Unas elecciones siempre son importantes y siempre van a tener una repercusión importante en la sociedad que las celebra, pero en este caso y dada la “delicada” situación política y económica en que nos encontramos, los efectos de su resultado van a tener una mayor trascendencia que en otras ocasiones.
Inmersos en una crisis económica de consecuencias, todavía, imprevisibles y agotado el camino que empezamos a recorrer en Lizarra, a mí entender el segundo error grave que ha cometido el nacionalismo vasco tras la muerte de Franco (el primero fue la negociación constitucional), tras el 1 de marzo nos encontraremos con dos labores que afrontar de la máxima urgencia:
- Como afrontar la coyuntura económica protegiendo en la mayor medida posible la economía vasca y a su tejido productivo y social.
- Rehacer la propuesta nacional vasca desde un debate sereno e integrador y de futuro.
En cuanto a la primera lo que nos jugamos el 1 de marzo es si como resultado de las elecciones vamos a tener un gobierno con una visión vasca, propia, de la economía, con suficiente firmeza como para afrontar los retos de la crisis en clave de país y tomando decisiones sin hipotecas ajenas, o si por el contrario vamos a ir a remolque de las soluciones unitarias que se formulen y se apliquen desde Madrid con una perspectiva en la que el referente y los objetivos, en algunos casos, nos son ajenos.
Si vamos a apostar por un modelo económico vasco, basado en la realidad del país, en su tejido productivo y en nuestra propia autonomía fiscal y financiera, o si por el contrario vamos a tener un gobierno subsidiario que adapte las medidas económicas a tomar en Euskadi a los intereses de un marco “superior”.
Si preferimos el modelo que vemos todos los días en nuestra actividad diaria o preferimos otro tipo de desarrollo económico basado en el pelotazo y en enriquecimiento rápido.
En cuanto a la segunda cuestión, lo que nos jugamos el 1 de marzo es quién va a dirigir el proceso de reforma del Estatuto, quien cree en este país y en su proyecto a futuro, quien cree en la cooperación entre naciones desde la igualdad, quien cree en la capacidad de decisión sobre los vascos reside en los propios vascos, quien cree en el entendimiento y en el diálogo como formas de alcanzar acuerdos, o quienes creen en la confrontación, en los vencedores y los vencidos, en la imposición de una soberanías sobre las otras, en la ilegalización de las ideas o en el silenciamiento de los contrarios.
Tenemos un amplio abanico de opciones para elegir y un más amplio abanico aun de combinaciones postelectorales, algo que por otra parte va a ser casi, casi inevitable, yo creo que hasta saludable, pero de ese voto y de esa combinación va a depender como afronte el país estos dos retos inminentes.
Nos llenaran los medios con mensajes y propuestas, con slogan y con marketing electoral, pero siempre nos quedará echar una mirada a la realidad y ver que han hecho y que hacen cada uno de los contendientes en la liza electoral.
Será una buena manera de decidir el voto.
A los navarros nos llegará la oportunidad dentro de dos años, pero no podemos olvidar que aquí, también, lo que pase en la CAV va a tener una importancia decisiva a futuro, por eso los navarros también “votamos” el 1 de marzo.
Ander Muruzabal