El rodaje de esta película significó un auténtico infierno para Newman y Julie Andrews, principalmente por las rarezas de un meticuloso y maniático Hitchcock. Paul lo recurerda así:
«Todos sabíamos que teníamos un perdedor entre las manos con esta película. Cuando Hitchcock me invitó por primera vez a su casa y me describió la historia al detalle, sonaba como algo excitante, de modo que acepté hacerla. Pero, de alguna manera, el guión no se desarrolló de la forma en que él había dicho, y durante el rodaje, todos deseamos no habernos comprometido.»
El malhumorado y raro «Hitch» no colaboró demasiado en crear buen ambiente en el ya de por sí gris rodaje, las continuas burlas a Julie Andrews llamándola «Mary Poppins» no ayudaba demasiado, mientras Newman trataba de encajarlo con humor para levantar el ánimo de la actriz. Para él también había, ya que el director lo llamaba «Harper», Newman trataba de hacer reir al personal con su característico humor lleno de ironía, hacía como que se le olvidaba su papel, por supuesto Alfred se enrabietaba todavía más si cabe.
Aún y todo solo la Andrews parece guardar un grato recuerdo del director, esta mujer de gran bondad siempre se mereció el cielo. «Él me enseño muchísimo de cine (no lo dudo a mi también, pero no quita para que su forma de ser dejara mucho que desear) «Aunque el primer dia de rodaje nos soltara que para él había acabado la diversión y comenzaba el aburrimiento». La buena de Julie nunca tuvo rencor.
Por otro lado Newman, que nunca soportó el comportamiento misógino y excéntrico de Hitchcock declaraba: «Entre nosotros no había el mínimo de comprensión ni respeto. Lo único que nos unía era el guión». Ademas Hitch no era muy partidario de darle carrete al Método. En una ocasión, ante el hieratismo gestual que le marcaba el cineasta cuando su personaje debía interactuar «en público», le dijo a punto de la desesperación:
-Pero Hitch, ¿qué debería estar haciendo Michael en esos momentos?
-Paul, no pienses nada. Nada. Limitate a mirar al frente, a derecha e izquierda. Como un autómata.
Solo le quedaba una cosa, lo que le quedaba a todo el equipo de rodaje, obedecer a este gran director un tanto dictatorial e inflexible.
Su carácter agónico e inquietante lo pone de manifiesto en su sello particular (siempre presente en absolutamente todas sus películas) como fue la muerte de Gromek, algo que en su día no gusto ni a crítica ni a público, pero que con el paso del tiempo se ha convertido en una escena casi de culto. Con los años este film ha ganado sitio (en su tiempo la Academia pasó olímpicamente de ella) , aunque su temática este desfasada, (la guerra fría) hoy se disfruta el film con respeto, la trama tiene su miga y el gran Paul es su principal ingrediente, si a ello le sumamos por supuesto la sal del controvertido «Alfredito».
http://www.youtube.com/watch?v=vGnTfWTam-s