ATRIBUCIÓN-EXISTENCIA Y HERIDA

JUICIO DE ATRIBUCIÓN-JUICIO DE EXISTENCIA

Respondemos a la pregunta planteada sobre cómo es posible que el juicio de atribución sea anterior al juicio de existencia.

Freud tiene un planteamiento totalmente diferente al de la filosofía tradicional. Coloca el juicio de atribución anterior al juicio de existencia. Esto tiene una consecuencia fundamental: deja sin sentido todas las discusiones acerca de la exactitud de nuestras representaciones con respecto a las cosas

La filosofía, desde Platón, se debate de una forma u otra en ese problema. Se pregunta ¿Dónde ubicar lo verdadero? Lo que Heidegger llama “el fundamento de los entes” Esto es básicamente un juicio de existencia, intenta definir lo que existe como cosa verdadera que sirva de fundamento para todo juicio posterior. El juicio de existencia, para la filosofía, debe ser primero.

Para Freud, lo primero no es si algo existe o no existe, sino si algo me gusta o no me gusta. El sujeto se constituye a partir de una atribución. Es una posición materialista, pues la presencia de las marcas que deja la percepción es indiscutible. El sujeto es un conjunto de marcas materiales y no un ente que se debate entre los engaños de los sentidos. El sujeto se constituye en una atribución respecto de estas marcas.

Para Freud, el punto de origen no es un juicio exacto sobre lo verdadero de las cosas, sino un juicio de atribución relacionado con el placer y el displacer. Es decir, el yo se constituye en ese juego de inclusión/exclusión regido por el principio del placer.

Lo vivido como placentero es atribuido como “yo”, lo vivido como displacentero lo es como “no-yo”, eso para Freud supone un “adentro” y un “afuera” e implica el registro del narcisismo, es decir, una relación en espejo.

El juicio de existencia concierne a la búsqueda en el exterior del objeto “Si-yo” Por eso el encuentro es siempre un reencuentro.

Para poder poner en marcha el juicio de existencia ha tenido que darse la escisión psíquica entre el “yo” y el “no yo” Por tanto, hay una exclusión fundamental que se produce en el juicio de atribución, hay algo que se rechaza, y de eso va a depender la condición de existencia.

El juicio de existencia consiste en el examen de la realidad para convencerse de que está ahí el objeto que se percibió una vez y que produjo satisfacción. En este juzgar reproductor podemos colocar los procesos de pensamiento.

Resumiendo: la función del juicio es afirmar o negar contenidos de pensamiento, y tiene que adoptar dos decisiones 1) Atribuir la propiedad de buena o mala para mi a una cosa que se percibe, y decidir si se acoge en el yo o no. Decidir si se introyecta o se proyecta 2) Una vez acogida en el yo, admitir o impugnar su existencia en la realidad.

Vamos a poner un ejemplo de cómo la percepción, por parte del yo, de satisfacciones pulsionales excesivas produce displacer en el aparato psíquico y por ello un rechazo como defensa.

Retomemos el ejemplo de Lacan de “El niño de las gallinas” : Un niño, hijo de granjeros desarrolla una fobia a las gallinas que le produce un gran sufrimiento ¿Qué había pasado? …La madre recorria los ponedores y al mismo tiempo comprobaba con sus manipulaciones si las gallinas estaban a punto de poner huevos o no. El hijo pequeño de 4 años la acompañaba, y cuando ella le ayudaba a asearse el niño le decía “Mírame a ver si voy a poner huevo” Todo transcurría plácidamente hasta que un día el hermano mayor lo agarró por detrás y se colocó encima de él diciéndole “Eres una gallina, yo soy el gallo” …..El chiquillo se angustia y dice chillando “Yo no soy una gallina”…..Luego desarrolla una fobia

Vemos una satisfacción pulsional anal excesiva. Un niño goza con las manipulaciones de su madre en esa zona y además la ve gozar manipulando a las gallinas. Goza él y goza el Otro materno, él se presta. Mientras este hecho no es nombrado, mientras no se confronta al efecto del significante no se pone en marcha el juicio. Hay satisfacción placentera fuera de la significación…. “sin haber sido pedida ni esperada”

Cuando el hermano lo nombra como “gallina” = objeto que goza de las manipulaciones maternas = objeto de un goce anal, pasivo,… aparece el displacer y ese goce es catalogado por el chico como “no yo”….

Imaginemos que ese mismo niño ayudase a su madre a recoger los huevos y fuese nombrado como “¡Que buen granjero¡” y eso hiciese sonreir los ojos de la madre. El narcisismo estaría servido, ese rasgo será catalogado como “yo” y “granjero” se constituirá como objeto deseable.

El juicio de existencia sería la guía con la que orientarse en cómo conseguir tener una granja en la realidad. El juicio de existencia consistiría en los procesos de pensamiento encargados de evitar el excesivo investimiento de la huella del objeto deseable “granja” El juicio de existencia sirve para no confundir la alucinación del objeto por investimiento excesivo, con su percepción en la realidad.

