Mucho se ha hablado, y se habla en la actualidad, en torno al debate sobre el futuro de Nafarroa Bai, en cuanto a su reestructuración y su organización definitiva, de quién tiene que liderar la Coalición y del peso de cada partido en la toma de decisiones y su representatividad pública. Son todos ellos temas de importancia capital y que decidirán la viabilidad de Na Bai como alternativa política y su peso electoral.
Sin embargo, debajo de este, y ocultado en parte por él, existe otro todavía más importante y de cuya clarificación dependerá ineludiblemente la resolución del debate organizativo, y no es otro que el debate de las ideas. Resulta evidente que, desde una óptica ética de la política, si queremos representar una alternativa real de gobierno deberemos ofrecer un mensaje político a nuestro electorado de mucho más calado que la simple coincidencia en materia identitaria. Ese es el camino que se emprendió en las Jornadas Nabaizales del 2007 que se celebraron en los Golem y que pusieron las bases para un gran acuerdo abarcando todas las áreas de actuación política.
Y si Nafarroa Bai no resuelve este debate, la previsible conformación del tan traído y llevado “polo soberanista” o la “reunificación” de la Izquierda Abertzale en un contexto de no violencia supondrán un seísmo de tal magnitud que los frágiles cimientos actuales de la Coalición no podrán soportar y acabaran condenando al vasquismo progresista de Navarra a otros treinta años de ostracismo y aislamiento político, para tranquilidad y disfrute del régimen de UPSN, dado que, y como resulta más que palmario (datos electorales cantan), que ni el “polo soberanista” ni una Izquierda Abertzale “reunificada” serían capaces de aglutinar el apoyo electoral que suscitó Na Bai en 2007, ni mucho menos ofrecer una alternativa de acción política “real” que llevase al cambio.
Si ya en 2007 Nafarroa Bai se autodefinía como vasquista y progresista, y ese fue el mensaje y la etiqueta con que nos presentamos ante el electorado, con notable éxito por otra parte, parecería lógico profundizar en estos conceptos en vez de cambiar el rostro visible de la Coalición. Y en la profundización sobre esos dos conceptos es cuando nos encontramos con las dos preguntas claves para el futuro nabaizale; ¿Debe ser Na Bai una organización política de izquierda? ¿Debe ser Na Bai una organización política soberanista?… Y la respuesta en ambos casos es NO.
Pero vayamos a la primera cuestión, dejando al margen el debate sobre que significan conceptos como izquierda o derecha en la política globalizada de hoy y si no que se lo pregunten al propio PSN, parece innegable que la Coalición esta formada por fuerzas que mayoritariamente, yo diría que muy mayoritariamente, se autodefinen como izquierda y como es lógico los consensos básicos que definan la identidad político social de la Coalición deberán recoger gran parte de los postulados de la tradición histórica de la izquierda, pero sin olvidar el carácter transversal de la Coalición, de toda coalición, la propia situación socioeconómica de Navarra y la vocación de gobierno de Nafarroa Bai.
Hablamos pues de políticas de izquierda reales, pragmáticas y viables, y no del romanticismo antisistema que algunos, quizás todavía influenciados por su origen político, sacan a relucir a la más mínima oportunidad, restando credibilidad a la alternativa nabaizale como fuerza de gobierno, hablamos pues de progresismo en lo social y en lo económico. Lo “otro” puede resultar una bonita tentación para algunos nabaizales pero deben entender que un posicionamiento de este tipo lo único que conseguiría es estrechar el espectro político nabaizale desde el maximalismo y a la larga destruir cualquier opción de cambio y consolidar el actual estado de cosas.
Y queda la segunda cuestión, en la que básicamente podemos hacer el mismo planteamiento. Resulta también evidente que la mayoría de las fuerzas que componen la Coalición se consideran a si mismas abertzales y como es lógico esto debería llevar, igualmente en este caso, a la adopción de acuerdos básicos que tengan en cuenta este posicionamiento identitario, pero igualmente sin olvidar el carácter transversal de la Coalición, la realidad identitaria de Navarra y la necesidad de contar con otros en una hipotética acción de gobierno. Hablamos pues de vasquismo, entendido como respeto a todas las identidades de Navarra, o mejor de los navarros, incluida la nuestra propia de vasco-navarros. Igualmente la tentación del “polo soberanista” puede ser un importante acicate para algunos nabaizales, pero eso no haría sino volver a estrechar el campo desde el maximalismo, y a la larga destruir cualquier opción de cambio y consolidar el actual estado de cosas.
Así las cosas, resulta necesaria una clarificación ideológica que facilite el debate organizativo, pero esa clarificación no puede basarse en la imposición del más grande o el más fuerte sino en la búsqueda de acuerdos entre diferentes, en la vuelta al mensaje original y en la relectura detallada de las Ponencias nabaizales de 2007, solo así seremos alternativa de gobierno; real y creíble.
Y no debemos olvidar que la fuerza motriz que dio origen a Nafarroa Bai fue la necesidad de sacar a la luz esa parte de la sociedad navarra que el españolismo rancio de UPN, la dejación de los principios socialdemócratas por parte del PSN y la “inestimable” colaboración de ETA habían condenado al aislamiento y al ostracismo durante treinta años, en una palabra la normalización y democratización de la vida política Navarra, y eso, y por si alguno no lo tenía claro, Jiménez y Barcina ahora o Sanz y Blanco antes lo escenifican a la perfección, solo se hace desde el Gobierno.
Ander Muruzabal