No hubo suerte con nuestra navarra Vírgen Negra, aunque como dijo Miguelón «Hemos estado ahí». Desde aquí mi aplauso al gran Raúl de la Fuente que sin duda mereció el premio por encima del homenaje vaporoso a Buñuel con «Regreso a Viridiana». También mención especial a la otra nominada a mejor corto documental «Alma» otra obra marcada por el buen hacer del cine social de realidades que pasan de soslayo. Almodovar fue el gran derrotado de la noche salvado por la campana gracias a la mejor actriz del panorama actual: Elena Anaya, enorme. Triunfo de Urbizu a pesar de escuchar la mayor estupidez de la noche cuando dijeron aquello de que «Es el Sam Peckinpah español». Fue la noche de la resurrección del cine de género, del triunfo de «No habrá paz para los malvados» una leve iluminación para el cine negro y para el western… la otra triunfadora «Blackthorn» me alegro por ella porque cerró bocas a todos esos críticos snob de toreo de salón, mala digestión y antipalomiteros, que sientan cátedra desde sus púlpitos de cojín hemorroico y plumillas estiradas; en columnas de medio pelo de diarios de provincias en capital.
La gala fue sosita, el montaje que intercalaba a Eva Hache en las producciones finalistas restaba frescura a su habitual ingenio. El público pasivo cuando El Langui rapeó secundado por veteranos de nuestro cine, intento fallido, la galería se movía menos que los ojos de espinete, tan solo un leve movimiento de cabeza de Banderas y su Melanie sonriendo ingenua… el resto casi tenso. Almodovar quiso parecerse a los buenos con gafas de sol, pero no eran las de Nicholson, en los campos de montiel no venden las Ray-Ban de California. Y hablando de Montiel, hubo momento cutre leyendo falsos twitter de la farándula incluyendo a Guti, rió el ministro y poco más… se permitieron meterse con nuestra Sarita Montiel, que más les hubiera valido homenajearla porque cuando nos falte todos esos harán el paripé. Hablando de paripés lo peor de la noche fue sin duda el momento de los que ya no se encuentran entre nosotros, se olvidaron del gran Frank Braña, uno de esos actores de los de verdad, de los que se partieron la espalda para dar de comer a su gente, el actor de las más de 600 muertes, aquel que compartió mesa y mantel con Fonda, Bronson, Eastwood y compañía cuando la mayoría de los paletos que calentaban sus culos en la butaca ni siquiera habían nacido, y peor aún a día de hoy no saben ni quién es Leone.
Hoy muchos de ellos estaban preocupados de sus trajes de tal o cual diseñador, de su palmito y de decir chorradas mientras comían canapés haciendo la pelota al famosillo de turno o al enchufado/da de parte de ese o aquel.
Al menos Maíllo estuvo brillante en su discurso haciendo que se pusiera en pie su pequeña actriz de doce años a la que la noche la hizo grande cuando sonrieron sus tintineantes ojos.
Luego vino Santiago Seguro que nos hizo reír, en su línea, aunque tampoco necesitaba mucho para mejorar lo presente. Melanie volvía a sonreír sin saber por qué y Banderas traducía.
La gala nos descifraría si Antonio Banderas mejoraba sus 20 años de sueño americano en una sola noche o bien Coronado dejaba de ser Coronado para coronarse por fin Actor. Y lo hizo con mayúsculas, ganó la partida para que un siempre molesto Carlos Pumares no volviera a decir aquello de “Hay actores malos, malísimos y luego está José Coronado” Lo siento Carlos, borra ya la frase.
El Western Blackthorn seguía cosechando premios de épica contra pronóstico cuando de pronto desenfundó el juez Garzón y se llevó el gato al agua, nunca mejor dicho para dar que hablar a los tertulianos de tintorro nocturno. Garzón imponía su ley cantada en unos premios a su medida, alzando la voz de la justicia. Poco antes un espontáneo hacía acto de presencia reivindicando campos extremeños dignos sin cuatreros, la cámara hizo un alarde de grúa en plan “La gran evasión”.
The artist de nuevo daba que hablar siendo muda y generaba mi aplauso hacia esta gran peli, seguíamos con el canto al género, lástima que los acordes de Gardel me sonaran repetitivos, la ganadora “Un cuento chino” no me decía nada y me sonaba a eso mismo.
No habrá paz para los malvados reinaba en la noche de los mal llamados Goya, (Para cuando unos premios Chomón, Montiel o Villarías) Urbizu se erigía en un discurso neutro como vencedor de una gala sosita aunque con un resultado al menos esperanzador.
Esperemos que sea el impulso definitivo hacia la resurrección del cine de género, mi última línea para Frank Braña, Virgen Negra y todos los currelas del celuloide