Pero este impacto, esta ruptura del aparato psíquico no se termina de curar jamás. Jorge Alemán nos lo dice con bellas palabras en el siguiente artículo

HERIDA Y CICATRIZ
Extracto de la entrevista de Miguel Rep a Jorge Alemán*

Jorge Alemán en su libro de poesía: “No saber” escribe 33 poemas urdidos con la humildad de quien abreva en su herida, se rinde ante lo sagrado, y escribe para recomponer una palabra rota

-En tu libro de poemas “No saber” ¿Qué es lo que indagas la herida o la cicatriz?

-Primero evoquemos una posición que se ha vuelto clásica y que podemos presentarla de la manera siguiente: hay una herida incurable, anterior a cualquier suceso, somos el resultado de esa herida. Es un desgarramiento enfermo y sin sentido que constituye nuestro ser. A su vez esta herida fundante es nuestra libertad. Antes de adoptar cualquier causa o compromiso conviene recordar que está primero esta herida, de lo contrario solo seremos marionetas de nuestro Ideal
Tomamos contacto con ella a través de las distintas variantes del dolor, la angustia y lo siniestro. Pero lo que la existencia de cada uno muestra es que no se puede ir directamente a esa herida y tratarla cara a cara.
Por ello se dice que la escritura puede ser un modo privilegiado de tratarla, de mantenerla a la distancia justa, de volverla más soportable, organizándole incluso un sentido. Aunque no está garantizado de antemano, es posible que así la herida cicatrice.

-¿Puede ser esa la función de la escritura?

-La escritura funciona como aquello que revela el corte de la herida y a la vez la sutura, cose sus bordes generando una superficie añadida, es decir la cicatriz que conmemora esa herida primera. Pero la cicatriz no termina de cerrarse, la sutura es imposible, los hilos quedan sueltos y a través de puntos casi invisibles, recomienza el flujo de luminoso de la sangre.. Es un desangrarse lento, sin ofuscación, agónico pero no moribundo, con la alegría propia de aquel que ha movilizado todos los recursos más urgentes para seguir viviendo. Esto es muy distinto de la epidemia zombi que recorre el mundo. La escritura no termina de suturar nada, la cicatriz no se cierra, la herida gana su batalla, pero gracias a esto se movilizan estrategias que son finalmente un modo de estar vivo.

– ¿El “no saber” es algo vivo?

-El “no saber” no es solo silencio, eso tal vez sería tranquilizador. El “no saber” es un vacío que ejerce una presión constante, que obliga a las palabras a cifrar elementos que interrumpen el carácter mediador de esa palabra. Pues la palabra no es sólo pacto o conjuro, es también imputación, orden, mandato, y finalmente voz sin sonido. Es eso lo que le interesa captar al poema, captar esa voz sin sonido adosada a la palabra, ese eco de una voz inaudible

-¿Se trata de del fracaso de la palabra en el proceso de comunicación?

-Si, el trazo, la marca, la letra, y su posible destino de escritura surge del lugar donde la palabra fracasa y es insuficiente. Lo que tenemos en común es lo incomunicable que nos ata.

-Dice el primero de tus poemas: “No sabe es uno que no sabe / pero lleva tal silencio en el espante de la frente / que parece haber estado a solas con el Amor…. Hablemos de ese estar a solas

-Parece que no me repongo nunca del todo de ese impacto….Tengo una permanente relación con aquellos pensadores y poetas que han vislumbrado esto, y que dan cuenta de esta imposibilidad que está en el centro de la relación amorosa.
Cuando se apaga la pasión narcisista, y esta es la única gracia que para mi tiene el hecho de envejecer, uno ya no cree en el amor a un partener como algo necesario, obligatorio, o inevitable, y entonces agradece infinitamente aquellas contingencias de la vida, esos encuentros a través de los cuales pudo sentir que había alguien más que uno mismo

-En tu texto hay distintas evocaciones a lo sagrado

– Gracias a la escritura, a pesar de mi formación laica, tuve noticias de algo como lo sagrado golpeando la enunciación y la entonación de los textos. Esto es explícito en aquellos poemas que asumen directamente la forma de oración, o de plegaria. No me interesa la administración religiosa de lo sagrado. Pero en cuanto nos salimos de la palabra instituida por el código y se abren ciertos interrogantes, por ejemplo hasta donde se puede soportar estar vivo y morir como alguien que estuvo vivo, entonces lo sagrado, como lugar y no como sentido, como ámbito y no como institución aparecen.

