INSOMNIO de Fernando Chivite*

La literatura, como el cine, nos permite estudiar la posición subjetiva de sus personajes. Vamos a tomar el personaje protagonista de «Insomnio» para repasar algunos de los conceptos freudianos que venimos estudiando.

En el caso de «Insomnio» el protagonista nos muestra, cómo construirse un modo de estar en el mundo, muy al estilo de nuestro tiempo. Se trata, de la constitución de la subjetividad en el tiempo presente. Un tiempo, en que la figura del padre como punto de referencia, ha perdido prestancia y ha dejado de servir como elemento regulador ante la fuerza de los dichos matemos, ante la fuerza de lalengua madre.

El escenario humano, con el que cada uno se encuentra en su venida al mundo- al menos hasta ahora-se compone de tres personajes, que van cumplir tres funciones claves. El Otro paterno, el Otro materno– en su versiones protectora o justiciera- y la fratría; los otros especulares.

«Todos hemos sido abismados«, nos dice el narrador. Y estamos de acuerdo. El sujeto abismado, en su indefensión primaria, queda irremediablemente a merced, no sólo de la necesidad, sino también a merced de su goce pulsional. Necesita alguien que haga función de N-d-P, función de regulación que le ayude a «desabismarse»

En este caso, el padre, es apenas esbozado. Unas pocas pinceladas; la botella en la mano. Sin sufrimiento, pero también sin palabras. No parece constituir para el hijo una figura a la que amarrarse –identificarse– ni como modelo de hombre, ni como modelo de padre. Ni una palabra más sobre él en el resto del libro.

A falta de un padre que funcione como N-d-P, a nuestro personaje, le queda la fratría, el hermanamiento, los otros. ¿Para salvarse de qué? El nos lo dice: «Cuando hablamos de salvación ¿De qué hablamos? ¿De no caer en la estupidez? ¿De no caer en la ambición? ¿De no caer en la locura? Diversas maneras de llamar a la pulsión desamarrada. La madre nos dibuja con sus frases lo que el padre, como hombre, fue para ella; algo a liquidar. Al mismo tiempo, con sus palabras, sitúa al hijo en la serie de los incapaces; incapaz de entender a su madre como mujer. «No lo entiendes. He recuperado mis sueños. No quieres entenderlo”. O sencillamente;”eres incapaz de entenderlo»

Esta madre de la fiesta perpetua, perfecta representante del discurso hedonista moderno, más que difícil de entender, parece difícil de contener, difícil de limitar. Es una Otro materno que arrasa. Podemos suponer que lo hizo siempre. Y la defensa que ese hijo se forjó para poder tomar su distancia, fue no escucharla. Aunque para ello tuviera que volverse algo autista. Sólo con los años pudo desarrollar otra estrategia mejor, otra defensa mejor; mirarla como a una desconocida: » Vuelvo a mirar a mi madre, y siento que la desconozco. Y eso me entristece. Aunque sólo sea hasta cierto punto»

Tenemos, pues, un protagonista con aroma de orfandad. Un protagonista al cual le tocó, como a muchos, construirse solo. Y lo hizo mirando y escuchando a sus iguales, las historias de sus iguales; los otros especulares: «Estamos rodeados de historias (…) Y sin embargo siempre queremos escuchar más (…) nos traen noticias de ese loco mundo en que vivimos (…) nos ayudan a vislumbrar lo que se avecina. Y lo que podría llegar a ocurrirnos en cualquier momento. La locura, el abandono, la enfermedad, la muerte» No es una novela con grandes personajes, ni con grandes gestas. Es la historia de un sujeto de hoy, rodeado de sujetos de hoy. Un sujeto, con su novela personal de neurótico -como creemos que hubiera dicho Freud- o con su psicosis ordinaria -como diríamos leyendo al último Lacan-

El observa, reflexiona, y escribe. Los otros, a modo de yoes especulares, le sirvieron de punto de apoyo, de modelos de identificación para movilizar y ordenar toda su estructura mental, todo su psiquismo: «Lo que siempre me ha sorprendido en realidad es el modo en que la gente sobrelleva sus vidas. Esa aparente entereza con la que lo aguantan todo y unen, un día con otro, descorriendo una cortina cada mañana, abriendo el grifo del baño (…) Esa inexplicable tenacidad por seguir adelante, pase lo que pase.

Él también sigue adelante. Logró convertir su tendencia al autismo en un estado de tristeza. Un motor para escribir: «Naturalmente nos servimos de una cierta tristeza. Tendemos a esa tristeza como a un cierto lugar espiritual: una de esas zonas en las que por decirlo así, acontece el espíritu y cualquier hallazgo puede ocurrir (…) Oteiza en una de sus últimas entrevistas dijo que habitaba la tristeza, y que la tristeza era más bien una especie de conquista, un lugar en el que le gustaba estar porque favorecía su creatividad»

Del objeto perdido le queda la nostalgia. La nostalgia incluye algo de la sombra del objeto. La nostalgia es un modo de «conservar» el objeto, de conservar la ilusión de que no se perdió del todo. «La nostalgia ¿es un dolor? (…) La palabra nostalgia se compone de dos raíces, que significan respectivamente «regreso» y «dolor» (…) En principio nostalgia era siempre nostalgia de la patria (…) Pero patria era el lugar donde se ubica la casa de los padres. El escenario de la infancia (…) El sabor y el color de las cosas vistas por primera vez (…) Cuando aún no había tiempo (…) Nostalgia por lo perdido; olores, lugares, tareas, palabras. La patria al final es lo perdido»

No se nos presenta como un gran triunfador, es más bien un superviviente. Encontró en su pareja una buena amiga. Encontró su obra. Encontró un equilibrio: «Se llega a una edad en la que uno se dice; esto es lo que hay (…) esta especie de aceptación final, de tratado de paz que uno firma con la vida cuando comprende hasta donde es capaz de llegar (…) Por supuesto que al final siempre nos sentimos decepcionados, por digámoslo poco que da la vida de si. Pero ese no es el problema. Eso es sencillamente inevitable. Además la soledad no tiene porque ser tan terrible. (…) Los pesimistas somos felices…generamos la suficiente astucia como para acceder a la felicidad por el camino de atrás. Por el de la negación. Por el de la renuncia. Puede sonar paradójico, pero no es ninguna tontería.»

