LA HIPERACTIVIDAD INFANTIL

Respuesta a la pregunta sobre la hiperactividad infantil

Vamos a partir de la pulsión para hablar de la hiperactividad. Sabemos que la excitación proviene del propio cuerpo que la genera -endógena- y del mundo exterior a través de los sentidos -exógena-

Sabemos que el estancamiento de excitación -libido pulsional- como la llama Freud, produce displacer. Por tanto, sabemos que al ser viviente no le queda más remedio que buscar modos de reducir ese estancamiento.

También sabemos, que hay diversos modos de hacerlo. Unos más eficaces que otros. El movimiento y el lloro del bebé es un modo poco eficaz, pues además de “descargar” poca cantidad, impide aprender otras maneras mejores.

Explicamos que, concentrar el modo de descarga en las zonas erógenas- boca, ano, mirada, voz, genitales- es un modo de engancharla -ligarla-. Es engancharla al mismo tiempo al lenguaje, puesto que responde a una demanda del “Otro auxiliador”. Demanda de “come, caga, mira, escucha…….me”. Dicho simplificadamente, es una demanda de “aprende” Es decir, responde a un deseo que “no es anónimo”. Es un deseo del Otro para él. Ese deseo causa, pone en marcha el deseo del niño.

Ese deseo del Otro, inicia las cadenas significantes:”sgt1….sgt2…sgte3…”.que constituyen nuestro sistema de “representaciones mentales”…”come,….tranquilo,… no tragues,… que no te lo va a quitar nadie,….mira que rico está esto,….haz un esfuerzo y mastica,…..no te manches,…ten más cuidado,…etc.” Los cuerpos se van regulando al compás del deseo del Otro y de sus demandas…Al compás de la introducción de la prohibición-autorización que hemos llamado Nombre del Padre, con Lacan; con Freud, operación de castración.

Es cierto, que todo esto, lo escuchamos nombrado de otro modo. Se lo nombra como poner límites o enseñarles a tener capacidad de frustración. Pero si nosotros elegimos la terminología freudiana y lacaniana no es por que sí. Es para señalar, que no es algo que va del lado de la buena voluntad, sino que es algo que compromete al Otro auxiliador materno y paterno en su propio ser, en su propia relación con la palabra y la ley. Es algo que tiene que ver con su propio inconsciente.

En el cuerpo del niño hiperactivo, en el que la excitación pulsional no está ordenada, el “come,…caga,…escucha,…mira…..me”, quedó trabado en algún momento y no ha dado paso al “aprende”. No sabemos qué, pero algo pasó durante ese proceso y no se pudo, no se supo, hacer de la buena manera.

Por muchos Centros de Psiquiatría Infantil que se creen, si el tratamiento es únicamente farmacológico, poco se va a arreglar. Tampoco se va a arreglar con técnicas cognitivistas que apelan a la voluntad y a las “tareas” La fuerza del inconsciente es siempre más fuerte y nos lleva a repetir el mismo esquema de comportamiento, muchas veces, a nuestro pesar.

El efecto inhibidor de la sustancia farmacológica impide a los sujetos hacerse cargo de sus actos y preguntarse la causa, tanto a los niños como a los padres. No se trata de llevar a la culpa, pero sí a la responsabilidad. A formularse la pregunta de “¿Qué tengo yo que ver con las cosas que me pasan?”

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