Sueño por un día, a tu lado.
Descapotable de libertad saboreo el viento que me proporcionas, siendo leyenda momentánea de tu curva eterna. Jóven para siempre, princesa del cine. Acógeme en tu reino dorado de cabellos brillantes, que del sol heredaste. Y no me beses…, tan solo espérame en el umbral de la puerta con ese vestido blanco, y dame tu sonrisa para dedicarme un brindis de tu copa vacía… Yo me ocupo del champagne.
Sueño por un día, a tu lado.
Después la realidad, y siempre la leyenda.
Grace Kelly, princesa del cine.
Delicadeza, sutileza, elegancia, belleza, una brizna de picardía, y un porte de princesa en ella misma. Al margen de títulos posteriores. Ella, era como la imagen de su película «The Swan», admirable y perfecta. Y repito … delicada, suave, serena, dulce, con esa sonrisa comedida y tan atractiva.
Qué pena, que cambiara el rumbo de su vida, en un entorno que nunca estuvo a su altura. Cuando tenía tanto por dar, para deleite de sus admiradores. Daba una categoría especial, un halo de ser que está por encima de todo, en las películas que aparecía.
Gracias una vez más, Marco, por tu especial sensibilidad, para percibir y comentar las cosas. Tienes alma de poeta, creo que ésto lo he dicho ya. Un cinéfilo poeta y un pozo sin fondo de conocimientos cinematográficos, que al menos yo, en cien vidas que viviera, no lograría atesorar.
Un beso y un abrazo, Marco.
Ánimo y adelante. Es un placer leerte. 😉
Muchas gracias, la verdad que que tenía una especial y sencilla belleza, simplemente con una leve sonrisa bastaba para iluminar todo su alrededor. Su malogrado y triste final contribuyó a su leyenda, como James Dean, Marylin… sin duda en el Olimpo de los dioses del celuloide.
Saludos 🙂