Pero ¿Qué podemos decir que le queda como resto de su autismo infantil? ¿Cuál es su síntoma? Podemos decir que es el temor a dormirse. Temor a que las cadenas significantes que ha logrado poner en marcha y ordenar en historias, se detengan. Que se detengan y pueda volver a encontrarse con aquello de su primera infancia, aquello alucinatorio y paralizante.

*INSOMNIO, Fernando Luis Chivite, Ed.: Acantilado 2007

LA HIPERACTIVIDAD INFANTIL

Respuesta a la pregunta sobre la hiperactividad infantil

Vamos a partir de la pulsión para hablar de la hiperactividad. Sabemos que la excitación proviene del propio cuerpo que la genera -endógena- y del mundo exterior a través de los sentidos -exógena-

Sabemos que el estancamiento de excitación -libido pulsional- como la llama Freud, produce displacer. Por tanto, sabemos que al ser viviente no le queda más remedio que buscar modos de reducir ese estancamiento.

También sabemos, que hay diversos modos de hacerlo. Unos más eficaces que otros. El movimiento y el lloro del bebé es un modo poco eficaz, pues además de “descargar” poca cantidad, impide aprender otras maneras mejores.

Explicamos que, concentrar el modo de descarga en las zonas erógenas- boca, ano, mirada, voz, genitales- es un modo de engancharla -ligarla-. Es engancharla al mismo tiempo al lenguaje, puesto que responde a una demanda del “Otro auxiliador”. Demanda de “come, caga, mira, escucha…….me”. Dicho simplificadamente, es una demanda de “aprende” Es decir, responde a un deseo que “no es anónimo”. Es un deseo del Otro para él. Ese deseo causa, pone en marcha el deseo del niño.

Ese deseo del Otro, inicia las cadenas significantes:”sgt1….sgt2…sgte3…”.que constituyen nuestro sistema de “representaciones mentales”…”come,….tranquilo,… no tragues,… que no te lo va a quitar nadie,….mira que rico está esto,….haz un esfuerzo y mastica,…..no te manches,…ten más cuidado,…etc.” Los cuerpos se van regulando al compás del deseo del Otro y de sus demandas…Al compás de la introducción de la prohibición-autorización que hemos llamado Nombre del Padre, con Lacan; con Freud, operación de castración.

Es cierto, que todo esto, lo escuchamos nombrado de otro modo. Se lo nombra como poner límites o enseñarles a tener capacidad de frustración. Pero si nosotros elegimos la terminología freudiana y lacaniana no es por que sí. Es para señalar, que no es algo que va del lado de la buena voluntad, sino que es algo que compromete al Otro auxiliador materno y paterno en su propio ser, en su propia relación con la palabra y la ley. Es algo que tiene que ver con su propio inconsciente.

En el cuerpo del niño hiperactivo, en el que la excitación pulsional no está ordenada, el “come,…caga,…escucha,…mira…..me”, quedó trabado en algún momento y no ha dado paso al “aprende”. No sabemos qué, pero algo pasó durante ese proceso y no se pudo, no se supo, hacer de la buena manera.

Por muchos Centros de Psiquiatría Infantil que se creen, si el tratamiento es únicamente farmacológico, poco se va a arreglar. Tampoco se va a arreglar con técnicas cognitivistas que apelan a la voluntad y a las “tareas” La fuerza del inconsciente es siempre más fuerte y nos lleva a repetir el mismo esquema de comportamiento, muchas veces, a nuestro pesar.

El efecto inhibidor de la sustancia farmacológica impide a los sujetos hacerse cargo de sus actos y preguntarse la causa, tanto a los niños como a los padres. No se trata de llevar a la culpa, pero sí a la responsabilidad. A formularse la pregunta de “¿Qué tengo yo que ver con las cosas que me pasan?”

CUERPOS Y CASTIGOS*

Extracto de la conferencia impartida por Ebe Ticio el viernes 24 de octubre 2008.en la Universidad de Deusto

Todo tipo de sociedad tiene alguna forma disciplinaria para regular los cuerpos. En la nuestra de hoy, la regulación de los cuerpos se maneja por medios distintos, pero tan brutales, como la lógica del palo. Aparece en los anuncios; el cuerpo del gimnasio, el cuerpo de las dietas, el cuerpo de la moda, el cuerpo del bisturí, el cuerpo de la medicación.

La primera pregunta que podemos hacernos es ¿Qué es el cuerpo? Hay que decir que no es el organismo. Hay que decir que el cuerpo, es una construcción de la subjetividad. El cuerpo, desde esa perspectiva, es un lugar de marcas. Desde las propias y subjetivas, que conmemoran las satisfacciones de un sujeto, hasta las sociales y culturales.

Las operaciones disciplinares sobre el cuerpo varía con cada cultura. Pero son correctoras. Desde “la letra con sangre entra” hasta “Quien bien te quiere te hará sufrir” existe una idea de que el castigo, la marca, puede servir como elemento regulador de las satisfacciones. Estas operaciones, tenían además, una función ejemplificadora. No es que los maestros y los padres fuesen seres monstruosos, sino que había una legalidad que sostenía estas cuestiones. Había una autoridad que se reconocía. Kant decía que la disciplina elimina la animalidad. No pensamos que eso sea el ideal, sólamente que hay que revisarlo.

