EL NIÑO DEL PIJAMA DE RAYAS 2

Extracto del artículo “El niño del pijama de rayas” aparecido en el. “Diario Palentino” el 24-7-2008 de F. Martin Aduriz

El libro de John Boyne cuenta mucho más de lo que dice…La lógica infantil nunca es la lógica del adulto. Lleva por otros laberintos, procesa la información con otro vértigo, y cuesta a veces entrar en el diccionario particular de un niño, en especial si ha sufrido un trauma y por ello se parapeta detrás de complejas barreras.

Bruno, el niño protagonista, habla como si fuera el representante de toda la humanidad desconcertada. Habla con la ingenuidad de quien no puede tan siquiera digerir que haya sujetos humanos capaces de lo peor, habla con la bondad natural de lo que Rousseau se empeñó en demostrar que era el previo de cualquier niño.

El momento culminante es el instante de encuentro de Bruno con su otro especular, el niño polaco Samuel, ambos nacidos el mismo día para provocar en el lector la identidad en la diferencia. Son las representaciones de dos mundos conocidos; el de los amos y los esclavos.

En la historia de la humanidad ha sucedido tantas veces el horror, la aniquilación del diferente, la lucha por puro prestigio de la que habla Hegel, como para pensar que existe ese empuje pulsional mortífero en la constitución del sujeto que habla.

Hay que recordar siempre que ese goce del mal es tan potente como para que estemos suficientemente advertidos. No debemos olvidarlo. Hay que contar con él y estar siempre prestos a no derrochar esfuerzos para ahogar ese impulso mortífero.

Libros como este explican ese punto. Punto negado por los que piensan que los malos siempre son los otros y no se han percatado de que cualquier ser humano puede ser un furias en sus pequeño ámbito de dominio. Libros como éste explican que toda la humanidad muere cuando hay crímenes de masas, los unos y los otros, amos y esclavos.

F. Martin Aduriz es Miembro de la ELP

LA FAMILIA HOY; CRISIS DEL LAZO SOCIAL

Extracto de una entrevista realizada a Eric Laurent en “La Nación” Suplemento dominical del 3-6-2007

Podemos decir que estamos asistiendo al fin de la familia tradicional. La separación entre el acto sexual y procreación, con la posibilidad de la procreación asistida da como resultado una proliferación de formas de vínculos que permiten articular padres y niños fuera de la forma tradicional. Una de las discusiones entre las civilizaciones hoy, es a qué se puede llamar familia alrededor de un niño.

A pesar de la pluralización de los modos, se sigue hablando de familia. La familia como una institución que permite bienes y derechos y también permite la articulación entre generaciones
Hoy es un asunto crucial pensar la figura del padre, pues incluso cuando el padre falta, no falta el discurso de qué es para la madre, un padre. Además la madre ha tenido a su vez, su propio padre. Lacan trató de separar el padre de lo que llamó El nombre del padre , es decir, su función paradojal de prohibición-autorización.

Los nuevos roles de la mujer, las innovaciones producidas por la ciencia, llevan a escenarios impensables hace algunos años en cuanto a los modos de reproducción. Eso hace que distintos discursos van a entrar en conflicto sobre lo qué son el padre y la madre.

En los momentos de los grandes cambios chicos y chicas son los primeros en sufrir el impacto de estos cambios, son las primeras víctimas. Las formas de lazo social entre mayores y pequeños se van deteriorando. Se ve por ejemplo en las quejas de quienes se están ocupando en estos momentos el papel de educadores

La escuela tiene hoy un papel importante en la crianza. Antes había una variedad de instituciones que la compartían. Hoy se centra el peso en la institución escolar que recoge a los niños y trata de ordenarlos a partir del saber. Y nos dicen que chicos y chicas no soportan las prohibiciones, no toleran las reglas fácilmente

Por otro lado con la precariedad del mundo del trabajo unas veces y la exigencia de dedicación otras, cada vez más niños son abandonados ante el televisor. Los niños se quedan tranquilos delante de la pantalla. Pero cuando el único ritual es comer ante la televisión, o quedarse en silencio frente al aparato, esto permite articular poco esta posición del padre entre la prohibición y la autorización.

