LAS NUEVAS RELIGIONES

Al hilo del estudio que vamos haciendo del Aparato Psíquico freudiano, voy a tomar tres puntos del trabajo de Luis Alba ( publicado debajo) para contrastarlos con lo que llevamos dicho:

1) “Conseguir un idioma, a través del cual, pueda existir un entendimiento verdadero”

2) “Conocer los sustratos que elaboran nuestra conducta moral, nuestras emociones, nuestros sentimientos, y nuestra cognición, y estudiar el modo de recodificar nuestro cerebro”

3) “La puntualización de Rmachandra: “No podemos tener sensaciones subjetivas (qualias) sin nadie que las experimente y no podemos tener un self (yo) totalmente vacío de experiencias sensoriales

Es decir, no puede haber un yo anterior a las experiencias sensoriales. El yo se va construyendo, a la par de las experiencias sensoriales. Se va construyendo a la par, que esas experiencias sensoriales, van quedando clasificadas.

Hay impresiones psíquicas, en una época, en la que el lactante, no hace aún la distinción entre su yo y el mundo exterior. Las primera distincion que el bebé va haciendo, es significar lo placentero como yo y lo displacentero, como no-yo.Dijimos anteriormente: “placentero; bueno para mi” (…) “displacentero; malo para mi» El acumulo de excitación, es la experiencia sensorial vivida como displacentera. La descarga de excitación, vivida como placentera.

En un estado primitivo del aparato psíquico, el desear, lleva al alucinar, es decir, a investir la huella de memoria que dejó la percepción del objeto de satisfacción. Ese al que hemos venido llamando el “Otro auxiliador del que se depende”. Pero para que la investidura alucinatoria tuviera el mismo valor, que la percepción en la realidad, debería ser mantenida permanentemente; con la consiguiente muerte del infante.

Por tanto, el “apremio de la vida”, debe de inhibir la investidura alucinatoria y desviarla hacia la búsqueda del objeto en la realidad. A ese “apremio de la vida” lo vamos a llamar YO.

La infancia no es, según Freud, un paraíso de color de rosa. Es un tiempo de trabajo. La pulsión provoca tensión y exige una satisfacción. El niño tiene que inventar permanentemente significaciones que lo consuelen de su dependencia de ese Otro que lo preexiste. Debe resignificar el mundo que lo rodea permanentemente para calmar la angustia de una falta radical.

Borrar la existencia de esa falta, es un intento repetido de mil modos. Un intento, de “conseguir un idioma, a través del cual, pueda existir un entendimiento real y verdadero” Lo cual, ha llevado a la humanidad, a inventar trucos de índole diversa.

Los sabios musulmanes piensan que el Corán es anterior a la creación. Literalmente escrito en el cielo. Más cerca, nuestra Biblia, recopila alegorías que se consideran dictadas por un espíritu. Claro que eso no nos libra, de que tanto el uno como la otra, tengan que ser interpretados, y de que, por mucha pompa y boato del que se invistan, los interpretadores, solo son gente de a pie. Lo cual quiere decir, que sólo pueden interpretar, desde sus significaciones propias. Pero si las religiones llevan milenios dándonos sus significaciones, siempre ha quedado un resquicio, para las significaciones personales de cada uno.

Esto que se nos avecina, con la nueva religión del neurocognitivismo, parece mucho peor. ¿Quién será el “sumo sacerdote” que se arrogará el derecho de decidir cómo recodificar nuestro cerebro? ¿Qué emociones, qué moral, qué sentimientos se le ocurrirá implantarnos? Es evidente, que sólo puede hacerlo desde sus propias representaciones, es decir, las del Poder.

Confiemos en la solidez de las enseñanzas freudianas. Confiemos en eso irreductible, que Lacan llamó: “No hay relación sexual”. No hay manera de que nada nos colme. Hay algo en nuestro ser, que no se deja recodificar.

LA NEUROCULTURA

Creemos, que el presente trabajo, puede ser interesante para ubicarnos en el estado del movimiento actual de las corrientes de pensamiento, que invaden y afectan, al conjunto sociocultural.

Luis Alba hace un recorrido por el neurocognitivismo actual y nos dice, que una de las operaciones conceptuales de la neurociencia cognitiva, es la redefinición de todas las nociones psicológicas, filosóficas, o de la lengua común, para conseguir obtener un significado unívoco y mínimo, calcado sobre el funcionamiento nervioso o computacional…

Uno de los objetivos de la Neurocultura es proporcionar, dado que el cerebro es universal, una lengua y una ética universal. Una nueva forma de concebir la religión, el arte etc. Un idioma universal que reabsorba las diferencias. Es el intento de cómo conseguir un idioma “a través del cual pueda existir un entendimiento real y verdadero” (…) “y alcanzar una coherencia de percepciones y significados del mundo” (…) “para que al hablar, y nombrar las cosas, sepamos en su raíz, cual es el mensaje con todos sus matices”

En su trabajo, Luis Alba, hace un repaso por los equipos de neurocientíficos norteamericanos y europeos. Se detiene sobre todo, en Francisco Mora, catedrático de la Universidad Complutense. Citamos literalmente, algunas de sus propuestas:

“Criticar las ideas y concepciones de lo que entendemos por humano, y por relaciones humanas, y con ello, las leyes y reglas que las gobiernan(…) conseguir el conocimiento científico de cómo funciona nuestro cerebro y descifrar los códigos cerebrales de nuestra agresividad y violencia(…) conocer los sustratos que elaboran nuestra conducta moral, nuestras emociones, nuestros sentimientos y nuestra cognición, y estudiar si es posible y necesario, aplicar el modo de recodificar nuestro cerebro”.

