Soledad.

POST SCRIPTUM:

Soledad ¿para qué te quiero?: estoy humildemente sorprendido por el hecho de recibir comentarios tan interesantes y mensajes privados tan sobresalientes en lo cualitativo. De verdad que ha sido un tema que me ha reportado muchísimo más de lo que yo pude hacer desde este jardín lleno de certezas que son puestas en duda por el propio autor que las espeta. Un jardín lleno de dudas, de incógnitas abiertas de par en par como una casa a primera hora de la mañana: la Filosofía es vocación de pregunta donde ya no parecen existir más dudas. Eso, y no otra cosa, es la Filosofía: una casa con todo abierto a la realidad para orear a sus habitantes. Quien niegue dicho carácter de la Filosofía, será respetado, pero como dogmático consumadísimo, pues nada malo hay en ello: si la ciencia con cada descubrimiento reconoce encontrarse con una multiplicación de dilemas a los que enfrentarse valientemente, igual ocurre con la Filosofía. ¡Cómo si no!

La virtud del Amor a la Sabiduría es saber que esto no tiene fin: no lo tiene, son más de 2.400 años preguntándonos lo básico: ¿qué es eso a lo que llamamos “Yo”? ¿Qué es la libertad? ¿Existen entes o un ente que todo lo crea y gobierna todo? ¿Todo es naturaleza y tal vez no existan tan metafísicos conceptos? ¿Qué es el mal y el bien? ¿Todo es multiplicidad natural o forma parte de un único todo?

Animo a seguir por esta senda a mis amigos y compañeros de blog, así como a los amables lectores que dejan sus mensajes y transmiten sus pareceres.

Animo a todo el mundo a “ponerme bajo presión”: propongan temas sobre los que uno tenga que sudar tinta, mejor que sangre. Cualquier tema.

El debate está, estará siempre abierto.

Recuerden el concepto de heroicidad de Ortega y otros por preguntarnos con coraje y no pocos problemas por temas tan espinosos y complejos.

Sean valientes, sean héroes.

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Solos.

Temo caer en lo puro obvio. La vida es un “habérnoslas en el mundo”. Marx y otros lo vieron bien: el hombre está solo ante una aterradora naturaleza llena de sobresaltos y cambios más que impredecibles. Así, la naturaleza es múltiple y está viva: como bien supo Heráclito nada será nunca idéntico a este preciso instante en que tecleo para Vds. escuchando música tras haber estudiado.

La relación con la naturaleza, de la cual formamos parte, es donde reside el conformarnos como seres sociales puesto que beneficioso fue el hecho de organizarnos –desde épocas pretéritas- para cazar más y mejor. De ahí vendrían las versiones del antropólogo Marvin Harris: diferentes modelos de primigenias sociedades, siempre con un “redistribuidor” de la caza y comida acumulada para los tiempos en donde la naturaleza, de nuevo, se vuelve hostil: los largos inviernos. Nunca hubo un «comunismo primitivo». Nos guste o no.

El desarrollo posterior es fácilmente intuido: las primeras ciudades en el lejano oriente, las “polis” griegas, el imperio alejandrino y el romano, etcétera.

Pero estamos solos, no lo olvidemos. El humano es un ser que psicológicamente –y si tiene dos neuronas funcionando- reflexiona en un eterno diálogo «consigo mismo». Nietzsche decía que su diálogo era entre “ Yo con Mi”.

Los apellidos identitarios nada dicen de nosotros. Nuestros padres, a lo sumo, son importantes. El heredar de ellos lo mejor es nuestro deber: es la noción no manoseada de “tradición” que Hannah Arendt tanto reivindicara.

Estamos solos: tengan una mala noche por lo que fuere. Bien recordaba el Marx más genial (Groucho, of course), que él no podía imaginar nunca las angustias de una persona en medio de la noche. Lo consideraba la más pura intimidad. Y es ahí en donde me refiero a nuestra soledad: ahí habita. Estamos solos. Podemos acompañarnos bien: lo aconsejo. Una buena conversación con alguien inteligente y de humor sano vale más que cualquier prebenda que nos venda al mismísimo Mefistófeles.

Pero seguimos solos: dedicarnos a saber cómo llevarnos, con nuestros impredecibles momentos -pues naturaleza somos- es un arte que algunos lo han llamado Ética, otros Religión. Somos, en el fondo, unos bichos realmente curiosos.

