GOOD…Y PSICOANÁLISIS

El psicoanálisis y su estudio de los procesos psíquicos permiten hacer lecturas estructurales de los comportamientos humanos. Nos permite no quedarnos en el imaginario de las conductas y pasar a estudiarlas desde una perspectiva diferente. Esta película puede ilustrarnos algunos de los conceptos que venimos desgranando sobre el psiquismo humano.

El horror de la situación en la que se enmarca la historia sirve para poner de relieve hasta donde puede llegar la falta de registro de los hechos en el psiquismo de un sujeto. En términos mas psicoanalíticos diremos que la falta de simbolización de la percepción de esos hechos muestra bien la teoría freudiana de que el afecto y la representación pueden ir por separado. Quizá no sea inocente que Taylor haya elegido a un psicoanalista como uno de los personajes de su obra.

Al profesor Johnn Halder no le era necesario la llegada del fenómeno nazi para flotar por la vida sin posicionarse. No lo hace ni como hijo ante una madre invasora, ni como marido ante una mujer ausente, ni siquiera como amante. ¿Cómo no iba a tener dificultades para hacerlo ante el régimen político?

En ningún momento se posiciona como sujeto, en ningún momento hace un acto que permita pensar que se ha construido un juicio de atribución. No hay un “esto lo quiero” “esto no lo quiero”

La madre puede tratarlo como se le antoje, la mujer, el suegro, nada parece inmutarlo. Y es que este hombre de apariencia afable es un sujeto que no enjuicia. Se deja llevar incapaz de hacer un juicio que le permita tomar decisiones, sean las que sean, pero propias.

No sabemos si Taylor leyó a Freud, pero lo evoca, cuando en los momentos en que debería tomar posición, en los momentos en que psíquicamente es requerido un juicio, él alucina una música.

Tomar posición es hacerse cargo de los actos que uno hace. Hacer el juicio de “esto lo quiero”, es hacerse responsable de esos actos. Si un profesor decide tener relaciones con una alumna, si un sujeto decide beneficiarse de las ventajas socio- económicas que le ofrecen, estaríamos simplemente ante un sujeto que dice “Sí, esto es bueno para mi; lo quiero, “esto soy yo”

Pero el profesor John Hadler es un sujeto desafectado, nada le afecta. No hay en él ni enfados ni pasiones. No busca nada, no rechaza nada.

Si el juicio de atribución; “esto soy yo”, está en suspenso, no está funcionando, el juicio de existencia se desdibuja. Por eso él no distingue bien entre la realidad y lo que no lo es. Dicho de otra manera, no da creencia a sus percepciones. Se mueve al borde de lo alucinatorio. Semidormido.

Pero los actos son los actos, y todo sujeto es responsable de sus actos. La conducta, consciente o no genera responsabilidades. Nada libra al sujeto de su responsabilidad.

¿Qué lo despierta? A mi entender unos significantes, dichos no por cualquiera, dichos por su amigo, amigo con el cual mantiene la única relación en la que se involucra. El lazo al amigo es la única relación propiamente humana que él tiene.

Tu eres un nazi, yo soy un judío, no hay más” son palabras con valor de acto. Podríamos pensarlas como el equivalente a “Tu eres una gallina” del ejemplo de Lacan.

Ya no puede seguir en el limbo. Todo su hacer se le viene encima. Ya no puede seguir obrando sin pararse a pensar. Tiene que saber, e investiga.

El juicio de atribución se precipita. En el campo de concentración, ante la percepción de la barbarie, no puede dejar de atribuírsela: “Esto soy yo”

Al mismo tiempo el juicio de existencia se pone en funcionamiento: “Esto es real”y la música está ahí para señalar que no alucina. ¿Qué hacer entonces con el horror de ese saber nuevo sobre si mismo? Eso queda en suspense.

ATRIBUCIÓN-EXISTENCIA Y HERIDA

JUICIO DE ATRIBUCIÓN-JUICIO DE EXISTENCIA

Respondemos a la pregunta planteada sobre cómo es posible que el juicio de atribución sea anterior al juicio de existencia.

Freud tiene un planteamiento totalmente diferente al de la filosofía tradicional. Coloca el juicio de atribución anterior al juicio de existencia. Esto tiene una consecuencia fundamental: deja sin sentido todas las discusiones acerca de la exactitud de nuestras representaciones con respecto a las cosas

La filosofía, desde Platón, se debate de una forma u otra en ese problema. Se pregunta ¿Dónde ubicar lo verdadero? Lo que Heidegger llama “el fundamento de los entes” Esto es básicamente un juicio de existencia, intenta definir lo que existe como cosa verdadera que sirva de fundamento para todo juicio posterior. El juicio de existencia, para la filosofía, debe ser primero.

Para Freud, lo primero no es si algo existe o no existe, sino si algo me gusta o no me gusta. El sujeto se constituye a partir de una atribución. Es una posición materialista, pues la presencia de las marcas que deja la percepción es indiscutible. El sujeto es un conjunto de marcas materiales y no un ente que se debate entre los engaños de los sentidos. El sujeto se constituye en una atribución respecto de estas marcas.

Para Freud, el punto de origen no es un juicio exacto sobre lo verdadero de las cosas, sino un juicio de atribución relacionado con el placer y el displacer. Es decir, el yo se constituye en ese juego de inclusión/exclusión regido por el principio del placer.

Lo vivido como placentero es atribuido como “yo”, lo vivido como displacentero lo es como “no-yo”, eso para Freud supone un “adentro” y un “afuera” e implica el registro del narcisismo, es decir, una relación en espejo.

El juicio de existencia concierne a la búsqueda en el exterior del objeto “Si-yo” Por eso el encuentro es siempre un reencuentro.

Para poder poner en marcha el juicio de existencia ha tenido que darse la escisión psíquica entre el “yo” y el “no yo” Por tanto, hay una exclusión fundamental que se produce en el juicio de atribución, hay algo que se rechaza, y de eso va a depender la condición de existencia.

El juicio de existencia consiste en el examen de la realidad para convencerse de que está ahí el objeto que se percibió una vez y que produjo satisfacción. En este juzgar reproductor podemos colocar los procesos de pensamiento.

Resumiendo: la función del juicio es afirmar o negar contenidos de pensamiento, y tiene que adoptar dos decisiones 1) Atribuir la propiedad de buena o mala para mi a una cosa que se percibe, y decidir si se acoge en el yo o no. Decidir si se introyecta o se proyecta 2) Una vez acogida en el yo, admitir o impugnar su existencia en la realidad.

Vamos a poner un ejemplo de cómo la percepción, por parte del yo, de satisfacciones pulsionales excesivas produce displacer en el aparato psíquico y por ello un rechazo como defensa.

Retomemos el ejemplo de Lacan de “El niño de las gallinas” : Un niño, hijo de granjeros desarrolla una fobia a las gallinas que le produce un gran sufrimiento ¿Qué había pasado? …La madre recorria los ponedores y al mismo tiempo comprobaba con sus manipulaciones si las gallinas estaban a punto de poner huevos o no. El hijo pequeño de 4 años la acompañaba, y cuando ella le ayudaba a asearse el niño le decía “Mírame a ver si voy a poner huevo” Todo transcurría plácidamente hasta que un día el hermano mayor lo agarró por detrás y se colocó encima de él diciéndole “Eres una gallina, yo soy el gallo” …..El chiquillo se angustia y dice chillando “Yo no soy una gallina”…..Luego desarrolla una fobia

Vemos una satisfacción pulsional anal excesiva. Un niño goza con las manipulaciones de su madre en esa zona y además la ve gozar manipulando a las gallinas. Goza él y goza el Otro materno, él se presta. Mientras este hecho no es nombrado, mientras no se confronta al efecto del significante no se pone en marcha el juicio. Hay satisfacción placentera fuera de la significación…. “sin haber sido pedida ni esperada”

Cuando el hermano lo nombra como “gallina” = objeto que goza de las manipulaciones maternas = objeto de un goce anal, pasivo,… aparece el displacer y ese goce es catalogado por el chico como “no yo”….

Imaginemos que ese mismo niño ayudase a su madre a recoger los huevos y fuese nombrado como “¡Que buen granjero¡” y eso hiciese sonreir los ojos de la madre. El narcisismo estaría servido, ese rasgo será catalogado como “yo” y “granjero” se constituirá como objeto deseable.

