Que una Huelga General es una cosa seria está fuera de toda duda, así como que debe ser el último arma a utilizar y solo en un escenario de crisis y desencuentro incapaz de solucionarse por la vía del diálogo. La formidable arma de presión que supone una Huelga General no debe nunca diluirse haciendo un uso inadecuado o desproporcionado de ella. Y siempre existe el riesgo que un mal uso de ella acabe reeditando la famosa fábula de Pedrito y el lobo.
Es bastante claro, también, que una Huelga General puede tener un trasfondo económico-laboral o un transfondo nítidamente político, y, en la mayoría de los casos, una mezcla de ambos.
En los tiempos que corren de confusión política, con un relevo “polémico” en la gestión de la más significativa de las instituciones vascas, sumidos en una crisis económica internacional de una profundidad todavía no suficientemente clara y sin atisbos de unidad sindical al respecto, parece necesario plantearse la oportunidad de la Huelga General que han convocado la mayor parte de los sindicatos de ámbito vasco para el próximo 21 de Mayo.
Si el origen y la intencionalidad de la Huelga del 21 es económico laboral y sustentado en la situación originada por la crisis económica, situación que está generando verdaderos dramas personales y familiares en un gran número de trabajadores, la Huelga podría tener una justificación y una finalidad clara, pero parecería más adecuado esperar a un momento en que se diese una mayor unidad de acción sindical y a una repercusión territorial más amplia y en que se hubiesen agotado las vías de negociación sobre una política gubernamental definida.
No es el caso. La incapacidad manifiesta de Zapatero y del Gobierno socialista para afrontar la crisis tiene como efecto pernicioso el hecho de que estamos perdiendo tiempo, mucho tiempo… y en una situación económica como la que padecemos el tiempo es más oro que nunca. Pero, a su vez, tiene la ventaja de que la propia indefinición del gobierno permite que utilizando las vías de presión sindical se adopten medidas que encarrilen la situación desde una perspectiva social y se desemboque en un nuevo modelo económico más justo. Volar los puentes del entendimiento no parece lo más apropiado en estos momentos, que si bien son de crisis lo son también de oportunidad.
Queda, también, la otra posibilidad…
La posibilidad de que la Huelga tenga un origen, un motor y una meta claramente política, que sea una huelga nacionalista como proclama Patxi López y toda la caverna mediática madrileña o que la Huelga sea “el primer paso” de algo nuevo como afirma sin pudor Arnaldo Otegi.
Si esto es así, creo que tanto Otegi como la IA tienen razón. Su situación política de ilegalización y persecución, su imposibilidad jurídica de hacer política por los cauces institucionales “gracias” a la injusta y antidemocrática ley de partidos les concede motivo, oportunidad y reivindicación para lanzarse a una Huelga General.
El problema somos los demás…
Los que considerando injusta y antidemocrática la Ley de partidos, hemos esperado, y desesperado, a la expectativa de un gesto de la IA que nos permitiese ver una posibilidad del fin de la violencia, un gesto que nos permitiese un acercamiento y una denuncia conjunta de la situación. No ha llegado…
Los que denunciando la arbitrariedad de las ilegalizaciones políticas, hemos seguido en el tablero del juego institucional porque entendíamos que nuestra responsabilidad era seguir haciendo país, los que en esa dinámica perversa establecida entre el “talante” y los “hombres de paz” hemos visto como se utilizaba hasta la nausea una situación auspiciada por unos y por otros para falsear la voluntad de los vascos expresada, y no, en las urnas.
¿Qué motivo, oportunidad o reivindicación nos empuja a esta huelga?
Y la respuesta es sencilla, ninguno…
Desde el convencimiento de que un Gobierno PSE/PP es malo para la CAPV por frentista y por obviar la voluntad mayoritaria de los vascos, no podemos olvidar que habíamos aceptado las reglas del juego a sabiendas que la baraja estaba trucada. Así, pues, y desde la tradicional responsabilidad histórica del nacionalismo vasco nuestra función no puede ser otra que la de seguir construyendo país, desde la oposición responsable. Poniéndoselo difícil tanto a Zapatero como a López cuando españoleen y apoyándoles cuando den pasos en la dirección correcta, lo de volar los puentes del entendimiento tampoco parece lo más adecuado desde un punto de vista político.
Así pues, nos queda una disyuntiva clara para el próximo 21…
¿Acatamos “disciplinadamente” las decisiones de los sindicatos nacionales vascos y apoyamos una Huelga que solo beneficia a la IA en la puesta en marcha de un nuevo proceso en el que no creemos, para evitar un fracaso que de darse también será el nuestro?
¿Exigimos al sindicalismo nacional vasco que salga de la caverna de su propio aparato, de la unidad de acción mal entendida, de la tentación de hacer política en vez de los partidos políticos, que centre sus esfuerzos en la reivindicación sindical y, sobre todo, que salga a la calle, que conozca, que le de el aire y que busque consensos antes de embarcarnos a todos en una aventura que no todos compartimos?
Ander Muruzabal