En estos días, donde ya se huele el inicio de la campaña electoral en Nafarroa, es probable que veamos posicionamientos rocambolescos, funambulismos políticos y extraños compañeros de viaje y hasta de cama. Nuestra capacidad de sorpresa deberá estar blindada a no ser que queramos ir de sobresalto en sobresalto.
Y yo creía estar curado de espanto y ser inmune a la sorpresa cuando ayer un cruce de opiniones en prensa y redes sociales acabó en un reto a debate lanzado por el candidato de EH Bildu, Adolfo Araiz, y la aceptación del de UPN, José Javier Esparza. Y lo confieso mi sorpresa fue mayúscula.
No seré yo quien no apueste por la normalización entre las distintas siglas que componen la realidad política de Navarra, tiempo llevamos algunos clamando por el fin de la exclusión y el comienzo del dialogo entre navarros, pero… ¿Se ha normalizado hasta tal punto la política navarra como para que los líderes de dos fuerzas antagónicas como EH Bildu y UPN puedan debatir civilizadamente sobre economía, sanidad o identidad? La respuesta desgraciadamente es no.
Así pues ¿Qué es lo que ha cambiado en la política navarra para que algo que hace unos meses era absolutamente inviable, hartos estamos de oír las negativas de UPN y PSN a compartir no ya el debate sino hasta la propia presencia con la IA, sea hoy un hecho normal? ¿Cuáles son los motivos que han llevado a unos y a otros a cambiar tan radicalmente su estrategia?
En el caso de EH Bildu y su candidato Araiz, ganadores de salida del debate por el mero hecho de que este se produzca e independientemente del resultado del propio debate, la respuesta es evidente. La sola aceptación por parte de UPN de un debate cara a cara con Araiz está dando a este una capa de legitimidad que la propia mochila del candidato ponía seriamente en duda. Cada uno es responsable de su propia trayectoria política y en el caso de Araiz sus responsabilidades son suyas y el hecho de que EH Bildu condene hoy la violencia política no le exime a él de no haberlo hecho en su momento. Es claro que la responsabilidad política de la IA de los años duros no es exactamente trasladable a una coalición como EH Bildu ni a todos sus componentes pero si concretamente al candidato Araiz.
El caso de UPN es algo más complejo porque pone en solfa la que ha sido su actitud para con EH Bildu, y por extensión con algunos más, durante muchos años y no se ve muy bien que es exactamente lo que puede ganar con un debate de estas características, con el riesgo cierto además de que su candidato salga malparado del cara a cara dada la bisoñez de su propio candidato y las tablas Araiz mucho más curtido en esas lides.
¿Qué es pues lo que ha llevado a UPN o a Esparza a recoger el guante? Descartado el poco probable calentón del candidato, aunque en UPN nunca se sabe, solo queda sospechar que su encuesta interna, que tenerla la tiene, haya aconsejado a sus gurus de campaña polarizar la campaña entre UPN y EH Bildu, descartando y ninguneando otras opciones, que es el único terreno donde podría salvar los muebles y evitar el fracaso que esta le augura.
Pero la pregunta es ¿Es este el debate que interesa a la sociedad navarra? ¿El debate, como decía en mi anterior artículo, sobre el cambio de los que no quieren el cambio, entre los que lo único que quieren cambiar es la trinchera del poder?
Creo que el cambio en Navarra no es ese sino si los navarros queremos mantener una sociedad fragmentada con una Navarra viviendo de espaldas a la otra o por el contrario superamos la transición inconclusa, construimos una Navarra integradora e integrada donde quepan todos, olvidamos los viejos tics autoritarios y remamos todos en el mismo barco. Y ese era el debate y estos no son los protagonistas.
Ander Muruzabal