El juicio de existencia sería la guía con la que orientarse en cómo conseguir tener una granja en la realidad. El juicio de existencia consistiría en los procesos de pensamiento encargados de evitar el excesivo investimiento de la huella del objeto deseable “granja” El juicio de existencia sirve para no confundir la alucinación del objeto por investimiento excesivo, con su percepción en la realidad.

Pero este impacto, esta ruptura del aparato psíquico no se termina de curar jamás. Jorge Alemán nos lo dice con bellas palabras en el siguiente artículo

HERIDA Y CICATRIZ
Extracto de la entrevista de Miguel Rep a Jorge Alemán*

Jorge Alemán en su libro de poesía: “No saber” escribe 33 poemas urdidos con la humildad de quien abreva en su herida, se rinde ante lo sagrado, y escribe para recomponer una palabra rota

-En tu libro de poemas “No saber” ¿Qué es lo que indagas la herida o la cicatriz?

-Primero evoquemos una posición que se ha vuelto clásica y que podemos presentarla de la manera siguiente: hay una herida incurable, anterior a cualquier suceso, somos el resultado de esa herida. Es un desgarramiento enfermo y sin sentido que constituye nuestro ser. A su vez esta herida fundante es nuestra libertad. Antes de adoptar cualquier causa o compromiso conviene recordar que está primero esta herida, de lo contrario solo seremos marionetas de nuestro Ideal
Tomamos contacto con ella a través de las distintas variantes del dolor, la angustia y lo siniestro. Pero lo que la existencia de cada uno muestra es que no se puede ir directamente a esa herida y tratarla cara a cara.
Por ello se dice que la escritura puede ser un modo privilegiado de tratarla, de mantenerla a la distancia justa, de volverla más soportable, organizándole incluso un sentido. Aunque no está garantizado de antemano, es posible que así la herida cicatrice.

-¿Puede ser esa la función de la escritura?

-La escritura funciona como aquello que revela el corte de la herida y a la vez la sutura, cose sus bordes generando una superficie añadida, es decir la cicatriz que conmemora esa herida primera. Pero la cicatriz no termina de cerrarse, la sutura es imposible, los hilos quedan sueltos y a través de puntos casi invisibles, recomienza el flujo de luminoso de la sangre.. Es un desangrarse lento, sin ofuscación, agónico pero no moribundo, con la alegría propia de aquel que ha movilizado todos los recursos más urgentes para seguir viviendo. Esto es muy distinto de la epidemia zombi que recorre el mundo. La escritura no termina de suturar nada, la cicatriz no se cierra, la herida gana su batalla, pero gracias a esto se movilizan estrategias que son finalmente un modo de estar vivo.

– ¿El “no saber” es algo vivo?

-El “no saber” no es solo silencio, eso tal vez sería tranquilizador. El “no saber” es un vacío que ejerce una presión constante, que obliga a las palabras a cifrar elementos que interrumpen el carácter mediador de esa palabra. Pues la palabra no es sólo pacto o conjuro, es también imputación, orden, mandato, y finalmente voz sin sonido. Es eso lo que le interesa captar al poema, captar esa voz sin sonido adosada a la palabra, ese eco de una voz inaudible

-¿Se trata de del fracaso de la palabra en el proceso de comunicación?

-Si, el trazo, la marca, la letra, y su posible destino de escritura surge del lugar donde la palabra fracasa y es insuficiente. Lo que tenemos en común es lo incomunicable que nos ata.

-Dice el primero de tus poemas: “No sabe es uno que no sabe / pero lleva tal silencio en el espante de la frente / que parece haber estado a solas con el Amor…. Hablemos de ese estar a solas

-Parece que no me repongo nunca del todo de ese impacto….Tengo una permanente relación con aquellos pensadores y poetas que han vislumbrado esto, y que dan cuenta de esta imposibilidad que está en el centro de la relación amorosa.
Cuando se apaga la pasión narcisista, y esta es la única gracia que para mi tiene el hecho de envejecer, uno ya no cree en el amor a un partener como algo necesario, obligatorio, o inevitable, y entonces agradece infinitamente aquellas contingencias de la vida, esos encuentros a través de los cuales pudo sentir que había alguien más que uno mismo

-En tu texto hay distintas evocaciones a lo sagrado

– Gracias a la escritura, a pesar de mi formación laica, tuve noticias de algo como lo sagrado golpeando la enunciación y la entonación de los textos. Esto es explícito en aquellos poemas que asumen directamente la forma de oración, o de plegaria. No me interesa la administración religiosa de lo sagrado. Pero en cuanto nos salimos de la palabra instituida por el código y se abren ciertos interrogantes, por ejemplo hasta donde se puede soportar estar vivo y morir como alguien que estuvo vivo, entonces lo sagrado, como lugar y no como sentido, como ámbito y no como institución aparecen.

*Jorge Alemán es miembro de la AMP

UNA SOCIEDAD DEL MIEDO_CATASTROFISMOS

Extracto de un artículo de Jose Ramón Ubieto*

Nunca una sociedad estuvo tan protegida como la nuestra, y sin embargo somos presas cada vez más, de nuestros propios miedos. La sociedad del riesgo a la que se refería el sociólogo alemán Ulrich Beck, es ya hoy una sociedad del miedo en la que la inseguridad se ha vuelto el mal absoluto.

La alarma que ha suscitado la actual gripe porcina se suma a una serie en la que encontramos otros temores vinculados a la salud, las catástrofes naturales o el terrorismo. En todas ellas, más que la gravedad real, el fantasma de la muerte planea sobre cada uno.

Los historiadores dan fe de la presencia del miedo colectivo en las diversas épocas y de las reacciones que generaron. Para enfrentarlo el sujeto ha supuesto siempre una causa, tradicionalmente ligada al castigo divino por los vicios humanos.¿Qué tiene de novedoso el miedo actual?

La ciencia y su progreso técnico nos liberó de esa teoría para hacernos mánagers de nuestro destino y prever así los obstáculos de nuestro camino. La fe y la confianza en ese progreso nos liberó hasta bien entrado el siglo XX del temor irracional, al precio de tecnificar nuestra vida, incluido el más mínimo detalle

La prevención generalizada, que forma parte hoy de lo cotidiano pretende asegurarnos la longevidad, la elección a la carta de la descendencia y su educación, el moldeamiento del cuerpo saludable, el evitamiento de trastornos mentales detectados precozmente etc

Paradójicamente hoy somos una sociedad donde la confianza se ha vuelto contraproducente. La idolatría de la gestión y la ideología revestidas de pseudociencia descubren sus falsas promesas de seguridad. Una buena parte de sus cálculos financieros, políticos y sanitarios están seriamente cuestionados por la realidad misma.

Por supuesto no se trata de demonizar los avances tecnológicos en todo aquello que facilita nuestra existencia, sino de reconocer los límites propios de toda ciencia en los asuntos humanos. La técnica, entendida aquí como la monitorización protocolarizada de la vida, en la que la palabra y la elección del individuo apenas cuenta, nos ha hecho más vulnerables.

Derrocamos al Dios de la providencia, y ahora vemos como los charlatanes pseudocientíficos nos reducen a un cálculo, una cifra o un factor de riesgo a tratrar estadísticamente.

La pasión por el bienestar y la seguridad como valores absolutos nos hacen consentir a una sociedad anestésica que propugna el olvido como solución. Una sociedad que no quiere saber nada de las razones de cada uno respecto a su sufrimiento estandarizándolo, y que prefiere como salida las respuestas aditivas ( hipermercado, drogas, comida etc)

Todo ello aumenta sin duda la inseguridad porque es una fórmula que renuncia a hacerse cargo de los propios miedos, profundamente humanos y por eso tan extimos.

* Jose Ramón Ubieto es miembro de la AMP

CATASTROFISMOS

“El culto a la felicidad engendra el reino del miedo….. el soberano bien es el bienestar…..Lo que domina es el deseo de cada uno de ponerse al abrigo….esos miedos multiformes lo que expresan y camuflan es una angustia social cuyo objeto está velado.”

Son palabras de J.A. Miller que nos pueden ayudar a reflexionar la pregunta de una lectora sobre la relación entre las explicaciones catastróficas y la gran audiencia que producen. Hoy tenemos la gripe porcina, ayer la gripe aviar, antes de ayer las vacas locas…..

