CURSO DE PSICOANÁLISIS

I “EL APARATO PSÍQUICO”

Lección 3: LA ESCISIÓN DEL APARATO PSÍQUICO

Hoy vamos a estudiar cómo Freud explica la ESCISIÓN DEL APARATO PSÍQUICO. Primero repasemos un poco: Llevamos dicho hasta ahora, que las percepciones primeras van a ser almacenadas en la memoria ordenadas en dos categorías: placenteras (buenas para mi); no-placenteras (malas para mi). Hemos visto también, cómo la primera vivencia de satisfacción queda fuera del registro significante; queda fuera de la palabra. Pero queda inscrita de otro modo, inscrita en forma de experiencia inefable e imposible de nombrar.

Esa experiencia inefable va a dejar en nuestro psiquismo una tendencia a repetir, una COMPULSION A LA REPETICION. Buscamos repetir la experiencia de satisfacción, la buscamos como: la “Cosa” del mundo, y sólo nos encontramos con las cosas de este mundo. Freud define la repetición como fracasada e insuficiente. La satisfacción obtenida por la repetición no es equivalente a la satisfacción exigida. Siempre hay un déficit, y es ahí, donde Freud ve el factor que impulsa hacia adelante al ser humano. Este déficit es lo que nos impide satisfacernos con una situación estable, y también , lo que nos hace avanzar. Pero este impulso a avanzar tiene su otra cara. Es también una exigencia que va contra la adaptación; es la exigencia del retorno a una satisfacción primaria, y por tanto una exigencia de un goce excesivo.

Freud llamará a “eso” que buscamos EL OBJETO PERDIDO. Esta pérdida, como Uds. pueden ver, es una pérdida difícil de ser pensada. Debemos de ir rodeándola para ir captando lo que se juega en ella. Pues bien; está pérdida instaura un agujero, un agujero en el interior del psiquismo. El aparato psíquico se escinde en dos lugares, un lugar fuera del lenguaje, ( lo inasimilable para el juicio) al que Freud llama el “ELLO” reprimido, y otro lugar sujeto al lenguaje. Es una escisión entre el ser y el tener. El tener se queda del lado del cuerpo: Tenemos un cuerpo, no somos un cuerpo. El ser se queda como falta-en-ser. No tenemos acceso al ser.

Esta configuración, es lo que Freud llamará la REPRESIÓN ORIGINARIA. No se trata de esa represión de la que escuchamos decir: “Estás reprimido, no te reprimas”. Esta represión de la que hablamos ahora es constitutiva y necesaria. Constitutiva porque constituye al SUJETO como tal, como sujeto a una ley, a la ley de lo imposible. Y necesaria, porque en ese vacío creado, en esa falta, tiene que venir a colocarse el DESEO. Si deseamos es porque nos falta algo. Se introduce la dimensión de lo SIMBÓLICO. Lo simbólico regirá los intercambios sociales. Vamos a llamar DESEO, a lo que en nosotros tiene medida, y vamos a diferenciarlo de lo sin medida, de lo excesivo. A esto último lo vamos a llamar GOCE

DESEO O GOCE son los dos modos básicos de relación con los objetos. Sean éstos personas o cosas. Tomemos como ejemplo la comida y el amor. Podemos tomar la comida con moderación y gusto. En este último caso, elegimos, esperamos, paladeamos. Pero también podemos atiborrarnos, sin esperar y sin medida. En el amor, podemos tomar al objeto de amor con ilusión y entusiasmo, pero, no como la única cosa del mundo. También podemos vivirlo con obsesión, dependencia, exigencia. Se puede aplicar esto, al trabajo, al dinero, a la sexualidad, etc.

Paradójicamente el exceso, el GOCE, también puede tomar la forma del demasiado poco. El discurso actual promociona el GOCE del exceso, del mucho, pero de rebote, se cuelan fenómenos que están del lado del demasiado poco. Pongamos por ejemplo la bulimia: occidente es una sociedad bulímica, y eso genera de rebote la anorexia. Es el mismo fenómeno que vemos en la falta de deseo presente en muchos niños y mayores, sin ganas de jugar o de aprender; aburridos, atiborrados de juguetes, o, de objetos de consumo.