Mora aspira, a producir una “teoría unificada” de la mente y el cuerpo, así como del sujeto y el mundo. Para ello, comienza refundiendo todo lo que conocemos hasta hoy como Humanidades, pasándolo a mecanismos cerebrales. Además parte, de que en la neurofisiología cognitiva, se da por resuelto el dualismo cartesiano. Tanto la conciencia, como en yo o el self, y el libre albedrío, son considerados por Mora, como distintos niveles de la actividad funcional de las redes neuronales.

Los neurocognitivistas, al creer resuelto el problema cartesiano, lo único que consiguen, es reencontrárselo una y otra vez. Un autor como Ramachandra puntualiza: “No podemos tener sensaciones subjetivas (qualias) sin nadie que las experimente. No podemos tener un self o un “yo” totalmente vacío de experiencias sensoriales”

Para Luis Alba, en las neurociencias, es particularmente problemática la capacidad de reflexión. La conciencia que el sí mismo, tiene de sí mismo. Y que no presentan ninguna solución aceptable sobre este problema. Algunos de ellos, proponen, la existencia de “metarrepresentaciones” lo cual llevaría, a una regresión infinita -un yo dentro de otro yo… Pero, de esta manera, llegaríamos inevitablemente, a tener que plantearnos la cuestión de Dios. Otros proponen “una regresión finita, que tocaría fondo cuando se llegara a seres tan estúpidos, que pudieran ser sustituidos por una máquina”.

Nada queda sin revisar por el neurocognitivismo, dice el profesor Mora. Su definición de neuroética no tiene desperdicio: “el examen de cómo queremos manejar los temas sociales de la enfermedad, la normalidad, la moralidad, los estilos de vida y la filosofía de la vida (serán) acordes a nuestro conocimiento de cómo funciona el cerebro, y con ello, podremos definir, apropiadamente, lo que significa el ser humano, y debemos, interaccionar socialmente.” El neurocognitivismo, trata de desarrollar una crítica de las creencias, de las ideologías y de las normas morales, en función del desarrollo de la ciencia, para llegar a reglas de conducta justificadas objetivamente.

El aspecto ético, al que más se dedica el profesor Mora, es “la conducta altruista” y la explica diciendo que responde al viejo principio de “supervivencia evolutiva” el “hoy por ti mañana por mi” De esta manera, queda eliminada la idea de que nuestra moral está basada en Dios nuestra moral, pero a cambio, impone un Realismo Moral.

Las neurociencias pretenden aplicarse a todo lo que hasta ahora, se ha llamado Humanidades. En Derecho, por ejemplo: “Habrá que redefinir lo que debemos entender por normal basándonos, no en la conducta, sino en parámetros, cuantificables y objetivos del funcionamiento del cerebro” Como Uds. podrán percibir, el debate sobre la responsabilidad queda zanjado. El concepto de libre albedrío desaparece. Pero, si no hay libertad ¿Qué hay de la responsabilidad?

La Teoría de los Valores también será reformulada. Se diseñarán investigaciones para determinar, en que zonas está representado en el cerebro el mayor valor que se asigna a una cosa frente a otra. Nos anuncian que las interacciones sociales, en especial las económicas, están basadas en la confianza. Y que contamos con la oxitocina, que activa los circuitos neuronales, para activar los circuitos de la confianza. (Hoy nos preguntamos si podrán fabricar cantidad suficiente)

Luis Alba señala, como a pesar del triunfalismo, algunos autores como S. Dehaene- nada sospechoso de anticognitivista, por cierto- no puede dejar de reconocer que “La psicología cognitiva se afirma como una parte integrante de las ciencias de la vida, que explota todos los métodos de la biología, desde la genética hasta la imaginería cerebral; pero una ciencia de la vida mental, que intenta enunciar algunas leyes generales del pensamiento, y ejercer un dominio sobre algo tan íntimo y subjetivo, s e pondría pensar como inaccesible al método científico”

El profesor Mora es más atrevido que Dehaene al afirmar que: “procesos que podríamos llamar leyes, son claramente definitorios del funcionamiento cerebral humano”

*Extracto del trabajo presentado en los “Encuentros con lo social” en Bilbao. Mayo 2008, por Luis Alba, psicoanalista en Bilbao, Miembro de a ELP

LAS NUEVAS RELIGIONES

Al hilo del estudio que vamos haciendo del Aparato Psíquico freudiano, voy a tomar tres puntos del trabajo de Luis Alba ( publicado debajo) para contrastarlos con lo que llevamos dicho:

1) “Conseguir un idioma, a través del cual, pueda existir un entendimiento verdadero”

2) “Conocer los sustratos que elaboran nuestra conducta moral, nuestras emociones, nuestros sentimientos, y nuestra cognición, y estudiar el modo de recodificar nuestro cerebro”

3) “La puntualización de Rmachandra: “No podemos tener sensaciones subjetivas (qualias) sin nadie que las experimente y no podemos tener un self (yo) totalmente vacío de experiencias sensoriales”

Es decir, no puede haber un yo anterior a las experiencias sensoriales. El yo se va construyendo, a la par de las experiencias sensoriales. Se va construyendo a la par, que esas experiencias sensoriales, van quedando clasificadas.

