“Los dos conceptos, soberanía y absolutismo, fueron forjados juntos sobre el mismo yunque. Los dos deben ser pulverizados juntos.”
Jacques Maritain
La Constitución de Navarra, como viva y en exercicio, no puede menos de llamar grandemente la atención del Congreso. Ella ofrece un testimonio irrefragable contra los que se obstinan en creer extraño lo que se observa hoy en una de las más felices y envidiables provincias del reyno, provincia en donde cuando el resto de la Nación no ofrecía más que un teatro uniforme en que se cumplía sin contradicción la voluntad del Gobierno, hallaba éste un antemural inexpugnable en que iban á estrellarse sus órdenes y providencias siempre que eran contra la ley ó pro comunal del reyno.
Discurso preliminar leído en las Cortes al presentar la Comisión de Constitución el proyecto de ella (Cádiz 1812)
Leía ayer en Diario de Noticias de Navarra los magníficos panegíricos que autores, sin duda, más doctos que yo dedicaban a “La Pepa” origen de la modernidad política de España y de la propia nación y, probablemente también, de la España inconclusa que aún a día de hoy nos ha tocado sufrir.