Hoy, los profesores se quejan de que los castigos no producen efectos, o que incluso empeoran la situación. ¿Por qué? ¿Por qué se habla cada vez más de niños violentos, o de niños hiperactivos? El niño debe de estar quieto para poder aprender. Decir trastorno de hiperactividad con déficit de atención es una tautología. Se necesita tranquilidad para prestar atención.

El aprendizaje, en sí, es un elemento regulador. Leer lo es. Los signos de puntuación son elementos reguladores de la excitación pulsional.

Se han producido abusos, brutalidades sin duda. Pero ahora, hay que preguntarse qué relación hay entre la crisis del capitalismo y las problemáticas que tenemos en la escuela hoy.

Los economistas nos dicen “Estamos muy impactados porque, hasta ahora, creíamos que los mercados se autorregulaban solos” Esto es lo mismo que creía el constructivismo respecto del niño. Hemos pasado años aplicando esa creencia, tanto a los niños como al mercado. Pero se ha demostrado, que la pulsión no se autorregula, que el mercado no se autorregula. Ha primado la idea de que el niño se autorregula, de que es suficiente darle ciertos elementos, para que él mismo vaya procesándolos.

Esta situación ha conllevado la caída de todas las figuras de autoridad. Hoy todas están tocadas; maestros, médicos, etc. Es la caída de las figuras del Sujeto Supuesto Saber y de la autoridad que se les concedía. Porque la autoridad se otorga. En la actualidad, hay un detrimento del saber y un florecimiento de la opinión, del “A mi me parece” Hay una depreciación de la función del adulto.

Y no se trata de ponernos nostálgicos. No hay ningún lugar al que regresar. Pero si debemos pensar, ya que el niño está desprotegido. El adulto lo deja solo ante la voracidad del mercado que exalta las apetencias. Lo deja solo con sus pulsiones.

El niño necesita ser regulado, necesita de una autoridad que sea un instrumento de regulación y que sea flexible y firme al mismo tiempo. Los niños son sensibles al interés hacia ellos. Por eso la autoridad no se exige. La autoridad se gana.

Las lógicas neoliberales, se han instalado de una manera tan fuerte, que ya no es cosa de izquierdas o derechas. Luego, cuando la cuota de excitación y aceleración desborda a estos niños, aparecen formas disciplinarias más brutales que el castigo físico, ya que anulan la dimensión de la subjetividad. La medicalización, por ejemplo, viene a ocupar el lugar de la impotencia de los adultos.

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo deberíamos construir una figura de adulto que se autorice a decir si, y a decir no? ¿Qué forma de autoridad se necesita? La tendencia es ir hacia atrás, pero esa no es la manera. Si fuéramos para atrás, sería más grande la piedra con la que tropezaríamos. Hay que hacer oposición a un retroceso.

¿Dónde está el deseo de enseñar? Estar causado, causa el interés. Estamos en momentos de cambio. Hay que aprovecharlo. Son cosas que tenemos que pensar. Tenemos todo un reto por delante.

*Ebe Ticio es psicoanalista, miembro de la ELP

LAS NUEVAS RELIGIONES

Al hilo del estudio que vamos haciendo del Aparato Psíquico freudiano, voy a tomar tres puntos del trabajo de Luis Alba ( publicado debajo) para contrastarlos con lo que llevamos dicho:

1) “Conseguir un idioma, a través del cual, pueda existir un entendimiento verdadero”

2) “Conocer los sustratos que elaboran nuestra conducta moral, nuestras emociones, nuestros sentimientos, y nuestra cognición, y estudiar el modo de recodificar nuestro cerebro”

3) “La puntualización de Rmachandra: “No podemos tener sensaciones subjetivas (qualias) sin nadie que las experimente y no podemos tener un self (yo) totalmente vacío de experiencias sensoriales

Es decir, no puede haber un yo anterior a las experiencias sensoriales. El yo se va construyendo, a la par de las experiencias sensoriales. Se va construyendo a la par, que esas experiencias sensoriales, van quedando clasificadas.

Hay impresiones psíquicas, en una época, en la que el lactante, no hace aún la distinción entre su yo y el mundo exterior. Las primera distincion que el bebé va haciendo, es significar lo placentero como yo y lo displacentero, como no-yo.Dijimos anteriormente: “placentero; bueno para mi” (…) “displacentero; malo para mi» El acumulo de excitación, es la experiencia sensorial vivida como displacentera. La descarga de excitación, vivida como placentera.

En un estado primitivo del aparato psíquico, el desear, lleva al alucinar, es decir, a investir la huella de memoria que dejó la percepción del objeto de satisfacción. Ese al que hemos venido llamando el “Otro auxiliador del que se depende”. Pero para que la investidura alucinatoria tuviera el mismo valor, que la percepción en la realidad, debería ser mantenida permanentemente; con la consiguiente muerte del infante.

Por tanto, el “apremio de la vida”, debe de inhibir la investidura alucinatoria y desviarla hacia la búsqueda del objeto en la realidad. A ese “apremio de la vida” lo vamos a llamar YO.

La infancia no es, según Freud, un paraíso de color de rosa. Es un tiempo de trabajo. La pulsión provoca tensión y exige una satisfacción. El niño tiene que inventar permanentemente significaciones que lo consuelen de su dependencia de ese Otro que lo preexiste. Debe resignificar el mundo que lo rodea permanentemente para calmar la angustia de una falta radical.

Borrar la existencia de esa falta, es un intento repetido de mil modos. Un intento, de “conseguir un idioma, a través del cual, pueda existir un entendimiento real y verdadero” Lo cual, ha llevado a la humanidad, a inventar trucos de índole diversa.

Los sabios musulmanes piensan que el Corán es anterior a la creación. Literalmente escrito en el cielo. Más cerca, nuestra Biblia, recopila alegorías que se consideran dictadas por un espíritu. Claro que eso no nos libra, de que tanto el uno como la otra, tengan que ser interpretados, y de que, por mucha pompa y boato del que se invistan, los interpretadores, solo son gente de a pie. Lo cual quiere decir, que sólo pueden interpretar, desde sus significaciones propias. Pero si las religiones llevan milenios dándonos sus significaciones, siempre ha quedado un resquicio, para las significaciones personales de cada uno.