Hay impresiones psíquicas, en una época, en la que el lactante, no hace aún la distinción entre su yo y el mundo exterior. Las primera distincion que el bebé va haciendo, es significar lo placentero como yo y lo displacentero, como no-yo.Dijimos anteriormente: “placentero; bueno para mi” (…) “displacentero; malo para mi» El acumulo de excitación, es la experiencia sensorial vivida como displacentera. La descarga de excitación, vivida como placentera.

En un estado primitivo del aparato psíquico, el desear, lleva al alucinar, es decir, a investir la huella de memoria que dejó la percepción del objeto de satisfacción. Ese al que hemos venido llamando el “Otro auxiliador del que se depende”. Pero para que la investidura alucinatoria tuviera el mismo valor, que la percepción en la realidad, debería ser mantenida permanentemente; con la consiguiente muerte del infante.

Por tanto, el “apremio de la vida”, debe de inhibir la investidura alucinatoria y desviarla hacia la búsqueda del objeto en la realidad. A ese “apremio de la vida” lo vamos a llamar YO.

La infancia no es, según Freud, un paraíso de color de rosa. Es un tiempo de trabajo. La pulsión provoca tensión y exige una satisfacción. El niño tiene que inventar permanentemente significaciones que lo consuelen de su dependencia de ese Otro que lo preexiste. Debe resignificar el mundo que lo rodea permanentemente para calmar la angustia de una falta radical.

Borrar la existencia de esa falta, es un intento repetido de mil modos. Un intento, de “conseguir un idioma, a través del cual, pueda existir un entendimiento real y verdadero” Lo cual, ha llevado a la humanidad, a inventar trucos de índole diversa.

Los sabios musulmanes piensan que el Corán es anterior a la creación. Literalmente escrito en el cielo. Más cerca, nuestra Biblia, recopila alegorías que se consideran dictadas por un espíritu. Claro que eso no nos libra, de que tanto el uno como la otra, tengan que ser interpretados, y de que, por mucha pompa y boato del que se invistan, los interpretadores, solo son gente de a pie. Lo cual quiere decir, que sólo pueden interpretar, desde sus significaciones propias. Pero si las religiones llevan milenios dándonos sus significaciones, siempre ha quedado un resquicio, para las significaciones personales de cada uno.

Esto que se nos avecina, con la nueva religión del neurocognitivismo, parece mucho peor. ¿Quién será el “sumo sacerdote” que se arrogará el derecho de decidir cómo recodificar nuestro cerebro? ¿Qué emociones, qué moral, qué sentimientos se le ocurrirá implantarnos? Es evidente, que sólo puede hacerlo desde sus propias representaciones, es decir, las del Poder.

Confiemos en la solidez de las enseñanzas freudianas. Confiemos en eso irreductible, que Lacan llamó: “No hay relación sexual”. No hay manera de que nada nos colme. Hay algo en nuestro ser, que no se deja recodificar.

CONTESTACÓN A UN LECTOR

“EL CLUB DE LA LUCHA” DE DAVID FICHER 1999

La película de Ficher se podría ver como la escenificación de una metáfora delirante, en la que se dan los elementos clásicos de la falta de la metáfora paterna. El Edipo no ha operado. La ley de prohibición no ha operado, por tanto, la película escenifica la construcción de una metáfora delirante, con la idea de una destrucción del mundo y la creación de un mundo nuevo.

Encontré, sobre esta película, algunos comentarios psicoanalíticos del investigador literario Paul Kennett. Este nos dice, que el deseo de caos del protagonista, es el resultado de un “Complejo de Edipo” Nosotros vamos a defender la tesis, de que por el contrario, es precisamente, el resultado de que no se ha producido en el protagonista el “Complejo de Edipo” Vamos a resituar, desde Lacan, esta cuestión en relación con la locura (desde dentro)

¿Qué es el “Complejo de Edipo”? Es la manera, que encontró Freud, para trasmitirnos, con un mito, una ley. La Ley por excelencia. La que nos estructura como sujetos, sujetos al lenguaje. Esta ley, podría enunciarse en dos partes; a la madre “No reintegrarás tu producto” y al hijo, y a la hija “No colmarás a tu madre .Esto permite al niño y a la niña, salir al mundo, hacer lazo social y ser uno más entre los hombres o una más entre las mujeres

Lacan va a pasar del mito a la estructura y va a explicar esto desde la lógica. Va a llamar a la prohibición edípica metáfora paterna. La metáfora paterna es la operación que realiza en cada ser hablante un significante al que llama nombre del padre. Un significante que identifica al sujeto y le da su verdadero nombre.El resultado de esta operación es la introducción en el sujeto de las leyes del lenguaje. Es decir la metáfora y la metonimia.

