Doctor Zhivago


Género: Drama
USA – 1965 – 185 min.
Director: David Lean
Intérpretes: Rita Tushingham, Alec Guinness, Rod Steiger, Geraldine Chaplin, Julie Christie, Omar Sharif.

Un hito en la brillante carrera de David Lean, basada en la obra de Boris Pasternak, rodada parcialmente en España y con decorados de Gil Parrondo.

Resulta curioso que Los Urales de la película son el Moncayo nevado.
En Zaragoza se rodaron las escenas de gente en las andenes. Se dice que se rodó la película en la estación del Norte, al otro lado del Ebro. Hoy la estación está destruída por el crecimiento y los rigores inmobiliarios.
Se rodó en España hacia 1.964 y aparecen muchos trenes y locomotoras de vapor, de RENFE, «disfrazadas» como locomotoras rusas y soviéticas. Destaca una «Mikado» de la Red Nacional, pintada en rojo, que viaja en cabeza del tren militar del Coronel Strelnikov. Es de destacar también la estación de Valladolid, totalmente nevada, que aparece en varias escenas como si fuera la estación rusa siberiana de Yuriatin. Y también una estación término de Moscú que, en realidad es la antigua estación de Madrid-Delicias, actual sede central del Museo Nacional Ferroviario.

Con “Doctor Zhivago”, David Lean vuelve a demostrar su extrema habilidad para dotar a sus superproducciones de un aparentemente contradictorio tono intimista. La película, basada en la novela homónima de Boris Pasternak, destacar la dirección artística de Gil Parrondo, el mejor director artístico del cine español, cuyo trabajo fue reconocido por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood en dos ocasiones, gracias a su tarea en “Nicolás y Alejandra” y “Patton”. La película quedó lejos de obtener todos los Oscar que merecía, pero ello no empaña, sin duda, el valor de esta mirada al texto de Pasternak, protagonizado por un médico y poeta (Omar Sharif) que, casado con una bella mujer (Geraldine Chaplin), se debate entre el amor a esta y su atracción hacia una activista política (Julie Christie) atráctivísima actriz. “Doctor Zhivago” es un dinámico médico en los últimos tiempos de la etapa zarista, el estallido de la Revolución de Octubre y los momentos que siguieron a este acontecimiento. David Lean no escatima sensibilidad ni delicadeza, al tiempo que escapa a cualquier tipo de interpretación directamente política. Le importa la historia, los sentimientos de sus personajes y su relación con una realidad convulsa de la que no pueden escapar y que marca definitivamente sus existencias. Los 40 años que lleva a cuestas la película no han mermado su fuerza: las secuencias de masas siguen siendo tan verosímiles como el primer día y el dibujo que Lean propone de los personajes centrales resulta igualmente creíble. Ni siquiera la inusualmente larga duración de “Doctor Zhivago” es obstáculo para el disfrute de este gran espectáculo cinematográfico, grande entre los grandes de la década de los 60.
Total: 5 Oscar: guión adaptado, dirección artística, fotografía, banda sonora original y vestuario. En medio del conflicto asistimos al drama íntimo de un hombre lucha por sobrevivir, atrapado en la revolución y entre dos mujeres.

Destacar sin duda el impacto en lo que a moda se refiere,(Oscar a mejor vestuario) sus abrigos diseñados por Dior fue todo un boom, moda casaca lanzada por Doctor Zhivago (David/Phyllis Dalton, 1965) y apoyada por la colección diseñada, la temporada siguiente por Marc Bohan para Dior (compuesta entre otras prendas por abrigos a media pantorrilla). Que causó furor. (Espero que este apunte sirva y de mucho a quién me sugerió comentar esta peli) si si lo digo por ti Maite, jeje.

Uno de los mejores momentos para mi es para mí es la secuencia en la que Lara se va con Komarovsky (Rod Steiger) y como en el carro no cabe más gente Zhivago queda en reunirse con ellos en la estación, pero cuando ellos se van Zhivago corre por la casa escaleras arriba y para verla irse en el carruaje tiene que romper una ventana, en ese momento vemos la cara de Zhivago y sabemos que no va a reunirse con ellos y que esa será la última vez que verá a Lara en toda su vida porque no está dispuesto a dejar Rusia y mucho menos a aceptar la ayuda de Komarovsky.

Os dejo con un momento de frío en versión original, no éste que he citado sino otro que me ha gustado entre otras cosas por lo guapa que esta Julie Christie 😀
http://www.youtube.com/watch?v=7YTXFmoAZu4

Harry el sucio.


Harry es un hombre fuera de su tiempo, solitario pistolero urbano y justiciero de métodos poco ortodoxos.
Aunque cambie el poncho por un traje y el revolver por una Mágnum 44, Harry es una coherente progresión de ‘El hombre sin nombre’, un ser que ha aprendido a sobrevivir tras una coraza protectora. El mundo de Callahan es un lugar difícil —La jungla humana a la que hace referencia otra cinta del tándem Siegel-Eastwood—, donde un error puede llevarte al hospital o a la tumba y la única forma de comunicación es la violencia.

En un escenario así, metáfora de unos años en los que el sueño americano vivía las horas más bajas de su historia, los enemigos de Harry sólo podían ser criaturas tan solitarias y disfuncionales como él. En este caso, el villano de la función es Escorpión, un despiadado sociópata que traerá de cabeza al inspector de Los Ángeles y cuya única motivación es la pura maldad.

Duro y frío como el hielo, pero con un poso de héroe vengador por los cuatro costados, Callahan convierte el caso en una cruzada. No descansará hasta atrapar al asesino porque sabe que nunca dejará de matar si no lo hace. Cuando la policía y los jueces y fiscales dejan libre a Escorpión por un mero tecnicismo legal, no duda en dar la espalda a una justicia en la que cree más bien poco y administrar la suya a sangre y plomo. La de Harry Callahan es una voz crítica, que encontraría mal acomodo en estos tiempos políticamente correctos, y que, a comienzos de los años 70, representaba a un sector de la población norteamericana para el que el águila, las barras y las estrellas habían perdido su antiguo lustre.

El cineasta Don Siegel creó escuela con Harry el sucio, uno de los cinco filmes en los que trabajó junto a Eastwood, quien pronto se revelaría como el más aventajado de sus pupilos. Aunque el genio del director de El jinete pálido o Los puentes de Madison le permitió llegar más allá, es innegable que en su estilo perviven elementos clave tanto de Siegel como de Leone, a quienes dedicaría una de sus mejores cintas, Sin perdón.

Muchos de los que ensalzan ahora a Eastwood como autor tratan de dejar de lado su pasado, pero fueron estos personajes los que forjaron de leyenda el perfil de este actor y director. No se puede negar lo evidente, e incluso nos hace sonreir esa desagradable mueca de un tipo auténtico que no se «casa» con nadie, apunta con su Magnun 44 y lanza un epitafio:
«Alegrame el día».
http://www.youtube.com/watch?v=cQQzg2n-3-8

Fahrenheit 451

Fahrenheit 451es la temperatura a la que el papel de los libros se inflama. Una adaptación bastante fiel de la novela homónima de Bradbury, y transporta intacto el mensaje del valor de la palabra escrita con la misma fuerza y convicción que pretendió el novelista.

Originalmente pensada para ser protagonizada por mi queridísimo Paul Newman, terminó en su papel principal con Oskar Werner, inolvidable como Jules de «Jules et Jim», pero que en este rodaje proporcionó numerosos y amargos conflictos a Truffaut y despertó pocas simpatías con Julie Christie, que ejerce el doble papel de amante y mujer de Guy Montag.

A pesar de todo la película se mantiene en pie con una historia inquietante y lúcida, una puesta en escena contundente y evocadora de imágenes inolvidables para el espectador, como la muerte a lo Juana de Arco entre las llamas y sobre una montaña de libros de una amante de la literatura en un mundo apocalípticamente iletrado, o las apariciones de los hombres-libro en la secuencia final… nos hacen pensar que aunque no podamos negar que el paso del tiempo haya afectado al film, rodado en 1966, y que adolece de ciertas carencias, sí debería ser subrayada como un honesto intento por parte de Truffaut de mostrarnos el amor que siempre sintió por los libros y la literatura. He elegido esta secuencia porque me parece maravillosa…Espero también que sea del agrado de nuestro amigo Epicuro, que antes que se quemen estas líneas seguro nos delita con las suyas, siempre frescas.
http://www.youtube.com/watch?v=tKksi5Ny_es

Encuentros en la tercera fase.

Comunicación, maravillosa comunicación. Mas necesaria que nunca necesitamos de ella, conseguirla siempre es esfuerzo de ambas partes si finalmente se consigue. Basta tan solo con querer para lograr el contacto, desarrollarlo es otro cantar. Diálogo sonoro de un «organillo» soñado por el propio Zapatero, que si fuera tan mágico como el de Richard Dreyfuss aplaudiríamos todos mientras suenan estos acordes de paz. Pero incluso parece creible esa delicada conversación de notas como duelo pacífico intergaláctico de «hola don Pepito, hola don José», el palomitero Spielberg se encarga de ello, siempre lo ha hecho, es un mensajero de emociones.
http://www.youtube.com/watch?v=tUcOaGawIW0

La noche del cazador.

Charles Laughton, 1955.
Reparto: Robert Mitchum (Rev. Harry Powell) Shelley Winters (Willa Harper) Lillian Gish (Rachel Cooper) James Gleason (Birdie Steptoe) Evelyn Varden (Icey Spoon) Peter Graves (Ben Harper) Don Beddoe (Walt Spoon) Billy Chapin (John Harper) Sally Jane Bruce (Pearl Harper) Gloria Castillo (Ruby)
**

Sin duda es cine mudo con diálogos, una obra de arte en blanco y negro tan cruel como terrorífica por ese guión que puede ser desgraciadamente tan «cotidiano», el hombre del saco surge de vez en cuando tan despiadado e inhumano que superó hace mucho tiempo al lobo de caperucita, leyenda y realidad se mezclan siempre para recordarnos que debemos tener cuidado.

Un predicador farsante aprende en la carcel que un recluso sentenciado a muerte tiene escondido el botín de un robo. Cuando sale de la carcel visita y corteja a la viuda del recluso y sonsaca a los niños que saben donde se esconde el dinero.

La noche del cazador es deudora del cine mudo en muchos detalles. Expresa con imágenes multitud de sentimientos, si bien más que apoyarlo, redundan en lo que dice el texto. Al espectador le devuelve a los principios del cine, y le pide la misma ingenuidad que ha perdido.

Robert Mitchum es un malo malísimo que persigue a los niños sin cesar. Pero a falta de obstáculos que frenen su maldad tiene que sobreactura para fingir una torpeza inaudita que permita que ellos escapen.

Del mismo modo tienen que sobreactuar la madre para ser lo bastante tonta y crédula como para no darse cuenta de nada con toda la evidencia que tiene delante de las narices de que la están timando.
NO ACUDAS A LA LLAMADA.

Amor a quemarropa, la gran escena.

Una de las grandes escenas del cine contemporáneo que hace que recuerde para siempre este trabajo dirigido por Tony Scott, pero con guión de Quentin Tarantino, que le da un tinte inconfundible de tensión, pausa y nerviosa templanza. Escena ordenada en diálogo inicial, música inolvidable y desenlace. Sin duda el auge de este clip reside en el diálogo que mantiene Christopher Walken con Dennis Hopper a partir de la petición de ese último cigarrillo, después la melodía angelical y entoces todo lo demás. Hay momentos de cine que deberían ser recordados eternamente, éste es uno de ellos, y tiene muchos signos, y muchas lecturas. Un padre protegiendo a un hijo, un hombre que busca un ladrón, risa, música, miradas tristes, incrédulas, atónitas, valientes. Después las manos, esas manos lavadas de sangre y pecado de un poncio italiano.
http://www.youtube.com/watch?v=ewq-XW51f0Y

Dudley Moore.

Siempre fue un tipo entrañable, embriagado de soledad y bebiendo de la botella del vacío nos deja su mirada brillante de un genio loco de la música y del humor, pero en el fondo era un humor que destilaba cierta nostalgia. Su papel recordado y hecho a su medida sería Arthur, el soltero de oro, que todos recordamos con cariño acompañadas de esas canciones de Christopher Cross, y además le valió para ser nominado al Oscar como mejor actor principal.
Desde pequeño mostró interés por la música y a los ocho años comenzó a estudiar el piano. Unos años más tarde, Moore asistió a clases de órgano y violín en el prestigioso Guildhall School of Music. Más adelante recibió una beca para estudiar en la Universidad de Oxford, y fue allí donde Moore modificó su trayectoria artística. Prefirió la interpretación teatral y comenzó a actuar en los escenarios de la universidad. A pesar de ello, y una vez obtuvo su diploma, se ganó la vida durante dos años tocando en conjuntos de jazz, realizando giras por diversas ciudades del mundo.

Cuando su socio decidió retirarse en 1978, Moore, que era británico se instaló en Los Ángeles.
A lo largo de su carrera cinematográfica Moore no abandonó la música y tocó frecuentemente en orquestas famosas. Cuando el éxito de sus películas decayó, se dedicó con mayor entusiasmo a esta faceta. Una de sus realizaciones fue una serie de televisión en torno a la interpretación musical que hizo con el gran director de orquesta Georg Solti. Cuando esta serie llegó a su fin, Moore comenzó a notar síntomas de enfermedad. No podía mantenerse de pie mucho rato y sufría de pérdida de memoria. Inicialmente los médicos detectaron una lesión cardíaca, de la que fue operado en 1998. Al año siguiente se le diagnosticó una enfermedad mucho más grave y poco frecuente del cerebro. Aunque en sí no es mortal, puede resultar fatal cuando surje otra enfermedad en el organismo. Moore intentó aceptar este mal con su habitual sentido del humor. Manifestó que lo que más lamentaba era no poder tocar música. Tres años después Moore falleció de una neumonía, agravada por su enfermedad cerebral, en Plainfield, en el estado de New Jersey.

Moore se casó en cuatro ocasiones y se divorció otras tantas veces. Una de sus esposas fue la actriz Suzy Kendall. Sus matrimonios duraron en todos los casos sólo de cuatro a cinco años. Tuvo dos hijos de dos de sus esposas.
Y siempre estuvo acompañado de la soledad que no le abandonó hasta su último momento, yo siempre le acompañaré recordando y viendo sus filmes
Gracias Dudley.–

Harina y mantequilla

La segunda versión de EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES, se ha convertido ya en un clasico con poco mas de 20 años desde su estreno.
Interpretada por un Jack Nicholson convertido en verdadera estrella tras ALGUIEN VOLO SOBRE EL NIDO DEL CUCO, esta acompañado por Jessica Lang.
Nicholson se encuentra como pez en el agua interpretando a personajes desclasados, contestatarios, algo anarquistas o perdidos en el cruce de caminos de sus vidas. Eso es lo que es, un personaje sin destino, en esta pelicula, viaja a donde viajan los demás, los conductores de los automoviles que le paran haciendo autostop marcan su destino, él nunca lo ha tenido.

Será en una gasolinera perdida, donde recalará, no porque le interese el trabajo que le ofrece su propietario, al no poder pagar su consumicíon, sino atraido por la mujer de este, Jessica Lang. Quien otra vez será quien decida por él su destino, haciendo de un pillo, con delitos de poca monta, el asesino de su marido, que le estorba.

Abogados y compañias de seguros, serán quienes en realidad, ganen el pleito, sirviendo sus propios intereses, no los de sus clientes.
Jack Nicholson, esta sujeto en esta pelicula por Bob Rafelson, quien impide el coqueteo con la camara, al que tiene tendencia el actor en ocasiones.
Mi escena es desde luego la de la cocina de ambiente polvoriento rebozados en harina y encajados en una mesa agresiva de impulsos sexuales, depués viene la mantequilla, después el cigarrillo… 😉
http://www.youtube.com/watch?v=16gSRROwUt0

El precio del poder.

«Todo lo que tengo en esta vida son mis cojones y mi palabra». Es una de las frases que inmortalizó al personaje de Tony Montana en Scarface, sin duda alguna, uno de los mayores clásicos de Brian De Palma.

