El ciclo de la participación democrática

Auzolan: Prestación vecinal gratuita en beneficio público. Es una forma antiquísima de trabajo en común que tiene su equivalente en multitud de sociedades europeas medievales y modernas.

Enciclopedia Auñamendi

Si en anteriores artículos hemos hablado de los elementos que componen el Gobierno Abierto y entre los que destaca como elemento principal la participación, experiencias fallidas como Irekia o la Ley de Transparencia y Gobierno Abierto de Navarra nos llevan a la reflexión de ¿Qué es lo que entendemos por participación democrática? Dado que no está claro que dependiendo a que opción partidista o ideológica que preguntemos estemos hablando de la misma cosa.

Y se me ocurre que una forma de trabajo comunitario tan arraigado en la tradición vasca como es el Auzolan puede ser un magnífico ejemplo también para la participación política democrática en tanto que es solidaria, es extensible a todos, es gratuita y beneficia a la comunidad, elementos todos ellos imprescindibles en un verdadero modelo de Open Goverment.

Y viene todo esto a cuento con el título de este post porque en el auzolan si podemos encontrar todos los elementos que componen el ciclo de la participación democrática; información, escucha activa, decisión y explicación, y de alguna manera los ejemplos que hemos citado y algunas otras experiencias de Gobierno Abierto han fallado por omitir alguno de ellos o como mínimo por no haberlo aplicado en toda su extensión.

Pero vayamos al grano, el primer paso en un proceso de participación es la información, pero la información pública no puede partir de un acto discrecional por parte del Gobierno, uno de los errores conceptuales de la Ley de Transparencia navarra que dedica gran parte de su articulado a establecer los cauces y las temáticas de acceso a esa información pública, debe partir de un derecho; el derecho del ciudadano a su libre acceso sin más restricciones que la protección de datos personales y la salvaguarda de la confidencialidad en determinadas fases de algunos procedimientos administrativos para garantizar la neutralidad, y el deber de la Administración de procurar los cauces de acceso de forma universal y la integridad dela información. Ytodo ello basado en el principio de que la información pública es propiedad del ciudadano. Solo desde esta premisa garantizaremos la fiabilidad y calidad del proceso de participación democrática y, sobre todo, su utilidad.

Una vez proporcionada la información y garantizada su integridad es cuando debe comenzar el proceso de escucha activa, evidentemente con dos niveles; uno generalista, medir la temperatura social, para lo que se deberán utilizar herramientas de uso común; redes sociales… y otro especializado, preguntar a los interesados en la participación directa, con herramientas específicas creadas para garantizar el proceso. Pero en ambos casos, la escucha debe ser activa, es decir interactiva, no vale con decir y escuchar hay que debatir, y ese ha sido uno de los principales problemas tanto de Irekia como del incipiente Open Government navarro.

Pero para que podamos hablar en puridad de participación política democrática, como en el auzolan, la ciudadanía debe participar en la construcción del bien común y eso solo es posible si puede participar también en la toma de decisiones, algo que ni Irekia ni el Gobierno Abierto navarro siquiera contemplaban. A día de hoy puede sonar a utopía pero por ese camino va a desarrollarse la democracia del S. XXI y es hora de que en determinadas decisiones que afectan a la ciudadanía de forma general se establezcan cauces de participación que propicien la intervención de la sociedad en la toma de decisiones. El vértigo que produce esa cesión de parcelas de poder no debe impedirnos ver que la decisión máxima de la ciudadanía en un estado democrático; que es “quien gobierna”, ya esta en manos de la ciudadanía y que la sociedad a la que se dirige el poder político es una sociedad informada y formada en unos niveles nunca antes vistos. El paternalismo no lleva más que a la desafección de la sociedad hacia la política y la ilusión del monopolio del poder a perderlo todo.

Si las organizaciones políticas tradicionales no cambian radicalmente su forma de ejercer la política serán sustituidas por otras mucho más acordes con la nueva cultura social y por formas de gobernanza mucho más participativas. Es una cuestión de tiempo.

Pero no podemos cerrar el ciclo de la participación política democrática sin tener en cuenta el último eslabón de la cadena, que no puede ser otro que la explicación de las decisiones políticas. La mejor manera de abortar cualquier proceso participativo es hurtar a los participantes el resultado final y sus consecuencias. En el auzolan este problema estaba solucionado porque el resultado quedaba a la vista y al  uso de todos, así en un proceso de participación también será necesario que la decisión y sus consecuencias queden a la vista y al uso común.

 Ander Muruzabal

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