Si la metáfora paterna funciona, el psiquismo del sujeto incluye lo que hemos denominado asumir la falta, asumir la castración y ser uno más entre los otros Pero ya hemos dicho que el padre, cada padre de familia, nunca está a la altura. También hemos dicho, que a veces más, a veces menos.

Pues bien, cuando la metáfora paterna no ha operado en absoluto, cuando no hay Edipo, cuando no hay prohibición edípica, el sujeto va a tener que construirse modos de sustitución que le ordenen el mundo de algún modo. La metáfora delirante puede ser uno de los modos.

En el caso de “El club de la lucha” podriamos ver una metáfora delirante clásica. Primero; la destrucción de su personalidad anterior. Segundo; construirse una realidad alucinatoria en la que tomar la posición de líder absoluto. Tercero; arrogarse una misión: la de cambiar la historia y, que ese cambio, dé cómo fruto una humanidad nueva.

Antes de la metáfora delirante, el protagonista, hace un intento de organizar su psiquismo apoyado en los grupos de autoayuda. Esa no es una manera delirante. Si bien está también en un lugar excepción; él no tiene cancer. No es una excepción en cuanto al sufrimiento. El también sufre. Eso le permite ser uno más, hacer lazo social, llorar con los otros. Y dormir.

Pero aparece el encuentro con el otro sexo; la chica. (Esto es también un clásico) Eso le perturba el equilibrio que había conseguido. Ella es un ojo que mira y que lo vuelve a dejar fuera de los otros. Tampoco puede acceder a la mujer como lazo. Vuelve a quedar perdido en el universo

Ahí se produce el desencadenamiento, el desencadenamiento de la locura. La sensación de irrealidad que nos había explicado al principio de la película…”Cuando no se duerme…” Y rápidamente, llega la alucinación.

La metáfora delirante es ya un intento de curación. No debemos olvidar eso. En este caso, es una nueva manera de estructurar su mundo. De reunificar su cuerpo. El cuerpo es primer lugar de “nuestro mundo” El hace un tratamiento del cuerpo por el dolor. Se hace un cuerpo en el dolor. Eso le evita las sensaciones de desmembramiento corporal. Lacan diría, que encuentra un modo de localización del goce. Y que elige entre lo malo y lo peor; lo malo.

Para bien del protagonista la misión no se realiza. O mejor, queda pospuesta. Esto le permite seguir viviendo e incluir a la chica en un nuevo lazo al otro. Pero no vamos a olvidar, que es una película -primero novela- es decir, una obra de arte. Una creación es una sublimación, de lo siniestro. El autor nos presenta de una manera, a mí entender, bella e impactante, lo siniestro. Hace un recorrido por los pasos de un delirio clásico. No sabemos si con premeditación o sin ella.

Mezcla además muy bien los rasgos de las dos personalidades del protagonista. De modo que no son el Dr. Yekil y Mr. Hide. No es el lado bueno y el lado malo. Es una progresión del trabajo, en el cual era necesario, no tener muchos escrúpulos, y también, por liberarse del consumismo que lo dominaba, pasa a querer destruir ese mundo. En principio busca nuestra simpatía. Que nos identifiquemos con ello. Luego el exceso llega a provocarnos el espanto.

Esta película también nos deja impactados. Nos convoca a no poder posicionarnos en el “Esto o eso”, Nos conduce al “Ni esto, ni eso” Lo cual nos invita a seguir inventando.

PULSIÓN PULSIONES

El cuerpo produce una excitación en principio inespecífica a la que Freud llama excitación endógena. El cuerpo, a través de los sentidos, recibe percepciones que lo excitan, y a esa, la llama excitación exógena.

En principio, la descarga de la una y de la otra, se intenta realizar a través de la motilidad, pero no es suficiente. Es necesario también un objeto al que hemos llamado Otro auxiliador, que proporcione comida y caricias, y que lo haga hablando, hablándole al bebé. Es todo ese conjunto de cosas lo que permite aminorar la excitación.

Tenemos, ya con esto, que para calmar la excitación es necesario el objeto comida que entra por la boca, el objeto voz que entra por el oído, el objeto mirada, que aparece enseguida y el objeto cuidados del cuerpo, centrados sobre todo en la zona anal y genital.

Esto va a producir, lo que Freud llama, la erotización de ciertas zonas del cuerpo, a las que llamará zonas erógenas (siendo más precisos, la mirada y la voz, las incluyó Lacan)

Este proceso de crianza permite pasar de una pulsión acéfala, desordenada, carne trémula, podríamos decir, permite pasar a una ordenación. Ahora, ya tenemos varias pulsiones localizadas en ciertas zonas del cuerpo. De una excitación desligada, que coloniza el cuerpo, pasamos a una excitación ligada, canalizada a través de zonas. Zonas de carga y descarga.

Además eso se hace a demanda del Otro: “come” “caga” “mira” “escucha” Es decir, es un proceso inmerso en el lenguaje. Imposible de llevarse a cabo sin lenguaje. El lenguaje absorbe o liga excitación.

