¿POR QUÉ LO LLAMAN EDUCACIÓN CUANDO QUIEREN DECIR ENTRETENIMIENTO?

Esta semana he asistido a uno de esos actos que resultan hoy día más difíciles de entender que un avistamiento  de ovnis: la inauguración de un nuevo museo. Resulta sorprendente que mientras toda la estructura cultural y museística de este país pende de un hilo tan fino siga habiendo hueco para nuevas incorporaciones. No obstante, tampoco nos debería sorprender ya que tras la apertura de estos espacios suele haber poca reflexión intelectual y muchos intereses escondidos.

Dejando de lado la necesidad o no de un nuevo museo mi interés, imposible evitarlo ya que me dedico a ello, se ha centrado en el ámbito educativo. Y es aquí donde me he pegado de nuevo contra el muro. Tras preguntar cómo se desarrollarían las actividades didácticas del centro la respuesta fue rotunda: se formará a un grupo de voluntarios.

Visita guiada al Museo Guggenheim Bilbao
Visita guiada al Museo Guggenheim Bilbao

El voluntario como transmisor de conocimientos. ¿Es este el camino? Mejor no vean mi cara al escribir estas líneas. ¡Rotundamente no! El hecho de que un grupo de voluntarios (por muy voluntariosos que sean) realice las visitas y talleres de un museo (y aquí empezamos a hablar en plural ya que es una práctica tristemente extendida) sólo refleja dos oscuras realidades:

– Los museos y centros de arte no generan trabajo en un sector que tiene clara cabida en la industria cultural.

– Las directoras y directores de museos no dan verdadera importancia a la educación artística al poner en manos de gente sin experiencia (y en muchas ocasiones sin la formación adecuada) la práctica didáctica.

Todas aquellas personas ajenas  a éste mundo del arte pueden pensar: “Bueno, en estos tiempos de crisis al final siempre se recorta del mismo sitio y la educación sabemos que no es la gran apuesta de este país”.  No se equivoquen. La oscura habitación en la que tienen que sobrevivir las educadoras y educadores artísticos es ya muy vieja.

Yo realicé mi primera visita guiada con 20 años. Desde entonces,  he trabajado para pequeños museos y museos de renombre internacional.  He vivido el boom de la creación de nuevas instituciones museísticas  y centros de arte a principios del nuevo milenio.  He formado parte del desarrollo de muchos programas educativos. Y, en la actualidad, peleo con uñas y dientes para seguir trabajando en un mundo del arte que adolece de un gran cansancio ante perspectivas laborales tan difíciles. Pues déjenme  decirles que en todos esos escenarios  (museos públicos  y privados, pequeños y grandes, con recursos y sin recursos, etc.) he vivido siempre la misma situación: precariedad laboral y falta de valoración profesional hacia el sector de la educación.

Voluntarios y más voluntarios. ¿Os imagináis voluntarios colgando cuadros en el montaje de una exposición? ¿Alguien ha visto voluntarios redactando las notas de prensa de un departamento de comunicación? ¿Son los voluntarios los que realizan los informes de restauración? Y podría seguir y seguir… Es cierto que no encontramos voluntarios en el resto de departamentos  aunque estos sí acogen de forma habitual a becarios que realizan funciones, hay que admitirlo,  en ocasiones excesivas. Sin embargo, en la mayoría de los casos los becarios de museos realizan labores menores y sin responsabilidad que tienen como objetivo liberar de carga a los técnicos.  Pero en el caso del departamento de educación la historia vuelve a repetirse. Al becario se le facilita una serie de información que debe memorizar y, casi desde el inicio de sus prácticas (que no olvidemos deberían formar parte de un proceso de formación no sólo de inserción laboral) se le lanza al foso de los leones para realizar todo tipo de actividades educativas: visitas generales a público adulto, visitas escolares, talleres artísticos, etc.

Estos procedimientos no sólo resultan indignantes de cara a una profesión, la de educadora o educador artístico, tan hermosa como compleja, sino que flaco favor hacen al futuro de los museos. La educación (hablemos o no del mundo del arte) es una inversión a largo plazo, una carrera de fondo en la que hay que entrenar y practicar diariamente para conseguir una estructura fuerte y de calidad. ¿Cómo puede un museo conseguir una identidad educativa y una relación fructífera y estable con su comunidad si la actividad educativa está en manos de personas que limitan su relación con la institución a unos pocos meses de trabajo?  ¿Os imagináis que el entrenador de un equipo de fútbol no sólo construyese su equipo con jugadores sin experiencia sino que tuviese que cambiarlos cada cuatro meses?

Los becarios no son educadores sino posibles futuros educadores. Y por ello, sus funciones deben desarrollarse de la mano de profesionales a los que tienen que observar y  preguntar, y de los que tienen que aprender antes de ponerse en primera fila de batalla.

Directoras y directores de museos, les recuerdo, ya que en la vorágine del trabajo diario parecen haberlo olvidado, que las educadoras y educadores de museos NO son:

  • Animadores culturales.
  • Paseadores de jubilados.
  • Cuidadores de niños.
  • Acompañantes escolares.
  • Caras agradables para colocar al lado de las piezas.