Teresa Monreal

Agradecimientos y respuestas

En primer lugar gracias a MARCO por su bienvenida. También quiero agradecer a TEMBLOR su interés al plantear preguntas que pueden interesar, no solamente a el, ya que son cuestiones que se hacen con frecuencia aquellos que van a iniciar el trabajo de un psicoanálisis.

Las primeras preguntas recibidas que plantea TEMBLOR son quizá demasiadas para contestarlas de una vez. Veamos un par de ellas “¿Qué podemos esperar del psicoanálisis para estar mejor?” “¿Es verdad que dura tanto?”

Los significantes con los que fuimos nombrados quedaron grabados en nuestro cuerpo y nos producen efectos. Las más de las veces están implícitos en nuestro hacer diario. Los escenificamos sin darnos cuenta. Otras veces los consideramos como nuestro carácter, nuestro “modo se ser” Pero siempre nos producen efectos, efectos de afecto, por Ej, el afecto de la angustia.

Podemos esperar poner esos significantes en palabras, esclarecerlos, aislarlos, y con ello tomar una cierta distancia. Pongamos un ejemplo un poco facilón pero que nos sirva para entendernos. Un chico presenta un gran sufrimiento, tiene ataques de ansiedad cuando los compañeros se marchan y se queda solo…..al ir describiendo su conducta se va perfilando cómo él siempre está haciendo bromas, que caen bien….pero con más tiempo se va perfilando también cómo tiene una compulsión a ello, no puede parar de hacer bromas… y cómo cuando le ofenden también utiliza la broma para responder…..Vemos que el significante que lo identifica y al que llamaremos S1, es: “Soy bromista” ….Podemos esperar de un análisis que deje de estar aplastado bajo ese significante y pueda llegar a nombrarse como “Soy bromista, pero algunas veces no estoy para bromas”…. Algo de lo que marcó nuestro ser, siempre va a quedar. Pero no olvidemos en el animal humano, el ser es falta-en-ser. Eso permitirá estar mejor sin duda alguna.

La duración es imprevisible. Hoy en la Asociación Mundial de Psicoanálisis se habla de ciclos. Cuando alguien se encuentra bien y no quiere continuar podríamos decir que ha realizado un ciclo. Puede bastarle para toda la vida, o no. No es lo mismo para alguien que trabaja de analista. En ese caso debe llevar su análisis hasta el final.

CURSO DE PSICOANÁLISIS

El APARATO PSÍQUICO I

INTRODUCCIÓN

En este momento en que tanto se habla de la neurociencia, la neurociencia cognitivista, la cual trata de redefinir todo el pensamiento aportado por las Humanidades de todos los tiempos, puede resultar interesante volver a repasar las enseñanzas freudianas sobre el aparato psíquico. Queremos analizar, comparar, y dialogar para formarnos un criterio propio. Llamaremos en nuestra ayuda a psicoanalistas lectores de la obra de Freud; como Jacques Lacan y Allain Miller. También acudiremos a sociólogos, filósofos, periodistas, etc., y a cualquiera de Uds. que desee aportar nuevos puntos de vista con sus preguntas y sus opiniones. Vamos a comenzar por estudiar la concepción freudiana de la memoria. Trataremos de no ser demasiado exhaustivos y dejaremos, que los más interesados, se remitan a los textos originales, o, planteen preguntas concretas en sus intervenciones. Nos proponemos presentar una lección quincenal. Contaremos con la orientación de psicoanalistas pertenecientes a la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

Nota: Las palabras en “negrita” contienen un concepto, que será acompañado, cuando lo consideremos necesario, con una nota explicativa a pie de página.