El culto a la felicidad …Una de las consecuencias de ese culto a la felicidad es la negación de la culpa, o dicho de otro modo, la negación de la culpa como una condición para poder “acceder” a ella. Hay que sofocar, negar, ignorar nuestra condición de culpables para poder aspirar a esa felicidad que el discurso del amo moderno nos propone.

Hemos venido hablando una y otra vez en este blog de “eso” inasimilable para el juicio, “eso” que hemos llamado extimo, “eso” que se nos asoma en lo siniestro y que no es otra cosa que una vivencia de goce excesiva; que nos excede. Vivencias de goce experimentadas pero rechazadas y que constituyen nuestro “no-yo”

En todos los tiempos pasados la culpa ha sido la recuperación en otro nivel de eso rechazado. En términos modernos podríamos llamarla, una cierta subjetivación de nuestras maldades.

Los dioses siempre han sido pensados como los “repartidores” de los castigos y premios a los que una sociedad o un individuo se hacían acreedores. Era un invento que servía para amarrar la pulsión y pasarla por el Otro, es decir domesticarla un poco.

A nuestro modo de sociedad espitosa, de tinte maníaco, le molesta la culpa. Y cuando no hay culpa hay angustia.

Sabemos que el miedo es ya una cierta elaboración de la angustia, es convertirla en algo un poco más soportable. Las fobias nos muestran bien ese mecanismo de conversión de la angustia en miedo. Es menos malo localizar un objeto que de miedo que soportar una angustia difusa que invade todo.

“El carnaval de los miedos tiene ciertamente una dimensión lúdica: un miedo caza a otro miedo” dice J.A.Miller. No es porque si que las películas de terror tengan tantos adeptos.

No podemos ni querríamos, volver a creer en los dioses para recuperar ese modo de regulación del goce. No hay vuelta atrás. Ni tampoco vamos a caer en la nostalgia de idealizar modos pasados. Si se abandonaron, por algo se abandonaron.

Estamos en tiempos de invención, necesitamos invenciones, nuevos semblantes, dice Lacan, que nos ayuden a convivir con lo que hay de la mejor manera posible. Es decir con temple. Quizá el nuevo modo de la economía con el frenazo que supone en la euforia colectiva nos traiga algo bueno en ese sentido. Apostemos por ello.

EL DOLOR_HUMOR HIPERACIVO*

Vamos a contestar a la pregunta de un lector sobre las causas psíquicas del dolor cuando no hay lesión y sobre las posibilidades de remisión. La respuesta a la pregunta sobre la ELP pueden Uds. leerla, si lo desean, pinchando en “Todos mis artículos”

No es que el dolor con lesión no pueda tener un origen psíquico. Es popularmente admitido que la úlcera de estómago o las gastritis que tanto dolor producen tienen dicho origen Pero cuando no se encuentra lesión ninguna se hace más evidente que algo sucede en el psiquismo.

¿Cómo explica esto el psicoanálisis? Veamos: Simplificando mucho podemos decir que son fenómenos que se producen cuando la pulsión está desamarrada del Otro del significante. Dicho de otro modo, son fenómenos de goce en el cuerpo cuando la cadena significante, la cadena de las representaciones, se rompe o se detiene.

Decimos que la pulsión en el bebé va quedando amarrada a las zonas erógenas: boca, ano, mirada, voz, genitales, y lo hace al hilo de los dichos de quien lo materna y paterna. Estamos diciendo pues, que el cuerpo se vacía en gran medida de goce para quedar concentrado en esas zonas y amarrado a los significantes del Otro. Significantes, con los que el ser hablante hará su lazo social. El proceso de socialización es un proceso de significantización, es decir, de simbolización.

Para que un significante sea tal, para que tenga el rango de significante, debe de ser escuchado y enunciado con “carácter” metafórico y metonímico. Es cecir, que haya perdido la literalidad. También debe de conservar un abanico de significaciones. Debe de conservar el suficiente amarre a la significación como para que una palabra no quiera decir cualquier cosa. A eso lo nombramos como “pasar por los significantes del Otro del lenguaje”

En este desarroyo, las cadenas asociativas de cada sujeto tienen la suficiente movilidad y constancia. La condensación y el desplazamiento de los que hablaba Freud permiten ese funcionamiento. Lacan nombrará a la condensación y al desplazamiento Freudianos como metáfora y metonimia. Esto nos permite medio-entendernos y mantener el flujo pulsional en movimiento, al menos suficientemente.

Pongamos un ejplo: Comúnmente se entiende que cuando se le dice a alguien “Te comería a besos” la frase no es literal, pero tampoco quiere decir cualquier cosa. Se entiende que tiene un abanico de “significaciones amoroso-eróticas” y que pone en juego algo de lo pulsional, algo del goce. Metáfora y metonimia están presentes en esa frase. Vamos a tomarla como un significante en su conjunto. Es un significante del Otro del lenguaje, del Otro social.

Si el que lo escucha lo interpreta así, puede hacerle más o menos gracia según quien se lo diga, o según su código socio-moral, etc., pero la admitirá dentro de ese abanico de “significaciones amoroso-eróticas” Incluso podríamos conjeturar que fuese una ironía que quisiera significar todo lo contrario. Pero aún así, tendría una significación “estabilizada”

Si los códigos metafóricos y metonímicos estuvieran alterados podrían producirse significaciones bizarras; siempre inquietantes. Forzando un poco un ejplo de Lacan: alguien que escucha “Vengo de la charcutería” y entiende que la han llamado “Marrana” pone de manifiesto un desenganche fuerte entre el significante percibido y la significación o significado que ella le da.

Esto trae como conscuencia un desenganche de los amarres de la pulsión . El goce pulsional queda a la deriva, queda en el cuerpo y se manifiesta en forma dolorosa.

En estos tiempos en que el diagnóstico de fibromialgia es casi una epidemia, podríamos preguntarnos cuantas de ellas tienen en su origen un desenganche entre el significante y el significado en la cadena de cada sujeto que la padece.

La Metáfora Paterna es la operación por la cual se “estabiliza” el sistema de los significantes con los significados. Cuando la Metáfora Paterna falta, son las suplencias las que permiten esa “estabilización” Al final de su enseñanza Lacan llamará a eso el sinthome.

Un psicoanálisis tiene como objetivo, en muchos casos, que cada sujeto, trabajando a través de la transferencia, reenganche su cadena de las significaciones al Otro, al Otro del lenguaje. Se trata de una cadena de significaciones, que cada uno se construye o reconstruye en análisis. Es decir, un análisis consiste en llevar a cabo una historización. O dicho al estilo del primer Lacan, “Encontrar las palabras para decirlo” aunque bien sabemos que no del todo.

Con ello la libido vuelve a “circular”, sale del cuerpo, desalojándolo de goce. Al mismo tiempo el dolor puede aliviarse.

HUMOR HIPERACIVO *

Cuando la palabra de los docentes no se ha investido de la autoridad necesaria para imponer normas y límites se multiplican los niños que “no paran quietos” a la espera de un Otro que los pare un poco. Pero hay que diferencias estos niños revoltosos que responden a los límites de la palabra, al orden simbólico del niño hiperactivo al que a veces hay que parar en lo real del cuerpo.

La prevalencia de lo imaginario sobre lo simbólico en la relación de pareja actual expone a los niños a una investidura narcisista desmesurada. Cada vez menos limitada por acontecimientos que lo desalojen de ahí, por ejemplo, el nacimiento de nuevos hijos. Así como consecuencia de la debilidad de la función paterna como operador de la castración se produce un estancamiento, no hay pérdida de goce.

La función paterna proporciona una estructuración del goce por medio de una pérdida. Pero lo que rige el goce en los hijos de las parejas actuales, son los objetos del mercado que imponen una producción insaciable que niega la castración. Ese estancamiento, esa falta de pérdida, es el motivo esencial de la angustia moderna de los niños. Y ante lo insoportable de la angustia (o del dolor) aparece la respuesta motriz. Los pasajes al acto

En el centro de la hiperactividad está la angustia, o más bien, la hiperactividad es una respuesta a la angustia. Freud explica la angustia como un estado afectivo que se caracteriza por ir acompañado de sensaciones físicas y procesos de descarga en el cuerpo que tienen un carácter displacentero y que lleva, al ser que comienza a hablar, a realizar actos motores que son percibidos como molestos para los otros.

En el proceso de angustia hay un incremento de excitación que crea por un lado una sensación de displacer y por otro un alivio por medio de actos motores. Este síntoma pone al descubierto una relación al goce del cuerpo en tanto permite regular algo de un goce deslocalizado (desamarrado) doloroso e insoportable para el niño.