Entonces es la escuela la que queda cómo lo que articula esta función y los malestares aparecen como representantes de la falta de transmisión de los ideales.

Pero el psicoanálisis no es nostálgico. No se trata de instalarse en la nostalgia sino de estar a la altura de la época y estudiar los nuevos malestares que las nuevas formas producen. Y de no olvidar que cualquier manera de introducir esa función de prohibición-autorización va a conllevar un malestar. Es el malestar de la cultura del cual ya nos hablaba Freud.

(primera parte de la entrevista)

Eric Laurent es Miembro de Honor de la AMP

EL NIÑO DEL PIJAMA DE RAYAS 1

Hay en pantalla una película- antes novela- que ha causado impacto: “El niño del pijama de rayas”. Muchas lecturas pueden hacerse de ella, pero aquí vamos a elegir una en concreto. Vamos a elegir lo que llamaremos la caída del padre: o dicho de un modo más lacaniano: el goce del padre

Llamamos goce a lo que tiene que ver con el exceso. Hemos situado en el inicio de la vida humana una experiencia de satisfacción excesiva, inasimilable para el juicio. Esta experiencia de satisfacción primera, termina por constituir el trauma de cada sujeto. No vamos a entrar ahora en cual es el proceso por el cual deviene traumática, pero retengamos que ese monto de excitación que el lenguaje no puede reabsorver convierte nuestro cuerpo en un cuerpo libidinal. Un cuerpo fácil de desregularse y caer en los excesos, en el goce. La pulsión de muerte freudiana es ests, lo que está más allá del principio del placer.

Si el psicoanalisis primero freudiano y lacaniano después, se distingue de las psicologías, es porque no pierde de vista la sexualidad y la pulsión de muerte: Lo irreductible de la una y de la otra, irreductible a una pacificación total.

Pero es cierto también que algo pacifica a los humanos. Es cierto también que hay procesos simbólicos que permiten una cierta regulación de los excesos. Para que la vida resulte vivible esa regulación debe abrir al sujeto una vía de acceso a una recuperación de goce, a ciertas satisfacciones libidinales.

Las estructuras de parentesco tienen esa función por estructura, es decir, “per se” El modo en que eso se lleva a cabo es por medio de los ideales. Las estructuras de parentesco improntan en el sujeto un ideal del yo regulador.

En la familia tradicional esa función se le pedía al padre. Se esperaba de él que estuviera a la altura, que amara y deseara a la madre, que tuviera regulados sus propios excesos y pudiera transmitir a los hijos dos cosas: la prohibición y el derecho.

Es cierto que el padre de familia, el de cada familia en concreto, nuca daba la talla. Pero para cada niño había un momento, en que simbólicamente, el padre representaba ese ideal a quien querer parecerse, a quien identificarse Y en las niñas, el querer parecerse a la mujer que él amaba.

Venían luego las decepciones. Si bien es cierto que en unos más y en otros menos. La parte de goce desregulado de cada padre, asoma. Asoma en sus excesos, en sus incapacidades, en su furia, o en su cobardía, dejando en cada niño, en cada niña las marcas, a veces conscientes a veces inconscientes, de esa decepción.

El niño del pijama de rayas” nos muestra, los ojos de un niño que va viendo aparecer a un padre del goce, de un goce desregulado, a un padre pura pulsión de muerte, puro odio, pura maldad. Si bien no puede entender toda la magnitud de lo que el padre hace, si puede percibir como consiente y apoya la furia y la maldad del soldado ayudante. Nos muestra también como se resiste, cómo quiere creerle, y cómo al final ya no puede sostener la versión que se había hecho. Cuando pregunta al otro niño “¿Tu admiras a tu padre?” puede percibirse todo el desamparo en el cual él, acaba de sumirse.

Cuando el padre como ideal se derrumba suele aparecer lo fraterno, los iguales. Lo hermanable, puede venir a tratar de llenar ese vacío y tomar el lugar para el sujeto de un yo ideal con el que identificarse. Lo podíamos ver en la función de la cuadrilla. Hoy lo vemos más radicalizado en las bandas.