Pero solitarios en el fondo y a la postre.

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Limpieza

Sinceramente, a uno le gusta tener este jardín lo más aseadito posible para Vds., pacientes lectores/participantes. Y, por contra a mi pesar, uno intenta que el jardín aúne a cuantas más opiniones mejor. Siempre que he abierto el blog a cualquier «invitado» me ha ocurrido de todo: el típico «troll» pelma que no da razones porque no las posee y prefiere insultar o hacerse pasar por quien no es (fácil de calar por peculiaridades ortográficas, por ejemplo, o por intolerantes pensamientos mal expresados) así como a simples que insultan, sin embargo, con cierta gracia. Hasta ahí no hay problema, a diferencia de Osasuna , escribir/responder bajo presión me gusta mucho más y me crezco.

Así me ocurrió que en un «post» sobre Colombia mi interlocutor anónimo me llamaba: «huevón». ¡Ay, lo que me tuve que contener para no responderle devolviendo la gracieta!…literalmente me lo puso a huevo. Pero lo primero que me propuse –y a las normas de esta comunidad de blogs me remito– es que razonamientos todos, insultos ninguno.

Que haya gente que entre en este jardín a tomar un rico té poniendo en duda lo que quien les recibe espeta: es un placer inigualable para mí. Créanme.

Bien es sabido que el ser humano es quien proyecta sobre la realidad circundante tanto lo mejor, como lo peor que lleva dentro. Lo mismo, entonces, en sus grandes inventos: la ciencia puede la mayoría de las veces, sacarnos de mil y un apuros. Ahora bien, la ciencia fue la que una cuadrilla de desalmados nacional-socialistas emplearon para torturar eternamente a humanos convertidos en cobayas.

Así, de manera idéntica: Internet. En mi caso: cada vez que abro de par en par este jardín, no hacen sino entrar indeseables bichejos que en vez de opiniones dejan «spam» con enlaces a vaya Vd. saber qué. Me consta que ha ocurrido en algún otro blog. Así que como quiera que no es la primera vez -comentado al Administrador inclusive- que me ocurre tal indeseable evento , me estoy dedicando a «fumigar» dichos mensajes nocivos uno a uno.

Lleva su tiempo acabar con mensajes de invitados sospechosos con números aleatorios. Supongo que serán distracciones de estúpidos con tiempo, digo. Yo, mientras, sin tiempo hago un poco el estúpido también «limpiando» los diferentes «post» donde se/me han colado por tercera o cuarta vez, un montón de mensajes con enlaces que no quiero que Vds. vean o tengan la tentación de «pinchar». Me debo a quien tiene la deferencia de leerme o, simplemente, pasar por aquí.

Sea como fuere, en breve estaré con Vds. Mientras, por favor, recuerden que darse de alta con un bonito «nick» que preserva su privacidad no cuesta nada, amén de que es más seguro para este jardín revuelto como el tiempo. Echo de menos opiniones. El jardín corre peligro de ponerse más mustio sin ellas que por el tormentón que ahora cae ahí fuera…

Un saludo.

Iñaki Oneca Agurruza.

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Que siga el espectáculo…

Y sigue la estulticia, tan humana ella, pues tan sumamente estúpido es el género humano.

¿Está más guapa la periodista llegada a más o la cantante-acompañante y ex-modelo? ¿Qué traje era el más bonito? ¿Cuál es la más guapa de las dos? ¿Es cierto que las acompañantes -repugnante término- eclipsaron a los acompañados? ¿Qué vestido era el más acertado? ¿Hubo alguna falta al jodido protocolo monárquico por parte de alguien?

Más de 4 millones de parados, uno de esos millones corresponde a familias en la que ninguno de sus miembros trabaja.

Y los sindicatos mayoritarios -tapones mayoritarios, cabría decir- cerrando bocas a cualquiera que se atreva a decir que lo suyo es una vergüenza, mientras se preparan para otra anual folclórica sesión de puños en alto mientras suena La Internacional el 1º de mayo del ¡2.009!

Sigue el espectáculo que todo lo invade.

Y Guy Debord sigue teniendo razón:

«El espectáculo es el mal sueño de la sociedad moderna encadenada, que no expresa en última instancia más que su deseo de dormir. El espectáculo vela ese sueño«.