Esto que se nos avecina, con la nueva religión del neurocognitivismo, parece mucho peor. ¿Quién será el “sumo sacerdote” que se arrogará el derecho de decidir cómo recodificar nuestro cerebro? ¿Qué emociones, qué moral, qué sentimientos se le ocurrirá implantarnos? Es evidente, que sólo puede hacerlo desde sus propias representaciones, es decir, las del Poder.

Confiemos en la solidez de las enseñanzas freudianas. Confiemos en eso irreductible, que Lacan llamó: “No hay relación sexual”. No hay manera de que nada nos colme. Hay algo en nuestro ser, que no se deja recodificar.

LA NEUROCULTURA

Creemos, que el presente trabajo, puede ser interesante para ubicarnos en el estado del movimiento actual de las corrientes de pensamiento, que invaden y afectan, al conjunto sociocultural.

Luis Alba hace un recorrido por el neurocognitivismo actual y nos dice, que una de las operaciones conceptuales de la neurociencia cognitiva, es la redefinición de todas las nociones psicológicas, filosóficas, o de la lengua común, para conseguir obtener un significado unívoco y mínimo, calcado sobre el funcionamiento nervioso o computacional…

Uno de los objetivos de la Neurocultura es proporcionar, dado que el cerebro es universal, una lengua y una ética universal. Una nueva forma de concebir la religión, el arte etc. Un idioma universal que reabsorba las diferencias. Es el intento de cómo conseguir un idioma “a través del cual pueda existir un entendimiento real y verdadero” (…) “y alcanzar una coherencia de percepciones y significados del mundo” (…) “para que al hablar, y nombrar las cosas, sepamos en su raíz, cual es el mensaje con todos sus matices”

En su trabajo, Luis Alba, hace un repaso por los equipos de neurocientíficos norteamericanos y europeos. Se detiene sobre todo, en Francisco Mora, catedrático de la Universidad Complutense. Citamos literalmente, algunas de sus propuestas:

“Criticar las ideas y concepciones de lo que entendemos por humano, y por relaciones humanas, y con ello, las leyes y reglas que las gobiernan(…) conseguir el conocimiento científico de cómo funciona nuestro cerebro y descifrar los códigos cerebrales de nuestra agresividad y violencia(…) conocer los sustratos que elaboran nuestra conducta moral, nuestras emociones, nuestros sentimientos y nuestra cognición, y estudiar si es posible y necesario, aplicar el modo de recodificar nuestro cerebro”.

Mora aspira, a producir una “teoría unificada” de la mente y el cuerpo, así como del sujeto y el mundo. Para ello, comienza refundiendo todo lo que conocemos hasta hoy como Humanidades, pasándolo a mecanismos cerebrales. Además parte, de que en la neurofisiología cognitiva, se da por resuelto el dualismo cartesiano. Tanto la conciencia, como en yo o el self, y el libre albedrío, son considerados por Mora, como distintos niveles de la actividad funcional de las redes neuronales.

Los neurocognitivistas, al creer resuelto el problema cartesiano, lo único que consiguen, es reencontrárselo una y otra vez. Un autor como Ramachandra puntualiza: “No podemos tener sensaciones subjetivas (qualias) sin nadie que las experimente. No podemos tener un self o un “yo” totalmente vacío de experiencias sensoriales”

Para Luis Alba, en las neurociencias, es particularmente problemática la capacidad de reflexión. La conciencia que el sí mismo, tiene de sí mismo. Y que no presentan ninguna solución aceptable sobre este problema. Algunos de ellos, proponen, la existencia de “metarrepresentaciones” lo cual llevaría, a una regresión infinita -un yo dentro de otro yo… Pero, de esta manera, llegaríamos inevitablemente, a tener que plantearnos la cuestión de Dios. Otros proponen “una regresión finita, que tocaría fondo cuando se llegara a seres tan estúpidos, que pudieran ser sustituidos por una máquina”.

Nada queda sin revisar por el neurocognitivismo, dice el profesor Mora. Su definición de neuroética no tiene desperdicio: “el examen de cómo queremos manejar los temas sociales de la enfermedad, la normalidad, la moralidad, los estilos de vida y la filosofía de la vida (serán) acordes a nuestro conocimiento de cómo funciona el cerebro, y con ello, podremos definir, apropiadamente, lo que significa el ser humano, y debemos, interaccionar socialmente.” El neurocognitivismo, trata de desarrollar una crítica de las creencias, de las ideologías y de las normas morales, en función del desarrollo de la ciencia, para llegar a reglas de conducta justificadas objetivamente.

El aspecto ético, al que más se dedica el profesor Mora, es “la conducta altruista” y la explica diciendo que responde al viejo principio de “supervivencia evolutiva” el “hoy por ti mañana por mi” De esta manera, queda eliminada la idea de que nuestra moral está basada en Dios nuestra moral, pero a cambio, impone un Realismo Moral.

Las neurociencias pretenden aplicarse a todo lo que hasta ahora, se ha llamado Humanidades. En Derecho, por ejemplo: “Habrá que redefinir lo que debemos entender por normal basándonos, no en la conducta, sino en parámetros, cuantificables y objetivos del funcionamiento del cerebro” Como Uds. podrán percibir, el debate sobre la responsabilidad queda zanjado. El concepto de libre albedrío desaparece. Pero, si no hay libertad ¿Qué hay de la responsabilidad?