Pero la maquinaria de la maldad, puesta en marcha, lo tritura todo. Y el final de la historia nos muestra como esa maquinaria se termina por tragar incluso a quien la pone en marcha. El espanto dibujado en la cara de ese hombre ante la puerta de la cámara de gas nos convoca a lo sin salida. No podemos alegrarnos, ni dolernos. No hay palabras. No hay catarsis. Nos evoca la repetición de eso inasimilable para el juicio que es el trauma, el trauma que nos produce eso que no hay palabras para decir.

CURSO DE PSICOANÁLISIS

EL APARATO PSÍQUICO IV

LA CASTRACIÓN

Hoy seguimos tratando de entender el concepto freudiano de la castración. Freud llama castración a un acto psíquico que debe de operarse en el psiquismo humano, por el cual se instala la prohibición; lo prohibido. Algo viene a hacer de límite.

Hemos ido viendo como se instala lo imposible en el psiquismo, y con él la compulsión a la repetición. Sabemos que la repetición es siempre un acto fracasado. Nunca se alcanza aquello a lo que se apunta, pero eso no nos impide reintentarlo. Y sabemos cómo, en ese intento repetido, podemos tomar el camino del deseo o el camino del goce.
Tomamos el camino del deseo, cuando aceptamos las cosas como limitadas, sin perder por ello el entusiasmo, y tomamos el camino del goce cuando nos atiborramos de lo que sea, con tal de no sentir el vacío. Hoy vamos también a decir, que este vacío, puede ser experimentado como algo soportable, o, como una catástrofe. Ya iremos viendo de qué depende.

Si el imposible es un hecho de estructura que se da para todo sujeto humano, aun a su pesar, la castración, en cambio, se instala de otro modo: para que la castración sea operativa necesita de un consentimiento. Es necesario consentir a ese imposible. Imposible que se concreta para cada uno de nosotros en cosas particulares, sea el amor, la sexualidad, la amistad, el trabajo etc.

Las primeras tomas de posición en la infancia no son verbales, pero ya tienen el verbo como base. Todo bebé está inmerso en la lengua. Somos una especie que habla. Hablamos y somos hablados. Antes de nacer se nos prepara una cuna, también, una cuna de palabras; “Será amable”, “Será estudiosa”, “Será simpática”, “Será trabajador”, “Será…”. Del mismo modo que hacen las hadas invitadas al bautizo de “La bella durmiente”, se irán repartiendo, durante la infancia humana, dones y profecías, no todas agradables, no todas amorosas. Profecías que nos van a marcar, porque nos obligan a darlas por buenas y validarlas, o, a desmentirlas y rechazarlas, y en el mejor de los casos a tomar la posición de un “Si, pero ” Demos la respuesta que demos, no nos dejan indemnes.

Son palabras que portan lo que el Otro materno y el Otro paterno esperan de nosotros. Palabras que trasportan la escala de valores que ellos tienen. Valores que han elegido de entre los que circulan en la cultura en la que están inmersos. Esto va a constituir lo que vamos a llamar el discurso familiar implícito en los actos y explícito más o menos en los dichos.

Las primeras tomas de posición en la infancia son con respecto a lo que se espera de nosotros y las podemos ver con algunos ejemplos. Un niño puede rechazar la comida, puede rechazar la regulación de los esfínteres, incluso no dejarse acariciar, y todo eso antes de la palabra. Las respuestas no son verbales, pero digamos que se pueden “leer”

Pero se espere lo que se espere por parte de los padres y se responda lo que se responda por parte del niño siempre habrá una inadecuación. Ningún niño llegará a colmar las expectativas de sus progenitores y es imposible también que los padres lleguen a cubrir todo lo que el niño espera de ellos. El bebé se encuentra pronto con lo irreductible de la falta. Consentir e ese imposible, imposible colmar al Otro, imposible ser colmado por el Otro. Decimos que la castración ha operado cuando eso queda incorporado en el psiquismo. Ni el Otro parental, ni el Otro del sexo, ni el Otro del amor, ni el Otro del trabajo, o del éxito colmará nunca

Freud proponía que un hecho fundamental venía inaugurar la serie de las pérdidas: el complejo de castración la visión de la diferencia de los órganos genitales. Y que provoca en principio tal rechazo que chicos y chicas se dan una versión negadora de la diferencia. Ambos saben desde muy pronto que esa zona proporciona placer, goce sexual. Si hay diferencia, hay diferencia de goce sexual. Si se tiene uno, no se tiene el otro. No hay goce transexual. Uno siempre se pierde O se goza al estilo femenino, o se goza al estilo masculino. Ninguno de los dos es completo, le falta el otro. La diferenciación sexuada es el origen de todas las diferencias.

