al pago y cobro de dietas de la Permanente de la Junta de Entidades Fundadoras y a los créditos preferentes concedidos a particulares y empresas ala Audiencia Nacionalpuesto “que podrían constituir un delito de cohecho, que es consustancial al delito de prevaricación por omisión cuya competencia se atribuye a este Juzgado, puesto que se funda en los mismos hechos», abre un nuevo capítulo en la trayectoria del ya de por si inoperante gobierno de Yolanda Barcina.
La crisis de la fórmula de gobierno que ha venido funcionando en Navarra desde la abortada transición navarra basada en la archiconocida “teoría del quesito” formulada por Miguel Sanz y vinculada a la sistemática marginación política de más de un tercio de los navarros parece que ya no tiene vuelta atrás y podemos ver en Navarra durante los próximos meses el fin de un régimen.
Primero fue la expulsión extemporánea del PSN del gobierno foral colocando a los socialistas navarros en una posición imposible, más aún cuando ha venido acompañada de un reacercamiento indisimulado a las posiciones de los populares navarros, ya sin el obstáculo que pudiera suponer el siempre incómodo Santiago Cervera. Más tarde la propia fractura interna de UPN, saldada con la pírrica victoria de Barcina en el Congreso del pasado domingo y que ha dejado un partido prácticamente partido por la mitad; 52% para Barcina, 48% para Catalán, dejan al Gobierno foral sin ningún margen de maniobra, y menos aún si empieza a acumular problemas judiciales.
Ha sido la propia militancia de UPN la que ha cerrado la única vía posible de agotar la legislatura que hubiera sido una victoria congresual de Catalán y un acercamiento al PSN, ya con Yolanda Barcina fuera de circulación, como fórmula de rehacer la alianza que genero el actual gobierno.
Es evidente que Barcina se encuentra en una situación en la que puede tener la tentación de protagonizar una huida hacia delante que aplace sus problemas políticos y judiciales agotando la legislatura en una minoría desoladora y sin siquiera el apoyo sin fisuras de su propio partido como ya le ha advertido el propio Catalán, a costa de un gobierno inoperante durante dos años más, algo que la sociedad Navarra inmersa en una profunda crisis económica, política y de valores democráticos no puede permitirse ni un minuto más.
Y es responsabilidad de la oposición, de toda; PSN, Bildu, Aralar, Geroa Bai e IE, que eso no suceda.
La dinámica parlamentaria de los últimos meses, y algún caso también teñido por la lacra de la corrupción como ha sido el caso del desalojo de UPN de la alcaldía de Egües, el quinto Ayuntamiento de Navarra por nivel de población, demuestran que no solo es posible esa colaboración sino que dada la situación resulta absolutamente imprescindible aunque solo sea por higiene democrática.
Lo normal en este caso sería articular un gobierno alternativo con la participación de todas estas fuerzas políticas con un programa de mínimos y centrado en la salida de la crisis desde unos parámetros sociales.
Pero cualquiera que conozca mínimamente la política navarra sabe que esto es imposible. Han pasado demasiadas cosas desde las elecciones forales de 2011 para que eso que hubiera sido posible al día siguiente de la cita electoral pueda tener algún viso de realidad en las actuales circunstancias, siendo la principal de ellas que el Parlamento de Navarra no responde ni mínimamente a la voluntad electoral de los navarros, ni la que expreso en las urnas ni la que previsiblemente pudiera expresar ahora.
Así pues, a día de hoy, la responsabilidad de la oposición es devolver la voz a la ciudadanía navarra y que sea esta la que en el libre ejercicio de su voluntad democráticamente expresada sea la que marque el camino a seguir. No va a ser fácil, habida cuenta que la llave de la disolución del Parlamento la tiene la Presidenta del Gobierno, probablemente la menos interesada en ello, por lo que tendrá que ser la oposición la que se responsabilice de la tarea, y la tarea no tiene más que un camino; la moción de censura.
No una moción de censura para un gobierno alternativo que no sería más que otro fraude a la voluntad popular, sino una moción de censura dirigida a elegir al Presidente más breve de la Navarra postamejoramiento y cuya única función será convocar elecciones al día siguiente de su toma de posesión. Que sean los navarros los que juzguen y expresen su veredicto donde se expresa en democracia, en las urnas.
Y empieza a ser urgente…
Ander Muruzabal