Si en el artículo que abría la serie decíamos que la presencia de Nafarroa Bai era la que había provocado el vuelco en el panorama político y electoral de Nafarroa, una de las consecuencias directas de esa aparición es la rentreé en la política foral del Partido Popular, estreno que a pesar de la poca repercusión que ha tenido en cuanto a movimientos de los cargos públicos de la antigua coalición UPN-PP, si que ha tenido notable influencia en Madrid y quizás en el electorado.
De momento el Gobierno y el Parlamento Foral han sido opacos a la presencia popular, pero en los Ayuntamientos ya han empezado a producirse los primeros movimientos, mesuradamente solucionados en un principio, aunque con un aumento de la crispación notable cuando el goteo ha empezado a afectar zonas sensibles de UPN, concretamente el feudo de su flamante nueva presidenta Yolanda Barcina. Me estoy refiriendo, como no, al pase confirmado de Cristina Sanz a las filas populares, y los futuribles de Ana Pineda y Paz Prieto, todas ellas pertenecientes al círculo más cercano de la Alcaldesa. Pero analizando las repercusiones de la aparición popular por ámbitos, nos encontramos con distintos impactos:
- En el Parlamento de Madrid la consecuencia directa ha sido la pérdida de un escaño en el Congreso y otro en el Senado por parte del Grupo Popular y su pase al grupo socialista, digo al mixto… siendo la actividad parlamentaria del mismo nivel silente que en los últimos treinta años por lo que se refiere a la problemática navarra, salvo el recurrente tema del TAV, el sector clientelar del partido algo tenía que decir, en el caso de UPN y el recobrado protagonismo de Cervera en las filas populares, nada que pueda preocupar en Navarra dada la recién adquirida vecindad del Diputado navarro.
- En los más cercanos sillones del Parlamento y Gobierno de Navarra, nada de nada. Ni un triste amago, lo que podría llevar a pensar que como proclama Sanz la escisión ha sido mínima. Yo creo, más bien, que los populares y los foralistas ya habían sido purgados previamente de las listas electorales a mayor gloria del sector Sanzista del Partido, y, sobre todo, a menor contestación… Es un déficit importante para los populares de cara a su presentación en sociedad pero no parece que tenga buen arreglo dado que es difícil vislumbrar quien sea el primero que haga las maletas, por lo que por lo menos hasta la próxima legislatura las gaviotas populares no sobrevolarán el Paseo Sarasate.
- En el ámbito municipal, por el contrario, hubo movimientos desde el principio. Son listas mucho más accesibles y el control político mucho más difícil de ejercer y allí se refugiaban algunos verdaderos cocodrilos políticos con poco crédito en la Plaza Príncipe de Viana. Ya sea por coherencia ideológica, que también, o porque la aparición de una nueva sigla con el peso político de la popular representaba una oportunidad inmejorable, el viaje, en algún caso de ida y vuelta, de concejales fue inevitable.La cosa podía haber traído consecuencias graves en algún caso, pero se impuso la cordura y los concejales neopopulares se mantuvieron en el grupo de UPN en aquellos municipios donde les competía el gobierno municipal. Pero este remanso de tolerancia y de compartir “valores y principios” ha venido a romperse en el eslabón más delicado, no porque Cristina Sanz haya arremetido contra UPN y el PSN en su despedida (algún peaje hay que pagar para situarse en buena posición de salida en la nueva empresa), no porque el PSN haya exigido su expulsión del grupo municipal de gobierno (nos tendrían que explicar Torrens, Mori, Esporrin y Vall si pertenecen a tal grupo para opinar sobre su composición), no porque el mosqueo generalizado de la ejecutiva de UPN y del propio Sanz les lleve a pedir la cabeza de la tránsfuga (alguien de UPN me tendría que explicar la obsesión de llamar tránsfugas a los que se han ido a la sede popular, cuando haciendo una lectura ordenada de los hechos más cabría deducir que los tránsfugas han sido precisamente el corellano y sus adláteres), sino porque la fuga se ha dado en el equipo de Barcina. Y no lo olvidemos Barcina es la clave de todo este embrollo.
Y nos queda el ámbito electoral. Ha sido aquí donde la “estrategia del quesito” ha empezado a tambalearse por el efecto de los más de 70.000 votos populares en las europeas, a pesar de la participación paupérrima. Verdad es que UPN se ausentó de la cita electoral, buena prueba de la sinceridad de su regionalismo la incapacidad para involucrarse en coalición alguna de las múltiples que surgen en este tipo de comicios, dadas sus nulas posibilidades de obtener algo positivo y el alto riesgo de enseñar el culo, propiciando la victoria popular y una humorada de algunos líderes de Na Bai, colectivo este que evidentemente no pudo articular nada conjunto y recibió el correspondiente mensaje de sus electores, en forma de no menos de 50.000 excursiones domingueras.