La hiperactividad es una reacción de los sujetos con dificultades en la simbolización (es decir en el proceso de significantización) Es una reacción por fuera del significante y sus significaciones.

Tres respuestas puede dar el sujeto frente a la angustia: La respuesta imaginaria daría lugar a la inhibición, la respuesta simbólica daría lugar al síntoma, una respuesta en lo real es el pasaje al acto. La hiperactividad podría pensarse como un pasaje al acto continuado Cuando la angustia bloquea el pensamiento y aprieta hasta la parálisis, el pasaje al acto responde con el movimiento, con la descarga motriz.

El pasaje al acto es al Otro a quien angustia, no al propio sujeto. La dificultad del tratamiento es hacer que el niño hiperactivo se interese por un saber sobre lo que le ocurre, ya que en todo pasaje al acto hay un rechazo al saber.

A esto se suma que para el niño hiperactivo el lugar vacío en el que podría abrirse su pregunta está taponado con la etiqueta que lo escolar y lo médico le colocan para explicarse y explicarle lo que le ocurre.

Extracto de un artículo de Myriam Chang en “Frudiana”
Myriam Chang es miembro de la AMP

SOCIALIZACIÓN

SOCIALIZACIÓN*

Las Jornadas de la ELP que se celebrarán en Julio en Barcelona tienen como tema “Clínica y pragmática de la desinserción en psicoanálisis” Vamos a ir presentándoles extractos de algunos de los trabajos que se están realizando en torno a ello. Comenzamos con el de Cristina Califano.

Su trabajo parte de la frase de Miller: “digo pragmática mejor que tratamiento o cura porque ahí estamos en el orden del saber-hacer, del arreglárselas con”

Pensar la supervivencia del psicoanálisis en el siglo XXI supone estar a la altura del momento ante los avatares del mundo contemporáneo, pero preservando siempre la ética del psicoanálisis.

Después de hacer un pequeño recorrido por Peirce y James se detine en Rorty para destacar cómo según este autor los humanos nos movemos en un universo de lenguaje, en las prácticas sociales que lo generan y en su concepto de utilidad: una acción es útil si sirve para crear un futuro mejor.

Nos señala, que en los tiempos actuales, el significante «pragmatismo» ha sufrido una banalización y va quedando subsumido bajo el ideal de «utilitarismo», en el que se obvian los límites éticos en pos del beneficio personal.

Siguiendo a F. Jullien distingue después, entre eficacia y eficiencia. La eficacia está en la base del pensamiento occidental. La manera griega de concebir la eficacia está basada en la modelización. Platón concibe primero una forma ideal que aspira a lo mejor y luego la voluntad, que se involucra para obtener esta forma ideal en la realidad. Es decir, la intervención conjunta de dos facultades: el entendimiento y la voluntad. La eficacia, funda las terapias cognitivistas.

Frente a este modelo podemos colocar el de la eficiencia, que está en la base del pensamiento chino. El no-actuar, que no es inmovilidad, renuncia o pasividad, sino “no hacer nada pero que nada deje de hacerse” Dejar que llegue el efecto, no buscarlo sino implicarlo. Es decir, promover el efecto como consecuencia de una acción indirecta.

La pragmática analítica estaría del lado de la eficiencia, en el sentido de que produce efectos como consecuencia de una acción indirecta. Al orientarnos por una pragmática con un sesgo de eficiencia, podremos colocarnos como interlocutores de los discursos de la modernidad y desde nuestra orientación, acompañar a los sujetos en la búsqueda de una solución al malestar. Pero sin olvidar que el goce y la pulsión siempre se presentan en oposición a cualquier idealismo que suponga que el sujeto quiere su propio bien. El goce no se deja domesticar, pero en la transferencia puede alcanzar una forma civilizada.

El nuestro sería un pragmatismo paradojal que no busca la supresión del síntoma, sino el como arreglárselas con el goce incluido en el síntoma al final del análisis, pues sabemos que aquello de lo que se sufre, es aquello de lo que se goza.

Cristina Califano también dice, que J. A. Miller nos invita a hacer el estudio temático de las situaciones subjetivas de exclusión social. Nos interesa pues hacer uso de los significantes que se usan socialmente y pensarlos desde el discurso analítico. Precariedad, errancia y aislamiento social son los significantes que representan a los sujetos que están al límite y que no entran en el discurso del amo quedándose fuera del circuito productivo.

J. A. Miller define nuestra época como la época del Otro que no existe. No hay un Otro que sirva de punto de anclaje al sujeto. Un Otro cuya función sería regular y orientar al ser hablante en sus experiencias. El psicoanálisis como práctica, es del orden social, es un lazo al Otro. El deseo de inserción es fundamental en el ser hablante. Es necesaria una inserción para producir un sujeto viviente.

En la actualidad los sujetos humanos viven en una gran desprotección. Desprotección producida por la precariedad de los lazos sociales. Hay sujetos en los cuales el deseo de des-inserción puede llegar al suicidio social y vital. Hay un amplio abanico de rupturas con el Otro: rechazo del saber, pasajes al acto, adicciones etc.

El trabajo del psicoanálisis será acoger la precariedad simbólica de estos sujetos. Tomar el síntoma que se han construido como un vínculo social, como una producción particular que les permite un lazo social, aunque sea precario. No como algo a eliminar de entrada. Es necesario primero acoger la dimensión del goce que el síntoma conlleva, para cifrarlo, para acotarlo bajo transferencia.

Más que una clínica de la inserción sería una clínica de la separación del goce en el que cada sujeto está inmerso. Es una clínica de las suplencias que pueda acoger el modo con que cada sujeto acepta un cierto vínculo con el Otro.

Cuando decimos “clínica y pragmática de la desinserción” decimos dos cosas: entender cuales son los modos en que cada sujeto establece su lazo al Otro, y acompañar al sujeto a construirse procedimientos de remedio, invenciones para hacer con lo que hay de la mejor manera posible.

* Cristina Califano es miembro de la ELP

SOCIALIZACIÓN_LA FUNCIÓN DEL JUICIO

SOCIALIZACIÓN*

Las Jornadas de la ELP que se celebrarán en Julio en Barcelona tienen como tema “Clínica y pragmática de la desinserción en psicoanálisis” Vamos a ir presentándoles extractos de algunos de los trabajos que se están realizando en torno a ello. Comenzamos con el de Cristina Califano.

Su trabajo parte de la frase de Miller: “digo pragmática mejor que tratamiento o cura porque ahí estamos en el orden del saber-hacer, del arreglárselas con”

Pensar la supervivencia del psicoanálisis en el siglo XXI supone estar a la altura del momento ante los avatares del mundo contemporáneo, pero preservando siempre la ética del psicoanálisis.

Después de hacer un pequeño recorrido por Peirce y James se detine en Rorty para destacar cómo según este autor los humanos nos movemos en un universo de lenguaje, en las prácticas sociales que lo generan y en su concepto de utilidad: una acción es útil si sirve para crear un futuro mejor.

Nos señala, que en los tiempos actuales, el significante «pragmatismo» ha sufrido una banalización y va quedando subsumido bajo el ideal de «utilitarismo», en el que se obvian los límites éticos en pos del beneficio personal.

Siguiendo a F. Jullien distingue después, entre eficacia y eficiencia. La eficacia está en la base del pensamiento occidental. La manera griega de concebir la eficacia está basada en la modelización. Platón concibe primero una forma ideal que aspira a lo mejor y luego la voluntad, que se involucra para obtener esta forma ideal en la realidad. Es decir, la intervención conjunta de dos facultades: el entendimiento y la voluntad. La eficacia, funda las terapias cognitivistas.

Frente a este modelo podemos colocar el de la eficiencia, que está en la base del pensamiento chino. El no-actuar, que no es inmovilidad, renuncia o pasividad, sino “no hacer nada pero que nada deje de hacerse” Dejar que llegue el efecto, no buscarlo sino implicarlo. Es decir, promover el efecto como consecuencia de una acción indirecta.

La pragmática analítica estaría del lado de la eficiencia, en el sentido de que produce efectos como consecuencia de una acción indirecta. Al orientarnos por una pragmática con un sesgo de eficiencia, podremos colocarnos como interlocutores de los discursos de la modernidad y desde nuestra orientación, acompañar a los sujetos en la búsqueda de una solución al malestar. Pero sin olvidar que el goce y la pulsión siempre se presentan en oposición a cualquier idealismo que suponga que el sujeto quiere su propio bien. El goce no se deja domesticar, pero en la transferencia puede alcanzar una forma civilizada.