La Teoría de los Valores también será reformulada. Se diseñarán investigaciones para determinar, en que zonas está representado en el cerebro el mayor valor que se asigna a una cosa frente a otra. Nos anuncian que las interacciones sociales, en especial las económicas, están basadas en la confianza. Y que contamos con la oxitocina, que activa los circuitos neuronales, para activar los circuitos de la confianza. (Hoy nos preguntamos si podrán fabricar cantidad suficiente)

Luis Alba señala, como a pesar del triunfalismo, algunos autores como S. Dehaene- nada sospechoso de anticognitivista, por cierto- no puede dejar de reconocer que “La psicología cognitiva se afirma como una parte integrante de las ciencias de la vida, que explota todos los métodos de la biología, desde la genética hasta la imaginería cerebral; pero una ciencia de la vida mental, que intenta enunciar algunas leyes generales del pensamiento, y ejercer un dominio sobre algo tan íntimo y subjetivo, s e pondría pensar como inaccesible al método científico”

El profesor Mora es más atrevido que Dehaene al afirmar que: “procesos que podríamos llamar leyes, son claramente definitorios del funcionamiento cerebral humano”

*Extracto del trabajo presentado en los “Encuentros con lo social” en Bilbao. Mayo 2008, por Luis Alba, psicoanalista en Bilbao, Miembro de a ELP

LAS NUEVAS RELIGIONES

Al hilo del estudio que vamos haciendo del Aparato Psíquico freudiano, voy a tomar tres puntos del trabajo de Luis Alba ( publicado debajo) para contrastarlos con lo que llevamos dicho:

1) “Conseguir un idioma, a través del cual, pueda existir un entendimiento verdadero”

2) “Conocer los sustratos que elaboran nuestra conducta moral, nuestras emociones, nuestros sentimientos, y nuestra cognición, y estudiar el modo de recodificar nuestro cerebro”

3) “La puntualización de Rmachandra: “No podemos tener sensaciones subjetivas (qualias) sin nadie que las experimente y no podemos tener un self (yo) totalmente vacío de experiencias sensoriales”

Es decir, no puede haber un yo anterior a las experiencias sensoriales. El yo se va construyendo, a la par de las experiencias sensoriales. Se va construyendo a la par, que esas experiencias sensoriales, van quedando clasificadas.

Hay impresiones psíquicas, en una época, en la que el lactante, no hace aún la distinción entre su yo y el mundo exterior. Las primera distincion que el bebé va haciendo, es significar lo placentero como yo y lo displacentero, como no-yo.Dijimos anteriormente: “placentero; bueno para mi” (…) “displacentero; malo para mi» El acumulo de excitación, es la experiencia sensorial vivida como displacentera. La descarga de excitación, vivida como placentera.

En un estado primitivo del aparato psíquico, el desear, lleva al alucinar, es decir, a investir la huella de memoria que dejó la percepción del objeto de satisfacción. Ese al que hemos venido llamando el “Otro auxiliador del que se depende”. Pero para que la investidura alucinatoria tuviera el mismo valor, que la percepción en la realidad, debería ser mantenida permanentemente; con la consiguiente muerte del infante.

Por tanto, el “apremio de la vida”, debe de inhibir la investidura alucinatoria y desviarla hacia la búsqueda del objeto en la realidad. A ese “apremio de la vida” lo vamos a llamar YO.

La infancia no es, según Freud, un paraíso de color de rosa. Es un tiempo de trabajo. La pulsión provoca tensión y exige una satisfacción. El niño tiene que inventar permanentemente significaciones que lo consuelen de su dependencia de ese Otro que lo preexiste. Debe resignificar el mundo que lo rodea permanentemente para calmar la angustia de una falta radical.

Borrar la existencia de esa falta, es un intento repetido de mil modos. Un intento, de “conseguir un idioma, a través del cual, pueda existir un entendimiento real y verdadero” Lo cual, ha llevado a la humanidad, a inventar trucos de índole diversa.

Los sabios musulmanes piensan que el Corán es anterior a la creación. Literalmente escrito en el cielo. Más cerca, nuestra Biblia, recopila alegorías que se consideran dictadas por un espíritu. Claro que eso no nos libra, de que tanto el uno como la otra, tengan que ser interpretados, y de que, por mucha pompa y boato del que se invistan, los interpretadores, solo son gente de a pie. Lo cual quiere decir, que sólo pueden interpretar, desde sus significaciones propias. Pero si las religiones llevan milenios dándonos sus significaciones, siempre ha quedado un resquicio, para las significaciones personales de cada uno.

Esto que se nos avecina, con la nueva religión del neurocognitivismo, parece mucho peor. ¿Quién será el “sumo sacerdote” que se arrogará el derecho de decidir cómo recodificar nuestro cerebro? ¿Qué emociones, qué moral, qué sentimientos se le ocurrirá implantarnos? Es evidente, que sólo puede hacerlo desde sus propias representaciones, es decir, las del Poder.

Confiemos en la solidez de las enseñanzas freudianas. Confiemos en eso irreductible, que Lacan llamó: “No hay relación sexual”. No hay manera de que nada nos colme. Hay algo en nuestro ser, que no se deja recodificar.

CONTESTACÓN A UN LECTOR

“EL CLUB DE LA LUCHA” DE DAVID FICHER 1999

La película de Ficher se podría ver como la escenificación de una metáfora delirante, en la que se dan los elementos clásicos de la falta de la metáfora paterna. El Edipo no ha operado. La ley de prohibición no ha operado, por tanto, la película escenifica la construcción de una metáfora delirante, con la idea de una destrucción del mundo y la creación de un mundo nuevo.

