No soy yo muy amigo de las “guerras de banderas” ni mucho menos en basarlas en “supuestos históricos”… pero parece que a falta de otros argumentos de peso y finiquitado ya el mito de especialistas en Navarra con que se autoadornaba UPN, despeñado por el mismo agujero económico con que obsequiaron a las arcas forales en cuatro años de nefasta gestión y otros cuatro de inacción absoluta, le toca al clásico de los símbolos convenientemente azuzado por el órgano de prensa oficial de la derecha navarrista y un par de webs ultra de dudoso origen y financiación.
No me gusta la argumentación historicista porque soy de los que pienso que los símbolos no son más que la expresión de sentimientos identitarios de la gente que vive en un sitio determinado en un momento determinado. ¿Quién le iba a decir a los hermanos Arana que su ikurriña iba a acabar siendo el símbolo de la vasquidad en el mundo y la bandera de la Comunidad Autónoma Vasca o a Campión, Altadill y Oloriz que su diseño para Navarra ariete simbológico contra esa vasquidad navarra que ellos mismos profesaban?
Y no me gustan las guerras de símbolos porque atañen a los sentimientos y muy pocas veces a la racionalidad, y más en una tierra como la navarra en la diversidad identitaria es precisamente su seña de identidad más característica.
No es pues ese el debate, al margen de los rendimientos político electorales que se le intente sacar. El debate es si en una tierra tan plural la simbología debe ser reglamentada de una forma restrictiva como hicieron UPN y PSN con la polémica “Ley de Símbolos” o más bien, lo que parece adecuarse mejor a la realidad sociológica de Navarra, lo adecuado es una legislación abierta que permita a cada comunidad adaptar su simbología a su propio sentimiento identitario que es lo que ha propiciado la actual mayoría parlamentaria, no lo olvidemos, con la derogación de aquella.
Pero sí que es verdad que en la actual polémica que culminará con la Manifestación del próximo tres de Junio hay dos temas que me molestan sobre manera; la apropiación del diseño oficial y actual de la bandera de Navarra por parte de UPN y el soniquete ese de defender lo que nos une.
Habrá que recordarle a UPN su tenaz oposición a ese símbolo actual y la férrea defensa que hicieron del complemento hortofrutícola heredado de la época franquista en sede parlamentaria hasta su definitiva supresión y establecimiento del actual diseño curiosamente con el apoyo de a quienes hoy acusan de intentar suprimirlo, cosa que el propio recorrido de la manifestación; de la puerta del Parlamento Navarro a la Sede del Gobierno se encargará de desmentir.
Quizás haya que recordarle a UPN, también, que la Ley de Símbolos no solo habla de la bandera de Navarra sino de otros símbolos oficiales que, desde luego, no solo no son los que nos unen sino precisamente los que nos separan, como se puede comprobar, esta vez sí, desplazándose unos kilómetros más allá, hasta la que fue última capital del Reino.
Dos opciones le veo yo a UPN de cara a la manifestación del día tres, hacerla con recursos propios o pedir refuerzos. En el segundo de los casos puede conseguir una imagen muy parecida a la que encabeza este artículo, su más conspicuo precedente, y puede ser que no sea esa la imagen que más une a los navarros.
Ya he dicho que no soy muy partidario de historicismos en cuanto a los símbolos pero es una realidad palmaria que el último que unió a TODOS los navarros fue este: