Siempre he dicho que un director es realmente bueno cuando se sabe mas de sus películas que de su vida, no siempre es así pero si es el caso de quien nos ocupa, el gran Sturges nos dejó un legado memorable, que siempre recordamos con cariño y pasión, esa pasíon que de su mano nos transportaba hasta el momento de la acción, momentos siempre sencillos y magistrales a la vez, extraña conjunción. Hacía posible que fueras uno de Los siete magníficos, que escaparas con McQueen en La gran evasión que te sumergieras junto a Rock Hudson en un submarino hacia la Estación Polar Cebra, que tuvieras un Duelo de titanes, o que miraras tu rejoj para saber cual era La hora de las pistolas, recuerdo siempre la canción que tarareaba Spencer Tracy ¡Ay mi pescadito! a bordo de aquel barco de nostalgia con el niño de su vida de infancia triste, El viejo y el mar. Fue sin duda el director del irrepetible Steve McQueen, su mentor, el hombre que sembró de fama el camino de la estrella, fue en 1959 cuando le dió la oportunidad que no desaprovechó en Cuando hierve la sangre, junto a Frank Sinatra se adentrarían en una jungla de acción. Steve había trabajado en The blob, y como secundario en Marcado por el odio, pero sería gracias a Sturges donde lanzaría su meteórica carrera.
John Sturges siempre ha estado ahí, sin hacer mucho ruido pero dejando una herencia eterna, la dirección de uno de los grandes sin duda. Defendiendo desde sus inicios Fort Bravo, magistral en Conspiración de silencio, navegando junto a La sirena de las aguas verdes, cabalgando Caballos salvajes, siendo amigo de Joe Kidd, y dando portazo final a su carrera con Ha llegado el águila… y es que John Sturges nunca dijo ADIÓS.
Os dejo con una gran secuencia del film titulado McQ, dirigida por el Sr. Sturges, una peli de las menos conocidas pero no menos grande, por eso ahí va 😀
http://www.youtube.com/watch?v=YPtQuqC68Fs