En un arrebato de celos, Scott Chávez ha dado muerte a su mujer, una india de Texas con la que tiene una hija, bellísima mestiza, llamada Perla (Jennifer Jones). Al ser detenido y condenado a muerte, de Perla se hace cargo una lejana prima de su padre, esposa de un viejo senador dedicado a la explotación de su extenso rancho. El matrimonio tiene dos hijos: Jesse y Lewt, muy diferentes en todo. Jesse es un joven formal y estudioso, mientras Lewt es un rudo ‘cowboy’. Los dos hermanos, cada uno a su manera, se enamoran de Perla.
Cuando Jesse rompe con su padre y se marcha del rancho, Lewt aprovecha para seducir violentamente a Perla, engañándola con la promesa de matrimonio. Ofendida, la joven se hace novia de un vaquero empleado en el rancho, al que Lewt provoca y acaba matando. Al poco tiempo debe huír a las montañas perseguido por la ley. Desde allí manda recado a Perla para que se una a él y huyan juntos a México, pero ella acude a la cita armada con un rifle.
Superwestern de metraje extenso pero necesario, en donde se nos expone un Oeste atípico con aires de tragedia griega, por ese drama familiar representado por el bien y el mal de dos hermanos completamente opuestos. Trasfondo bíblico de estos Caín y Abel trasladados al Génesis de una América en extensión de familias pioneras y colonos con ansias de poder. En este caso el bien y el mal surgidos de una misma semilla y enfrentados por ser tan diferentes que el amor de una mujer siempre fue la excusa perfecta.
Gregory Peck en un formidable papel de villano y chulesco vaquero, a la vez de atrayente, la antítesis su hermano formal, noble y aplicado.
A destacar la famosísima y archiconocida escena final de las rocas, memorable pasión desenfrenada.
Os dejo con otro buen clip, el de la doma del caballo…pero la pregunta es ¿Quién doma a quién? 😉