Brian De Palma tiene una majestuosidad innata en la puesta en escena que despliega en todas sus películas, es algo que pocos poseen, pues convierte la mayor parte de sus obras (y ésta no es una excepción) en una auténtica delicia y gozada visual. Scarface es un remake de un título muy anterior: Scarface, el terror del hampa, del maestro Howard Hawks, obra maestra y título cumbre que supuso un punto de inflexión y nacimiento del mejor cine negro. Oliver Stone fue el encargado de adaptar este guión a la obra DePalmiana. Ahora, Scarface, se centraba en el ascenso y caída del imperio creado por Tony Montana, siempre perseguidor del «American Dream».

La historia comienza con un prólogo histórico que nos sitúa en la Cuba de los 80, donde 125.000 cubanos (25.000 de ellos delincuentes de poca monta o enemigos del régimen castrista) afrontan la salida del país, favorecida por Fidel Castro, hacia los EEUU. Entre éstos se encuentra Antonio Montana (Al Pacino), un matón de tres al cuarto que persigue a toda costa el sueño americano. Junto a él se encuentra su amigo inseparable, Manny Ray (Steven Bauer). Para despuntar, Montana, elige el camino más fácil: el de la corrupción y la violencia en la opulenta y Miami de la era Reagan. Empezando con un trabajo para un opulento magnate de la droga llamado Frank López, poco a poco, su carácter y su ansia de poder le hacen subir como la espuma en el violento y corrupto imperio de la droga. A sangre y plomo va subiendo cada vez más escalones, lo que le permite configurar un gran imperio en la que demasía y corrupción se dan la mano.

Pero ya se sabe: todo lo que sube acaba cayendo, y cuanto más grande, más fuerte es el golpe.

Su carrera hacia la fama, el dinero, las mujeres y el control de la cocaína en esa Miami ochentera es meteórica. El deseo por poseerlo todo, por ser el amo del mundo se materializa en una lujosa mansión y en esa gran esfera del mundo en la que reza la frase: «The World is Yours». Y es que Montana, lejos de la discreción, no tiene el más mínimo interés por esconder su poder, un poder efímero.
Pero Tony Montana es un ser destructivo y posesivo que arrasa y engulle todo lo que toca: por ejemplo en sus relaciones con Gina, su hermana (Mary Elizabeth Mastrantonio), a quien, o bien su deseo de posesión, su cariño o su sentido de protección hacia ella, acaba por destrozarla, o, también por ejemplo, en las relaciones con su madre (pues Montana acaba por romper la armonía existente entre madre-hija) y sus relaciones conyugales con Elvira (Michelle Pfeiffer), su futura esposa, anteriormente mujer de su antiguo jefe, Frank.

Eso si, todo por lo que se mueve Montana es por instintos y su afán de posesión, nada para él es esquivo a ser poseído. Tampoco lo son las mujeres. La tortuosa relación Montana-Elvira tan sólo puede acabar de la manera que acaba con esa magnífica escena en el restaurante. A partir de aquí, el imperio que había configurado, mediante la violencia, el carismático Tony va desmoronándose a marchas forzadas. La relación con el verdadero señor de la coca, un boliviano llamado Sosa, se enturbia cada vez más, y es esto lo que acelera aún más el declive de su imperio. Así las cosas, toda esta debacle, ya sin remedio alguno, se materializa en una violentísima escena final, símbolo del desmoronamiento del imperio de Montana.

Stone y De Palma configuran y llevan hasta el exceso un antihéroe chabacano, altanero, sin escrúpulos y violento, pues es su carácter agresivo lo que le permite, casi sin problema alguno, despuntar en la vida y llegar a la tan ansiada fama, al precio que sea. Y la verdad es que lo consiguen, creando con este personaje, tan poco afín a moralidad alguna (al menos en apariencia), todo un icono cinematográfico que pasó, merecidamente, a la historia del cine. Pero a pesar de la aparente vacuidad de cualquier tipo de sentimiento en un hombre como Montana, éste se muestra en contadas ocasiones en un ser con sentimientos y con conflictos morales. Y es esto lo que hace ser fascinante a un personaje como éste: un hombre frío a la hora de ejecutar la violencia más descarnada, pero que a la vez se torna como una persona sensible en ciertas ocasiones (siempre en los límites de su personalidad), incluso el llegar a cuestionar la moralidad de sus acciones.