El nuestro sería un pragmatismo paradojal que no busca la supresión del síntoma, sino el como arreglárselas con el goce incluido en el síntoma al final del análisis, pues sabemos que aquello de lo que se sufre, es aquello de lo que se goza.

Cristina Califano también dice, que J. A. Miller nos invita a hacer el estudio temático de las situaciones subjetivas de exclusión social. Nos interesa pues hacer uso de los significantes que se usan socialmente y pensarlos desde el discurso analítico. Precariedad, errancia y aislamiento social son los significantes que representan a los sujetos que están al límite y que no entran en el discurso del amo quedándose fuera del circuito productivo.

J. A. Miller define nuestra época como la época del Otro que no existe. No hay un Otro que sirva de punto de anclaje al sujeto. Un Otro cuya función sería regular y orientar al ser hablante en sus experiencias. El psicoanálisis como práctica, es del orden social, es un lazo al Otro. El deseo de inserción es fundamental en el ser hablante. Es necesaria una inserción para producir un sujeto viviente.

En la actualidad los sujetos humanos viven en una gran desprotección. Desprotección producida por la precariedad de los lazos sociales. Hay sujetos en los cuales el deseo de des-inserción puede llegar al suicidio social y vital. Hay un amplio abanico de rupturas con el Otro: rechazo del saber, pasajes al acto, adicciones etc.

El trabajo del psicoanálisis será acoger la precariedad simbólica de estos sujetos. Tomar el síntoma que se han construido como un vínculo social, como una producción particular que les permite un lazo social, aunque sea precario. No como algo a eliminar de entrada. Es necesario primero acoger la dimensión del goce que el síntoma conlleva, para cifrarlo, para acotarlo bajo transferencia.

Más que una clínica de la inserción sería una clínica de la separación del goce en el que cada sujeto está inmerso. Es una clínica de las suplencias que pueda acoger el modo con que cada sujeto acepta un cierto vínculo con el Otro.

Cuando decimos “clínica y pragmática de la desinserción” decimos dos cosas: entender cuales son los modos en que cada sujeto establece su lazo al Otro, y acompañar al sujeto a construirse procedimientos de remedio, invenciones para hacer con lo que hay de la mejor manera posible.

* Cristina Califano es miembro de la ELP

LA FUNCIÓN DEL JUICIO *

La inscripción en lo social está en la base de la enseñanza freudiana. La identificación por ejemplo, es una inscripción psíquica de una realidad social, es inscribir lo social en el psiquismo

En Lacan también encontramos la relación con el Otro desde sus comienzos. Lacan incluye lo social en lo mental. Para él la relación con el Otro es primordial. El efecto del lenguaje en el cuerpo, los dichos y los no dichos parentales nos determinan. Así se produce nuestra inserción en el mundo

La relación entre la percepción y la memoria no es fija, es variable. La realidad percibida para inscribirse en la realidad psíquica necesita de la creencia. Es decir de la función del juicio. La función del juicio es afirmar o negar contenidos de pensamiento. Y tiene que adoptar dos decisiones: 1) Atribuir o desatribuir una propiedad a la cosa percibida. 2) Admitir o impugnar la existencia de una representación en la realidad. Freud descubre que puede haber percepción de la realidad sin creencia, sin convicción en lo percibido. Una realidad percibida sin creencia no es eficaz. Esto es lo que Freud llamó descrédito o increencia refiriéndose a la psicosis.

Parafraseando a Russell podríamos decir, que para que los significantes fundamentales funcionen en el inconsciente, el sujeto debe respetar los significantes que percibe. Esto es particulármente cierto en el caso de un significante esencial; el significante del Nombre-del-Padre. Lo que llamamos “la realidad” es decir, las cosas del mundo humano que nos envuelven, son cosas de un universo estructurado en palabras. Se plantea pues la pregunta de en qué medida cada uno de nosotros fracasa en su esfuerzo por insertarse en este universo simbólico. La clínica psiocoanalítica nos permite calibrar en que medida eso se ha logrado o no

Lacan nos lo señala:”La realidad solo es percibida por el hombre, al menos en estado espontáneo, bajo una forma profundamente elegida. El hombre tiene que ver con trozos escogidos de realidad” Lo que llamamos “subjetivación del mundo” es en si un trabajo sobre la realidad. Un trabajo significante.

Pero este trabajo de subjetivación tiene algo que lo complica. Lo que hemos venido nombrando como “lo no asimilable por el juicio” Lo que también hemos llamado “no-yo” a lo que Freud llamó Das Ding, eso emborrona nuestra percepción. Si el psicoanálisis no se confunde con ninguna psicología es precisamente porque toma en cuenta este descubrimiento: el descubrimiento de que hay algo que complica la adaptación del sujeto a la realidad. Hay siempre un real que resiste a la subjetivación.

A ese lugar que escapa a la relación del sujeto con el Otro, el Otro del significante, el Otro de las representaciones, a ese lugar, irá a alojarse ese real no asimilable. Das Ding es ese algo del sujeto que se resiste a la inserción y por ello, queda como límite de la experiencia humana, como aquello de lo humano que es inhumano, como el límite de nuestra propia inserción en el Otro. Das Ding se presenta como el objeto perdido que es exterior al sujeto, fuera del límite del vínculo al Otro, pero habitando en su interior. Extranjero, lo ex-timo al sujeto, en torno al cual se orienta todo su caminar.

La forma de haber sido hablados por nuestros padres impregna nuestro modo de hablar. Esta impregnación deja marcas que persisten a lo largo de una vida. Entre esas marcas hay algunas que son más decisivas que otras. No todos los dichos o silencios tienen el mismo valor. Lo que determina el valor de una marca es fruto de su encuentro con el cuerpo, es decir el efecto que han causado sobre uno, cristalizando algo de lo vivo de la lengua

Para el ser hablante el espectáculo del mundo está sostenido en una estructura significante. El sentimiento de realidad descansa en coordenadas simbólicas. Basta con que lo simbólico sea tocado para que el sentimiento de realidad vacile.

La inserción y desinserción de un sujeto en el mundo depende de lo que hemos llamado Nombre-del-Padre, o de lo que viene a suplirlo. A lo que viene a suplirlo Lacan acabó por llamarlo sinthome; lo incurable. Eso que queda al final de un análisis, como modo personal e intransferible de insertar el goce propio, en el lazo al Otro social.

* Texto inspirado en un artículo de Guy Briol, miembro de la AMP

LA DEPRESION *

La clínica psicoanalítica cuestiona la existencia de una entidad que se pueda denominar depresión. Pero puesto que está presente en el lenguaje de la psiquiatría e invade el discurso común contemporáneo debemos tomarlo en consideración y hacer algunas matizaciones.

Es una clasificación apoyada por el cognitivismo y las neurociencias, que nos hacen la promesa de llegar a descubrir la causa bioquímica del pensamiento, de los afectos, y de los sueños y poder incidir en ellos. El problema es que los investigadores y los investigados están afectados de subjetividad pues están irremediablemente afectados por el lenguaje. Esto hace inviable la objetividad que es la base del propio método científico.

En los sujetos afectados por el lenguaje queda introducida una perturbación esencial en su cuerpo.

En los animales el programa del instinto orienta a cada especie respecto a lo que tiene que hacer para alcanzar el objeto con el que satisfacerse, ya sea sexualmente o alimenticio.

El sujeto humano desde que nace no tiene otro remedio que utilizar la mediación del lenguaje, es decir pasar por el lenguaje del Otro. Esto hace que el instinto se transforme en pulsión. Pulsión que se concentra en ciertas zonas corporales y que no tiene un objeto de satisfacción prefijado. Además, la pulsión puede y debe encontrar ciertas vías de satisfacción indirecta a través del deseo y los ideales. Es decir, renunciar a su satisfacción directa. Y es que el ser humano inserto en la civilización se ve confrontado con la necesidad de definir su lugar en ella, la necesidad de buscar sentido y encontrar ideales para orientarse

Freud, en “El malestar en la civilización” nos dice que la civilización implica una renuncia pulsional y que eso es la causa de los mayores logros de la humanidad, pero también de sus malestares. También señala que el ser humano, ante el dolor de existir, siempre ha buscado adormecerlo con diversas sustancias en lugar de afrontarlo. Hierbas medicinales, sustancias tóxicas, son usadas desde siempre.

