Dado que el tema del polo está dando que hablar y que entiendo que puede ser peor el remedio que la enfermedad, y aprovechando la defensa que hace Txema Landa de la Mesa de Maltzaga he querido dar aquí mi opinión sobre el polo, y más que sobre el polo sobre el propio concepto de soberanismo y sobre su precedente anterior; Lizarra Garazi. Dice Landa:
“A lo largo del año, especialmente estos últimos meses, unos y otros, así en neutro, pues las entidades a las que me refiero no tienen ni género ni sexo, no son humanas, han dedicado sus tiempos y espacios periodísticos a la fabulación de un instrumento del mal llamado polo soberanista.
En esa trampa han y hemos caído los y las que sí tenemos sexo y género, y hemos iniciado una vorágine de calificaciones y descalificaciones de pros y contras, pero a lo largo de todo este tiempo nadie ha dicho, con fundamentó, qué es, qué debe ser, de dónde procede y a dónde se dirige el tan traído y llevado polo soberanista. Como mucho he llegado a leer, oír o ver contra quién está dirigido, según ellas y ellos claro está”.
Se confunde Txema Landa al decir que nadie ha dicho con fundamento que es, que debe ser, de donde procede y a donde se dirige el tan traído y llevado polo soberanista algunos lo han hecho, alto y claro, el polo soberanista, bien o mal llamado así, o la mesa de Maltzaga no es más que un intento de rescatar el fracaso de Lizarra, como bien reconoce el autor unas líneas más abajo en su escrito, lo que debe ser según los impulsores de Maltzaga y la propia organización terrorista ETA es una nueva agrupación de fuerzas nacionalistas vascas donde el protagonismo de las personas se traslade a las “elites” dirigentes y si es posible a la “vanguardia” revolucionaria, procede del fracaso cincuentenario de ETA y de la necesidad de la Izquierda Abertzale Oficial de crearse un nuevo espacio de actuación política que supere el escenario actual de la Ley de partidos y las ilegalizaciones reactivando su acción política y se dirige a la fagocitación por parte de la IAO de todo el espacio que existe entre ella y el PNV e incluso de la parte “soberanista” de este.
“Otro de los elementos comunes de esos análisis interesados es que en ninguno de ellos se fija la foto de situación, es decir que en este nuestro país estamos inmersos en un proceso de reconstrucción nacional, y a la vez y como consecuencia de él, también en una situación de enfrentamiento intergeneracional y multilateral”.
Como de costumbre en los análisis de este peculiar sector político, el inmovilismo y el haberse quedado en la era analógica les impide ver que la foto ha sido fijada en multitud de ocasiones, y afortunadamente no es fija y evoluciona, es probable que el señor Landa necesite un cursillo acelerado de video, puesto que es evidente que ese proceso de reconstrucción nacional a que alude no existe, sino es de manera voluntarista, ni es único ni tiene porque llevar a situaciones de enfrentamiento integeneracional ni multilateral, sino por el contrario a escenarios de trabajo de colaboración y entendimiento que lo puedan crear, pero no desde la “imposición” de un soberanismo transnochado basado en criterios de pueblo como ente inmaterial y permanente, heredero indudable de la concepción patrimonial del estado monárquico y adaptado a una visión propia del revolucionarismo francés.
El soberanismo del S. XXI tendrá que ser basado en un contrato ciudadano pluridentitario, basado en elementos comunes como la lengua, la historia o la tradición socio-político-jurídica o la misma convivencia, o no será.
“El hecho cierto más relevante, en relación al susodicho polo, es a mi modo de entender la iniciativa Maltzagako Aldarria, que presentó un Documento por la apertura de un proceso soberanista al que se han adherido más de 1.500 personas procedentes de todos los continentes y todas las familias políticas, sindicales y sociales abertzales. Teniendo por primera vez en este tipo de documentos una muy especial relevancia cuantitativa y cualitativa presencia de la diáspora vasca”.