Las educadoras y educadores de museos SON:

  • Mediadores entre el visitante y la colección que no sólo dan respuestas sino que generan nuevas preguntas.
  • Mecanismos de activación para ayudar a la gente a abrir sus mentes y llenarlas de nuevas ideas y experiencias.
  • Agentes que propician el acercamiento entre el museo y su comunidad.
  • Un recurso de gran utilidad para ampliar las herramientas educativas de los profesores a todos los niveles.
  • Investigadores que buscan nuevos caminos desde los que ampliar el discurso expositivo del museo.
  • La voz que permite que el museo esté vivo desde la compleja y maravillosa labor de ser capaces de acoger en el mismo a todo tipo de público.
  • La voz del conocimiento, la magia y la imaginación que hace que el visitante sienta como suyo el propio museo.

Y si no acaban de ver claro todo esto tan sólo me queda preguntarles: ¿Por qué lo llaman educación cuando quieren decir entretenimiento?

10 comentarios en «¿POR QUÉ LO LLAMAN EDUCACIÓN CUANDO QUIEREN DECIR ENTRETENIMIENTO?»

  1. Qué bonito lo que escribes sobre que es un educador de museos. Gracias por expresarlo así. Lo que describes sobre lo que sí es un educador de museos debería ser parte de la propia misión o visión del museo, no únicamente del educador. El lenguaje y el tono que usas al final es al tiempo inspirador y clarificador.
    Ojalá fuese esa la voz que nos explicara más allá de los muros la razón de ser del museo en la educación de las personas.
    Escribiría 20 lineas de elogio más sobre esta parte final. Me ha llenado de curiosidad e inspiración.
    Me anima a ir próximamente a una actividad educativa a un museo que me guste y que nunca me decidí a asistir.
    Enhorabuena por el post.

    1. Muchas gracias Raúl. Acercar el arte a todo tipo de público y tener la oportunidad de compartir tus experiencias y sensaciones desde lo creativo es un de los trabajos más bonitos que conozco y por ello me alegra haber despertado tu interés. Un abrazo.

  2. Hola Aitziber:

    Coincido plenamente con todo lo que dices, solamente quiero añadir un par de cosillas.

    – Hablas de directores/as pero olvidas a los titulares de los museos. Tan culpable es el director que olvida o soslaya la importancia de la educación como el propietario, público o privado, que por ignorancia o interés no exige que exista un departamento educativo y le concede los medios adecuados.

    – ¿Si tan convencidos están de la capacidad de los voluntarios por qué, tanto unos como otros (directores/titulares), no trabajan de manera voluntaria? Pidamos al director/a o al político/a que trabajen de ese modo, ya verás la cantidad de recursos que liberamos para adscribrirlos al museo.

    Enhorabuena por el blog.

    1. En primer lugar gracias por leer el blog porque tu opinión es siempre muy enriquecedora.
      Tienes toda la razón en la exigencia de solicitar respeto y recursos hacia el ámbito educativo no sólo a la dirección sino a la titularidad del museo. No obstante, es la dirección quien debe canalizar esas peticiones ya que en la mayoría de los casos el político no sabe ni lo que es un DEAC. Camino aún muy empedrado. Un saludo.

  3. Hola Aitziber, me han gustado mucho tus comentarios acerca del voluntariado en el Museo; estoy totalmente de acuerdo contigo… y eso a pesar de que yo misma soy Voluntaria cultural en un museo. Si, al menos una vez cada quince días, yo acompaño a personas de la tercera edad, a personas con discapacidad y a público en general, a ver y a comentar la obra seleccionada para ese mes, de entre todas las existentes en la colección.
    ¿Cómo es posible…? pues veras, tengo que partir de la existencia de un Área de Educación en el museo en cuestión, con un verdadero equipo dedicado a estos asuntos, y que lo hace además muy bien. Y tengo que continuar con las ganas, el interés, el trabajo, la preparación… que creo que ponemos todas las personas voluntarias; o mejor, hablaré solo de mi, licenciada en Historia del arte por la Universidad Autónoma de Madrid, colaboradora con varios y diferentes museos, que he realizado cursos de especialización (de arte, de teatro, de comunicación…), que he trabajado con grupos, que me preparo concienzudamente las obras que tengo que comentar, que tengo unos enormes deseos de ganarme la vida con estas tareas… y que no puedo, porque la situación laboral y económica actual no me lo permite. Y que solo por medio del voluntariado puedo hacer lo que me gusta, algo para lo que, desde luego, necesito más preparación, más experiencia, más práctica… como todo el mundo en su trabajo.
    Un saludo.

  4. Ha sido a muy interesante leer este post sobre todo porque ve el problema desde un rincón que la institución del arte incluidos los artistas no tenemos en cuenta, me viene estupenda esta mirada para encarar emi
    Proximo post en
    «Manual de desinstrucciones» gracias!

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