Encontré, sobre esta película, algunos comentarios psicoanalíticos del investigador literario Paul Kennett. Este nos dice, que el deseo de caos del protagonista, es el resultado de un “Complejo de Edipo” Nosotros vamos a defender la tesis, de que por el contrario, es precisamente, el resultado de que no se ha producido en el protagonista el “Complejo de Edipo” Vamos a resituar, desde Lacan, esta cuestión en relación con la locura (desde dentro)

¿Qué es el “Complejo de Edipo”? Es la manera, que encontró Freud, para trasmitirnos, con un mito, una ley. La Ley por excelencia. La que nos estructura como sujetos, sujetos al lenguaje. Esta ley, podría enunciarse en dos partes; a la madre “No reintegrarás tu producto” y al hijo, y a la hija “No colmarás a tu madre .Esto permite al niño y a la niña, salir al mundo, hacer lazo social y ser uno más entre los hombres o una más entre las mujeres

Lacan va a pasar del mito a la estructura y va a explicar esto desde la lógica. Va a llamar a la prohibición edípica metáfora paterna. La metáfora paterna es la operación que realiza en cada ser hablante un significante al que llama nombre del padre. Un significante que identifica al sujeto y le da su verdadero nombre.El resultado de esta operación es la introducción en el sujeto de las leyes del lenguaje. Es decir la metáfora y la metonimia.

Si la metáfora paterna funciona, el psiquismo del sujeto incluye lo que hemos denominado asumir la falta, asumir la castración y ser uno más entre los otros Pero ya hemos dicho que el padre, cada padre de familia, nunca está a la altura. También hemos dicho, que a veces más, a veces menos.

Pues bien, cuando la metáfora paterna no ha operado en absoluto, cuando no hay Edipo, cuando no hay prohibición edípica, el sujeto va a tener que construirse modos de sustitución que le ordenen el mundo de algún modo. La metáfora delirante puede ser uno de los modos.

En el caso de “El club de la lucha” podriamos ver una metáfora delirante clásica. Primero; la destrucción de su personalidad anterior. Segundo; construirse una realidad alucinatoria en la que tomar la posición de líder absoluto. Tercero; arrogarse una misión: la de cambiar la historia y, que ese cambio, dé cómo fruto una humanidad nueva.

Antes de la metáfora delirante, el protagonista, hace un intento de organizar su psiquismo apoyado en los grupos de autoayuda. Esa no es una manera delirante. Si bien está también en un lugar excepción; él no tiene cancer. No es una excepción en cuanto al sufrimiento. El también sufre. Eso le permite ser uno más, hacer lazo social, llorar con los otros. Y dormir.

Pero aparece el encuentro con el otro sexo; la chica. (Esto es también un clásico) Eso le perturba el equilibrio que había conseguido. Ella es un ojo que mira y que lo vuelve a dejar fuera de los otros. Tampoco puede acceder a la mujer como lazo. Vuelve a quedar perdido en el universo

Ahí se produce el desencadenamiento, el desencadenamiento de la locura. La sensación de irrealidad que nos había explicado al principio de la película…”Cuando no se duerme…” Y rápidamente, llega la alucinación.

La metáfora delirante es ya un intento de curación. No debemos olvidar eso. En este caso, es una nueva manera de estructurar su mundo. De reunificar su cuerpo. El cuerpo es primer lugar de “nuestro mundo” El hace un tratamiento del cuerpo por el dolor. Se hace un cuerpo en el dolor. Eso le evita las sensaciones de desmembramiento corporal. Lacan diría, que encuentra un modo de localización del goce. Y que elige entre lo malo y lo peor; lo malo.

Para bien del protagonista la misión no se realiza. O mejor, queda pospuesta. Esto le permite seguir viviendo e incluir a la chica en un nuevo lazo al otro. Pero no vamos a olvidar, que es una película -primero novela- es decir, una obra de arte. Una creación es una sublimación, de lo siniestro. El autor nos presenta de una manera, a mí entender, bella e impactante, lo siniestro. Hace un recorrido por los pasos de un delirio clásico. No sabemos si con premeditación o sin ella.

Mezcla además muy bien los rasgos de las dos personalidades del protagonista. De modo que no son el Dr. Yekil y Mr. Hide. No es el lado bueno y el lado malo. Es una progresión del trabajo, en el cual era necesario, no tener muchos escrúpulos, y también, por liberarse del consumismo que lo dominaba, pasa a querer destruir ese mundo. En principio busca nuestra simpatía. Que nos identifiquemos con ello. Luego el exceso llega a provocarnos el espanto.

Esta película también nos deja impactados. Nos convoca a no poder posicionarnos en el “Esto o eso”, Nos conduce al “Ni esto, ni eso” Lo cual nos invita a seguir inventando.

PULSIÓN PULSIONES

El cuerpo produce una excitación en principio inespecífica a la que Freud llama excitación endógena. El cuerpo, a través de los sentidos, recibe percepciones que lo excitan, y a esa, la llama excitación exógena.

En principio, la descarga de la una y de la otra, se intenta realizar a través de la motilidad, pero no es suficiente. Es necesario también un objeto al que hemos llamado Otro auxiliador, que proporcione comida y caricias, y que lo haga hablando, hablándole al bebé. Es todo ese conjunto de cosas lo que permite aminorar la excitación.

Tenemos, ya con esto, que para calmar la excitación es necesario el objeto comida que entra por la boca, el objeto voz que entra por el oído, el objeto mirada, que aparece enseguida y el objeto cuidados del cuerpo, centrados sobre todo en la zona anal y genital.

Esto va a producir, lo que Freud llama, la erotización de ciertas zonas del cuerpo, a las que llamará zonas erógenas (siendo más precisos, la mirada y la voz, las incluyó Lacan)

Este proceso de crianza permite pasar de una pulsión acéfala, desordenada, carne trémula, podríamos decir, permite pasar a una ordenación. Ahora, ya tenemos varias pulsiones localizadas en ciertas zonas del cuerpo. De una excitación desligada, que coloniza el cuerpo, pasamos a una excitación ligada, canalizada a través de zonas. Zonas de carga y descarga.

Además eso se hace a demanda del Otro: “come” “caga” “mira” “escucha” Es decir, es un proceso inmerso en el lenguaje. Imposible de llevarse a cabo sin lenguaje. El lenguaje absorbe o liga excitación.

