Mucho se esta hablando estos días de la decisión del Gobierno de no prorrogar el Convenio con la CUN para la asistencia sanitaria de los empleados y pensionistas de la Universidad de Navarra.
Y entre todo el ruido mediático y las acusaciones de un lado y de otro, solo hay dos argumentos que merece la pena contemplar por lo que tienen de racionales y ajenos a la trifulca política en la que ha decidido instalarse UPN como forma de hacer oposición, un error en mi opinión que, probablemente, solo va a conseguir el efecto contrario al que se pretende porque socava su propia imagen política o la que ha pretendido vender a la sociedad navarra durante los últimos treinta años.
El primero de ellos es el coste por persona que supone para el Servicio Navarro de Salud asumir la atención sanitaria de estos ciudadanos, que no pacientes, frente al coste que paga hoy día con la aplicación del tan traído y llevado convenio, y para ello nada mejor que utilizar lo que no tiene otro nombre que la “cuenta de la vieja” y comparar el precio del convenio por persona con el precio total de la sanidad navarra por navarro, olvidando, por supuesto, que no es lo mismo un paciente en Pamplona que en el Roncal, mucho más gravoso para las arcas públicas como es natural, y que la Sanidad navarra debe atender lo mismo a uno que a otro y que por pura economía de escala cuantos más pacientes haya en Pamplona y menos en el Roncal más bajará el precio por persona y que como es lógico la gran mayoría de los beneficiarios del convenio residen en Pamplona aunque solo sea por motivos laborables.