Es cierto que Maltzagako Aldarria ha presentado un documento para abrir un proceso soberanista y que este ha recibido algún tipo de adhesión, bastante destacada entre la diáspora vasca, lo que no hace sino indicar el escaso nivel de contacto que mantiene con las distintas institucionalizaciones que posee el pueblo vasco a día de hoy, y lo que es peor, con sus sociedades.
“En primer lugar, el susodicho documento hace una precisión pues sitúa el tiempo y el lugar: Entre Euskal Herria y los estados español y francés existe un conflicto histórico de naturaleza cultural y política. Dicho conflicto ha tenido numerosas expresiones violentas que han afectado a muchas generaciones y a todos los sectores sociales”.
Y sigue Landa elucubrando sobre la misma frase hecha y gastada, muy gastada, que no ha servido para mejorar la estructuración de este pueblo sino todo lo contrario, justificar la violencia en función de un hipotético conflicto y paralizar cualquier avance que hubiera sido posible hacia ese escenario de construcción nacional, pero además la eleva a dogma de fe, pues en ella resume el ¿Tiempo? Y el ¿Lugar?. Confunde, como es habitual el concepto cultural etno-lingüístico que representa Euskalerria y le arroga derechos políticos que justifiquen la premisa falsa del conflicto.
Olvida Landa que en Euskalherría coexisten tres realidades institucionales históricamente asentadas y aceptadas por sus ciudadanos en dos de los casos, excluyo aquí a Navarra por motivos obvios, y un proyecto político que algunos llamamos Euskadi que tiene poco que ver con la Euskalerria mítica y mucho más que ver con la construcción de un estado moderno que devuelva a los vascos, ciudadanos, su presencia en el mapa de las naciones.
Y olvida Landa, también, que son precisamente esas “numerosas expresiones violentas” las que han impedido el avance de la sociedad vasca hacia ese escenario de construcción nacional, y que son esas mismas “expresiones violentas” las que dan cobertura a la represión, las ilegalizaciones y la paralización del proyecto político vasco.
“Define de una manera bastante clara la metodología a seguir: Respetando las posibles diferencias de velocidad y contenidos que puedan darse entre los territorios de Euskal Herria, reivindicamos un proceso participativo de cambio político del que no se excluya a nadie.”
No le hace falta a Maltzaga definir metodología alguna ni respetar velocidades y contenidos puesto que ya son las institucionalizaciones vascas las que se han dotado de metodologías, velocidades y contenidos para seguir su propio camino. No hace falta convencer al estado, hace falta convencer a la ciudadanía vasca, el día que lo consigamos, ese estado vasco que anhelamos será una realidad. Saltarse los pasos del proceso y la tentación del “atajo” solo nos llevará al rechazo de la sociedad vasca y al alejamiento del final feliz deseado.
“Así mismo reivindica, como no pudiera ser de otra manera, el abortado proceso de Lizarra Garazi.”
Insiste pues Landa en el añorado Lizarra Garazi, en el que creímos todos en un momento dado, para ver con incredulidad como era dinamitado, nunca mejor utilizada la expresión, por quienes más tenían que ganar en el proceso siendo los que menos habían arriesgado en él. Es una lección que algunos aprendimos…
“Como ya se expresó en 1998 por la mayoría de las fuerzas sociales, sindicales y políticas de Euskal Herria: el marco jurídico político vigente está definitivamente agotado y la situación permite retomar otros debates fundamentales que afectan a la raíz origen del conflicto político”.
Es posible que los marcos jurídicos políticos vigentes estén agotados, yo mismo lo creo a pies juntillas, y están agotados porque no hemos sabido sacarles el jugo que tenían o porque el jugo que tenían no colmaba nuestras aspiraciones como nacionalistas vascos que somos, o por ambas cosas a la vez, o, quizás, porque calculamos mal su evolución y las posibilidades que estas institucionalizaciones tenían, en el caso de Navarra el error “político” fue clamoroso.
Así, la siguiente pregunta es ¿Qué aporta un polo soberanista conjunto a la superación de ese marco jurídico político vigente,? Y la respuesta también parece resultar evidente, ofrecer cobertura legal a quien por su propio empecinamiento, con la ayuda, por supuesto, de un estado que todavía parece no haber asumido el concepto de libertad y de democracia a pesar de que ya hace años que el dictador cría malvas en su faraónico mausoleo, sea ha situado fuera del debate político. Y la segunda pregunta es ¿Merece la pena el riesgo que supone reeditar Lizarra con las garantías que nos ofrece la IAO? y a esa pregunta deben responder los agentes que se quieran implicar en la operación, yo, por de pronto lo tengo muy claro.
Pero hay una tercera pregunta ¿No es mejor reeditar fórmulas que en el pasado fueron eficaces y que son perfectamente modificables y adaptables a la realidad actual, fórmulas que tienen peso y razón jurídica, y sustituir con ellas ese marco agotado? ¿No es mejor aglutinar esfuerzos en las diferentes institucionalizaciones vascas para reivindicar lo que sus respectivas sociedades entienden como propio para que una vez alcanzadas esas nuevas instituciones podamos desde ellas construir Euskadi? Nafarroa Bai está siendo un buen ejemplo de ello.
“En el lado contrario, el de los agentes del eje del bien, se ha iniciado una persecución basada en dos o tres leyes aprobadas por el Parlamento Español y refrendada una de ellas por el Parlamento Europeo que han llevado a la parte peninsular de nuestro territorio a una situación de gobernabilidad española y etnicida.”
¿Está seguro es señor Landa que solo los agentes del eje del bien son responsables de nuestra situación de gobernabilidad española? Yo sinceramente no lo creo, creo que hay otros agentes tan o más directamente responsables de esta situación
“El polo soberanista, que a mi manera de entender necesita Euskal Herria para lograr el triunfo de la I República Vasca del Estado de Navarra, sólo será posible por la conjunción de fuerzas sociales políticas y sindicales que se agrupen en torno a dicha aspiración sin exclusiones ni liderazgos”.
Y no, y ahí estamos mucho menos de acuerdo que nunca, la I República Vasca del Estado de Navarra, no necesita de un polo soberanista que aglutine a fuerzas sociales y sindicales sin aspiración a exclusiones y liderazgos, lo que necesita es un proyecto creíble y asumido por la ciudadanía. Al final esa República no la crearan las fuerzas políticas o sindicales, sino los ciudadanos con sus votos.
“Para que esa casi sideral conjunción sea posible, necesitaremos un espacio de distensión en el sempiterno enfrentamiento multilateral y multigeneracional entre Euskal Herria, España y Francia, hoy poco probable, sobre todo en el clima de criminalización del independentismo no sumiso.”
Para que esa conjunción sideral sea posible, si es que es necesaria, no necesitaremos espacios de distensión en el sempiterno enfrentamiento, necesitaremos el fin del enfrentamiento y eso sabemos todos en manos de quien está.
“También será necesario que, además de yo, alguien más presione a las organizaciones sindicales, políticas y sociales para que lo persigan.
También será necesario que, además de yo, alguien más presione para dar una salida negociada y democrática al conflicto con los estados español y francés.”
Más bien será necesario que comprendamos el escenario en toda su amplitud, busquemos fórmulas específicas y adaptadas a la velocidad y credibilidad de nuestro proyecto en cada una de las actuales institucionalizaciones vascas y que estas sirvan para difundir y hacer creíble nuestro proyecto entre los ciudadanos de lo que hoy solo nosotros consideramos la nación vasca y que es la de todos o no será.
Gora Euskal Errepublika.
Gora Nafar Estatua.
(En eso estoy de acuerdo)
Ander Muruzabal (En respuesta a “El polo del bien y el polo del mal” de Txema Landa)