Desde que comenzó el largo y azaroso proceso en que se ha convertido el fin definitivo de ETA, en el imaginario colectivo de la Izquierda Abertzale sus propios dirigentes trataron de impulsar dos premisas que, de alguna manera, pudieran servir para ocultar el rotundo fracaso de la estrategia armada y de más de cuarenta años de sufrimiento inútil; la paz llegaría sin vencedores ni vencidos y los presos volverían a casa. No es fácil mantener la cohesión política de un movimiento como el MLNV desde la autocrítica y mucho menos desde el reconocimiento de la inutilidad de su propio sacrificio, que también lo ha habido.
Los fallidos procesos de Lizarra-Garatzi y, sobre todo, Loiola habían acabado definitivamente con esa vía y los dirigentes de la IA no supieron verlo a tiempo, quizás alguno si pero no tuvo la suficiente capacidad de liderazgo para haber impuesto su visión del fin del conflicto antes de cerrar definitivamente la Mesa de Loiola.
Cuando un grupo elige el camino armado para conseguir sus objetivos políticos debe tener muy claro que ese camino no puede acabar más que con la victoria militar o con la negociación. Durante momentos determinados de su desafortunada y larga historia militar, ETA pudo lograr alguna de ambas cosas. A la muerte del dictador y tras la amnistía general, ETA como movimiento de lucha antifranquista pudo haber proclamado su propia victoria sin dejar a nadie atrás. No lo hizo porque antepuso su propio proyecto político al País y el país le dio la espalda.
Argel en compañía del PSOE, Lizarra contando con el PNV, y con el PP a la expectativa, o Loiola, con ambos, fueron las ocasiones en que ETA pudo salir del embrollo en que se metieron en Xiberta por su propia falta de visión política, en cada una de estas citas con menos que negociar y con muchas menos cosas que ofrecer por parte de los que se sentaron a negociar con ellos. Otra vez no lo hizo, confundió el hastío de sus interlocutores, y sobre todo su esperanza por poner el fin más rápido posible a la lacra que ha asolado Euzkadi en los últimos 40 años, con su propia fortaleza política, y siguió sin mirar al país…
En la actualidad, y tomada por parte de ETA la decisión unilateral de abandonar la acción armada, no parece que les quedase otra opción, las llamadas de la autodenominada Izquierda Abertzale a la negociación parecen no comprender que en una negociación tiene que haber contrapartidas y ETA no tiene ninguna en su mano. Con lo único que pudo negociar es con el abandono de la violencia pero ya la ha abandonado y si no la hubieran abandonado previamente tampoco nadie se sentaría a negociar con ellos, en un bucle continuo sin solución alguna, y eso no es más que la consecuencia lógica de la política de tierra quemada que han protagonizado durante demasiado tiempo.
Así las cosas lo de los vencedores y vencidos no deja de ser un eufemismo macabro.
Queda pues la cuestión de los presos, de la que no es fácil hablar sin entrar en consideraciones éticas que no son objeto de este artículo, y su vuelta a casa, todavía más difícil de explicar a quienes creyeron en el triunfo de ETA y formaron parte de la acción armada y que hoy penan, ellos y sus familias, por media geografía española sin posibilidad alguna de volver un día a sus pueblos como los héroes populares que un día creyeron ser.
No parece que este colectivo vaya a ser capaz de aguantar una disciplina férrea en aras del aprovechamiento político de su situación por parte de la Izquierda Abertzale finiquitada la posibilidad de que esta consiga ese objetivo de forma colectiva y con la incapacidad física de ETA de negociar nada.
Pueden los dirigentes de la IA enrocarse en nuevos eufemismos hablando de “acogerse colectivamente a medidas individuales” y jalearlos como el descubrimiento de la piedra filosofal pero tal cosa no deja de ser lo que se ha venido denominando “Vía Nanclares” ya adoptada por algunos colectivos de presos a los que les ha costado la expulsión y la marginación.
Sea pues bienvenida la nueva postura, llámenla como la quieran llamar, porque probablemente en toda esta historia no ha habido más que un vencedor; los vascos que por fin podemos empezar a olvidarnos de la pesadilla y un vencido; ETA, lo importante ahora es que no haya más víctimas, ni siquiera entre los victimarios…
Ander Muruzabal