En los últimos 20 años se ha llamado depresión a cualquier malestar producido por el “dolor que implica existir” En los años 80 los investigadores farmacológicos crearon la expectativa de que podían curar al sujeto de cualquier malestar con los antidepresivos. Y puesto que la llamada depresión suele ir acompañada de angustia añaden los ansiolíticos. Hoy se sabe del fracaso de esta expectativa y de cómo se produce una cronificación cuando es ese el único tratamiento.

A nosotros nos conviene discriminar los distintos afectos y no meterlos todos bajo un mismo nombre. Aburrimiento, tristeza, mal humor, ira, apatía, entusiasmo, angustia, etc. y nos conviene distinguir, de todos ellos, la angustia como un afecto que no engaña. No engaña porque toca el corazón del ser que la padece, es decir, toca aquello que le falta. Toca lo que constituye el motor del deseo y que con los avatares de la vida se desestabiliza con facilidad

Freud nos dice también, que el trabajo de duelo que se produce por una pérdida, es un trabajo destinado a simbolizar dicha pérdida, y a operar una redistribución de la libido pulsional. Cuando un sujeto no logra realizar ese trabajo, la mayor parte de las veces sufre efectos de depresión. El los llamaba efectos de melancolización.

Es importante por lo tanto, diferenciar el afecto de tristeza que acompaña a una pérdida con su correspondiente trabajo de duelo, diferenciarlo de la posición depresiva- melancólica- que es casi lo contrario, en la cual, el trabajo de duelo, no se ha realizado. La posición depresiva implica apatía, desinterés hacia el saber. Es un no querer saber nada de la pérdida que conlleva la vida. Por eso Lacan habla de cobardía moral. Es una renuncia al deseo para instalarse en el goce.

* Extracto del artículo de Clara Bardón en Freudiana 53
Clara Bardón es miembro de la AMP

LA DEPRESIÓN*_LA DESINSERCIÓN

La clínica psicoanalítica cuestiona la existencia de una entidad que se pueda denominar depresión. Pero puesto que está presente en el lenguaje de la psiquiatría e invade el discurso común contemporáneo, debemos tomarlo en consideración y hacer algunas matizaciones.

Es una clasificación apoyada por el cognitivismo y las neurociencias, que nos hacen la promesa de llegar a descubrir la causa bioquímica del pensamiento, de los afectos y de los sueños y poder incidir en ellos. El problema es, que los investigadores y los investigados, están afectados de subjetividad pues están irremediablemente afectados por el lenguaje. Esto hace inviable la objetividad que es la base del propio método científico.

En los sujetos afectados por el lenguaje queda introducida una perturbación esencial en su cuerpo.

En los animales, el programa del instinto orienta a cada especie respecto a lo que tiene que hacer para alcanzar el objeto con el que satisfacerse, ya sea sexualmente o alimenticio.

El sujeto humano, desde que nace, no tiene otro remedio que utilizar la mediación del lenguaje, es decir, pasar por el lenguaje del Otro. Esto hace que el instinto se transforme en pulsión. Pulsión que se concentra en ciertas zonas corporales y que no tiene un objeto de satisfacción prefijado. Además, la pulsión puede y debe encontrar ciertas vías de satisfacción indirecta a través del deseo y los ideales. Es decir, renunciar a su satisfacción directa. Y es que el ser humano inserto en la civilización, se ve confrontado con la necesidad de definir su lugar en ella, la necesidad de buscar sentido y encontrar ideales para orientarse

Freud, en “El malestar en la civilización” nos dice que la civilización implica una renuncia pulsional y que eso es la causa de los mayores logros de la humanidad, pero también, de sus malestares. También señala que el ser humano, ante el dolor de existir, siempre ha buscado adormecerlo con diversas sustancias en lugar de afrontarlo. Hierbas medicinales, sustancias tóxicas, son usadas desde siempre.

En los últimos 20 años se ha llamado depresión a cualquier malestar producido por el “dolor que implica existir” En los años 80, los investigadores farmacológicos, crearon la expectativa de que podían curar al sujeto de cualquier malestar con los antidepresivos. Y puesto que la llamada depresión suele ir acompañada de angustia, añaden los ansiolíticos. Hoy se sabe del fracaso de esta expectativa y de cómo se produce una cronificación cuando es ese el único tratamiento.

A nosotros nos conviene discriminar los distintos afectos y no meterlos todos bajo un mismo nombre. Aburrimiento, tristeza, mal humor, ira, apatía, entusiasmo, angustia, etc. Y nos conviene distinguir, de todos ellos, la angustia como un afecto que no engaña. No engaña porque toca el corazón del ser que la padece, es decir, toca aquello que le falta. Toca lo que constituye el motor del deseo y que con los avatares de la vida se desestabiliza con facilidad

Freud nos dice también, que el trabajo de duelo que se produce por una pérdida, es un trabajo destinado a simbolizar dicha pérdida y a operar una redistribución de la libido pulsional. Cuando un sujeto no logra realizar ese trabajo, la mayor parte de las veces, sufre efectos de depresión. El los llamaba efectos de melancolización.

Es importante por lo tanto, diferenciar el afecto de tristeza que acompaña a una pérdida con su correspondiente trabajo de duelo, diferenciarlo de la posición depresiva- melancólica- que es casi lo contrario, en la cual, el trabajo de duelo, no se ha realizado. La posición depresiva implica apatía, desinterés hacia el saber. Es un no querer saber nada de la pérdida que conlleva la vida. Por eso Lacan habla de cobardía moral. Es una renuncia al deseo para instalarse en el goce.

* Extracto del artículo de Clara Bardón en Freudiana 53
Clara Bardón es miembro de la AMP

LA DESINSERCIÓN

Vamos a comentar esta idea freudiana “La renuncia pulsional que la civilización implica ….produce el dolor de existir …el ser humano ante ese dolor ha buscado siempre diversas sustancias …..hierbas medicinales, sustancias tóxicas”

Lo nuevo de nuestro tiempo es el consumo como modo de taponar el dolor de existir, consumir para tratar de taponar la falta que esa renuncia pulsional produce.

Desinserción- inserción son signicantes que se escuchan. Ambos son pensados referidos a la producción y al consumo. El discurso capitalista considera la inserción desde esa perspectiva

Que el sistema capitalista esté en crisis no cambia de momento el fondo del asunto ya que éste no es un cambio producido por una ética y unos Ideales. Es un cambio con el que nos hemos tropezado y por lo tanto un cambio que sufrimos pensándolo como una privación injusta.

La com-pulsión a consumir no es el deseo. La desmesura es goce, es decir, lo que Freud llamó el Más allá…más allá del principio del placer, pura pulsión de muerte. El placer siempre está ligado a la mesura, a lo limitado. El empuje al consumo asociado al éxito material nos ha adormecido el deseo.

Hemos venido diciendo que la inserción del sujeto en el lenguaje es traumática y deja un núcleo fuera, produce ese algo inasimilable para el juicio que queda extimo a nosotros. Ese exterior situado en lo más interior de cada uno

Por cierto, la palabra extimidad, que es un concepto psicoanálitico, se está empleando para designar el exhibicionismo obsceno con el que nos obsequian los medios de comunicación. Con el argumento que de que eso es lo “natural” lo que se exhibe tiene que ver con lo pulsional. Al menos con lo que Freud nombraba como mirar-ser mirado-hacerse mirar.

La inserción en el lenguaje conlleva insertarse en el lazo social. Adoptar los significantes del Otro para demandar, para intercambiar. Conlleva posponer la satisfacción y hacerla entrar en los circuitos sociales. La ética y los ideales son eso; circuitos sociales.

El modo de inserción propuesto por el capitalismo a través de la psicología cognitiva y la medicación no tiene que ver con los ideales sino con el goce. Producir y consumir conlleva el goce de la bulimia. Consumir, luego vomitar, para seguir consumiendo, intentando llenar ese vacío sin nunca conseguirlo. El mundo lleno de deshechos que estamos generando nos lo muestra.

El vacío no se llena. Nada de lo conseguido viene a coincidir con lo esperado. Ni la madre ni el padre son como hubiéramos querido, ni los hermanos, ni los hijos, ni los amores, ni los amigos. Puesto que somos únicos e irrepetibles nadie ni nada viene a coincidir con el agujero, con la herida que dejó la inserción en el lenguaje. El trabajo de duelo debería venir a simbolizar la perdida y a redistribuir la libido. Pero muchas veces en su lugar aparece la culpa, o la ira, o ambas.