Otro modo de decirlo es, que la pulsión pasa por el Otro auxiliador, el cual auxilia con el lenguaje. Lo llamaremos el Otro del lenguaje. Y así la pulsión se diversifica en: oral-anal- escópica- invocante.

Pero no toda la excitación pasa al lenguaje y se calmada con ello. Hace falta, también, el chupete o el dedo…, las heces, con el placer de retener o expulsar…, las nanas o la música…, las miradas…, y también el manoseo de la zona genital, del que enseguida se encarga el bebé mismo

Además, algo de esa inicial carne trémula queda siempre. Siempre queda algo desamarrado en el cuerpo. Todo esto si las cosas van de la buena manera. Que nunca van del todo. Si todo va de la buena manera, los caminos de aminorar la tensión o de satisfacer la pulsión son variados, diversos. Sustituibles unos por otros. Simultáneos a veces. Podríamos decir, que lo más conveniente para el sujeto es, que todos los caminos funcionen, convenientemente, para un menor sufrimiento. A todo esto es a lo que Freud llamaba lo sexual. Algo mucho más amplio que la genitalidad.

Represión y sublimación son dos modos de llamar a dos caminos de “descarga”. La represión -secundaria-, es un cierto modo de ligar la excitación al lenguaje. Un modo un tanto “atascador” podríamos decir. Se tiene que ayudar pues, con síntomas corporales metafóricos para descargar. Pero no todos los fenómenos de cuerpo son de esta índole.

La sublimación es otro modo de descarga, que tiene más que ver con el arte, con la creación, o con el deseo de saber. No todo lo socialmente aceptado es sublimación. Cuando un sujeto usa predominantemente un modo de descargar Freud lo llamaba fijación, Lacan lo nombra como modo de goce.

Este hecho, es siempre problemático, pues el placer de la descarga hace un viraje al displacer. Tenemos como ejemplo, la bulimia, como fijación de goce oral. La acumulación como fijación de goce anal, o la masturbación compulsiva.

Es decir, ya se trate de un bebé o un adulto, cuando hay displacer en el cuerpo podemos pensar, que alguna fijación de goce debe de haber en ese momento. Que la “plasticidad” apropiada para que funcionen las sustituciones está teniendo dificultades. Sin olvidar que la apropiada, apropiada no existe. Que cada sujeto está siempre buscando nuevas maneras y ensayando nuevos modos. Esa es una tarea para toda la vida.

RESPUESTA A LA PREGUNTA DE UN LECTOR

“EL CLUB DE LA LUCHA” DE DAVID FICHER 1999

La película de Ficher se podría ver como la escenificación de una metáfora delirante, en la que se dan los elementos clásicos de la falta de la metáfora paterna. El Edipo no ha operado. La ley de prohibición no ha operado, por tanto, la película escenifica la construcción de una metáfora delirante, con la idea de una destrucción del mundo y la creación de un mundo nuevo.

Encontré, sobre esta película, algunos comentarios psicoanalíticos del investigador literario Paul Kennett. Este nos dice, que el deseo de caos del protagonista, es el resultado de un “Complejo de Edipo” Nosotros vamos a defender la tesis, de que por el contrario, es precisamente, el resultado de que no se ha producido en el protagonista el “Complejo de Edipo”Vamos a resituar, desde Lacan, esta cuestión en relación con la locura (desde dentro)

¿Qué es el “Complejo de Edipo”? Es la manera, que encontró Freud, para trasmitirnos, con un mito, una ley. La ley por excelencia. La que nos estructura como sujetos, sujetos al lenguaje. Esta ley, podría enunciarse en dos partes; a la madre “No reintegrarás tu producto” y al hijo, y a la hija “No colmarás a tu madre .Esto permite al niño y a la niña, salir al mundo, hacer lazo social y ser uno más entre los hombres o una más entre las mujeres.

Lacan va a pasar del mito a la estructura y va a explicar esto desde la lógica. Va a llamar a la prohibición edípica metáfora paterna. La metáfora paterna es la operación que realiza en cada ser hablante un significante al que llama nombre del padre. Un significante que identifica al sujeto y le da su verdadero nombre. El resultado de esta operación es la introducción en el sujeto de las leyes del lenguaje. Es decir, la metáfora y la metonimia

Si la metáfora paterna funciona, el psiquismo del sujeto incluye lo que hemos denominado asumir la falta, asumir la castración y ser uno más entre los otros Pero ya hemos dicho que el padre, cada padre de familia, nunca está a la altura. También hemos dicho, que a veces más, a veces menos.

Pues bien, cuando la metáfora paterna no ha operado en absoluto, cuando no hay Edipo, cuando no hay prohibición edípica, el sujeto va a tener que construirse modos de sustitución que le ordenen el mundo de algún modo. La metáfora delirante puede ser uno de los modos.

En el caso de “El club de la lucha” podriamos ver una metáfora delirante clásica. Primero; la destrucción de su personalidad anterior. Segundo; construirse una realidad alucinatoria en la que tomar la posición de líder absoluto. Tercero; arrogarse una misión: la de cambiar la historia y, que ese cambio, dé cómo fruto una humanidad nueva.

Antes de la metáfora delirante, el protagonista, hace un intento de organizar su psiquismo apoyado en los grupos de autoayuda. Esa no es una manera delirante. Si bien está también en un lugar excepción; él no tiene cancer. No es una excepción en cuanto al sufrimiento. El también sufre. Eso le permite ser uno más, hacer lazo social, llorar con los otros. Y dormir.

Pero aparece el encuentro con el otro sexo; la chica. (Esto es también un clásico) Eso le perturba el equilibrio que había conseguido. Ella es un ojo que mira y que lo vuelve a dejar fuera de los otros. Tampoco puede acceder a la mujer como lazo. Vuelve a quedar perdido en el universo

Ahí se produce el desencadenamiento, el desencadenamiento de la locura. La sensación de irrealidad que nos había explicado al principio de la película…”Cuando no se duerme…” Y rápidamente, llega la alucinación.