*Jorge Alemán es miembro de la AMP

2 comentarios en «ATRIBUCIÓN-EXISTENCIA Y HERIDA»

  1. Hola Tere, he leido los últimos artículos de tu blog y me han encantado, como todos. Quería pedirte, por favor, si puedes ampliar un poco el tema de la culpa. Según parece la culpa la situas como reguladora de goce. Entonces, ¿la culpa aparece por fallar al ideal? ¿La culpa es del superyó? Según tengo entendido, el perverso no siente culpa. La culpa no es por la conciencia moral, es por ceder ante el deseo. A ver si me puedes ordenar esto un poco. Gracias

    Por otra parte tambien queria preguntarte sobre la envidia y los celos. ¿Son lo mismo, o no? El origen de la envidia es la aparición de un hermanito, o la envidia de pene? Bueno supongo que no exactamente porque si sería asi, los hombres que son hijos solos no sabrían lo que es la envidia. Entonces ¿Cúal es la matriz de la envidia y los celos, y si siempre va a ser una réplica de esa matriz? Gracias

  2. Espero que esto esclarezca un poco

    Toda construcción humana es una regulación del goce. Tenemos las que están regidas por la Metáfora Paterna y que dan como resultado el Ideal del Yo y el fantasma del neurótico, que aunque es particular en cada sujeto sigue un esquema.

    Las producciones no reguladas por la Metáfora Paterna son más particulares, no siguen un esquema. En estas producciones nos encontramos también con Ideales pero toman la forma de Yo Ideal.

    El Ideal del Yo es más parcial, un sujeto no se agota en él. “Ser un buen trabajador” como Ideal del Yo, deja espacio para ser además, padre, amigo, etc.

    Esto mismo tomado del lado del Yo Ideal sería algo masivo. Hay grados, pero llevado al extremo no habría espacio para nada más. Y con el agravante de pedir siempre más, de nunca estar satisfecho. En el extremo aparece el Superyo como un censor, como un imperativo a alcanzar la identificación con ese Yo Ideal. Un imperativo a alcanzar un imposible loco.

    La culpa, en el Ideal del Yo, sí la podríamos pensar por fallar al Ideal, pues eso hace que el sujeto se balancee hacia el fantasma, y el fantasma es el reducto de goce del neurótico

    Cuando estamos en el Yo Ideal, cuanto más se alcanza, más se goza, y más goce pide el Superyo. Al Superyo todo le parece poco.

    La culpa en ambos casos la podemos pensar como una señal, la señal de estar en una zona de exceso. En un caso, de estar gozando en exceso del fantasma y en el otro, de estar gozando en exceso del Yo Ideal. Con la culpa el semáforo estaría en ámbar. La angustia la podemos pensar como el semáforo en rojo.

    Ceder ante el deseo….Mantenerse en el terreno del deseo supone no pasar al terreno del goce….” El amor hace condescender el goce a deseo”…Quizá aquí el problema es no distinguir bien la terminología de las distintas épocas de Lacan….podríamos decir poniendo un ejemplo que lo que en un principio era nombrado como “deseo de incesto” será nombrado después como “el goce de la trasgresión”

    En cuanto a que el perverso no siente culpa….es demasiado complicado para poder entrar en ese tema. Solo decir que hay estados psíquicos como la manía por ejplo. en los que el sujeto no siente ni culpa ni angustia, pero si persisten llevan a la muerte. Otro ejplo. en el que puede no haber culpa es la paranoia, el culpable es el otro, pero aparece el miedo. Es decir, que un estado de goce sin culpa ni angustia también puede producir efectos psicosomáticos en el cuerpo.

    La envidia y los celos……No son del mismo registro. La envidia no tiene su origen en la aparición de un hermano o en la envidia de pene. Tiene su origen en la constatación de la diferencia. Que se constate, al nacer un hermano o al ver los genitales solo son dos modos de esa constatación. La cuestión de la envidia es que con la visión de la diferencia perdemos goce, e imaginamos que eso que hemos perdido nos lo ha quitado el otro.

    La imagen de un niño, verde de envidia, viendo mamar a su hermanito es un buen ejplo. El pecho que tiene el otro representa “el todo” aunque él ya no podría meter esa leche en su boca pues le daría asco. El perdió el “todo” pero aún no se había dado cuenta.
    Dicho de otra manera si ese pecho es “el todo” para él es porque lo tiene el otro. Alguien escuchó a un niño decir “Me parecen mejores los juguetes de mi hermano pequeño aunque sean los que yo ya había dejado, aunque se los haya regalado yo”

    Los celos no son un concepto muy psicoanalítico….en todo caso vamos a pensarlos más para cuestiones de amores, incluso para delirios de celos.

    Un psicoanálisis puede permitir modificar estas cosas. Que pierdan el carácter de “ser el todo” que puedan parcializarse, y perder peso, perder goce

    Ceder ante el deseo …Esa frase es de Lacan antes de tener bien conceptualizado el goce….Con sus últimas aportaciones esa frase se entiende mejor si tenemos en cuenta que mantenernos en el terreno del deseo es no ir a los dominios del goce. Es decir, la culpa aparecería como una barrera para frenar de algún modo el ir más allá, aún más allá, hacia el goce.

    T. Monreal

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