La reciente resolución del Comité Ejecutivo del PSN con un 99,5 % de votos a favor de “romper” definitivamente las relaciones con Nafarroa Bai, además de poner en claro la capacidad de uno de sus miembros de no votar ni si, ni no, sino todo lo contrario (Debe ser el mismo que apoyó/rechazó el pacto de gobierno anterior al “agostazo”) deja al descubierto cual es la prioridad política en Nafarroa a día de hoy: “Acabar con Nafarroa Bai”, desde dentro y desde fuera, desde la óptica españolista y, lo que es peor, desde “ciertas” ópticas abertzales.
Pero para entender la “fijación” que produce Nafarroa Bai en todos ellos, desde el PP hasta el MLNV, pasando por los no menos obsesionados Sanz o Jiménez, es necesario comprender cual fue el transfondo que llevó a la creación de NaBai y, sobre todo, las razones de su éxito electoral que, aún a día de hoy, sigue quitando el sueño a los muñidores de la Navarra Amejorada, Foral y Española que llevamos sufriendo los navarros desde los “errores” de la Transición.
La peculiar situación política navarra de finales de los 70, con un nacionalismo vasco fragmentado y sin liderazgo claro, con el desmarque estatutario protagonizado por el PSN y la aprobación por la espalda y con prisas de una versión “amejorada” de la Paccionada del 41, dotadas ambas, curiosamente, de la misma falta de legitimidad democrática, desmantelando de facto la reivindicación de Reintegración Foral Plena, llevó a Navarra a un escenario bipartidista de alternancia entre la Derecha española (con los distintos nombres y siglas con que a tenido a bien obsequiarnos) y la Izquierda, no menos española, aglutinada en torno al PSN, ambas agarradas al “Navarra, Navarra y la Gaita, Gaita para que queremos Txistu…” y al no menos socorrido “Que vienen los Vascos”, cambiando los referentes políticos de Navarra y mandando a la abstención a una buena parte del electorado abertzale.
La fórmula, probablemente, habría funcionado de no ser por la afición desmedida de los entonces dirigentes socialistas por “privatizar” los dineros públicos, afición que llevó a la ruptura de esa alternancia bipartidista y al monopolio de poder de la derecha española disfrazada de navarrismo.
Evidentemente la alternancia garantizaba un cierto “talante” vasquista por parte de los socialistas, la verdad es que solo talante, que satisfacía algunas de las preocupaciones de los sectores más vasquistas de la sociedad navarra, pero el monopolio de poder por parte de UPN llevó a hacer irrespirable un ambiente en el que no se podía vivir en vasco en la cuna de Basconia y donde cualquier medida lo más mínimamente progresista en lo social era rechazada sistemáticamente por la aristocracia del ladrillo y la burocracia del partido.
Es esa conjunción transversal de sentimientos vasquistas y progresistas, y una sensación de imperiosa necesidad de cambio, lo que constituye el sustrato político de Na Bai, quizás únicamente bien expresado por las 1ª Jornadas Nabaizales (Golem en el 2007) o por la impecable dialéctica de Uxue Barkos en el Congreso de los Diputados, y, sobre todo, el origen de su implantación electoral.
Así, Na Bai no es una fuerza solo de izquierda siendo una fuerza que se alineará con posturas progresistas y no es una fuerza solo abertzale aunque se alineé con posturas vasquistas, Na Bai es una fuerza de cambio, desde una perspectiva navarra y desde sensibilidades transversales.
Se equivoca quien quiera ver en Na Bai posturas frentistas, ni en lo nacional ni en lo social, se equivoca quien piense que Nafarroa Bai es una reedición navarra del Pacto de Lizarra , de la primera Herri Batasuna o de Euskal Herritarrok. Se equivoca el que vea en ella polo soberanista alguno o el que crea en su posible exportación. Nafarroa Bai es un producto con Denominación de Origen. Cualquier constricción de ese espíritu de cambio inicial solo llevará a la propia constricción del espacio electoral de Nafarroa Bai.
Y ese es precisamente su valor.
Por eso quiere acabar con ella la derecha española, llámese PP, UPN o CDN, porque desde su planteamiento navarro está desmontando toda la tramoya navarrista en la que esconden su españolismo más rancio y porque desde su transversalidad puede dejar tocado de ala el bipartidismo que con tanto mimo diseñaron Urralburu y Del Burgo.
Por eso quiere acabar con ella el PSN, porque amenaza muy seriamente su espacio electoral, horadado por los episodios de corrupción, por su seguidismo de UPN y por su incapacidad de ocupar su espacio natural a la izquierda.
Por eso quieren acabar con ella ZP, Blanco y Rubalcaba, porque rompe ese espacio de enfrentamiento soberanista, aderezado con la violencia ETARRA, que tan buenos réditos electorales produce, amenazando seriamente su estrategia política de control en Euskadi y en España.
Por eso quiere acabar con ella el MLNV, porque demuestra la existencia de vías políticas de entendimiento entre diferentes y la capacidad de llegar a consensos básicos, porque desmonta las teorías de soberanismos y territorialidades excluyentes y, sobre todo, por que ha acabado con la ficción de su propia hegemonía en el nacionalismo navarro, lo que, de paso, desequilibra su aspiración de liderar el país.
El problema es si hay alguien dentro que comparte el interés por acabar con Na Bai, o porque nunca creyó en ella o porque nuevos proyectos que asoman en el horizonte, y desde una óptica de partido y no de pais, ofrecen mejor abrigo o mayor posibilidad.
Será un error y volveremos a olvidar Navarra… y olvidar Navarra es olvidar Euskadi.
Eso lo saben bien Sanz, Jiménez, Rajoy, Zapatero o Rubalcaba… Primero fue el cuerpo jurídico impuesto e inamovible; el Amejoramiento, ahora se impone el Partido Único; el UPSN.
¿Nos vamos a dejar?
Ander Muruzabal