La sociedad del espectáculo«: Guy Debord)

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Estulticia

(Del lat. stultitĭa). f. Necedad, tontería, según el diccionario de la R.A.E.

Ayer encarnaba la acepción Pedro Solbes diciendo que hablar de crisis era poco menos que ser “antipatriótico”. Comodín para el público (la «patria») de la repugnante casta política que gobierna nuestras vidas – y nuestros impuestos – para que sigamos más pendientes del espectáculo que entontece, como bien viera Guy Debord. Sigan con el pasapalabra de turno, la operación apoteosis total de fama, los inverosímiles telediarios y demás productos del aparato de propaganda alienante.

La ministra Salgado, hoy, hace apenas unos minutos, sobre los terribles y vertiginosos datos del paro en el primer trimestre: “malos y peores de lo que se esperaba”.
Nadie nace augur. Nadie nace profeta. Es más: no existen los gurús. El que me quiera demostrar lo contrario ¡adelante! La cosa no está para bromas: algunos ya sabíamos en febrero de 2008 qué significaba “concurso de acreedores” pues por motivos laborales uno se leía cuatro diarios económicos al día. Después la cosa se tornó en “desaceleración económica”: la estulticia del cejitas. Los sindicatos –todos salvo tal vez la histórica U.S.O. – siguen su repelente inercia de pseudo-funcionariado sin oposición a través de la “dedocracia” omnipresente, comportándose como “superestructuras” que diría Marx, taponando el monumental y justificado cabreo de los, por ejemplo, nuevos 800.000 nuevos parados en lo que llevamos de año. Cuando yo fui despedido, el mismo mes, nos fuimos a la calle 300.000. Ahora trabajo al menos, cobrando lo mismo que los chavales que provocaron los disturbios anarquistas en Grecia.
Y es que cualquiera que sepa o se interese un poco por la historia, sabe perfectamente –no lo quieran los dioses del Olimpo– que crisis de esta jaez terminan en terrorismo anti-sistema o en guerras interminables.

Son ya 4.000.000 de parados con infinidad de desempleados inmigrantes “con papeles” que ya no sirven para nada, puesto que como recuerda Debord: “La razón de que el espectador no se encuentre en casa en ninguna parte es que el espectáculo está en todas partes”.

Nada hay más internacionalista , pues, que el espectáculo que entontece a la informe “masa”. Masa en este caso de desempleados.

Ayer Solbes, antes de ayer el Presidente, hoy la ministra Salgado.

La estulticia impera.

Vds. sigan comiendo y viendo la tele: ¡que siga el espectáculo en TDT!

Imagen: Guy Debord.

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Ismo-nacional

El Presidente del EBB del PNV en su blog a propósito de su intervención en el día de su patria: «Una intervención que fue acompañada por una voz al compás de la intensidad de las emociones de las personas allí reunidas así como por las características del sonido del lugar y en ese día (…)».

«El nacionalismo:

La tabla de salvación de cualquier pobre diablo que no tiene nada en el mundo de lo que sentirse orgulloso es enorgullecerse de la nación a la que pertenece; esto lo reconforta tanto que en agradecimiento está dispuesto a defender con manos y pies todos los defectos y disparates característicos de su nación»

(Arthur Schopenhauer en «El arte de insultar«, letra «N«).

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Nostálgica primavera

Y otro año más: cumplidos al alimón el mismo día este jardín adornado de ramilletes de dudas y su dueño, con algunas primaveras más. Ambos nos enfrentamos a la rueda nietzschiana del “eterno retorno a lo idéntico”, entendida a mi manera.

Es primavera: regresa la nostálgica sensación de que en estos días, además de mi nacimiento, se han ido acumulando en la vida acontecimientos personales más bien indeseables. Nuevamente la certeza de que lo que parece (un día espléndido) se convierte en lo que no (un tormentón que a todos nos vuelve locos). “Días de vino y rosas”, una de las mejores películas que más ha llegado a aterrarme (¡la vi hace mil años de resaca!), me da pie a hacer un facilón juego de palabras y hablar de días de tormentas y rosas. Mis músculos me recuerdan sus lesiones y no digamos ya los nervios con tanto cambio. Del polen mejor no hablo.

