Mucho se ha hablado y se sigue hablando en los últimos tiempos de la regeneración democrática, de gobiernos abiertos y de transformación de los partidos políticos e, incluso, la progresiva sustitución de la democracia representativa por introducción de fórmulas de democracia directa basadas en las tecnologías de la comunicación y la información, y yo no soy una excepción, pero creo que partimos de una base falsa como es pretender que esa regeneración venga de los propios estamentos a regenerar que viven cómodamente instalados en la situación actual.
Es evidente, y la última conferencia del PSOE es un magnífico ejemplo de ello, que esa regeneración solo es una preocupación para los partidos políticos cuando los mecanismos de la democracia representativa hacen temblar el status establecido, luego resulta más evidente aún que el ansiado cambio solo puede venir de dotar a la ciudadanía del empoderamiento suficiente como para forzarlo.