Nostalgia de lo imposible en Camboya.

Como muestra de agradecimiento, publico en este jardín húmedo todavía y que no quiere desperezarse del gélido invierno que a su dueño atenaza los músculos y que le torna al mal humor, el artículo que DIARIO DE NOTICIAS tuvo a bien publicarme el pasado sábado 21 de febrero en la sección «Política» de «España-Mundo»:

SALOTH Sor, alias Pol Pot , estudió en París nominalmente desde 1948 a 1953, más entretenido en revolotear por grupos revolucionarios de la época. Fraguaba ya su posterior idea de «lo nuevo» como algo radical y cerril. Lo nuevo fue, pues, su biografía: no estudió en un convento budista como quiso dejar esculpida en su biografía para la posterioridad ni tampoco acabó sus estudios de electrónica en la capital del Sena. Pol Pot asciende en 1962 a secretario general del partido comunista Khmer. Lucha contra los regímenes del príncipe Sihanuk -con el que luego se alió – y Lon Nol. Victoria en 1975: entrada en Phnom Penh. La paz es el ideal y, como tal, irreal. En unas horas los agentes khmers se dedican a proclamar por altavoces que el «imperialismo norteamericano» se hallaba presto a invadir el país. Comienza la materialización de lo imposible: de la utopía (del griego -u: «no», -topos: «lugar: «lugar que no existe»). Se expulsa de las ciudades a todo ser humano capaz de andar. El nuevo orden implicaba, a través de una mentira cacareada por las maltrechas ciudades, el idílico comunismo rural. Por delante, la realización de una idea más vieja de quien la decía detentar: «el hombre nuevo». Todo lo viejo debía ser desterrado: a golpe de conveniente olvido o de bayoneta. Profesores, traductores, intelectuales y clases medias son directamente aniquiladas. Sólo será posible el hombre nuevo gracias a los más tiernos infantes del lugar, pronto asesinos de sus padres y no a la manera freudiana precisamente. De manera literal niños-soldado asesinan a todo aquel que ordene el Angkar («Organización», brazo armado del Partido Comunista de Camboya). Por encima estaría el Angkar Leu, organismo a quien los camboyanos llamaran «el país de los muertos«: nadie regresaba tras su comparecencia ante él. Pero Pol Pot cree que para el «hombre nuevo» debe haber un «país nuevo»: Kampuchea Democrática. Es el eterno y peligroso juego en forma de baile de conceptos. Donde dice democracia, dice dictadura. Donde hombre nuevo, asesino nuevo. El mismo juego hará que la vecina Vietnam prosoviética sea la que, invadida por la Kampuchea Democrática, devuelva la agresión al considerar el régimen genocida camboyano como «ultraizquierdista». Donde dice ultraizquierdista, dice «apoyado por el régimen competidor chino». Estamos ya en 1979 y la cantidad de víctimas son cifradas en más de un millón, dos millones si tenemos en cuenta la hambruna que tanto comunismo rural trajo consigo. El «hombre nuevo» acaba en canibalismo masivo entre la población bajo el yugo del Angkar . Pol Pot vuelve a la selva reuniendo a antiguos enemigos para ello. Seguía exhibiendo su letal sonrisa, orgulloso de engañar a cándidos periodistas. Hasta el último día. Todavía recuerdo un documental que refleja sus últimos días: era como ver a Stalin pululando con bastón por la jungla y sin juzgar. En 1997 dejó ya de dominar, tras seguir con su lógica de paranoico: su última purga debió atragantarse hasta al reducto último de fanáticos seguidores. Fue destituido. En 1998 es juzgado por sus otrora fieles parroquianos a cadena perpetua. El anciano de 73 años sólo escuchaba la radio del propio khmer rojo y de La Voz de América . Enfermo de malaria, según declaró cáusticamente un oficial khmer llamado Khen Ngun a la agencia France Press , «La comunidad internacional ha llegado demasiado tarde, y ahora nosotros debemos cargar con la responsabilidad de su muerte«. Definitivamente François-Marie Arouet, Voltaire, tenía razón al afirmar en su obra Mélanges que el supersticioso es «su propio verdugo» que por extensión «lo es también de cualquiera que no piensa como él». El supersticioso y dogmático Pol Pot acaba muriendo apresado por sus supersticiosos y dogmáticos seguidores. ¿Da igual si por malaria o por «juicio popular»? Pero Pol Pot no era el único creador de oprobiosos lugares como S-21, donde se daban doctorados en refinamiento de tortura. No fue el único. Los hubo, los hay indultados. Los hay que van a ser juzgados más de tres décadas después. Es la nostalgia de lo imposible: juzgar el pasado lo es. Pero al menos es algo.

Imagen: Las tétricas consecuencias de «la Ideología«.

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
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Una respuesta en “Nostalgia de lo imposible en Camboya.

  1. POL POT . .. Es el ejemplo que pudo engañar a todo el mundo. Sus treta de p iojo hiceiron psoble convivir la utopía y la putrefacción. IÑAKI qué artículo más fuerte, pero ahora que lo pienso ha llegado en su momento no como digera kHEN nGUN. ABRAZO

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