No aceptar la idea de que llenar el vacío es imposible conlleva creer que la culpa es de alguien. El sujeto con tal de no renunciar a su idea prefiere buscar un culpable, prefiere poner la culpa a su cargo o a cargo del Otro. Cuando la pone a su cargo tenemos la depresión. Cuando la pone a cargo del Otro tenemos la paranoia. Hay una renuncia pero no desde la imposibilidad, sino desde la impotencia. En la depresión toma la forma de; “No es que sea imposible, es que yo soy incapaz” En la paranoia toma la forma de; “No es que sea imposible, es que me lo impiden”

La depresión, las adicciones, el consumismo desfrenado, o las diversas formas delirantes de culpar al otro, son otras tantas maneras de negar ese imposible. Negar que no hay ningún objeto que pueda producirnos la satisfacción total.

Freud en el “Proyecto de neurología” nos lo explica: cuando vuelve a aparecer la necesidad en el bebé, éste en principio activa las huellas de memoria que dejó el objeto de satisfacción. El bebé “alucina” el objeto. Eso sería lo más parecido a una satisfacción completa. Se instala en el principio del placer. Pero el principio de realidad- el cuerpo reclamando- hace que abandone ese estado y comience a realizar los actos necesarios que lo conducen a buscar en la realidad un objeto que siempre será solamente aproximado.

Nuestro psiquismo en ese sentido no crece nunca. Repetimos ese esquema una y otra vez intentando recuperar el objeto perdido. Pero solo la renuncia al objeto “alucinado” nos permite acercarnos a los objetos “aproximados” Nos permite pasar del Otro a los otros. Lacan dirá que hay que poder aceptar que no hay relación sexual para que haya relaciones sexuales, siempre incompletas, siempre a repetir.

El psicoanalisis trata con sujetos más o menos desinsertados del deseo e insertados en el goce. Y no se trataría de realizar la operación que propone el neurocognitivismo. No se trataría de una nueva inserción en la producción y en el consumo. Sino de que cada uno pueda hacer el trabajo de duelo para acceder al camino de la mesura, es decir, el del deseo.

LOS SUEÑOS*_LA HERENCIA DE LA FALTA

Freud, en “Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños” habla de la responsabilidad moral por el contenido de los sueños. Es una reflexión sobre los sueños y su naturaleza inmoral.

En este trabajo, Freud se pregunta por la implicación del sujeto en el contenido del sueño. ¿El sujeto debe de sentirse responsable? En el sueño ocurre que uno es asesino, mata, viola, golpea a sus seres más queridos, hace cosas que en el mundo de la realidad merecerían castigos severos previstos por la ley.

Él considera, que su descubrimiento de la interpretación de los sueños, desplaza el problema de la moral. Lo que se muestra en el sueño, su contenido consciente, manifiesto, puede ser inocente, moral, correcto. Pero puede disimular un contenido latente más inmoral. Desde ese punto de vista de Freud- y no creo que los analistas de hoy difieran sobre ese punto- el contenido latente de la mayoría de los sueños, es de trasgresión. Uno sueña siempre en contra del derecho. El núcleo del sueño es una trasgresión de la Ley.

Los contenidos del sueño son de egoísmo, de sadismo, de crueldad, de perversión, de incesto. Y no estoy exagerando el punto de vista freudiano: en la formulación de Freud los soñadores son criminales enmascarados. De manera tal que cuando se habla de un crimen, de un asesinato, lo primero que desde el punto de vista analítico se podría decir con seguridad es, que en esa historia, se trata de si mismo y no del otro.

Si se plantea la pregunta de si debemos asumir la responsabilidad de nuestros sueños inmorales, Freud responde que si. Analíticamente lo inmoral es una parte de nuestro ser. Nuestro ser incluye, no solamente la parte de la que estamos orgullosos y mostramos en la tribuna, la parte admirable que constituye el honor de la humanidad, sino también, la parte horrible. No sólo el honor, sino también, el horror. Al menos eso es lo que el psicoanálisis ha agregado a la idea del ser humano como tal.

La interpretación de los sueños por parte de Freud ha modificado la idea que teníamos de nosotros mismos… Ha demostrado que incluye esa parte desconocida; el inconsciente reprimido, el cual está en mí; que se mueve y actúa habitualmente a través de mí. Freud lo llama el Ello, pero está en continuidad con el Yo. Somos criminales inconscientes y eso aflora a la conciencia, no solo en los sueños, aunque desplazado, deformado, o proyectado.

Eso explica la fascinación por el gran criminal. Existe mucha literatura, cine etc., que nos lo muestra. Pensemos en la figura del caníbal Aníbal Lector que tantos y tantos espectadores ha tenido. Pienso que esta fascinación tiene que ver con que él realiza un deseo presente en cada uno de nosotros. Un deseo que nos horroriza. Estar horrorizado es un modo de estar fascinado.

Se utiliza la palabra monstruo para calificarlos. El ser humano alberga, en cierta medida, pequeños mostruos tímidos. Me gustaría plantear la paradoja de que el crimen es humano. Eso que se consideraba lo inhumano fue reintroducido en la categoría de lo humano por Freud.

La cuestión es que también existe en nosotros la simpatía, la compasión y la piedad. Podemos decir pues, que lo propiamente humano, es precisamente el conflicto entre esas dos vertientes. El conflicto entre la ley y el goce.

* Jacques- Alain Miller es fundador de la EMP (Primera parte del extracto del comentario de Jaques Allain Miller publicado en Virtualia 18)

LA HERENCIA DE LA FALTA

Toda religión o mitología contempla el tema de la falta. La idea de un pecado original preside la mayoría de las concepciones que tratan de narrar el surgimiento de la especie humana. Queda descartada toda idea de inocencia. Si no somos inocentes ¿De qué falta somos culpables pues?

Freud inventó también un mito que trata de dar cuenta del paso de la animalidad a la humanidad; el mito de Tótem y Tabú. Trata con ello de hacer un corte. De establecer un antes y un después. Un corte infranqueable que nos separa del estado anterior, el cual por definición, es irrepresentable, a no ser por proyección a partir de lo humano.

Sabe Freud, que lo que nos describe es especulativo, pero que tiene un carácter fundador. No es histórico, es la condición de posibilidad de la historia. El mito nos dice que la prole se halla sometida a un padre brutal. Un padre del goce, pura animalidad. Un día lo matan y lo devoran. Y el resultado paradójico es la instauración de la prohibición interiorizada, de la ley. Es decir la emergencia de la ley propiamente dicha. Ley moral como barrera que escinde lo natural de lo humano.

La figura del padre emerge en otro registro que el puramente biológico. Emerge como padre muerto en su biologidad. Emerge en el registro de lo Simbólico, al mismo tiempo que la culpa, y lo hace como transmisor de una ley que también a él le afecta; la ley de la castración.

A este asesinato original Freud liga la culpabilidad que siempre nos acompaña. Nos acompaña aunque por proyección se la tratemos de adjudicar al Otro. El padre- todo padre de familia- también está afectado estructuralmente por la falta, y su función es trasmitirla. Dicho de otra manera; en la transmisión de la castración tiene lugar la transmisión de la falla en la estructura. Del “no hay”

Lacan lo dice: “Para todo ser humano la cuestión de la culpabilidad no es otra cosa que el reflejo de su odio hacia el creador quien quiera que éste sea…..que hizo de él una criatura tan débil y tan insuficiente”

“Este odio aparece en la encrucijada del Edipo cuando se percibe cuan insuficiente e impostor puede ser el padre. Entonces, en lo que se va a emplear el sujeto es en volver a darle, en reponerle, estatura al padre, en recubrir ese desfallecimiento, en construirse un Ideal. Ese padre Ideal es una fantasía, un fantasma neurótico”* Ese Ideal conlleva restricciones, sacrificios, regulación de los goces. Pone en marcha el deseo y lo que podríamos llamar con Freud un investimiento libidinal del mundo y de los otros.

La tarea de restaurar al padre con un Ideal, no es la única reacción posible ante la percepción de su insuficiencia y su impostura. Otro modo posible es arremeter contra él y no reconocerle ninguna autoridad.