Así las cosas, y con un Congreso Constituyente a la vista el PPN tiene tres tareas que abordar:
- Definir un mensaje propio para Navarra.
- Determinar su espacio electoral.
- Crear cuadros de dirección y liderazgo.
La cuestión del mensaje está clara, exactamente tan clara con que basta pedir a la fotocomposición los fotolitos del programa de UPN y cambiarles los logos antes de mandarlos a imprenta. El éxito del PPN vendrá de la fagocitación del espacio de UPN y no de la creación de uno propio, y eso solo lo podrá garantizar un buen conocimiento de ese espacio electoral y el acierto en la creación de cuadros y liderazgos.
Lo del espacio electoral, en contra de lo que pudiera parecer, no está tan claro. Es evidente que los nacionalistas nos hemos cansado de decir que el espacio UPN-PP era el mismo y que tanto daban unos que otros, quedaba muy bonito y hasta se podía argumentar, pero evidentemente no era cierto. Cierto es que hay un gran margen de permeabilidad entre ambos electorados, pero existen reductos tanto en uno como en otro lado inaccesibles para el antiguo socio, es por eso que el resultado, pese a la seguridad de UPN, es incierto y dependerá de una serie de factores que no solo afectan a la política navarra. De ahí las prisas de Sanz por plasmar una reforma del Amejoramiento que le permita adelantar las Elecciones Forales y evitar para siempre la competición directa con un PP con toda su maquinaria electoral desplegada. Resulta evidente que no es lo mismo competir en unas elecciones autonómicas y municipales con un PP copando los medios y las emisiones nacionales con un mensaje único para 40 o 50 millones de personas con el despliegue económico que ello supone, que hacerlo en unas autonómicas de una Comunidad de 500.000 habitantes que la mitad de los españoles son incapaces de situar en el mapa.
Parecía claro que el votante popular era un pequeño reducto de alrededor de 20-25.000 votos, cifras en que se movían antes de la fusión, y con un perfil bastante ajeno a Navarra. De alguna manera ha sido la propia UPN la que ha “legitimado” el voto popular con 20 años de gobierno conjunto en Navarra, excepto en este último gobierno siempre había habido consejeros populares, y otros tantos de sumisión en Madrid. No es fácil que este mensaje haya calado en la Navarra rural, donde UPN seguirá teniendo la hegemonía, pero si en el electorado urbano y concretamente en Iruña, y eso es lo que convierte a Barcina en la clave del embrollo, y nos lleva al tercer aspecto a solucionar por el PPN… La creación de cuadros y liderazgos.
A nadie se le escapa que la candidata perfecta para el experimento popular era Yolanda Barcina, a nadie, ni siquiera a Miguel Sanz que en un momento dado imaginó el Ayuntamiento de Iruña en manos del PPN, con el apoyo de los propios navarristas obligados a apoyar a la tránsfuga so pena de convertir a Uxue Barkos en la primera Alcaldesa nacionalista de Iruña. Y le prometió todo, el oro, el moro y hasta el toro, y, por supuesto, el trono. Otra cosa será cuando, y una vez decantada, intente tomar el mando…
Así pues descartada Barcina y auto descartado Cervera con sus miras puestas en otras plazas políticas, el panorama es desolador… un curioso mix entre ex franquistas pasados de moda, y de edad, y trepas profesionales ansiosos por hacer carrera. Como en Génova no sean capaces de articular un equipo profesional, aunque para ello haya que recurrir al talonario, e imponerlo para luego en año y medio construir un líder sólido, esa base electoral que yo creo que, ahora, si tienen no saldrá a flote y tendrán que pasar una verdadera travesía del desierto, con UPN institucionalizada y en colaboración permanente con el PSN.
Y el límite del fracaso es un tercio del voto total de UPN.
Ahora bien, ¿Es la estrategia del PP establecerse definitivamente en Navarra? o ¿Es reconstruir el puente del entendimiento con UPN una vez amortizado Sanz? La estrategia de Sanz está clara, la de Antonio Catalán, también ¿Y la estrategia de Barcina?
Demasiadas preguntas, demasiadas incertidumbres, demasiadas oportunidades, para que Nafarroa Bai siga anclada en un debate interno del que todos conocen la salida y nadie la quiere coger.
Ander Muruzabal