Esa partición de la especie humana en dos, genera la primera identificación. “Soy hombre” “Soy mujer” Es imposible ser las dos cosas, «estoy castrado, estoy castrada”. Es la elección del sexo que sabemos será sintomática porque no hay relación sexual dirá Lacan. No hay en relación a la sexualidad el órgano que haría falta para que las cosas de la sexualidad marchasen. Eso no marcha perfecto para nadie.

Lacan afirma que no hay relación sexual, entendiéndose por relación, proporcionalidad, correspondencia y reciprocidad, en fin, toda una armonía. Hay relaciones sexuales más o menos satisfactorias. Es por eso que el amor puede venir a ese lugar vacío que deja la falta.

SEXUALIDADES

Extracto del artículo publicado por Manuel Fernández Blanco en “La voz de Galicia” / 4-4-2008

Max Moley, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, ha sido filmando poniendo en práctica sus fantasías sexuales de contenido sadomasoquista y escenografía nazi. Es sabido que su padre fue el fundador de “La unión de fascistas británicos y que Adolfo Hitler fue testigo en la boda de sus padres. No parece aventurado entender que su modo de goce tiene que ver con sus identificaciones inconscientes y con la interpretación del deseo de sus padres.

Mosley en público se distancia de la ideología nazi y critica los insultos racistas. No hay por qué dudar de la sinceridad de estas críticas. Tener fantasías perversas no implica necesariamente ser un perverso. Si a todo el mundo se le juzgara por sus fantasías sexuales, pocos saldrían indemnes. El modelo de Mosley es antiguo, clásico. Responde al esquema de “virtudes públicas, vicios privados” Por eso resulta atacable, porque sus ideales entran en conflicto con su modo de satisfacción sexual

Mucho menos clásica es la sexualidad de Thomas Beatie, el transexual embarazado. El no se ha hecho conocido por su actividad pública, sino por su posición sexual. Tomhas Beatie es un adelantado. Lleva a la práctica la aspiración más radical del sujeto hipermoderno: poder decidir y elegirlo todo, sin limitaciones. Por eso no entra en conflicto por haber hecho una reasignación de sexo y luego quedarse embarazado.

La aspiración de abolir cualquier determinismo, incluso el sexual, es una de las características del sujeto actual. Por so cada vez será más frecuente que el sexo sea una cuestión de elección y de circunstancias. Un sexo variable dependiendo de la preferencia del momento. El sujeto de la hipermodernidad pretende autodeterminarse al margen de cualquier criterio preestablecido.

El no es atacado por escándalo sexual, aunque el no aceptar ninguna norma, nosotros lo podamos calificar de escandaloso.

Manuel Fernandez Blanco Miembro de la ELP

DEL ACEPTAR CON TEMPLE

Ante la pregunta que se nos hizo sobre el modo de como podemos aceptar con temple lo que nos hace sufrir volvemos a Freud.

Freud en «El malestar en la cultura» formula el sufrimiento como originario, por eso, lo trata en términos de destino. Este cuerpo nuestro, cuerpo del padecimiento, se dirige hacia la destrucción,y no sólo por cuestiones biológicas. Freud considera, que hay algo en nosotros que nos arrastra, y lo llama pulsión de muerte. Lacan va a llamar a eso que nos arrastra real y termina por considerarlo ineliminable.

Por tanto cada sujeto debe encontrar los medios de contrarrestar esa determinación. Debe encontrar su manera de no dejarse arrastrar hacia lo peor; a esta “actitud” la denominé “temple”. En un lenguaje más técnico, Lacan llama a esto sinthoma. Esta “actitud” no es un estado de ánimo, no tiene que ver con la voluntad o con la conciencia. Es una construcción del psiquismo de cada uno y hunde sus raices en el inconsciente.

