A pesar de su distancia ideológica, algo une a estas dos iniciativas políticas que surgen con fuerza en la Navarra de los 80. Ambas intentaron aportar una visión distinta de la realidad navarra como enfrentamiento entre la dicotomía nacionalismo vasco nacionalismo español, una desde el concepto nuevo de “navarridad” como oponente al “navarrismo” de UPN y la otra desde el respeto a ambos nacionalismos pero anteponiendo el carácter de izquierda en su proyecto. Ambas comparten también cierto momento de gloria, basado no ya en su propia fortaleza sino en la debilidad de sus oponentes políticos, en una palabra, en el voto prestado. Y, ambas son a su vez propuestas políticas claramente urbanas y con poco “punch” en la Navarra rural.
Contrariamente a lo que pudiera parecer, CDN que nace de una escisión de UPN no alcanza su madurez política repartiéndose el botín electoral con su partido “hermano” sino que su momento álgido tiene como consecuencia la desintegración del PSN debido a los escándalos de corrupción y ese voto urbano progresista poco estimulado con pulsiones nacionalistas de cualquier signo que hasta entonces había votado PSN y que de pronto se queda sin alternativa política, lo que luego y a la vista de los acontecimientos posteriores llevará a un trasvase electoral PSN-UPN de difícil lectura y legitimación sin el paso intermedio, pero eso vendría después.
Se ha dicho muchas veces que el principal problema de CDN es que CDN es Juan Cruz Alli, y esto, siendo cierto, no nos puede ocultar que detrás del electorado convergente subyacía un foralismo moderado y hasta unas gotas de napartarrismo. El 1ª Congreso de CDN arrojó muchas pistas sobre lo que el partido quería representar, tantas ideas atractivas arrojadas a la basura en aras de la supervivencia…
Pero vayamos al momento de la gloria y del fracaso de CDN. Tras una legislatura de gobierno de UPN-PP recién inaugurado su pacto, gobierno encabezado por el propio Alli y durante el cual el mismo Alli había ido pergeñando su “nueva” UPN, en un momento determinado trata, en un mismo golpe de mano, de deshacerse del sector popular de su partido (todo parece indicar que sin contar con su mano derecha, el entonces vicepresidente Sanz dado que al parecer éste no ha aprendido nada y se mantiene en el sector lácteo) y del clientelar, que por aquel entonces empezaba a destilar cierto “tufillo”, en una maniobra que si hubiera sido sucesiva pudiera haber, incluso, salido bien pero que fracasa por sobreestimación de las fuerzas propias y infravaloración de las contrarias.
El final de la maniobra fue la defenestración del propio Alli de UPN, acompañada de unos meses de presidencia gubernamental esquizofrénica, en el único caso de transfuguismo del propio presidente en la historia de la democracia española. Afortunadamente Navarra no es Honduras ni Iruña Tegucigalpa puesto que de lo contrario Alli hubiera sido depositado del Ebro para abajo o de Luzaide para arriba por la Policía foral, entonces a las órdenes del mismísimo Sanz.
Pero el prestigio personal de Alli y su tirón electoral quedan intactos, lo que sumado a las horas bajas del PSN produce un “empate técnico” entre ambos partido en las elecciones y el consiguiente Gobierno tripartito con EA y el apoyo externo de IU. Para Otano la Presidencia de Gobierno y para Alli la Vicepresidencia y la cartera de Hacienda, en una palabra, el poder real.
El pago a EA, además de una consejería menor, era la normalización institucional del nacionalismo (algo que no hemos valorado suficiente, quizás por su brevedad o por el paso del tiempo) y, sobre todo, el Órgano Común Permanente, despreciado y vituperado entonces por Batasuna que por aquel entonces seguía haciendo el avestruz en las Instituciones Forales y exigido más tarde por ETA en Loiola en uno de los alardes de incoherencia política más sublimes que se le conocen a los encapuchados.
Fue precisamente este Órgano el que desató la caja de los truenos y precipitó la caída de Otano. Pese a su aprobación en el Parlamento navarro con apoyo de los socios de Gobierno e IU, sería meses más tarde aniquilado por el Senado español en una curiosa primera versión de lo que luego pasaría con el Plan Ibarretxe, de igual manera que el actual gobierno Sanz-Jiménez parece ser el precedente inmediato al entendimiento entre López y Basagoiti.
¡Para que luego desde la CAPV no estéis atentos a lo que pasa en Navarra!
Una información financiera sobre las “cuentas” de Otano que obraba en poder de un periódico centenario de esta comunidad, y que incluso, y como él mismo recientemente ha relatado, le fue ofrecido silenciar a cambio de la retirada de la ley Foral que constituía el Órgano saltó a las páginas del mismo medio de comunicación abocando a Otano a una dimisión fulminante.
Lo evidente, lo lógico hubiera sido que se mantuviese el Gobierno pasando la presidencia a Alli… No fue así. El PSN en una de las decisiones mas indignas que se le recuerdan colectivizó una corrupción que era suya propia y dejo el gobierno en manos de UPN, a partir de ahí, y legitimado electoralmente el trasvase de esos votos que en su día pertenecieron al PSN y que pasaron a CDN para acabar en UPN, lo que vino fueron las mayoría absolutas de UPN, la asunción del papel de sostén por parte de PSN y la colaboración directa de CDN intentando salvar los muebles personales de los que fieles a Alli que un día le siguieron en su salida, y, como consecuencia de todo ello la marginación más absoluta del nacionalismo vasco.
El nacionalismo navarro, la “navarridad” habían muerto y el epitafio lo escribió el propio Alli de la mano de sus ex compañeros de partido y de los líderes del PP por las calles de Pamplona, envueltos en un mar de rojigualdas, en un infausto domingo de marzo de 2007. Hoy solo queda liquidar las cuentas y pasar por la ventanilla de “Príncipe de Viana”. Quizás Miguel Sanz haya conseguido parte, la parte política, de lo que en su día pensó Juan Cruz. La económica mejor dejarla como está.
Lo de IU ha sido distinto. Ni el Partido Comunista (EPK) ni las fuerzas radicales de izquierdas han tenido gran arraigo en Navarra, salvo en los primeros momentos de la transición cuando el mapa político estaba aun sin definir (el partido carlista de euskadi llego a sacar 30.000 sufragios) y una fuerza de estas características, UNAI, saco un resultado digno, pero en la propia UNAI dentro de su disparidad ideológica ya esta el germen de Batasuna.
Así las cosas, la izquierda navarra ha estado liderada principalmente por Batasuna y su entorno.
Paradójicamente ese trasvase de votos derivado de la corrupción socialista no fue aprovechado por IU que se fue nutriendo más del goteo de desavenencias del mundo del MNLV, del nacionalismo moderado harto de división, de la buena imagen de alguno de sus líderes; Izu, Biurrun o Taberna y de una cierta fama de honradez y coherencia ideológica.
Si el día que Sanz llevó a su máxima expresión la estrategia del quesito ante el pasmo de Rajoy, CDN tenía fecha de caducidad, el día que Nafarroa Bai se institucionalice definitivamente se habrá decidido la de IUN, salvo que opte por su integración en la coalición, en la que, por cierto, algunos le daríamos la bienvenida.
Ander Muruzabal