Abordábamos en los dos artículos anteriores de la serie algunos aspectos fundamentales a abordar en la tarea de transformar los partidos políticos para hacer esos “mejores partidos” capaces de rescatar la política y hacerla más democrática todavía como son la organización interna, la comunicación o la elección de candidatos y las formas de trabajo internas, y he querido dejar para el final uno de los aspectos más polémicos, dentro de los propios partidos, pero posiblemente el que más influencia va ha tener en la acción política de esas nuevas organizaciones.
Y estoy hablando de la militancia. Hasta hoy, la militancia de un partido político se basa en el compromiso personal del militante con la organización y en la aceptación de sus reglas. La progresiva burocratización de las estructuras de los partidos, la organización del trabajo político de forma vertical, la profesionalización del poder dentro del propio partido han conseguido una militancia dual; por un lado están los hooligans de la dirección, conveniente camuflada en los intereses “partido”, sin que nadie sepa muy bien en que consisten estos o quién encarna tal cosa, y la militancia crítica, que es la que suele plantear las alternativas a las líneas oficiales, quien tiene que hacer verdaderos esfuerzos de lealtad a la sigla y su ideología para, en un ejercicio digno de menor esfuerzo, no ir todos los días a dejar el carnet en el mostrador de recepción, si es que alguien le ha informado de donde estuviera tal cosa.
Y todo esto basado en una palabra clave; “confianza” como si tal cosa fuera posible entre quien decide y quien asume sin conocimiento ni información, y como si en política la “fe” fuera un valor fundamental. En política la confianza no puede ser en cheque en blanco y tiene que estar basada en la información y el conocimiento.
Y escribo todo lo anterior sin mayor ánimo de crítica, creo que se trata de una descripción bastante ajustada a lo que sucede en realidad en los entresijos de las organizaciones políticas, pero si para que queden claras cuales son las razones de la creciente desafección a los partidos y porque los tradicionales partidos de masas se han convertido en partidos de cuadros. En una sociedad que cuenta con la generación mejor preparada en la historia y con unas capacites de comunicación e interacción de las que nunca ha dispuesto ninguna otra sociedad humana, pretender atraer a las personas a unas organizaciones que funcionan con criterios del S. XIX no solo es utópico sino que además la utopía no tiene posibilidad alguna de convertirse en realidad.
Es evidente que la solución a los problemas de ese primer nivel militante, el comprometido con la organización, pasa por la horizontalización de las estructuras del partido, la apertura de espacios de debate y la separación entre el poder político interno y la profesionalización política. Son los militantes los que deciden, no los liberados.
Pero esto no es más que la punta del iceberg del problema de la militancia en esos “mejores partidos” porque lo que de verdad nos debe preocupar es como incorporar a la sociedad civil a la dinámica del trabajo político, más allá de su participación puntual en los procesos electorales que no por ello deja de ser fundamental.
Y yo creo que la solución está en la propia dinámica de trabajo que ha creado la sociedad intercomunicada y desintermediada que es la sociedad de la información; el trabajo colaborativo y en red. Las nuevas organizaciones políticas no solo deben de crear esos espacios de debate, esas asambleas permanentes de las que hablábamos en el anterior artículo, para la militancia tradicional sino que deben dar cabida a cualquier persona interesada en el tema tanto de manera territorial como de manera sectorial.
Esas plataformas de debate de las que hablábamos deben ser plataformas abiertas y articularse en dos ejes de actividad; la territorial y la sectorial en función de los intereses de los ciudadanos que las componen. Tradicionalmente las organizaciones políticas basan su estructura en criterios territoriales pero… ¿Tiene sentido en la sociedad actual el criterio geográfico? ¿Por qué no crear también redes de debate y trabajo colaborativo en función de los temas que realmente interesan a un grupo de ciudadanos y donde presumiblemente son expertos? E l siguiente punto será como integrar esas redes en las estructuras de partido y definir el recorrido de sus propuestas su cuota de decisión dentro del partido y como representarlas en la organización interna.
El caso Geroa Bai / Zabaltzen
Pero no me gustaría acabar este artículo sin hacer mención a una organización a la que pertenezco, no mención ideológica ni política que eso sería tema de otro artículo sino organizativa, y que por las circunstancias de la oportunidad política y de la urgencia ha devenido en un buen ejemplo de lo que se plantea en este artículo.
Zabaltzen, para quienes no conozcan que es tal cosa, es una organización política que se presenta a las elecciones apoyando una coalición; Geroa Bai, donde hay un partido político y una serie de independientes que están directamente adscritos a ella, pero Zabaltzen no es un partido político es más que otra cosa un foro de opinión, debate y formación, que ha desarrollado herramientas telemáticas de debate y asamblea permanente (Eztabaidatzen) donde se agrupan los temas por los dos criterios que proponemos; sector y territorio, siendo su otra actividad la formación política de sus componentes (Ikas Zabaltzen) con conferencias, coloquios y una variedad importante de actividad política.
Cierto es que el encaje político y representativo de Zabaltzen en Geroa Bai, por necesidades del guión, se ha hecho a la forma tradicional y su participación en los órganos de la coalición es de cuota de poder y que ha tenido que desarrollar una estructura política que de respuesta a eso, pero a mi esa es la parte que menos me interesa de Zabaltzen, si en mi mano estuviera renunciaría a esa representatividad, que quede en manos de los adscritos directamente a la coalición entre los que, por supuesto, deberían estar los propios miembros de Zabaltzen y que sean estos los que transmitan dentro de Geroa Bai las ideas que salgan de la Asamblea Permanente de Zabaltzen. Pero lo que si me interesa es la forma abierta de que se ha dotado Zabaltzen para hacer política y como puede encajar un tipo de militancia abierta con un partido o una coalición política al uso.
Que este tipo de organizaciones van a tener un protagonismo político fundamental en la nueva política es indudable, más que nada por su facilidad para atraer e interesar en la política a unos ciudadanos mucho mas afines culturalmente a este tipo de desarrollo que a una organización rígida y tradicional y por su propia capacidad de ampliar el espectro político desde la confluencia entre diferentes. La pregunta es ¿Desarrollaran los propios partidos plataformas de este tipo? O ¿Serán los propios ciudadanos los que las creen para luego ejercer de lobby político sobre la fuerza electoral más afín?
En todo caso, si no son las organizaciones políticas las que los desarrollan, los partidos acabarán siendo maquinarias electorales al servicio de las organizaciones que realicen el debate de las ideas.
Ander Muruzabal
Yo no estoy de acuerdo con lo aqui comentado, pienso sinceramente que hay muchos factores que no han podido ser considerados en cuenta. Pero valoro mucho vuestra exposicion, es un buen articulo.
Saludos