Uno de los fines de este blog es proporcionar, a quien quiera hacer el esfuerzo, unos conocimientos serios y fundados del aparato psíquico, para evitar caer en juicios facilones. Queremos abrir el pensamiento de los lectores, ponerlo a trabajar.

Me voy a permitir introducir aquí algo que acabo de leer en un comunicado de la Agencia EFE. Son las conclusiones publicadas sobre el curso “Aprendiendo a ser feliz” de la UNED en Pamplona: “La felicidad no sólo es posible sino que además puede aprenderse y para ello es importante tener sentido del humor y saber valorar lo importante de la vida” “Para ser feliz hay que pedir a la vida lo que la vida puede dar, porque a veces pedimos cosas excesivas” “Hay que dar trascendencia a la vida y valorar lo importante” “Lo importante puede ser por ejemplo un amanecer” “No hay mejor carta de presentación que una sonrisa” etc…!Qué una serie de eminentes profesores se reúnan para llegar a tan sesudas conclusiones¡

En definitiva, esa versión del hedonismo también promete una felicidad simplona. ¡Pero que muy simplona¡ Más allá de lo que se quiera promocionar; el paraíso está perdido. No es que falte o que pudiera estar, es que el paraíso es mítico, es decir, sólo pensable como perdido.

¿Cómo conseguir temple? Dicho de otra manera ¿Cómo conseguir construirse un Sínthoma?…Un psicoanálisis puede proporcionar temple a un sujeto, puesto que es un trabajo de asociaciones significantes que hunde sus raíces en el inconsciente. Dicho de otra manera, en el cuerpo.

Pero no es el único modo. Hay muchas producciones humanas con las que también se logra; por ejemplo el arte. Y de entre las artes vamos a elegir para ilustrarlo la escritura. Leamos un fragmento de Fernando Chivite: “Qué extraño desvarío, todo este loco asunto de la felicidad como presencia en todo tipo de mensajes. ¿No empieza a resultar un poco excesivo? Nos han metido en la cabeza el rollo de ser felices a toda costa y ahora no hay manera de sacarlo de ahí. Y ojo, porque puede llegar a convertirse en un problema grave, lo digo en serio(…) Desde un punto de vista más o menos científico, la felicidad se define como “el resultado de una actividad neuronal fluida en la que los factores internos y externos interactúan estimulando el sistema límbico” Como lo oyen…. Lo he sacado de wikipendia y aún estoy alucinando. Desde luego si algo podemos tener claro de la felicidad es que se ha convertido en la palabra estúpida por excelencia. Y en el fetiche de la simplonería psicológica más descomunal. (…) así pues les propongo una cosa: olvídenla. Sencillamente. Me refiero a la maldita felicidad, por supuesto. Bórrenla del disco duro. Háganse ese favor. Al cuerno con ella. Es una fifa. Bureo de ociosos. Puro vértigo. El verdadero trabajo es no volverse loco. Y no contribuir a que se vuelvan los demás. Eso si que merece la pena.”

Decir las cosas y decirlas bonito es otra de las maneras de afrontar el vacío con temple. pero no podemos convertir esto en una receta. Es trabajo de cada uno encontrar el modo, un trabajo personal e intrasferible.

Espero haber podido esclarecer un poco su pregunta. Pero aún más, que podamos seguir charlando.

ARTÍCULO

ARTÍCULO PUBLICADO EN «LA VANGUARDIA» sábado 19 de julio 08

¿La exhibición del cuerpo es sexismo o liberación sexual? ¿Quieres venir a mi coche y lo probamos? Esta es la invitación sexual, sin rodeos ni malentendidos que le dirige un joven desconocido a otra joven también desconocida, nada más entrar a la discoteca. Sexo mudo sin preliminares muy en sintonía con el estilo de una época en la que ellos y ellas se apuran por dar la talla, en un afán de competir consigo mismos en hazañas contables, como si se tratase de operarios laboriosos. Tantas salidas, tantas pilladas.

