¿Qué hacemos con el Gobierno Abierto Vasco?

(O como arreglar una radio con placa de circuitos integrados)

“Debemos abordar este desafío desde el prisma de la “nueva gobernanza” y compartir la gestión con la ciudadanía bajo un enfoque de total y absoluta transparencia. Transparencia y ética, que no sólo han sido un principio básico en la acción de gobierno de las instituciones regidas por EAJPNV, sino una de las principales exigencias en aquellas instituciones en las que hemos desarrollado el trabajo que nos encomendaba la ciudadanía desde la oposición. Nuestro compromiso es continuar avanzando en el concepto de transparencia total de nuestras instituciones para explicar a la sociedad nuestras acciones, abordar consecuentemente nuestra responsabilidad sobre las mismas y facilitar la información que motive su participación.”

Geroa Lantzen
“Trabajando el mañana”.
Respuestas a las prioridades dela Sociedad Vasca2012-2015
VI Asamblea General EAJ-PNV. Enero 2012

 

Me ha parecido interesante comenzar este artículo con lo que dice el PNV sobre si mismo en sus compromisos con la sociedad vasca, y me lo ha parecido porque a estas alturas está más que claro que va a ser este partido, mi partido, el que va a tener que asumir el gobierno de Euzkadi en la próxima legislatura y por ello el que tiene la responsabilidad y el compromiso de “avanzar en el concepto de transparencia total de nuestras instituciones para explicar a la sociedad nuestras acciones, abordar consecuentemente nuestra responsabilidad sobre las mismas y facilitar la información que motive su participación”.

Es probable que la primera experiencia de “gobierno abierto” impulsada en Euzkadi; Irekia, haya tenido muchos fallos y haya conseguido hacerse “odiosa” en su empeño en sustituir el Gobierno Abierto por una operación de Política Spam al servicio de una Lehendakaritza legal pero de dudosa legitimidad, es posible, también, que adoleciese de la capacidad necesaria para atraer a los ciudadanos a la participación, más probablemente por su sesgo ideológico y su incapacidad de conectar con la ciudadanía, que por su capacidad técnica, es verosímil que haya pasado con más pena que gloria en medio de la indiferencia ciudadana, pero ese no ha sido el principal problema de Irekia.

El principal problema de Irekia ha sido organizar las líneas de trabajo del Gobierno Abierto, una herramienta de participación no lo olvidemos, prescindiendo de la propia participación. Algo que fue especialmente clamoroso en su experiencia “hermana”; el Gobierno Abierto de Navarra impulsada también por el PSN en coalición con UPN que consiguió aprobar, como punto de partida, una Ley de Transparencia rechazando una por una todas las enmiendas de la Oposición dos días antes de que Barcina le mandase el motorista con el cese al impulsor de la iniciativa, el entonces flamante vicepresidente Roberto Jiménez, y dejando el proyecto en la UCI foral.

Así pues, el nuevo Gobierno Abierto Vasco, llámese como se llame, deberá tener en cuenta unas cuantas premisas para empezar a andar si quiere tener credibilidad, y todas ellas pasan por una misma  base; el órgano de participación solo puede tener éxito si se hace desde la participación.

Un verdadero Gobierno Abierto tiene la obligación de informar a los ciudadanos de su propia actividad pero esto no significa sustituir a los medios de comunicación en esa labor ni mucho menos intentar “orientar” la labor informativa, luego esta obligación informativa deberá contar en su definición de contenidos y soportes con los medios de comunicación y los periodistas.

Un verdadero Gobierno Abierto deberá dotarse de plataformas tecnológicas para llegar al mayor número posible de ciudadanos, propias y ajenas, y estar en el centro del prisma de la comunicación en su labor de “escucha activa” pero esa definición de plataformas y su construcción y uso deberá adecuarse al sector tecnológico vasco y con los usos de los ciudadanos y para eso sea posible no existe otra fórmula que preguntárselo.

Un verdadero Gobierno Abierto deberá tener la aspiración de llegar a todos los ciudadanos con capacidad y voluntad de participar y eso no pasa por acotar servicios en función de rentabilidades electorales o “audiencias” sino por una vocación de “universalizar” los canales y llegar hasta el último rincón del territorio y el último ciudadano vasco.

Un verdadero Gobierno Abierto está en la obligación de rentabilizar socialmente sus datos y aplicaciones, de compartirlos para crear oportunidades de negocio y eso pasa necesariamente por trabajar conjuntamente con el sector del emprendimiento y poner la utilidad y la rentabilidad de ese esfuerzo por delante de operaciones estéticas. Priorizar el Open Data en función de su rentabilidad para el sector del emprendimiento.

Y, por fin, un verdadero Gobierno Abierto no puede estar al albur de la situación política o de la discrecionalidad administrativa, tiene que tener vocación de permanencia, y eso solo se hace desde su propia seguridad jurídica. Es necesario dotarse de una Ley de Transparencia que respalde su actuación, y esa Ley solo será efectiva si garantiza la estabilidad del proyecto y transforma la arbitrariedad administrativa en derecho ciudadano.

Lo primero se hace desde la participación de todas las fuerzas políticas en su desarrollo y la búsqueda del consenso, y lo segundo desde el blindaje del derecho de acceso del ciudadano a la información pública basado en el reconocimiento de la propiedad del ciudadano sobre la información pública. Una Ley de Transparencia no se hace legislando sobre cuales son las excepciones a la norma de confidencialidad de la información pública y las formas de acceso a ellas sino haciéndolo sobre cuales son las excepciones al derecho de los ciudadanos al acceso a una información que es suya, y que no pueden ser más que garantizar la neutralidad de ciertos procesos administrativos y la protección de datos personales.

Este es el reto y esta la oportunidad.

Desde mi rincón navarro y mirando no sin cierta envidia la posibilidad de que un partido con un compromiso como el que abre este escrito sea capaz de llevarlo a cabo.

Ander Muruzabal

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