Pero al final, todo es rememoración de mi infancia: al final va a resultar que no todos son malos recuerdos en ella. La imagen de mi queridísimo difunto padre que hacía lo posible porque las vacaciones de Semana Santa resultaran lo más idílico, lo más perdurable en la memoria de sus hijos, regresa con más fuerza que nunca. Jodida vida: cerca del sureño lugar donde pasábamos esos inolvidables días, en el mismo prácticamente, me enteré de su muerte que todavía hoy lloro.

Pero es Semana Santa y, de nuevo, me enfrento a la retahíla de películas no muy acertadas históricamente: algunas buenísimas, conste. Y me enfrento a los rituales que a veces se asemejan a los sangrientos festivales chiitas. ¡Crucifixiones reales!: ¿a qué tarado se le ocurre? En esa añorada infancia de la cual hablo más arriba, es cuando por primera y única vez vi semejante espectáculo ¡en esta tierra!

Siempre lo digo: los ateos nos sabemos pocos. Los razonables, al menos, sabemos que entre los triunfantes tres monoteísmos, sólo uno grosso modo , nos deja vivir y expresarnos. En el Islam somos peores que infieles: por ejemplo. Los ateos somos pocos, pero no idiotas: vivir con un calendario católico tiene sus festivas ventajas laborales. Tampoco es baladí el hecho de que el cristianismo tenga valores más que aceptables.

Sea como fuere, creyentes con buenas intenciones, ateos razonables (tanto unos como otros no tienen por qué convencer a nadie y menos joder a nadie: ahí radica tal respetabilidad) pasen unos buenos días. Quienes puedan, al menos. No gasten demasiado, que los tiempos vienen con parches gubernamentales y con demasiados agujeros económicos. Vida sólo hay una. No vivimos en tiempos greco-romanos en que dejar una mítica leyenda en esta vida era casi sinónimo de inmortalidad. Homero lo sabía. Sus protagonistas humanos así lo reflejaban.

Disfruten pues, no volverán a haber otras pequeñas vacaciones de Semana Santa de 2.009. Nunca.

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Palomitas, cine y primavera.

Llega la primavera como mundo mágico que ha estado cubierto por un telón gris de frío y lluvias por un tiempo. Todo vuelve a parecer nuevo: las chicas aún más guapas, los árboles engalanados por multicolores vestimentas…

Llega la primavera, recuerdo de otras primaveras solitarias en el cine: todo un lujo como ocio.

Pero ayer prometí a Javier Arizaleta y a mí también, ser un poco más optimista: el estar con un trabajo a media jornada tal vez ayude, seguro. Así que traspasado el atraco a mano armada del precio de la entrada que para más inri conseguí por la red –ergo más caro-, decidí darme el consabido festín de palomitas y de refresco de cola.

Y pensaba, mientras veía a no más de cinco personas a mi alrededor, que aquél tenía pinta de ser estudiante de Filosofía también, con el libro y tal; que aquél otro parecia más ser por edad un nostálgico de aquel horror que supuso el cacareado Mayo del 68 que lo único que demostró es que Sartre también se equivocaba ¡y de qué manera!, así como que bajo el adoquín no había playa, había una granada de mano y una metralleta para no pocos.

Pero me pudo la emoción de un crío al ver comenzar una película tan seria como «R.A.F. Facción del Ejército Rojo«. Y lo disfruté. También de mi maldita manía por pensar: si los franceses están dándose poco a poco cuenta de que lo suyo últimamente es la comedia («Los visitantes no nacieron ayer«, «La cena de los idiotas» y no digamos de la vista recientemente con mi compañera de jardín: «Bienvenidos al norte«) y se van dejando poco a poco de supuestos mensajes metafísicos y de bodrios que gastan más que hacen ganar; pensaba, digo, en cómo los alemanes comienzan a mirar hacia su pasado sin complejos haciendo Arte en toda regla. «El Hundimiento» y la película ayer vista dan buena cuenta de ello.

Ayer fui al cine, por motivos laborales de mi acompañante en la vida: solo. Tal vez azuzado por los escritos y audios de el imprescindible «El Cine de Marco«, ¡cómo no!

Pero como en la vida misma, llegan los créditos. Y uno es ahí donde recordó que no hay peor infección que la ideológica.

Pero también, sin mermar un ápice mi buen humor y el homenaje que ayer me regalé, pensé en lo ciertas que son las palabras que rememora siempre mi compañera: «La vida no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa«.

Es primavera, ayer tuve palomitas, refresco y buen cine: ¿importa el precio?

THE END.