Otro modo de decirlo es, que la pulsión pasa por el Otro auxiliador, el cual auxilia con el lenguaje. Lo llamaremos el Otro del lenguaje. Y así la pulsión se diversifica en: oral-anal- escópica- invocante.

Pero no toda la excitación pasa al lenguaje y se calmada con ello. Hace falta, también, el chupete o el dedo…, las heces, con el placer de retener o expulsar…, las nanas o la música…, las miradas…, y también el manoseo de la zona genital, del que enseguida se encarga el bebé mismo

Además, algo de esa inicial carne trémula queda siempre. Siempre queda algo desamarrado en el cuerpo. Todo esto si las cosas van de la buena manera. Que nunca van del todo. Si todo va de la buena manera, los caminos de aminorar la tensión o de satisfacer la pulsión son variados, diversos. Sustituibles unos por otros. Simultáneos a veces. Podríamos decir, que lo más conveniente para el sujeto es, que todos los caminos funcionen, convenientemente, para un menor sufrimiento. A todo esto es a lo que Freud llamaba lo sexual. Algo mucho más amplio que la genitalidad.

Represión y sublimación son dos modos de llamar a dos caminos de “descarga”. La represión -secundaria-, es un cierto modo de ligar la excitación al lenguaje. Un modo un tanto “atascador” podríamos decir. Se tiene que ayudar pues, con síntomas corporales metafóricos para descargar. Pero no todos los fenómenos de cuerpo son de esta índole.

La sublimación es otro modo de descarga, que tiene más que ver con el arte, con la creación, o con el deseo de saber. No todo lo socialmente aceptado es sublimación. Cuando un sujeto usa predominantemente un modo de descargar Freud lo llamaba fijación, Lacan lo nombra como modo de goce.

Este hecho, es siempre problemático, pues el placer de la descarga hace un viraje al displacer. Tenemos como ejemplo, la bulimia, como fijación de goce oral. La acumulación como fijación de goce anal, o la masturbación compulsiva.

Es decir, ya se trate de un bebé o un adulto, cuando hay displacer en el cuerpo podemos pensar, que alguna fijación de goce debe de haber en ese momento. Que la “plasticidad” apropiada para que funcionen las sustituciones está teniendo dificultades. Sin olvidar que la apropiada, apropiada no existe. Que cada sujeto está siempre buscando nuevas maneras y ensayando nuevos modos. Esa es una tarea para toda la vida.

RESPUESTA A LA PREGUNTA DE UN LECTOR

“EL CLUB DE LA LUCHA” DE DAVID FICHER 1999

La película de Ficher se podría ver como la escenificación de una metáfora delirante, en la que se dan los elementos clásicos de la falta de la metáfora paterna. El Edipo no ha operado. La ley de prohibición no ha operado, por tanto, la película escenifica la construcción de una metáfora delirante, con la idea de una destrucción del mundo y la creación de un mundo nuevo.

Encontré, sobre esta película, algunos comentarios psicoanalíticos del investigador literario Paul Kennett. Este nos dice, que el deseo de caos del protagonista, es el resultado de un “Complejo de Edipo” Nosotros vamos a defender la tesis, de que por el contrario, es precisamente, el resultado de que no se ha producido en el protagonista el “Complejo de Edipo”Vamos a resituar, desde Lacan, esta cuestión en relación con la locura (desde dentro)

¿Qué es el “Complejo de Edipo”? Es la manera, que encontró Freud, para trasmitirnos, con un mito, una ley. La ley por excelencia. La que nos estructura como sujetos, sujetos al lenguaje. Esta ley, podría enunciarse en dos partes; a la madre “No reintegrarás tu producto” y al hijo, y a la hija “No colmarás a tu madre .Esto permite al niño y a la niña, salir al mundo, hacer lazo social y ser uno más entre los hombres o una más entre las mujeres.

Lacan va a pasar del mito a la estructura y va a explicar esto desde la lógica. Va a llamar a la prohibición edípica metáfora paterna. La metáfora paterna es la operación que realiza en cada ser hablante un significante al que llama nombre del padre. Un significante que identifica al sujeto y le da su verdadero nombre. El resultado de esta operación es la introducción en el sujeto de las leyes del lenguaje. Es decir, la metáfora y la metonimia

Si la metáfora paterna funciona, el psiquismo del sujeto incluye lo que hemos denominado asumir la falta, asumir la castración y ser uno más entre los otros Pero ya hemos dicho que el padre, cada padre de familia, nunca está a la altura. También hemos dicho, que a veces más, a veces menos.

Pues bien, cuando la metáfora paterna no ha operado en absoluto, cuando no hay Edipo, cuando no hay prohibición edípica, el sujeto va a tener que construirse modos de sustitución que le ordenen el mundo de algún modo. La metáfora delirante puede ser uno de los modos.

En el caso de “El club de la lucha” podriamos ver una metáfora delirante clásica. Primero; la destrucción de su personalidad anterior. Segundo; construirse una realidad alucinatoria en la que tomar la posición de líder absoluto. Tercero; arrogarse una misión: la de cambiar la historia y, que ese cambio, dé cómo fruto una humanidad nueva.

Antes de la metáfora delirante, el protagonista, hace un intento de organizar su psiquismo apoyado en los grupos de autoayuda. Esa no es una manera delirante. Si bien está también en un lugar excepción; él no tiene cancer. No es una excepción en cuanto al sufrimiento. El también sufre. Eso le permite ser uno más, hacer lazo social, llorar con los otros. Y dormir.

Pero aparece el encuentro con el otro sexo; la chica. (Esto es también un clásico) Eso le perturba el equilibrio que había conseguido. Ella es un ojo que mira y que lo vuelve a dejar fuera de los otros. Tampoco puede acceder a la mujer como lazo. Vuelve a quedar perdido en el universo

Ahí se produce el desencadenamiento, el desencadenamiento de la locura. La sensación de irrealidad que nos había explicado al principio de la película…”Cuando no se duerme…” Y rápidamente, llega la alucinación.

La metáfora delirante es ya un intento de curación. No debemos olvidar eso. En este caso, es una nueva manera de estructurar su mundo. De reunificar su cuerpo. El cuerpo es primer lugar de “nuestro mundo” El hace un tratamiento del cuerpo por el dolor. Se hace un cuerpo en el dolor. Eso le evita las sensaciones de desmembramiento corporal. Lacan diría, que encuentra un modo de localización del goce. Y que elige entre lo malo y lo peor; lo malo.

Para bien del protagonista la misión no se realiza. O mejor, queda pospuesta. Esto le permite seguir viviendo e incluir a la chica en un nuevo lazo al otro. Pero no vamos a olvidar, que es una película -primero novela- es decir, una obra de arte. Una creación es una sublimación, de lo siniestro. El autor nos presenta de una manera, a mí entender, bella e impactante, lo siniestro. Hace un recorrido por los pasos de un delirio clásico. No sabemos si con premeditación o sin ella.

Mezcla además muy bien los rasgos de las dos personalidades del protagonista. De modo que no son el Dr. Yekil y Mr. Hide. No es el lado bueno y el lado malo. Es una progresión del trabajo, en el cual era necesario, no tener muchos escrúpulos, y también, por liberarse del consumismo que lo dominaba, pasa a querer destruir ese mundo. En principio busca nuestra simpatía. Que nos identifiquemos con ello. Luego el exceso llega a provocarnos el espanto.

Esta película también nos deja impactados. Nos convoca a no poder posicionarnos en el “Esto o eso”, Nos conduce al “Ni esto, ni eso” Lo cual nos invita a seguir inventando.

pulsión y pulsiones

El cuerpo produce una excitación en principio inespecífica a la que Freud llama excitación endógena. El cuerpo, a través de los sentidos, recibe percepciones que lo excitan, y a esa, la llama excitación exógena

En principio, la descarga de la una y de la otra, se intenta realizar a través de la motilidad, pero no es suficiente. Es necesario también un objeto al que hemos llamado Otro auxiliador, que proporcione comida y caricias, y que lo haga hablando, hablándole al bebé. Es todo ese conjunto de cosas lo que permite aminorar la excitación.

Tenemos, ya con esto, que para calmar la excitación, es necesario el objeto comida que entra por la boca, el objeto voz que entra por el oído, el objeto mirada, que aparece enseguida y el objeto cuidados del cuerpo, centrados sobre todo en la zona anal y genital.

Esto va a producir, lo que Freud llama, la erotización de ciertas zonas del cuerpo, a las que llamará zonas erógenas (siendo más precisos, la mirada y la voz, las incluyó Lacan)

Este proceso de crianza permite pasar de una pulsión acéfala, desordenada, carne trémula, podríamos decir, permite pasar a una ordenación. Ahora, ya tenemos varias pulsiones localizadas en ciertas zonas del cuerpo. De una excitación desligada, que coloniza el cuerpo, pasamos a una excitación ligada, canalizada a través de zonas. Zonas de carga y descarga.

Además eso se hace a demanda del Otro: “come” “caga” “mira” “escucha” Es decir, es un proceso inmerso en el lenguaje. Imposible de llevarse a cabo sin lenguaje. El lenguaje absorbe o liga excitación.

Otro modo de decirlo es, que la pulsión pasa por el Otro auxiliador, el cual auxilia con el lenguaje. Lo llamaremos el Otro del lenguaje. Y así la pulsión se diversifica en: oral-anal-escópica-invocante.

Pero no toda la excitación pasa al lenguaje y se calmada con ello. Hace falta, también, el chupete o el dedo…, las heces, con el placer de retener o expulsar…, las nanas o la música…, las miradas…, y también el manoseo de la zona genital, del que enseguida se encarga el bebé mismo

Y además, algo de esa inicial carne trémula queda siempre. Siempre queda algo desamarrado en el cuerpo. Todo esto si las cosas van de la buena manera. Que nunca van del todo. Si todo va de la buena manera, los caminos de aminorar la tensión o de satisfacer la pulsión son variados, diversos. Sustituibles unos por otros. Simultáneos a veces. Podríamos decir, que lo más conveniente para el sujeto es, que todos los caminos funcionen, convenientemente, para un menor sufrimiento. A todo esto es a lo que Freud llamaba lo sexual. Algo mucho más amplio que la genitalidad.

Represión y sublimación son dos modos de llamar a dos caminos de “descarga”. La represión -secundaria-, es un cierto modo de ligar la excitación al lenguaje. Un modo un tanto “atascador” podríamos decir. Se tiene que ayudar pues, con síntomas corporales metafóricos para descargar. Pero no todos los fenómenos de cuerpo son de esta índole.

La sublimación es otro modo de descarga, que tiene más que ver con el arte, con la creación, o con el deseo de saber. No todo lo socialmente aceptado es sublimación. Cuando un sujeto usa predominantemente un modo de descargar Freud lo llamaba fijación, Lacan lo nombra como modo de goce.

Este hecho, es siempre problemático, pues el placer de la descarga hace un viraje al displacer. Tenemos como ejemplo, la bulimia, como fijación de goce oral. La acumulación como fijación de goce anal, o la masturbación compulsiva.

Es decir, ya se trate de un bebé o un adulto, cuando hay displacer en el cuerpo podemos pensar, que alguna fijación de goce debe de haber en ese momento. Que la “plasticidad” apropiada para que funcionen las sustituciones está teniendo dificultades. Sin olvidar que la apropiada, apropiada no existe. Que cada sujeto está siempre buscando nuevas maneras y ensayando nuevos modos. Esa es una tarea para toda la vida.

EL NIÑO DEL PIJAMA DE RAYAS 2

Extracto del artículo “El niño del pijama de rayas” aparecido en el. “Diario Palentino” el 24-7-2008 de F. Martin Aduriz

El libro de John Boyne cuenta mucho más de lo que dice…La lógica infantil nunca es la lógica del adulto. Lleva por otros laberintos, procesa la información con otro vértigo, y cuesta a veces entrar en el diccionario particular de un niño, en especial si ha sufrido un trauma y por ello se parapeta detrás de complejas barreras.

Bruno, el niño protagonista, habla como si fuera el representante de toda la humanidad desconcertada. Habla con la ingenuidad de quien no puede tan siquiera digerir que haya sujetos humanos capaces de lo peor, habla con la bondad natural de lo que Rousseau se empeñó en demostrar que era el previo de cualquier niño.

El momento culminante es el instante de encuentro de Bruno con su otro especular, el niño polaco Samuel, ambos nacidos el mismo día para provocar en el lector la identidad en la diferencia. Son las representaciones de dos mundos conocidos; el de los amos y los esclavos.

En la historia de la humanidad ha sucedido tantas veces el horror, la aniquilación del diferente, la lucha por puro prestigio de la que habla Hegel, como para pensar que existe ese empuje pulsional mortífero en la constitución del sujeto que habla.

Hay que recordar siempre que ese goce del mal es tan potente como para que estemos suficientemente advertidos. No debemos olvidarlo. Hay que contar con él y estar siempre prestos a no derrochar esfuerzos para ahogar ese impulso mortífero.

Libros como este explican ese punto. Punto negado por los que piensan que los malos siempre son los otros y no se han percatado de que cualquier ser humano puede ser un furias en sus pequeño ámbito de dominio. Libros como éste explican que toda la humanidad muere cuando hay crímenes de masas, los unos y los otros, amos y esclavos.

F. Martin Aduriz es Miembro de la ELP

LA FAMILIA HOY; CRISIS DEL LAZO SOCIAL

Extracto de una entrevista realizada a Eric Laurent en “La Nación” Suplemento dominical del 3-6-2007

Podemos decir que estamos asistiendo al fin de la familia tradicional. La separación entre el acto sexual y procreación, con la posibilidad de la procreación asistida da como resultado una proliferación de formas de vínculos que permiten articular padres y niños fuera de la forma tradicional. Una de las discusiones entre las civilizaciones hoy, es a qué se puede llamar familia alrededor de un niño.

A pesar de la pluralización de los modos, se sigue hablando de familia. La familia como una institución que permite bienes y derechos y también permite la articulación entre generaciones
Hoy es un asunto crucial pensar la figura del padre, pues incluso cuando el padre falta, no falta el discurso de qué es para la madre, un padre. Además la madre ha tenido a su vez, su propio padre. Lacan trató de separar el padre de lo que llamó El nombre del padre , es decir, su función paradojal de prohibición-autorización.

Los nuevos roles de la mujer, las innovaciones producidas por la ciencia, llevan a escenarios impensables hace algunos años en cuanto a los modos de reproducción. Eso hace que distintos discursos van a entrar en conflicto sobre lo qué son el padre y la madre.

