“Nuestra campaña estará centrada en luchar contra una macedonia de fuerzas políticas diversas, encabezadas por Bildu que sólo tienen en común su intención de desgastar a UPN”
Yolanda Barcina. Todavía, Presidenta del Gobierno de Navarra
No por esperado resulto menos divertido el ejercicio de ombliguismo político que protagonizó la, todavía, presidenta del Gobierno de Navarra en pasado viernes en Cadreita. Con todo el aparato del partido controlado por ella misma tras el chantaje político a que sometió a UPN en el último Congreso el único resultado que podía esperarse de tal cita era el aplauso servil a la última decisión de calado que va a tomar en el partido regionalista, ya sea porque la echen a gorrazos después de mayo o porque ya no quede sitio de donde echarla.
Pero dejando al margen el sentimiento agridulce de ver al partido que ha gobernado, o desgobernado, Navarra durante los últimos cinco lustros autoinmolarse, lo menos que podíamos esperar es que lo hiciese con un discurso mínimamente coherente. No va a ser posible…
Lo que se nos vendió como una estadista de talla adecuada para Navarra ha resultado tener un encefalograma político plano y, dejando al margen cierta pulsión a subirse el sueldo y salir en la foto, no ha hecho absolutamente nada original si descontamos la patada en el trasero que le propinó a su socio de gobierno a las primeras de cambio dinamitando la entente tácita, o algunas veces no tan tácita, que ha gobernado Navarra desde que nos hurtaron la transición y nos colaron de rondón la versión descafeinada del Fuero que tienen el valor de llamar Amejoramiento, y de paso la propia viabilidad de su gobierno que desde entonces deambula como alma en pena por los pasillos del palacio foral.
Después de una legislatura sin presupuestos, sin otra agenda legislativa que la que le ha marcado la oposición, desviando la capacidad foral de Navarra a los caprichos de un Tribunal Constitucional parido por el PP y adaptado a sus gustos, sin más proyecto económico que el recorte y la privatización, acosada por los escándalos y con un futuro electoral negro como el culo de un grillo, la idea de repetir cartel electoral debiera haber ido acompañada de un proyecto político de futuro e ilusionante… pero claro eso solo es posible si se tiene la más mínima capacidad de diseñarlo y no es el caso.
Así pues, la, todavía, presidenta de Navarra se lanza al ruedo electoral con una sola iniciativa legislativa; la abolición de la Transitoria Cuarta no para ampliar la capacidad soberana de Navarra de decidir sino para restringirla aún más, si cabe, y el manido y casposo “Que vienen los vascos” como si no llevásemos aquí toda la vida.
Pero sea por el boicot ruso a nuestra producción hortofrutícola, el escenario se prestaba bastante a congraciarse con los que torcieron el morro en el último Congreso regionalista y la sola mención del producto de la tierra podía endulzar el postre o sea porque no ha mirado lo suficiente de puertas para dentro, se le ocurrió, a ella o alguna de esas otras mente brillantes que dirigen su comunicación, que eso daría para escribir otro artículo, la metáfora que encabeza este escrito.
Yo no se, si en la macedonia de la que habla casarán muy bien las ciruelas con los melocotones y saldrá una delicatessen o un bodrio incomestible, lo que si tengo muy claro es que en la suya UPN, PP, CDN, PSN y últimamente hasta UPyD todas las frutas acaban teniendo el mismo sabor rancio, el suyo…
Ander Muruzabal