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LAS HUELLAS DE MEMORIA

En la concepción freudiana de la memoria, la cuestión fundamental, es la idea de la falta, de inadecuación. Su tesis (bien entendible por cierto) es que con nuestro aparato perceptivo tenemos acceso solamente, a representaciones de las cosas, a imágenes mentales. A estas percepciones les damos una significación. Son representaciones de lo visto, lo oído, lo tocado, lo olido, lo gustado. Representaciones, que almacenamos en nuestro aparato de memoria. Son hechos sí, pero significados e interpretados por nosotros de una forma inexacta. Interpretados, como placentero (bueno para mi); no-placentero (malo para mi)

Veamos el proceso: Las percepciones de cada bebé son significadas, esto es, pasadas a significantes. En ese pasaje van a ser catalogadas. El primer nombre que se les va a poner será: placentero; no-placentero. Otros matices, adquirirán significado a posteriori.

El tono, los modales, los cuidados y descuidos; es decir, todo lo que proviene de los cuidadores (lo que vamos a llamar b]Otro materno-social[/b]) van a formar el primer sistema de huellas de memoria que va a quedar ordenado en dos polos opuestos: placentero-no placentero.

Como podemos deducir, lo placentero no coincide necesariamente con lo que es bueno para el sujeto. Mamar a todas horas, o, estar en brazos todo el tiempo nos impediría desarrollarnos. Para crecer hay que perder. Lo placentero, (lo que Freud llamaba el principio de placer) prolongado, nos lleva a un displacer. Pasado un cierto punto, todo placer gira al sufrimiento,. Eso es lo que Freud llama pulsión de muerte, es decir lo que va más allá del principio de placer.

Todo exceso es un problema. Lo podemos percibir en la vida diaria: disfrutar de algo, llevado al extremo, produce sufrimiento. Se trate de lo que se trate. Hoy vemos, que la tendencia al exceso preside nuestro modo de vida. El hedonismo, como ideal de felicidad, se convierte en tiranía, en culpa. Nos culpamos de ser incapaces de conseguir esa “felicidad” Que nos venden como posible

Bauman, pensador actual inglés, plantea, que cualquier adicción es autodestructiva, ya que destruye la posibilidad de que el sujeto se encuentre satisfecho alguna vez.

Tenemos aquí, la primera distorsión producida en nuestro aparato psíquico: lo placentero, en exceso, no coincide con lo bueno para el sujeto. Esta distorsión es el origen básico de nuestra división existencial. De lo que vamos a llamar: nuestra división subjetiva. La introducción de un imposible.

El planteamiento que se hace desde el psicoanálisis es bien diferente del que nos presenta el neurocognitivismo. Este último, asegura poder modificar las cogniciones (huellas) erróneas, para instalarnos cogniciones acertadas. Prometen lo imposible.

El discurso de la ciencia, con su promesa de eliminar el sufrimiento humano, proporcionándole objetos producidos por la técnica, introduce en el sujeto una compulsión a librarse de la división arriba descrita. Esto desemboca en el objeto farmacológico generalizado, que nos propone la neurociencia. El discurso de la ciencia nos conduce a otros problemas de los que seguiremos hablando.

Hasta la dentro de quince días

(Se responderá a preguntas y comentarios)

Bibliografía:
– “Proyecto de psicología para neurólogos” Sigmun Freud , Ed. Amorrortu Obras completas, tomo I, Argentina, 1982

CURSO DE PSICOANÁLISIS

EL APARATO PSIQUICO II

LA EXPERIENCIA DE SATISFACCION
Y LA VIVENCIA DE DOLOR

Hoy vamos a hablar de la experiencia de satisfacción y la vivencia del dolor en el bebé. En el bebé que fuimos cada uno de nosotros.

El aparato psíquico tiene dos fuentes de excitación. Una, el propio cuerpo y otra el mundo exterior. El propio cuerpo genera excitación. Una excitación, que coloca al bebé en estado de necesidad. Vamos a tomar el hambre como ejemplo.