Pero el discurso de la modernidad con su empuje a la caída del padre- que no del Amo- ha generalizado esa reacción en gran medida. El discurso de la modernidad, propicia que no se emprenda la tarea de restaurar la dignidad del padre Simbólico. Muy al contrario. En lugar de convocar al padre a que haga su trabajo y ocupe su lugar, propicia su ridiculización. No tenemos más que ver como ejemplo a Hoomer Simpsom. Al padre del Edipo, el padre humano, se le pedía transmitir la ley y someterse a ella, es decir, tratar de cerrar la puerta a la animalidad de ese padre de Tótem y Tabú, a velarla podríamos decir.

La figura del padre tipo Simpson, que muestra su propio goce desregulado, ese padre de la animalidad, deja la puerta entreabierta a toda trasgresión posible. El imperativo “Hay que gozar” tomó las formas de “Hay que consumir…sexo, objetos, diversiones…”

“Todo es posible” ha sido el slogan que nos ha acompañado durante los últimos tiempos y que nos ha mantenido como sociedad, en una euforia un tanto maníaca.

Hoy corren otros tiempos. Y a nuevos tiempos nuevas invenciones. Lacan nos propone ir más allá del padre, pero a condición de hacer uso de él.

*Guy Briol; Miembro de la AMP y de la ELP

TRAUMA Y DESAMPARO

EL TRAUMA*

Vamos a continuar con el repaso a las teorías freudianas. Intentaremos decir de otros modos cosas que ya hemos dicho y trataremos de ampliarlas

El trauma es un concepto conocido. Ha sobrepasado los medios psicoanalíticos y se ha hecho un lugar en el discurso corriente. Pero la idea que circula de trauma está bastante mal entendida. Se tiende a pensar que en la infancia hay quien pasa por un trauma y quien no. Es decir que depende de las condiciones de la vida infantil de cada uno.

Este modo de pensarlo deja de lado las ideas tanto freudianas como lacanianas de que el trauma es estructural. Es decir que es universal y para todos.

Para Freud son las condiciones particulares en las que el cachorro humano viene al mundo las que hacen del trauma una experiencia inevitable. La situación real del recién nacido es de desamparo. Se está abandonado al Otro, se está a merced de la potencia del Otro protector. La presencia del Otro protege de ese desamparo. Así aparece la ilusión imaginaria de que a ese Otro no le falta nada, y nos puede proteger de todo. Las experiencias en lo real de que no es así, nos despiertan al mismo modo que las pesadillas.

Freud habla de tres situaciones en las que para el bebé se presentifica el desamparo. Cuando una persona extraña aparece en el lugar en el que se esperaba ver aparecer a una persona familiar…Cuando se encuentra solo…Cuando se halla en la oscuridad. Pero precisa que las tres situaciones se convierten en una sola cuando el sujeto advierte la falta en ese Otro, en la persona amada y anhelada. Advertir la falta en lo protector angustia porque disminuye el sentimiento imaginario de invulnerabilidad. Eso aviva la sensación de desamparo e introduce al sujeto en una profunda soledad.

Esa sensación de desamparo retorna con frecuencia en los adultos. Ante la muerte por Ej. La muerte es extraña. Es segura, no es incierta, pero si es extraña. Freud la considera por un lado una herida traumática porque es un real que les recuerda a los humanos la profunda indefensión que los caracteriza y por otro lado una fuente de angustia porque implica una expectativa estructural con respecto al instante en que tocará a las puertas de cada uno. La muerte es para el ser humano lo más desconocido porque no es representable (lo venimos llamando inasimilable para el juicio) Es lo más extraño y a la vez lo más íntimo (lo venimos llamando extimo) La muerte angustia porque representa un sin sentido aterrador. Y es traumática porque al no ajustarse a ninguna medida resulta inadmisible.

El extraño también angustia porque más allá de su religión, idioma, costumbres o prácticas puedan ser vividas como peligrosas, el extraño encarna la incertidumbre que rige la vida humana.

Pero cada uno es más sensible o menos al desamparo de acuerdo con su novela familiar, su estructura clínica, el lugar que ocupa en los vínculos sociales y los recuerdos simbólicos e imaginarios de que disponga en cada circunstancias.

* Extracto del articulo “Trauma” de Héctor Gallo en “Silicet”
Héctor Gallo es miembro de la AMP

DESAMPARO

Vamos a comentar una frase del artículo anterior “Cada uno es más sensible o menos al desamparo de acuerdo con su novela familiar, su estructura clínica, el lugar que ocupa en los vínculos sociales y los recursos imaginarios y simbólicos de que disponga en cada circunstancia”

En un artículo anterior hablamos de tres tiempos del Edipo. Un primer tiempo de creencia e identificación a la potencia materna…caída de esa creencia y paso a un segundo tiempo de creencia en la potencia paterna…tercer tiempo. Con la caída de esta segunda creencia se abre para el sujeto la vía de la aceptación de la castración. Esto conlleva que si bien cualquier Otro de la potencia, está barrado, no le alcanza, eso no impide que sea el garante de un cierto orden del mundo. Garante de un cierto semblante con el que ordenarnos y ordenar las relaciones de los unos con los otros. A ese Otro garante de un cierto orden del mundo Lacan lo llamó durante mucho tiempo lo Simbólico

Garante también de un cierto tipo de amor, el amor a la falta. No es necesario que una madre o un padre sean perfectos para amarlos. Y lo mismo hermanos, parejas, amigos.

Asumir la castración es también poder soportar que no son “todo madre” “todo padre” sino que también son un hombre y una mujer castrados, llenos de limitaciones, egoísmos, y miserias humanas. Eso permite no quedarse en la reivindicación del “Me hicieron, no me dieron….tenían que haberme dado…” Y tampoco en el “Les debo todo lo que me dieron…”

Hay deudas que no se pueden pagar. Son deudas simbólicas que revierten en la vida Lo que los padres nos dieron es la vida y eso es imposible de devolver. De eso siempre se está en deuda.

La novela familiar….Si decimos novela es porque, nuestra historia, solo nos es posible pensarla novelada. Son las interpretaciones de los hechos que vivimos, no los hechos en si, lo que consideramos nuestra historia. Nosotros hemos escrito nuestra historia… Un psicoanálisis consiste en rescribirla incluyendo algunos datos que no habíamos incluido y que la resignifica de otro modo.

Por eso no está escrita con los mismos criterios cuando un sujeto se ha quedado fijado en una etapa del Edipo, que cuando se ha quedado fijado en otra o cuando más o menos ha pasado por todas. (Nadie pasa bien por todas, pero si unos mejor que otros)
Por ejplo: Un sujeto que se ha quedado fijado a la potencia materna y no ha dado los pasos siguientes que suponen convivir con la falta, sin que eso sea dramático, es muy probable que cuando se confronte a frustraciones, desilusiones, desavenencias, males físicos, etc., su vivencia sea de catástrofe. Viva cualquier cosa como un desamparo catastrófico, y pase a una angustia insoportable, o a la ira…. O a ambas.

La estructura clínica…La división clásica de neurosis, perversión, psicosis, con sus subdivisiones, dependen de los momentos de fijación en las etapas del Edipo. La estructura clínica la podemos considerar aquí, como un estilo fijo de reacción ante la presencia de lo que falla. Lacan lo decía con humor “Cuando los clavitos no entran en los agujeritos” Podemos pensarla también como una defensa tipo que se pone en acción cuando la castración se nos hace irremediablemente presente Por ejplo…Un rechazo amoroso será significado de diferente manera según cada estructura.

Los vínculos sociales…y los recursos imaginarios… Muchos sujetos que quedaron fijados en etapas tempranas del Edipo, han logrado construirse recursos imaginarios
y vínculos sociales sólidos que les permite una buena defensa contra la vivencia de desamparo. Si bien Lacan consideró un tiempo a los recursos imaginarios como frágiles, terminó por considerar que un buen imaginario de seguridad podía servirle a un sujeto como suplencia del recorrido edípico Es decir como suplencia del Nombre del Padre

Los recursos simbólicos… Los recursos simbólicos tienen que ver con el amor a la falta. Con la reconciliación con lo barrado y la aceptación de la diferencia. Lo más habitual es que eso no se haya llevado a cabo, al menos del todo. Lo vemos con claridad en las tendencias sociales. En esa carrera sin fin por ser siempre jóvenes, guapos, sanos y llenos de objetos. En esa insatisfacción que, se consiga lo que se consiga, hace pedir siempre más, y se lanza a perseguir el horizonte