En los momentos de los grandes cambios chicos y chicas son los primeros en sufrir el impacto de estos cambios, son las primeras víctimas. Las formas de lazo social entre mayores y pequeños se van deteriorando. Se ve por ejemplo en las quejas de quienes se están ocupando en estos momentos el papel de educadores

La escuela tiene hoy un papel importante en la crianza. Antes había una variedad de instituciones que la compartían. Hoy se centra el peso en la institución escolar que recoge a los niños y trata de ordenarlos a partir del saber. Y nos dicen que chicos y chicas no soportan las prohibiciones, no toleran las reglas fácilmente

Por otro lado con la precariedad del mundo del trabajo unas veces y la exigencia de dedicación otras, cada vez más niños son abandonados ante el televisor. Los niños se quedan tranquilos delante de la pantalla. Pero cuando el único ritual es comer ante la televisión, o quedarse en silencio frente al aparato, esto permite articular poco esta posición del padre entre la prohibición y la autorización.

Entonces es la escuela la que queda cómo lo que articula esta función y los malestares aparecen como representantes de la falta de transmisión de los ideales.

Pero el psicoanálisis no es nostálgico. No se trata de instalarse en la nostalgia sino de estar a la altura de la época y estudiar los nuevos malestares que las nuevas formas producen. Y de no olvidar que cualquier manera de introducir esa función de prohibición-autorización va a conllevar un malestar. Es el malestar de la cultura del cual ya nos hablaba Freud.

(primera parte de la entrevista)

Eric Laurent es Miembro de Honor de la AMP

EL NIÑO DEL PIJAMA DE RAYAS 1

Hay en pantalla una película- antes novela- que ha causado impacto: “El niño del pijama de rayas”. Muchas lecturas pueden hacerse de ella, pero aquí vamos a elegir una en concreto. Vamos a elegir lo que llamaremos la caída del padre: o dicho de un modo más lacaniano: el goce del padre

Llamamos goce a lo que tiene que ver con el exceso. Hemos situado en el inicio de la vida humana una experiencia de satisfacción excesiva, inasimilable para el juicio. Esta experiencia de satisfacción primera, termina por constituir el trauma de cada sujeto. No vamos a entrar ahora en cual es el proceso por el cual deviene traumática, pero retengamos que ese monto de excitación que el lenguaje no puede reabsorver convierte nuestro cuerpo en un cuerpo libidinal. Un cuerpo fácil de desregularse y caer en los excesos, en el goce. La pulsión de muerte freudiana es ests, lo que está más allá del principio del placer.

Si el psicoanalisis primero freudiano y lacaniano después, se distingue de las psicologías, es porque no pierde de vista la sexualidad y la pulsión de muerte: Lo irreductible de la una y de la otra, irreductible a una pacificación total.

Pero es cierto también que algo pacifica a los humanos. Es cierto también que hay procesos simbólicos que permiten una cierta regulación de los excesos. Para que la vida resulte vivible esa regulación debe abrir al sujeto una vía de acceso a una recuperación de goce, a ciertas satisfacciones libidinales.

Las estructuras de parentesco tienen esa función por estructura, es decir, “per se” El modo en que eso se lleva a cabo es por medio de los ideales. Las estructuras de parentesco improntan en el sujeto un ideal del yo regulador.

En la familia tradicional esa función se le pedía al padre. Se esperaba de él que estuviera a la altura, que amara y deseara a la madre, que tuviera regulados sus propios excesos y pudiera transmitir a los hijos dos cosas: la prohibición y el derecho.

Es cierto que el padre de familia, el de cada familia en concreto, nuca daba la talla. Pero para cada niño había un momento, en que simbólicamente, el padre representaba ese ideal a quien querer parecerse, a quien identificarse Y en las niñas, el querer parecerse a la mujer que él amaba.

Venían luego las decepciones. Si bien es cierto que en unos más y en otros menos. La parte de goce desregulado de cada padre, asoma. Asoma en sus excesos, en sus incapacidades, en su furia, o en su cobardía, dejando en cada niño, en cada niña las marcas, a veces conscientes a veces inconscientes, de esa decepción.

El niño del pijama de rayas” nos muestra, los ojos de un niño que va viendo aparecer a un padre del goce, de un goce desregulado, a un padre pura pulsión de muerte, puro odio, pura maldad. Si bien no puede entender toda la magnitud de lo que el padre hace, si puede percibir como consiente y apoya la furia y la maldad del soldado ayudante. Nos muestra también como se resiste, cómo quiere creerle, y cómo al final ya no puede sostener la versión que se había hecho. Cuando pregunta al otro niño “¿Tu admiras a tu padre?” puede percibirse todo el desamparo en el cual él, acaba de sumirse.

Cuando el padre como ideal se derrumba suele aparecer lo fraterno, los iguales. Lo hermanable, puede venir a tratar de llenar ese vacío y tomar el lugar para el sujeto de un yo ideal con el que identificarse. Lo podíamos ver en la función de la cuadrilla. Hoy lo vemos más radicalizado en las bandas.

Pero la maquinaria de la maldad, puesta en marcha, lo tritura todo. Y el final de la historia nos muestra como esa maquinaria se termina por tragar incluso a quien la pone en marcha. El espanto dibujado en la cara de ese hombre ante la puerta de la cámara de gas nos convoca a lo sin salida. No podemos alegrarnos, ni dolernos. No hay palabras. No hay catarsis. Nos evoca la repetición de eso inasimilable para el juicio que es el trauma, el trauma que nos produce eso que no hay palabras para decir.