La metáfora delirante es ya un intento de curación. No debemos olvidar eso. En este caso, es una nueva manera de estructurar su mundo. De reunificar su cuerpo. El cuerpo es primer lugar de “nuestro mundo” El hace un tratamiento del cuerpo por el dolor. Se hace un cuerpo en el dolor. Eso le evita las sensaciones de desmembramiento corporal. Lacan diría, que encuentra un modo de localización del goce. Y que elige entre lo malo y lo peor; lo malo.

Para bien del protagonista la misión no se realiza. O mejor, queda pospuesta. Esto le permite seguir viviendo e incluir a la chica en un nuevo lazo al otro. Pero no vamos a olvidar, que es una película -primero novela- es decir, una obra de arte. Una creación es una sublimación, de lo siniestro. El autor nos presenta de una manera, a mí entender, bella e impactante, lo siniestro. Hace un recorrido por los pasos de un delirio clásico. No sabemos si con premeditación o sin ella.

Mezcla además muy bien los rasgos de las dos personalidades del protagonista. De modo que no son el Dr. Yekil y Mr. Hide. No es el lado bueno y el lado malo. Es una progresión del trabajo, en el cual era necesario, no tener muchos escrúpulos, y también, por liberarse del consumismo que lo dominaba, pasa a querer destruir ese mundo. En principio busca nuestra simpatía. Que nos identifiquemos con ello. Luego el exceso llega a provocarnos el espanto.

Esta película también nos deja impactados. Nos convoca a no poder posicionarnos en el “Esto o eso”, Nos conduce al “Ni esto, ni eso” Lo cual nos invita a seguir inventando.

pulsión y pulsiones

El cuerpo produce una excitación en principio inespecífica a la que Freud llama excitación endógena. El cuerpo, a través de los sentidos, recibe percepciones que lo excitan, y a esa, la llama excitación exógena

En principio, la descarga de la una y de la otra, se intenta realizar a través de la motilidad, pero no es suficiente. Es necesario también un objeto al que hemos llamado Otro auxiliador, que proporcione comida y caricias, y que lo haga hablando, hablándole al bebé. Es todo ese conjunto de cosas lo que permite aminorar la excitación.

Tenemos, ya con esto, que para calmar la excitación, es necesario el objeto comida que entra por la boca, el objeto voz que entra por el oído, el objeto mirada, que aparece enseguida y el objeto cuidados del cuerpo, centrados sobre todo en la zona anal y genital.

Esto va a producir, lo que Freud llama, la erotización de ciertas zonas del cuerpo, a las que llamará zonas erógenas (siendo más precisos, la mirada y la voz, las incluyó Lacan)

Este proceso de crianza permite pasar de una pulsión acéfala, desordenada, carne trémula, podríamos decir, permite pasar a una ordenación. Ahora, ya tenemos varias pulsiones localizadas en ciertas zonas del cuerpo. De una excitación desligada, que coloniza el cuerpo, pasamos a una excitación ligada, canalizada a través de zonas. Zonas de carga y descarga.

Además eso se hace a demanda del Otro: “come” “caga” “mira” “escucha” Es decir, es un proceso inmerso en el lenguaje. Imposible de llevarse a cabo sin lenguaje. El lenguaje absorbe o liga excitación.

Otro modo de decirlo es, que la pulsión pasa por el Otro auxiliador, el cual auxilia con el lenguaje. Lo llamaremos el Otro del lenguaje. Y así la pulsión se diversifica en: oral-anal-escópica-invocante.

Pero no toda la excitación pasa al lenguaje y se calmada con ello. Hace falta, también, el chupete o el dedo…, las heces, con el placer de retener o expulsar…, las nanas o la música…, las miradas…, y también el manoseo de la zona genital, del que enseguida se encarga el bebé mismo

Y además, algo de esa inicial carne trémula queda siempre. Siempre queda algo desamarrado en el cuerpo. Todo esto si las cosas van de la buena manera. Que nunca van del todo. Si todo va de la buena manera, los caminos de aminorar la tensión o de satisfacer la pulsión son variados, diversos. Sustituibles unos por otros. Simultáneos a veces. Podríamos decir, que lo más conveniente para el sujeto es, que todos los caminos funcionen, convenientemente, para un menor sufrimiento. A todo esto es a lo que Freud llamaba lo sexual. Algo mucho más amplio que la genitalidad.

Represión y sublimación son dos modos de llamar a dos caminos de “descarga”. La represión -secundaria-, es un cierto modo de ligar la excitación al lenguaje. Un modo un tanto “atascador” podríamos decir. Se tiene que ayudar pues, con síntomas corporales metafóricos para descargar. Pero no todos los fenómenos de cuerpo son de esta índole.

La sublimación es otro modo de descarga, que tiene más que ver con el arte, con la creación, o con el deseo de saber. No todo lo socialmente aceptado es sublimación. Cuando un sujeto usa predominantemente un modo de descargar Freud lo llamaba fijación, Lacan lo nombra como modo de goce.

Este hecho, es siempre problemático, pues el placer de la descarga hace un viraje al displacer. Tenemos como ejemplo, la bulimia, como fijación de goce oral. La acumulación como fijación de goce anal, o la masturbación compulsiva.

Es decir, ya se trate de un bebé o un adulto, cuando hay displacer en el cuerpo podemos pensar, que alguna fijación de goce debe de haber en ese momento. Que la “plasticidad” apropiada para que funcionen las sustituciones está teniendo dificultades. Sin olvidar que la apropiada, apropiada no existe. Que cada sujeto está siempre buscando nuevas maneras y ensayando nuevos modos. Esa es una tarea para toda la vida.