La farsa

La farsaFarsa: Pieza cómica, breve por lo común, y sin más objeto que hacer reír.

R.A.E.

El pasado miércoles el diputado por Navarra Sabino Cuadra denunció, en nombre de su grupo parlamentario, la farsa que ha supuesto el relevo monárquico español basado en la Constitución del 78 y amparado en los votos del Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español y probablemente, y más a la vista de los resultados de las recientes elecciones europeas, no le falte razón.

En un estado en que el bipartidismo se desploma por momentos, en que el 70% de la población no ha votado una constitución que se mantiene inalterable desde hace más de treinta y cinco años y se utiliza como trinchera para evitar cualquier cambio en el statu quo salvo cuando interesa a los dos partidos supuestamente mayoritarios, en el que el consenso constitucional está quebrado por la falta de cintura democrática del gobierno con las aspiraciones de Catalunya, el modelo de estado no es una cuestión baladí y es uno de los varios temas que exige un refrendo urgente de las urnas.

No era la sesión del miércoles, probablemente, en la que ninguna de las reivindicaciones del grupo parlamentario de Amaiur fuera a ser escuchada, y mucho menos atendida y es fácil de comprender la frustración de sus componentes. Más discutible es si la salida de tono o el grito extemporáneo van a ayudar en algo a que esto, algún día, pueda ser así. No se yo si la mejor respuesta a una farsa es la ópera bufa.

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Es hora de abrir un proceso constituyente

presidentesAyer, treinta y nueve años después, se cerró el ciclo político abierto a la muerte del Dictador y que ha respondido a aquel último mensaje que en un ejercicio de cinismo digno de mejor causa el régimen agonizante denominó el “Testamento político del Caudillo” y en el que sin ningún rubor el oscuro personaje no tuvo inconveniente en decir “lo dejo todo atado y bien atado”

Sería ridículo decir que el proceso que siguió a su muerte no significó cambio alguno, los hubo y abundantes, pero sería igualmente inapropiado decir que la transición supuso el paso de la dictadura del nacional catolicismo franquista a una democracia homologable. No fue así. La monarquía, la judicatura o las fuerzas de seguridad del estado quedaron como herencias del viejo régimen y han perdurado hasta nuestros días.

Así mismo, el proceso constituyente español no fue lo que hoy denominaríamos un proceso transparente y democrático pues se realizó desde un chantaje permanente a quienes hasta ese momento habían sido oposición y bajo la sombra alargada y el eco de los sables que aún resonaban en los cuarteles. Con todo, el avance en cuanto a libertades y derechos fue lo suficientemente significativo como para que pudiésemos hacer oídos sordos a sus notables carencias.

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Reformar la Constitución

constitucion-española-no-garantizo-ni-comida-ni-trabajo-ni-sanidad-ni-vivienda«Elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal»

Adolfo Suarez

Estos días, y con motivo de su 35 aniversario, hemos asistido al enésimo debate sobre la necesidad de reformar o no la Constitución y de la idoneidad del momento para hacerlo dada la situación de profunda crisis económica, la delicada situación de la institución monárquica, el desmantelamiento de servicios públicos que hasta ahora considerábamos protegidos por esta y el espectacular avance soberanista que se está produciendo en Catalunya.

Bien está el debate pero no podemos hacerlo con un mínimo de criterio si no contemplamos un aspecto previo que puede matizar y condicionar notablemente el discurso, como es la imposibilidad real de poner en marcha los mecanismos de reforma constitucional, y me explico.

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