En esta tarea participan muchas de las propuestas de ocio estival que añaden fórmulas concurso cuya clave principal está en la exhibición del cuerpo. Se trata allí de dar a ver las marcas corporales (tatuajes, piercings) y sus formas eróticas (músculos, senos, culo) como tarjeta de presentación y mostrar, de paso, el capital que uno está dispuesto a invertir en la posterior competición sexual.

La idea es que ese cuerpo que exhiben es su principal activo para conseguir una relación sexual y que los preliminares, que incluyen los rituales de cortejo por la palabra, son prescindibles por improductivos. La novedad de esta fórmula es doble: por una parte suprime buena parte de los pretextos (baile, bebida, ligue) desvelando las intenciones de manera cruda, y por otra las chicas también participan activamente. Ellas no renuncian a elegir, por anticipado, a su partenaire.

Estas prácticas sexuales, que no todos comparten, no dejan de señalar las dificultades de una generación invitada a contabilizar y evaluar sus resultados con todo detalle, desde sus competencias profesionales, su polivalencia laboral y por supuesto sus habilidades sociales y sexuales. Del viejo lema «tu cuerpo es tuyo y haz lo que quieras» hemos llegado al imperativo «¡pon tu cuerpo a trabajar!». y por eso hace falta todo tipo de estímulos para mantener la productividad: camisetas mojadas, musculación, viagra y estimulantes sexuales, cirugía estética…

¿Sexismo o libertad sexual? Parece que mantener ese cuerpo en forma no es poca exigencia, sobre todo si la disciplina impuesta depende del espectáculo, la escena social en la que uno debe mostrarse. Cuando las luces se apagan y la música ya no suena, surge el tedio. ¿No será entonces la ocasión del amor como pasión que señala más bien lo que falta, la ausencia, y que requiere por tanto de las palabras para llenar el vacío? Habrá que esperar nuevos relatos de amor que den lugar a ese juego de malentendidos que siempre fue la relación sexual. Son precisos nuevos relatos de amor que den lugar a ese juego de malentendidos que es la relación sexual.

José Ramón Ubieto; Psicólogo clínico y psicoanalista, Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis

CURSO DE PSICOANÁLISIS

EL APARATO PSÍQUICO III

LA ESCISIÓN DEL APARATO PSÍQUICO

Hoy vamos a estudiar cómo Freud explica la escisión del aparato psíquico. Primero repasemos un poco: Llevamos dicho hasta ahora, que las percepciones primeras van a ser almacenadas en la memoria ordenadas en dos categorías: placenteras (buenas para mi), no-placenteras (malas para mi). Hemos visto también, cómo la primera vivencia de satisfacción queda fuera del registro significante; queda fuera de la palabra. Pero queda inscrita de otro modo, inscrita en forma de experiencia inefable e imposible de nombrar.

Esa experiencia inefable va a dejar en nuestro psiquismo una tendencia a repetir, una compulsión a la repetición. Buscamos repetir la experiencia de satisfacción, la buscamos como: la “Cosa” del mundo, y sólo nos encontramos con las cosas de este mundo. Freud define la repetición como fracasada e insuficiente. La satisfacción obtenida por la repetición no es equivalente a la satisfacción exigida. Siempre hay un déficit, y es ahí, donde Freud ve el factor que impulsa hacia adelante al ser humano. Este déficit es lo que nos impide satisfacernos con una situación estable, y también, lo que nos hace avanzar. Pero este impulso a avanzar tiene su otra cara. Es también una exigencia que va contra la adaptación; es la exigencia del retorno a una satisfacción primaria, y por tanto una exigencia de un goce excesivo.

Freud llamará a «eso» que buscamos el objeto perdido. Esta pérdida, como Uds. pueden ver, es una pérdida difícil de ser pensada. Debemos de ir rodeándola para ir captando lo que se juega en ella. Pues bien; está pérdida instaura un agujero, un agujero en el interior del psiquismo. El aparato psíquico se escinde en dos lugares, un lugar fuera del lenguaje, (lo inasimilable para el juicio) al que Freud llama el ello reprimido, y otro lugar sujeto al lenguaje. Es una escisión entre el ser y el tener. El tener se queda del lado del cuerpo: Tenemos un cuerpo, no somos un cuerpo. El ser se queda como falta-en-ser. No tenemos acceso al ser.

