Lo obra de arte no educa. La obra de arte es una herramienta espiritual para servirnos de ella. Y una herramienta, una máquina, no educan. Hay una educación sí, para servirnos de la herramienta.
Jorge Oteiza
Este mes, invitada por la Asociación profesional de arteterapeutas Grefart, he asistido a las jornadas sobre Educación, Salud y Comunidad celebradas en el Centro Cívico de la Barceloneta los días 7 y 8 de julio. Mi presencia se hacía activa a través de la participación en la mesa redonda sobre “La creación y los procesos creadores” que cerraba las jornadas y que he tenido la suerte de compartir con Miquel Izuel, Presidente de Grefart Arteterapia y arteterapeuta, Lolita Bosch, escritora, y Alicia Espósito, arteterapeuta.
A lo largo de dos intensos días, distintos profesionales del ámbito de la sanidad, educación y arteterapia han compartido con pasión y generosidad los resultados de numerosos proyectos que a lo largo de este año han recorrido escenarios tan diversos como centros de educación primaria y secundaria, centros de acogida de menores, centros de salud mental o talleres de organizaciones que trabajan en la investigación de malos tratos a mujeres. Desde este contexto parece evidente que todos los asistentes a las jornadas deberían creer firmemente que el arte como catalizador de experiencias posee una capacidad sanadora. Pues no queramos ir tan rápido porque la repuesta a este enigma no parece tan clara.
Desde el primer hasta el último momento de las jornadas, las dudas se repetían en boca de los presentes en forma de preguntas como: ¿Qué es el arte?, ¿Qué significa ser arteterapeuta?, ¿Tiene el arte capacidad para curar?, etc. No deja de
sorprenderme que los profesionales que nos dedicamos a la educación artística y el arteterapia sigamos enrocados en interrogantes que no tienen ni tendrán nunca respuesta. O al menos, no una respuesta tan directa, uniforme y certera como para aliviar las constantes dudas que nuestra profesión provoca en nosotros mismos y en nuestro propio entorno. Y en medio de este ruido de incertidumbres recordaba las sabias palabras de Oteiza que encabezan este post: <<La obra de arte no educa. La obra de arte es una herramienta espiritual para servirnos de ella>>. Una cita que pone ante el espejo otra evidencia: el arte no cura, el arte es una herramienta para servirnos de ella. Y en ese “servirse de ella” encontraremos innumerables obstáculos, nos equivocaremos de forma constante y llegaremos incluso a dañarnos a nosotros mismos en el proceso. Pero en el camino del arte como herramienta el fracaso es lo que da sentido al proceso. <<Un artista se mide por sus fracasos, no por sus éxitos>>, afirmaba el Oteiza más provocador. De todos esos fracasos surgirá la mejor creatividad, la más honesta, la más verdadera y, sobre todo, la más sanadora. Porque la creación no es únicamente un proceso de construcción sino principalmente un medio de experimentación.
Desde este marco decidí que mi intervención en la mesa redonda no debía articularse desde un posicionamiento pasivo en el que volver a navegar sobre las mismas cuestiones sino que podía ser más interesante activar al público reflexionando sobre diversos temas en torno al proceso creador como forma de entender que lo importante en torno al arte es cuestionarSE, no responderSE.
La acción performativa “cuestionando el proceso creador” se compone de los siguientes elementos:
a. Diez imágenes, la mayoría fotografías propias realizadas con el móvil.
b. Diez frases sobre el ser creador, la creatividad y el proceso creador.
c. Una silla.
d. Limones.
Así sucedió:
Tomando como herramienta de trabajo dicha silla me fui moviendo por la sala enunciando frases. Cada frase se acompañaba de una imagen, y cada imagen se correspondía a un cambo de posición en la sala. De forma que en ocasiones algunos participantes podían ver mi cuerpo y otras no, alterando así el orden de lectura habitual: conferenciante-voz-imagen. El cambio constante de posición permitía que el público se mantuviese expectante pero también me permitía intuir en algunos, cierta sensación de incomodidad. Algo que me pareció especialmente positivo teniendo en cuenta que se trataba de hablar de la capacidad e incapacidad del proceso creador como herramienta de cura.
Al finalizar los diez movimientos a los que defino como microacciones recordaba con las compañeras y compañeros de las jornadas ese primer día del curso de iniciación al dibujo en el que el famoso profesor de la Bauhaus Johannes Itten pedía a sus alumnos que dibujasen un plato de limones. Una vez finalizado el ejercicio Itten cogía un cuchillo, partía una fruta en dos y preguntaba a sus alumnos: <<¿Están ustedes seguros de que han captado la verdadera esencia del limón?>>. En ese momento, dos de mis compañeros comenzaron a repartir trozos de limón por la sala, la cual se lleno de su olor, de su color y, sobre todo, nos ayudó a recordar que el proceso creador es un camino del que podemos y debemos hablar pero lo principal es vivirlo y sentirlo.
MICROACCIONES
- La creatividad es INDIVIDUAL por lo que el proceso creador serio y verdadero debe comenzar por la soledad. Pero, ¿estoy segura de que situándome de espaldas a vosotros, silenciando vuestra voz y vuestra mirada voy a ser más creativa?
- El artista, y por extensión cualquier ser CREADOR, es EXCÉNTRICO, DIFÍCIL e INABARCABLE. ¿Y acaso no es la vida excéntrica, difícil e inabarcable?
- Una vez leí que una persona consciente, honrada y moralmente sana no debería escribir jamás, ni componer nunca, ni representar tales papeles en el teatro de la vida. ¿Es el estadio de la perpetua enfermedad lo que nos impulsa a crear o es el acto creador el que nos acompaña en el escenario de la vida sea esta una vida de dichas o de penurias?
- La creatividad se beneficia de las limitaciones. En el proceso creador tengo que arriesgar, marcarme retos, mirar al miedo de frente. EscucharOS EscucharME .
- Se dice que el proceso creador comienza con la inspiración. ¿Y qué hay de los modos de pensar, de sentir, de actuar? ¿Qué hay de la acción?
- ¿Estás seguro de que tú no eres artista? -pregunto siempre. El proceso creador genera obras incompletas. El espectador (Nosotros. Tú. Yo) debe tener la valentía de VER (no MIRAR) más allá y ser un poco artista completando lo que el creador no podrá jamás construir por entero.
- Cuando comienzo a caminar por la creación de algo nuevo me encuentro con lo viejo (me veo a mí misma) y me encuentro con lo nuevo (te veo a ti). Cuando comienzo a caminar por la creación de algo nuevo me encuentro con lo viejo (te veo a ti) y me encuentro con lo nuevo (me veo a mí misma).
- ¿Es necesario HABLAR del proceso creador? ¿Creas cuando me hablas de él?
- Podríamos dejar de hablar de CREATIVIDAD para hablar de CreACTIVIDAD.
- ¿Y ahora? ¿y EL TIEMPO? ¿Qué importancia tiene el tiempo en el proceso creador?
Gracias a Miquel Izuel, María del Río, José Juan Bocanegra y Ana Rosa Sánchez por acompañarme en nuevos caminos de creación y exploración.
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Fotos de Lidia Valbuena