Ya siento dársela pero tiene razón Yolanda Barcina cuando dice en la Comisión de Investigación que el llamado Caso Goicoechea no es un caso de corrupción. Oída la declaración de Idoia Nieves, de cuatro altos cargos de Hacienda, de la Consejera Goicoechea y de la Presidenta Barcina no queda más remedio que concluir que en el Hacienda Navarra no ha habido corrupción… La cosa es muchísimo peor…
Un caso de corrupción aislado, o reincidente, se pude sustanciar con la dimisión de los afectados y su posterior remisión a los Tribunales de Justicia, incluso con la caída del Gobierno de turno, pero lo que hemos visto en estos días de Comisión de Investigación es el panorama desolador en que una manera de entender lo público ha convertido a la Administración de Navarra.
Una manera en que lo público y lo privado no tienen líneas rojas de separación, donde las incompatibilidades no son más que molestos escollos para hacer lo que al político de turno le de la real gana, donde la Ley y las garantías inherentes a cualquier Administración pública no son más que obstáculos a esquivar en la carrera hacia el clientelismo, el amiguismo y el mamoneo descontrolado, donde hay ciudadanos de primera, de segunda y hasta de regional…
Cuarenta años de régimen de UPSN han dado como fruto el erial administrativo en que nos encontramos donde las palabras democracia o transparencia no son más que burdos slogan huecos para perpetuar un modo cortijero de entender la cosa pública, donde todo vale para echar una mano a los amigos y donde la Ley se aplica al que no los tiene.
Si la fantasmagórica gestión de la CAN, que ha dejado a Navarra sin herramienta de financiación, y su transmutación de pública a privada y de privada a pública en función del interés de los ocupantes de Carlos III, 2 hasta que de tanto cambiar ya no se sabe donde está, ni si está, si el despilfarro sistemático de los fondos públicos en peajes sombríos que ha dejado a Navarra endeudada sine die, si el afán megalómano de los dirigentes de UPN empeñados en una loca carrera a ver quien era capaz de dejar el mayor dislate para la posteridad; Reynos Arenas sin equipos, Circuitos sin coches, Auditorios sin nada que audicionar, Urbanizaciones sin casas… si esto no fuera suficiente también se han cargado el buen nombre de nuestra Administración.
Y este panorama no se arregla con dimisiones ni caídas de gobiernos, sino desde un profundo proceso de reforma democrática donde lo público sea de todos y donde la violencia, y más ahora que parece haber llegado a su fin, no sea la excusa para un todo vale dirigido desde Madrid que ha hurtado a los navarros no ya la capacidad de decidir sobre si mismos sino hasta, incluso, la de opinar sobre lo que otros deciden por ellos.
Yo no se si en los próximos días vamos a asistir a una moción de censura que acabe con el nefasto gobierno de Barcina y vamos a unas elecciones anticipadas de las que debe salir esa reforma democrática, ni siquiera si de verdad tendríamos prisa después de cuarenta años de lo mismo, pero creo que hay, al menos, tres razones que hacen obligado pasar página cuanto antes.
Poner orden en la Hacienda Navarra de forma que las empresas no se vean perjudicadas por el encaje de bolillos financiero de unos ineptos más atentos a las consignas que les llegan de la capital de Reino que de la sociedad que les ha elegido y que son las que nos tienen que sacar de esta crisis, y para que las arcas forales no sufran los gravísimos quebrantos que les están impidiendo ser el motor económico de recuperación que exigen los ciudadanos.
Limpiar la Administración pública de Navarra de la red clientelar que ha desplegado por ella UPN durante su infinito mandato y dar paso a una administración que se rija por los criterios de mérito, capacidad y neutralidad por los que nunca debió dejar de regirse.
Y, por último y quizás más importante, porque no podemos dejar en manos de quienes no creen en Navarra más que como finca de recreo entre viaje y viaje a Madrid y en su autogobierno más que como una manera mucho más directa de tener acceso a la caja, negocien el Convenio, ni por capacidad, que no la tienen y a las recientes chapuzas negociadoras en la Villa y Corte nos podemos remitir, ni por voluntad, que ni siquiera se les supone.
Un día más de régimen y el Fuero será un recuerdo que nos dejaron nuestros antepasados…
Lástima que todo este en manos de quienes hasta el día de hoy han dado cobertura al dislate… aún queda tiempo para rectificar pero el reloj ya se ha puesto en marcha.
Ander Muruzabal