De primarias y listas abiertas; el silencio de los corderos.

Guerra“Nada es tan peligroso como dejar permanecer durante largo tiempo a un mismo ciudadano en el Poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”

 Simón Bolivar

 

Hace unos meses publicaba en este mismo blog un artículo titulado “Jurassic Park” donde atribuía esa condición a la situación actual de la política y en ese escaso margen  de tiempo ya ha salido a la palestra uno de los más insignes representantes de tal fauna prehistórica, y me estoy refiriendo, como no, a Alfonso Guerra y a su impagable ego atribuyendo todos los males políticos que nos afectan a los que vinieron detrás de él, olvidando que no fueron sino la consecuencia lógica de una Constitución y un sistema partidista claudicante y de baja calidad democrática del que el mismo es uno de los principales responsables.

El autor de la célebre cita “el que se mueve no sale en la foto” nos ha deleitado estos días en su ronda mediática de promoción de la tercera parte de sus memorias, nunca una amnesia hubiera estado más justificada, con su opinión sobre alguno de los temas más candentes en la actualidad de los partidos políticos, como son las primarias y las listas abiertas;  “las primarias en los partidos conducen al cesarismo y las listas abiertas generan una batalla interna terrible”, como si el hermetismo y el oscurantismo que rodea a todos los partidos políticos casi sin excepción hubieran impedido la eclosión de personajes como Aznar, Rajoy, Esperanza Aguirre, Yolanda Barcina y él mismo, o hubiera salvado a alguna de sus organizaciones de la lucha interna y la escisión.

Como buen marxista ideológico olvida, además del marxismo por supuesto, que las organizaciones políticas, los partidos, no son herramientas al servicio de una ideología o de una élite dirigente más o menos capacitada, sino que son las herramientas de que se ha dotado la democracia representativa para articular la participación democrática de los ciudadanos y que es en ellos donde debe producirse esa participación.

En el momento que un partido político no sirva a ese fin sus días estarán contados. En una sociedad intercomunicada, cualificada y empoderada, donde la tecnología actual permite unos niveles de interactuación impensables hace unos años, cada día más la tentación que surge en los ciudadanos es el ejercicio individual del poder político y la exigencia de mayores cuotas de participación política, cuando no de mecanismos de democracia directa.

Paralelamente al descrédito de los mecanismos tradicionales de la democracia representativa, es difícil hurtar a la ciudadanía la capacidad de decisión cuando en una situación de crisis ética, política y económica cualquier medida afecta directamente al bienestar personal,  han ido surgiendo organizaciones políticas con una visión mucho más desestructurada del ejercicio del poder.

La política y el ejercicio del poder, como cualquier otra actividad humana, van a sufrir en los próximos años el impacto brutal de las nuevas formas de relación social basadas en la tecnología. Las estructuras verticales, especializadas y estancas no son fruto de la eficacia y la eficiencia sino de las capacidades de la sociedad en que se desarrollan, y las capacidades de la sociedad del S.XXI no van encaminadas a reforzar ese modelo sino al desarrollo de estructuras de trabajo en red, planas, horizontales y desestructuradas. La democracia representativa no es fruto del un ideal democrático sino de las posibilidades de la época en que se desarrollo. Y esa época ha pasado.

Las listas abiertas, las primarias, la apertura del debate político interno, las decisiones colegiadas, la escucha activa, la utilización exhaustiva de las tecnologías de la comunicación, la extensión de la capacidad propositiva y el trabajo en red van a ser los rasgos identificativos de las organizaciones políticas del S. XXI, y efectivamente van a generar batallas internas y algún que otro Cesar, así como la posibilidad de descabalgarlo mucho más rápido.

Probablemente las organizaciones que le gustan al Sr. Guerra no produzcan ese problema, y seguramente ningún otro, simplemente porque habrán pasado a la historia, su armonía, su silencio será el silencio de los corderos…

Ander Muruzabal

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