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Saber morir.

En Irlanda del Norte, de nuevo, se encienden todas las alarmas: la larga historia desde el primero de los diferentes modelos de IRA así lo atestiguan. Esta guerrilla de orígenes decimonónicos, fue la que con Michael Collins a la cabeza, consiguiera un Estado Independiente pero, como en toda negociación, no contentara a los más intransigentes por culpa de la “partición” del norte de la Isla Esmeralda.

Después, en plena guerra civil en el primer desgajamiento de dicha organización, el IRA de Éamon de Valera consigue aniquilar a Collins y más tarde hacerse con el poder en una República independiente pero olvidándose de su antigua reivindicación de “unificación total” de la isla. De Valera proscribe al IRA que sólo seguirá vigente en los 6 norteños condados.

Llegamos a la década de los 60 y el norteño IRA no hace sino hablar –como casi todos los grupos terroristas de la época- de “la lucha de clases” y de acabar con la “burguesía”. Para ello llegó a promulgar la unión de trabajadores protestantes-unionistas con los católicos-nacionalistas para derrocar a los “capitalistas”. Es el momento, acabando ya dicha década, de un “golpe de timón” en que otra ramificación –los provos, el IRA-Provisional– se hacen con el poder para satisfacer a la comunidad nacionalista, incluyendo «ajusticiamientos» de quienes no pensaban como ellos. Esta última escisión es la más sanguinaria con diferencia llegando, tras la torpeza cometida por el Ejército británico en el “Domingo Sangriento” que lo único que consiguió es que muchos defensores de los derechos civiles acabaran militando en el IRA, llegando decía al “Viernes Sangriento”: veintidós bombas en una sola noche con nueve muertos, sacudió Belfast.

Pero los provos cambiaron la lucha por compromisos en diferentes aguerridos e inteligentes movimientos a mediados ya de los 90.

La historia del IRA y de sus continuos desgajamientos en facciones más radicales y con muchísimo más apoyo popular, deja sin comparaciones dicho conflicto con el que por estos pagos algunos creen ver. El CIRA (IRA de Continuidad) y el RIRA (Real-IRA o IRA Auténtico como hemos traducido por aquí), no son sino grupúsculos peligrosos pero prácticamente sin apoyo popular, siendo éstos los únicamente comparables a la situación de algunos por estos lares: una lucha sin apoyos, sin fundamentos y sin justificación.

Hoy leía en la prensa nacional que hace no mucho la nueva policía de Irlanda del Norte había entrado en el piso de un disidente del IRA y se habían encontrado a “un decrépito terrorista” contando batallitas de sus antiguos compañeros a una cuadrilla de críos ávidos de acción. Son chavales que no han vivido los años de cruce de atentados cada vez más numerosos y más sangrientos entre el IRA y los grupos terroristas lealistas. Críos que son ya hijos de la crisis que a todos nos atenaza.

Pero las imágenes de ayer en Durgan se me antojan anacrónicas: críos que no quieren ni hablar de ir al colegio, juegan de nuevo con cócteles molotov y gasolina ardiendo. Chavales que no se saben manipulados cual títeres en un tablero de ajedrez donde están condenados a no ser si no peones en manos de alguien que decide por ellos.

A tan tiernas edades se cree poder vencer a la muerte y que llegado si acaso el momento, la muerte propia será vengada por alguien y que dicha venganza de alguna manera será contemplada con satisfacción desde no se sabe dónde. Pero todo es un no saber morir. En su mundo la dignidad individual no existe, sólo la colectividad manda hasta la muerte.

Al menos los antiguos sabían morir, releo en las hojas de un antiguo libro. La respuesta está -como casi siempre- en los clásicos. Que sea el filósofo rumano Emile Michel Cioran quien termine por mí:

Los antiguos sabían morir. Elevarse por encima de la muerte fue el ideal constante de su sabiduría”.

(E. M. Cioran, “De lágrimas y de santos”, pág. 36)

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Nostalgia de lo imposible en Camboya.

