Con la muerte del Dictador y el comienzo de la Transición, el nacionalismo vasco dejó atrás cuarenta años de exilio exterior y resistencia interior para volver a protagonizar el futuro de este país y su construcción. Hoy, treinta y cinco años después, hemos avanzado notablemente en esa tarea, aunque no sea este nuestro mejor momento, pero a fuerza de ser sinceros pocos esperábamos que a estas alturas del S. XXI la Euskadi que veíamos en esos momentos de ilusión recuperada fuese la que tenemos.
¿Qué hemos hecho mal? ¿Qué errores hemos cometido en el camino?