Encuentros en la tercera fase.

Comunicación, maravillosa comunicación. Mas necesaria que nunca necesitamos de ella, conseguirla siempre es esfuerzo de ambas partes si finalmente se consigue. Basta tan solo con querer para lograr el contacto, desarrollarlo es otro cantar. Diálogo sonoro de un «organillo» soñado por el propio Zapatero, que si fuera tan mágico como el de Richard Dreyfuss aplaudiríamos todos mientras suenan estos acordes de paz. Pero incluso parece creible esa delicada conversación de notas como duelo pacífico intergaláctico de «hola don Pepito, hola don José», el palomitero Spielberg se encarga de ello, siempre lo ha hecho, es un mensajero de emociones.
http://www.youtube.com/watch?v=tUcOaGawIW0

La noche del cazador.

Charles Laughton, 1955.
Reparto: Robert Mitchum (Rev. Harry Powell) Shelley Winters (Willa Harper) Lillian Gish (Rachel Cooper) James Gleason (Birdie Steptoe) Evelyn Varden (Icey Spoon) Peter Graves (Ben Harper) Don Beddoe (Walt Spoon) Billy Chapin (John Harper) Sally Jane Bruce (Pearl Harper) Gloria Castillo (Ruby)
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Sin duda es cine mudo con diálogos, una obra de arte en blanco y negro tan cruel como terrorífica por ese guión que puede ser desgraciadamente tan «cotidiano», el hombre del saco surge de vez en cuando tan despiadado e inhumano que superó hace mucho tiempo al lobo de caperucita, leyenda y realidad se mezclan siempre para recordarnos que debemos tener cuidado.

Un predicador farsante aprende en la carcel que un recluso sentenciado a muerte tiene escondido el botín de un robo. Cuando sale de la carcel visita y corteja a la viuda del recluso y sonsaca a los niños que saben donde se esconde el dinero.

La noche del cazador es deudora del cine mudo en muchos detalles. Expresa con imágenes multitud de sentimientos, si bien más que apoyarlo, redundan en lo que dice el texto. Al espectador le devuelve a los principios del cine, y le pide la misma ingenuidad que ha perdido.

Robert Mitchum es un malo malísimo que persigue a los niños sin cesar. Pero a falta de obstáculos que frenen su maldad tiene que sobreactura para fingir una torpeza inaudita que permita que ellos escapen.

Del mismo modo tienen que sobreactuar la madre para ser lo bastante tonta y crédula como para no darse cuenta de nada con toda la evidencia que tiene delante de las narices de que la están timando.
NO ACUDAS A LA LLAMADA.

Amor a quemarropa, la gran escena.

Una de las grandes escenas del cine contemporáneo que hace que recuerde para siempre este trabajo dirigido por Tony Scott, pero con guión de Quentin Tarantino, que le da un tinte inconfundible de tensión, pausa y nerviosa templanza. Escena ordenada en diálogo inicial, música inolvidable y desenlace. Sin duda el auge de este clip reside en el diálogo que mantiene Christopher Walken con Dennis Hopper a partir de la petición de ese último cigarrillo, después la melodía angelical y entoces todo lo demás. Hay momentos de cine que deberían ser recordados eternamente, éste es uno de ellos, y tiene muchos signos, y muchas lecturas. Un padre protegiendo a un hijo, un hombre que busca un ladrón, risa, música, miradas tristes, incrédulas, atónitas, valientes. Después las manos, esas manos lavadas de sangre y pecado de un poncio italiano.
http://www.youtube.com/watch?v=ewq-XW51f0Y