Como muestra de agradecimiento, publico en este jardín húmedo todavía y que no quiere desperezarse del gélido invierno que a su dueño atenaza los músculos y que le torna al mal humor, el artículo que DIARIO DE NOTICIAS tuvo a bien publicarme el pasado sábado 21 de febrero en la sección «Política» de «España-Mundo»:

SALOTH Sor, alias Pol Pot , estudió en París nominalmente desde 1948 a 1953, más entretenido en revolotear por grupos revolucionarios de la época. Fraguaba ya su posterior idea de «lo nuevo» como algo radical y cerril. Lo nuevo fue, pues, su biografía: no estudió en un convento budista como quiso dejar esculpida en su biografía para la posterioridad ni tampoco acabó sus estudios de electrónica en la capital del Sena. Pol Pot asciende en 1962 a secretario general del partido comunista Khmer. Lucha contra los regímenes del príncipe Sihanuk -con el que luego se alió – y Lon Nol. Victoria en 1975: entrada en Phnom Penh. La paz es el ideal y, como tal, irreal. En unas horas los agentes khmers se dedican a proclamar por altavoces que el «imperialismo norteamericano» se hallaba presto a invadir el país. Comienza la materialización de lo imposible: de la utopía (del griego -u: «no», -topos: «lugar: «lugar que no existe»). Se expulsa de las ciudades a todo ser humano capaz de andar. El nuevo orden implicaba, a través de una mentira cacareada por las maltrechas ciudades, el idílico comunismo rural. Por delante, la realización de una idea más vieja de quien la decía detentar: «el hombre nuevo». Todo lo viejo debía ser desterrado: a golpe de conveniente olvido o de bayoneta. Profesores, traductores, intelectuales y clases medias son directamente aniquiladas. Sólo será posible el hombre nuevo gracias a los más tiernos infantes del lugar, pronto asesinos de sus padres y no a la manera freudiana precisamente. De manera literal niños-soldado asesinan a todo aquel que ordene el Angkar («Organización», brazo armado del Partido Comunista de Camboya). Por encima estaría el Angkar Leu, organismo a quien los camboyanos llamaran «el país de los muertos«: nadie regresaba tras su comparecencia ante él. Pero Pol Pot cree que para el «hombre nuevo» debe haber un «país nuevo»: Kampuchea Democrática. Es el eterno y peligroso juego en forma de baile de conceptos. Donde dice democracia, dice dictadura. Donde hombre nuevo, asesino nuevo. El mismo juego hará que la vecina Vietnam prosoviética sea la que, invadida por la Kampuchea Democrática, devuelva la agresión al considerar el régimen genocida camboyano como «ultraizquierdista». Donde dice ultraizquierdista, dice «apoyado por el régimen competidor chino». Estamos ya en 1979 y la cantidad de víctimas son cifradas en más de un millón, dos millones si tenemos en cuenta la hambruna que tanto comunismo rural trajo consigo. El «hombre nuevo» acaba en canibalismo masivo entre la población bajo el yugo del Angkar . Pol Pot vuelve a la selva reuniendo a antiguos enemigos para ello. Seguía exhibiendo su letal sonrisa, orgulloso de engañar a cándidos periodistas. Hasta el último día. Todavía recuerdo un documental que refleja sus últimos días: era como ver a Stalin pululando con bastón por la jungla y sin juzgar. En 1997 dejó ya de dominar, tras seguir con su lógica de paranoico: su última purga debió atragantarse hasta al reducto último de fanáticos seguidores. Fue destituido. En 1998 es juzgado por sus otrora fieles parroquianos a cadena perpetua. El anciano de 73 años sólo escuchaba la radio del propio khmer rojo y de La Voz de América . Enfermo de malaria, según declaró cáusticamente un oficial khmer llamado Khen Ngun a la agencia France Press , «La comunidad internacional ha llegado demasiado tarde, y ahora nosotros debemos cargar con la responsabilidad de su muerte«. Definitivamente François-Marie Arouet, Voltaire, tenía razón al afirmar en su obra Mélanges que el supersticioso es «su propio verdugo» que por extensión «lo es también de cualquiera que no piensa como él». El supersticioso y dogmático Pol Pot acaba muriendo apresado por sus supersticiosos y dogmáticos seguidores. ¿Da igual si por malaria o por «juicio popular»? Pero Pol Pot no era el único creador de oprobiosos lugares como S-21, donde se daban doctorados en refinamiento de tortura. No fue el único. Los hubo, los hay indultados. Los hay que van a ser juzgados más de tres décadas después. Es la nostalgia de lo imposible: juzgar el pasado lo es. Pero al menos es algo.

Imagen: Las tétricas consecuencias de «la Ideología«.

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