Esta configuración, es lo que Freud llamará represión originaria. No se trata de esa represión de la que escuchamos decir: “Estás reprimido, no te reprimas”. Esta represión de la que hablamos ahora es constitutiva y necesaria. Constitutiva porque constituye al sujeto como tal, como sujeto a una ley, a la ley de lo imposible. Y necesaria, porque en ese vacío creado, en esa falta, tiene que venir a colocarse el deseo. Si deseamos es porque nos falta algo. Se introduce la dimensión de lo simbólico. Lo simbólico regirá los intercambios sociales. Vamos a llamar deseo a lo que en nosotros tiene medida, y vamos a diferenciarlo de lo sin medida, de lo excesivo. A esto último lo vamos a llamar goce.

Deseo y goce son los dos modos básicos de relación con los objetos. Sean éstos personas o cosas. Tomemos como ejemplo la comida y el amor. Podemos tomar la comida con moderación y gusto. En este último caso, elegimos, esperamos, paladeamos. Pero también podemos atiborrarnos, sin esperar y sin medida. En el amor, podemos tomar al objeto de amor con ilusión y entusiasmo, pero, no como la única cosa del mundo. También podemos vivirlo con obsesión, dependencia, exigencia. Se puede aplicar esto, al trabajo, al dinero, a la sexualidad, etc.

Paradójicamente el exceso, el goce, también puede tomar la forma del demasiado poco. El discurso actual promociona el goce del exceso, del mucho, pero de rebote, se cuelan fenómenos que están del lado del demasiado poco. Pongamos por ejemplo la bulimia: occidente es una sociedad bulímica, y eso genera de rebote la anorexia. Es el mismo fenómeno que vemos en la falta de deseo presente en muchos niños y mayores, sin ganas de jugar o de aprender; aburridos, atiborrados de juguetes, o, de objetos de consumo.

AGRADECIMIENTOS Y RESPUESTAS

En primer lugar gracias a MARCO por su bienvenida. También quiero agradecer a TEMBLOR su interés al plantear preguntas que pueden interesar, no solamente a el, ya que son cuestiones que se hacen con frecuencia aquellos que van a iniciar el trabajo de un psicoanálisis.

Las primeras preguntas recibidas que plantea TEMBLOR son quizá demasiadas para contestarlas de una vez. Veamos un par de ellas “¿Qué podemos esperar del psicoanálisis para estar mejor?” “¿Es verdad que dura tanto?”

Los significantes con los que fuimos nombrados quedaron grabados en nuestro cuerpo y nos producen efectos. Las más de las veces están implícitos en nuestro hacer diario. Los escenificamos sin darnos cuenta. Otras veces los consideramos como nuestro carácter, nuestro “modo se ser” Pero siempre nos producen efectos, efectos de afecto, por Ej, el afecto de la angustia.

Podemos esperar poner esos significantes en palabras, esclarecerlos, aislarlos, y con ello tomar una cierta distancia. Pongamos un ejemplo un poco facilón pero que nos sirva para entendernos. Un chico presenta un gran sufrimiento, tiene ataques de ansiedad cuando los compañeros se marchan y se queda solo…..al ir describiendo su conducta se va perfilando cómo él siempre está haciendo bromas, que caen bien….pero con más tiempo se va perfilando también cómo tiene una compulsión a ello, no puede parar de hacer bromas… y cómo cuando le ofenden también utiliza la broma para responder…..Vemos que el significante que lo identifica y al que llamaremos S1, es: “Soy bromista” ….Podemos esperar de un análisis que deje de estar aplastado bajo ese significante y pueda llegar a nombrarse como “Soy bromista, pero algunas veces no estoy para bromas”…. Algo de lo que marcó nuestro ser, siempre va a quedar. Pero no olvidemos en el animal humano, el ser es falta-en-ser. Eso permitirá estar mejor sin duda alguna.

La duración es imprevisible. Hoy en la Asociación Mundial de Psicoanálisis se habla de ciclos. Cuando alguien se encuentra bien y no quiere continuar podríamos decir que ha realizado un ciclo. Puede bastarle para toda la vida, o no. No es lo mismo para alguien que trabaja de analista. En ese caso debe llevar su análisis hasta el final.

