NECESITO, LUEGO IMAGINO

Hay algo más importante que la lógica: es la imaginación.

(Alfred Hitchcock)

Esta semana releía un antiguo catálogo del IVAM en busca de información para una clase cuando me encontré con una obra que mi memoria había guardado en el desván. Se trata de ‘Blau’ (Azul), una obra realizada por el artista valenciano Artur Heras en 1973. La pieza me emocionó profundamente ( y eso que la observaba sin olor, sin piel, es decir, desde una fotografía) hasta el punto de dejar de leer. Mi mente tiraba de esa cuerda que forzaba al papel a entrar en contacto con una tercera dimensión mostrando retazos de un azul intenso, un trozo de cielo, un trozo de mar, en definitiva, un trozo de Mediterráneo. Mi imaginación ya se había disparado.

'Blau', 1973, Arthur Heras.
‘Blau’, 1973, Artur Heras.

 

¿Cuántas veces habremos escuchado eso de: ‘Anda que no hay que echarle imaginación a esta obra para entender algo’? “Echarle imaginación”, una hermosa expresión que en esta sociedad mercantilizada, superficial y obsesionada por las respuestas fáciles adquiere siempre un tono peyorativo. Una obra de arte que comparte con nosotros las vivencias y las ideas del artista es un regalo pero una obra que despierta nuestra imaginación es un tesoro.

La imaginación es el escenario en el que baila el deseo y el deseo es el único mecanismo que permite transformar la limitada realidad en un vasto horizonte. “Nuestra imaginación – decía Blaise Pascal- nos agranda tanto el tiempo presente, que hacemos de la eternidad una nada, y de la nada una eternidad.”¿Por qué nos negamos tantas veces la posibilidad de imaginar? ¿Por miedo? ¿Por pereza? ¿Por incapacidad? Supongo que cada cual tendrá sus motivos pero lo cierto es que a veces hay que dar la espalda a la razón e imaginar para recuperarla.

Paquete perteneciente a la exposición '¿Qué habrá...?' de Alicia Otaegui en la sala Horno de Pamplona.
Paquete perteneciente a la exposición ‘¿Qué habrá…?’ de Alicia Otaegui en la sala Horno de Pamplona.

Este mes hemos vivido en Pamplona una de esas propuestas artísticas que dejan soñar y construir relatos propios en el mundo de lo imaginario. La artista navarra Alicia Otaegui presentaba en la Sala Horno de la Ciudadela la instalación ‘¿Qué habrá…?’ en la que proponía jugar al espectador a adivinar el contenido de un paquete. El pequeño paquete había sido encontrado hace tiempo entre los escombros de un contenedor del Casco Antiguo de la ciudad y sus anotaciones lo situaban en 1965. Dicho paquete, museabilizado al ser expuesto en el interior de una vitrina, ha permanecido inalterado a lo largo de toda la muestra invitando a los visitantes a dejar anotado el contenido que su imaginación les sugería.

El día de la clausura la propia artista, en una acción claramente performativa, abría el paquete para desvelar el misterio. Estoy convencida de que los que estéis leyendo estas líneas ahora y no conozcáis el final de la historia os estaréis preguntando: ¿Y qué había finalmente en el dichoso paquete? ¡Voilà! Vuestra imaginación se ha activado. El paquete tiene un contenido fijo y como tal una historia propia pero la imaginación, nuestra imaginación, lo ha transformado en un relato sin fin.

http://www.noticiasdenavarra.com/2015/01/14/ocio-y-cultura/cultura/alicia-otaegui-despide-su-proyecto-que-habra-con-un-continuara

‘Caja con el sonido de su propia fabricación’ , 1961, Robert Morris.
‘Caja con el sonido de su propia fabricación’ , 1961, Robert Morris.

La inspiradora propuesta de Otaegui me hizo recordar una de mis piezas preferidas de este espinoso mundo al que llamamos arte conceptual. Se trata de ‘Caja con el sonido de su propia fabricación’ Una obra que Robert Morris realizaría en 1961. En la actualidad ya se sabe con certeza que el cubo de madera contiene una grabación en cinta donde se recogen los martillazos y el ruido del serrucho al fabricar la caja pero eso no impide que al observarla la imaginación pueda variar o ampliar su contenido. Las vivencias propias del espectador transformarán la historia de ese misterioso interior. Será complicado que un joven de dieciocho años piense en una cinta ya que es un objeto ajeno a su mundo. Puede que un anciano observe la obra y viaje a través del tiempo a esos añorados años 60. O puede incluso que el observador sea carpintero y visualice con claridad los clavos utilizados. Que más da. Importa el camino que la mente recorre para construir una historia no el contenido de la misma.

El arte, en sus distintos lenguajes, nos ofrece la oportunidad de ampliar nuestras experiencias a través de la imaginación. No deberíamos desperdiciar esta oportunidad. Yo al menos lo tengo claro: Necesito, luego imagino.

NECESITO desear, amar, viajar, odiar, volar, llorar, reír, asustarme, SENTIR… luego IMAGINO.

*@aitziberurtasun

 

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