Vaya por delante que soy un auténtico descreído por vocación y formación y que en esta Navarra de nuestros desvelos nada es lo que parece y lo que parece, las más de las veces no es nada, que la liamos parda por auténticas memeces y en cambio los más sórdidos escándalos y oscuros manejos pasan totalmente desapercibidos, y el caso que nos ocupa acabará en algún remoto cajón de la administración de justicia sobreseído por falta de pruebas y con un solo damnificado en forma de carrera política en el contenedor de residuos no reciclables, si Dios o Garbitania Zero Zabor no lo impiden; el ya ex Diputado Santiago Cervera.
Vaya, también, por delante que el mencionado Cervera no es santo de mi devoción ni política ni personal pero si guardo hacia él un cierto respeto intelectual como para pensar que pueda ser tan cretino como para jugarse su honorabilidad personal y su jugosa carrera política por 25.000 euros que se pueden recaudar mucho más cómodamente en el propio Consejo de la CAN que al otro lado dela trinchera. Yque no tenía modo alguno de conseguir dado que no poseía información comprometedora alguna para el presunto “chantajeado” como ha quedado claro tras descubrirse el pastel.
Queda pues como hipótesis la de que alguien ha preparado una trampa para nuestro Sherlock Holmes foral, trampa que salió de chiripa pues para que diese resultado había que contar con tres elementos muy poco verosímiles de darse a la vez salvo que contase con algún estrecho colaborador muy cercano a los personajes principales del affaire, y que, además, hace surgir de manera casi espontánea la pregunta ¿Quién tenía interés en cargarse a Santiago Cervera y por qué?
Así pues, ¿Qué es lo que despierta el interés en el sórdido asunto de la muralla, la ranura, el sobre oscuro y los 25.000 euros que jamás estuvieron allí? A parte, claro está, de la bis cómica de todo este asunto y de dejar volar la imaginación y pensar en la fisonomía del diputado camuflado pillado infraganti y la cara del jefe del operativo policial que pensando en enchiquerar a un chantajista de poca monta se encuentra ni mas ni menos que con un miembro de la Mesa del Congreso.
Y ahí es cuando entra en juego mi vis conspiranoica y me da por pensar que toda esta historia puede volver a acabar con el resurgimiento dela “Teoríade Quesito” a mayor gloria de su enunciador y de sus valedores en la Casa del Pueblo, que haberlos los hay, aunque en estos momentos parecen batirse en retirada política. Porque, a trazo grueso y sustituyendo nombres por siglas, la opera bufa que se representó ayer en Navarra podría tener una lectura parecida a esta; “PP chantajea a PSOE a mayor gloria de UPN”. Donde los malos, malísimos son los peperos que intentan sacar rendimiento económico de las desdichas, por supuesto debidas a la crisis económica internacional y no a la ineptitud de sus dirigentes, de la Caja, o ex Caja para ser más exactos, y los buenos, buenísimos los queseros que actúan con transparencia y avisan ala Guardia Civil.
Así pues, el problema de Navarra no es que los amos del Cortijo lleven treinta años haciendo de su capa, y de la de todos los navarros, un sayo sino que Barcina haya roto tan celestial armonía acercándose a las pérfidas huestes de Mariano despreciando la tradicional “colaboración responsable” de sus socios preferentes del Paseo Sarasate a mayor gloria de Pablo Iglesias y el General Zumalakarregi.
A la vista del Congreso regionalista a celebrar la próxima primavera y los aires que corren de adelanto electoral, que mejor que sustituir a la susodicha, tan aficionada al motorista nocturno y el cese fulminante, por alguien más cercano, más de los de casa y fiel creyente de las bondades del quesito de cara a reconstruir tan beneficiosa, para Navarra por supuesto, entente.
Yo es que meto en la misma ecuación al Catecismo de Cordobilla, al Presidente de la CAN, y ex presidente con Urralburu, los miembros del nuevo Consejo de la CAN, los últimos nombramientos en alguna empresa navarro-catalana del sector vitivinícola, transferida a los activos de la nueva entidad bancaria compradora de los residuos de la CAN, y es que me salen sarpullidos. Cosas de la suspicacia…
Así las cosas, y vistos los principales actores del reparto, la pregunta es ¿Qué hacían el resto de los habituales de la escena? ¿Ver los toros desde la barrera?
Ander Muruzabal