Este pasado domingo hemos asistido al anunciado “sorpasso” de Syriza en las elecciones griegas que ha hecho saltar por los aires el juego bipatidista en el que se ha basado la construcción europea y su política desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, con sus peculiaridades y matices nacionales.
Ahora la pregunta es ¿Va a existir un efecto contagio que como anuncia Pablo Iglesias abra un nuevo camino en la política comunitaria, empezando por España? ¿Estamos asistiendo al fin del bipartidismo como afirma el carismático líder de Podemos? Es evidente que con el año electoral que nos espera; Andalucía en marzo, municipales y autonómicas en mayo y generales en noviembre vamos a tener unas cuantas oportunidades de comprobarlo.
A primera vista y por los resultados griegos y lo que anuncian las encuestas para España no parece que ese vaya a ser el caso, más bien a lo que estamos asistiendo es a la sustitución de uno de los equipos que jugaba la liga del bipartidismo. Estamos asistiendo a la sustitución de la socialdemocracia europea, o mejor a la descomposición de las estructuras políticas que tradicionalmente la habían pilotado.
Si la socialdemocracia europea, autora no lo olvidemos del espacio de prosperidad, justicia social y libertad más importante de la historia de la humanidad, pudo ser capaz de convivir y alternar en el gobierno con los partidos demócrata cristianos o social cristianos, la desaparición del referente comunista ha llevado a la paulatina transformación de estos en partidos conservadores y ultraliberales, y ha descolocado completamente a la social democracia que ha perdido totalmente de vista sus valores fundacionales y ha convertido la alternancia en pura colaboración. La Grosse Coalition germana es el ejemplo más notable de ello si nos olvidamos de algún ejemplo local como el navarro donde se viene ensayando la fórmula desde comienzos de la transición.
¿Quiere decir esto que ha llegado para Europa la hora de la izquierda radical? Es pronto para decirlo pero no parece que vayan por ahí los tiros. Tanto Tsipras como Iglesias han moderado notablemente su mensaje según han ido haciéndose más cercanas sus posibilidades de éxito y más parece que lo que están haciendo es ocupar el terreno que ha abandonado la social democracia, eso si, con una diferencia notable como es la adaptación de su actividad a la nueva política, a la democracia participativa, la nuevas tecnologías y formas de comunicación y al empoderamiento ciudadano.
Si la vieja izquierda europea siempre había sentido una especie de alergia a la democracia no parece ser el caso de esa nueva izquierda emergente aunque todavía este en proceso de inventarse a si misma y veamos algunos tics autoritarios a la vieja usanza, el problema o la ventaja para ella es que el camino que han recorrido se antoja irreversible y no parece que la sociedad más formada de la historia vaya a conformarse con devolver el poder que esta adquiriendo.
Mal haría el otro jugador de la partida del bipartidismo en contemplar con complacencia la caída de su tradicional rival y no lanzarse a una revisión de sus formas de hacer política porque llevaría todos los números para ser el próximo sustituido si no lo está siendo ya. Si la social democracia no tiene sentido alguno si se olvida a la sociedad el liberalismo lo tiene menos aún si olvida a las personas.
La sociedad europea moderna ya no solo se conforma con ser bien gobernada si no que quiere participar de su gobierno. La crisis ha abierto demasiados ojos como para que ahora los ciudadanos se conformen con ser meros espectadores del juego político.
La nueva política ha venido para quedarse…
Ander Muruzabal