Este exceso en la creación de Montana, encuentra su justificación en la elevación del personaje a cotas casi místicas, llegando a pensar, en algunos momentos, en el carácter inmortal de este antihéroe en toda regla. Pero esta inmortalidad que envuelve al personaje y la incondicionalidad de sus seguidores (que los tiene, y muchos). No hubiese sido tal si debajo de la piel no hubiese estado el que está, me refiero a Al Pacino, que hace un ‘tour de force’ impecable. El estilo fanfarrón, chulesco y la mala uva que destila el personaje lo imprime magistralmente un excelente Pacino en uno de los papeles de su vida, memorable e irrepetible.

Y es que si algo sobresale en esta película son sus impecables interpretaciones de todos y cada uno de los actores: empezando por el inmortal personaje de Pacino, pasando por una excelente Michelle Pfeiffer (mas triste y sola que nunca) o por la soberbia interpretación de la hermana de Montana a cargo de Mary Elizabeth Mastrantonio, hasta llegar a actores como Robert Logia o F. Murray Abraham en roles más secundarios pero no menos brillantes.

Hay que hacer referencia también al buen guión de la película, obra del citado Oliver Stone. Además de la excelente creación del personaje de Montana (con sus contradicciones interiores) y la dosificación de escenas pletóricas de violencia, tienen cabida también unos buenos diálogos libres de parafernalias y pequeños matices críticos sobre su país y el sistema capitalista de consumo (no nos olvidemos que estamos hablando de Stone), que crea seres como este personajillo venido de la nada con ansias de comerse el mundo.

Como no podía ser de otra forma, también es obligatorio detenerse en lo respectivo a la dirección de De Palma, y es que esta película es todo un talante y ejemplo de cómo debe ser una puesta en escena. Es decir, que una vez más, la excelente dirección de De Palma se repite aquí de nuevo, creando cuadros verdaderamente sutiles y soberbios. Pero a veces (y aquí viene el hecho de que no considere esta película como una obra totalmente redonda) hay que reconocer que al director de Carlito’s Way se le va la mano en algunas escenas de la película, sacando las cosas de su contexto, por muy bien hechas que estén (algo indudable). Un clarísimo ejemplo sería la operística y nihilista escena del desmoronamiento físico del imperio de Montana, una escena arrolladora en su puesta en escena y llena de violencia pero que, decididamente, no casa muy bien con lo que se venía contando anteriormente.

Como ya ha quedado obvio, la violencia está muy presente en Scarface, pero es una violencia que se presenta, hasta un cierto punto, estilizada y hasta coreografiada, sobretodo en la innumerable veces citada escena final, donde el exceso, la acción y la violencia confluyen como un torrente. No obstante, como en la mayoría de películas rodeadas del ambiente gangsteril, la violencia es también el motor que mueve a los personajes. Todos ellos se ven envueltos en ella y ayuda a comprender el entorno por el que se mueven dichos personajes.

Aspectos técnicos como la estupenda dirección artística o la fotografía son dignos de elogio. Digno de elogio lo es también la penetrante y arrolladora banda sonora de Giorgo Moroder, que da a la película la fuerza que las imágenes necesitan. La duración de la misma (casi tres horas) podría ser también obstáculo para su seguimiento, pero la cinta está narrada ágilmente y su buen ritmo hace que el interés no decaiga en ningún momento.

Para concluir, si se quiere disfrutar de una película penetrante en su propuesta visual y magistralmente interpretada, Scarface es una excelente opción, pues este clásico de DePalma no deja de ser una espléndida película.

La tenacidad y coj… de Pacino, un tipo grande a pesar de su estatura, lástima que la droga, esa que le hizo subir también lo destruye en pedazos y esa fue su perdición, pero nos dejó su historia y sus frases.

«Yo siempre digo la verdad, hasta cuando miento digo la verdad»
http://www.youtube.com/watch?v=IYkzBk9pseU