CURSO DE PSICOANÁLISIS

EL APARATO PSIQUICO II

LA EXPERIENCIA DE SATISFACCION
Y LA VIVENCIA DE DOLOR

Hoy vamos a hablar de la experiencia de satisfacción y la vivencia del dolor en el bebé. En el bebé que fuimos cada uno de nosotros.

El aparato psíquico tiene dos fuentes de excitación. Una, el propio cuerpo y otra el mundo exterior. El propio cuerpo genera excitación. Una excitación, que coloca al bebé en estado de necesidad. Vamos a tomar el hambre como ejemplo.

El exterior también produce excitación, los ruidos, las luces, el frío, el calor, las manipulaciones de los cuidadores etc. En principio, el bebé no puede huir de ninguna de ellas. Solo tiene a su alcance el lloro como modo de descarga. No llora para llamar; llora como descarga. Para descargar la excitación necesita de un mayor, necesita lo que Freud llama Un poder auxiliador al que vamos a llamar Otro materno social. Un Otro que lo maternice

Ese Otro, decide escuchar el grito del niño como un llamado, y responde a él proporcionándole alimento, al mismo tiempo que le habla, le besa, le toca. Esto produce una descarga de la excitación, que proporciona una vivencia de satisfacción única, pues llega, sin haber sido pedida ni esperada. Es una satisfacción irrepetible, puesto que no había expectativa, puesto que no ha habido tiempo de espera. Una satisfacción, cuyo recuerdo nos va a acompañar toda la vida y que vamos a intentar reproducir constantemente. Lacan va a nombrarla como Una vivencia de goce, la cual marca una huella; una huella de memoria. El sujeto ya no es el mismo, ya hay algo en su memoria, tiene un saber que antes no tenía.

Cuando el estado de necesidad vuelve a aparecer, La huella de memoria se reactiva, la imagen-recuerdo es alcanzada, produciendo el mismo efecto que la percepción, es decir, se produce una alucinación, pero esto no calma la excitación. Al no haber descarga, se produce Una vivencia de dolor, que hará que el niño comience a buscar en la realidad, a ese Otro, que sí pueda proporcionarle los medios para la descarga. Pero ya no es como la primera vez. La satisfacción ahora, conlleva un menos; conlleva una falta que nos acompañará siempre, un vacío. Vacío existencial, lo llaman algunos. Lacan lo nombra como Falta en ser

Esta falta nos va a acompañar toda nuestra vida y también el empeño en obturarla. El modo alucinatorio de satisfacción se repite de diversos modos. En la actualidad podemos ver, como los objetos que el mercado nos propone, tienen esa finalidad. El mercado ofrece opciones continuas para que no se instale ninguna falta. Pero también podemos ver, cómo la otra cara de ese hedonismo compulsivo, que empuja el placer siempre a más, se convierte en depresión generalizada. El sujeto busca compulsivamente el goce, y en el punto en que la fiesta perpetua se detiene, experimenta lo que se llama depresión. La fiesta perpetua es insostenible, incluso en el caso de las adicciones. Adicciones a cualquier tipo de objeto: comida, compras, bebida, drogas. También la adicción a triunfos, trabajo, dinero, poder, etc. Estas ansias generalizadas, esta ansiedad, es en verdad, el empeño de alcanzar esa vivencia de satisfacción perdida para siempre. Cada sujeto está confrontado a decidir si se deja arrastrar por ese modo de “gozar”

El psicoanálisis propone su respuesta: se trata de no intentar deshacerse, ni de la pérdida, ni del dolor, ni del vacío, sino de aceptarlos con temple; de convivir con la falta. Un psicoanálisis se propone para asegurar el camino, que incluya y tolere, un vacío imposible de soslayar.

Esperamos vuestros comentarios y preguntas.

Bibliografía:

-“Proyecto de psicología para neurólogos” Sigmund Freud, Amorrortu Ediciones, libro I, Argentina 1982

-“La modernidad líquida” Bauman, Editorial Gedisa, Barcelona 2005