«Yo dejaría las autonomías históricas, y el resto, diluidas»
Miguel Sebastián. Exministro socialista
Con esta valoración agitaba el exministro, una vez más, el enrarecido clima que rodea al modelo territorial español en los últimos años y más a la sombra de una crisis que se nos está haciendo mucho más larga de lo esperado, pero esta frase que en principio puede parecer una “boutade” encierra una gran dosis de honestidad intelectual que creo que es una de las principales carencias de la casta política que sufrimos. Es evidente que 36 años después del desaguisado constitucional resulta harto dificultoso encontrar una solución al problema que se creo para echar tierra y ocultar un modelo territorial que es el único que ha tenido algún éxito en la historia del Estado español, pero quizás sea un buen comienzo reconocerlo.
Y es que en 1976 no existían diecisiete voluntades de autogobierno, existían tres.
No voy a ser yo el que ponga en duda la diversidad identitaria del estado español pero eso es una cosa y otra muy distinta que ese sentimiento identitario se traduzca en una voluntad manifiesta de autogobierno porque esa voluntad no es fruto exclusivo de la diversidad de identidad sino de una historia institucional y legislativa propia y con permanencia en el tiempo, y de esas, en el estado español, las que existen se pueden contar con los dedos de una mano.