El exterior también produce excitación, los ruidos, las luces, el frío, el calor, las manipulaciones de los cuidadores etc. En principio, el bebé no puede huir de ninguna de ellas. Solo tiene a su alcance el lloro como modo de descarga. No llora para llamar; llora como descarga. Para descargar la excitación necesita de un mayor, necesita lo que Freud llama Un poder auxiliador al que vamos a llamar Otro materno. Un Otro que lo maternice

Ese Otro, decide escuchar el grito del niño como un llamado, y responde a él proporcionándole alimento, al mismo tiempo que le habla, le besa, le toca. Esto produce una descarga de la excitación, que proporciona una vivencia de satisfacción única, pues llega, sin haber sido pedida ni esperada. Es una satisfacción irrepetible, puesto que no había expectativa, puesto que no ha habido tiempo de espera. Una satisfacción, cuyo recuerdo nos va a acompañar toda la vida y que vamos a intentar reproducir constantemente. Lacan va a nombrarla como una vivencia de goce, la cual marca una huella; una huella de memoria. El sujeto ya no es el mismo, ya hay algo en su memoria, tiene un saber que antes no tenía.

Cuando el estado de necesidad vuelve a aparecer, la huella de memoria se reactiva, la imagen-recuerdo es alcanzada, produciendo el mismo efecto que la percepción, es decir, se produce una alucinación, pero esto no calma la excitación. Al no haber descarga, se produce una vivencia de dolor, que hará que el niño comience a buscar en la realidad, a ese Otro, que sí pueda proporcionarle los medios para la descarga. Pero ya no es como la primera vez. La satisfacción ahora, conlleva un menos; conlleva una falta que nos acompañará siempre, un vacío. Vacío existencial, lo llaman algunos. Lacan lo nombra como falta en ser

Esta falta nos va a acompañar toda nuestra vida y también el empeño en obturarla. El modo alucinatorio de satisfacción se repite de diversos modos. En la actualidad podemos ver, como los objetos que el mercado nos propone, tienen esa finalidad. El mercado ofrece opciones continuas para que no se instale ninguna falta. Pero también podemos ver, cómo la otra cara de ese hedonismo compulsivo, que empuja el placer siempre a más, se convierte en depresión generalizada. El sujeto busca compulsivamente el goce, y en el punto en que la fiesta perpetua se detiene, experimenta lo que se llama depresión. La fiesta perpetua es insostenible, incluso en el caso de las adicciones. Adicciones a cualquier tipo de objeto: comida, compras, bebida, drogas. También la adicción a triunfos, trabajo, dinero, poder, etc. Estas ansias generalizadas, esta ansiedad, es en verdad, el empeño de alcanzar esa vivencia de satisfacción perdida para siempre. Cada sujeto está confrontado a decidir si se deja arrastrar por ese modo de “gozar

El psicoanálisis propone su respuesta: se trata de no intentar deshacerse, ni de la pérdida, ni del dolor, ni del vacío, sino de aceptarlos con temple; de convivir con la falta. Un psicoanálisis se propone para asegurar el camino, que incluya y tolere, un vacío imposible de soslayar.

Esperamos vuestros comentarios y preguntas.

Bibliografía:

-“Proyecto de psicología para neurólogos” Sigmund Freud, Amorrortu Ediciones, libro I, Argentina 1982

-“La modernidad líquida” Bauman, Editorial Gedisa, Barcelona 2005

CURSO DE PSICOANÁLISIS

I EL APARATO PSÍQUICO

INTRODUCCIÓN

En este momento en que tanto se habla de la neurociencia, la neurociencia cognitivista, la cual trata de redefinir todo el pensamiento aportado por las Humanidades de todos los tiempos, puede resultar interesante volver a repasar las enseñanzas freudianas sobre el aparato psíquico. Queremos analizar, comparar, y dialogar para formarnos un criterio propio. Llamaremos en nuestra ayuda a psicoanalistas conocedores de la obra de Freud; como Jacques Lacan y Allain Miller. También acudiremos a sociólogos, filósofos, periodistas, etc., y a cualquiera de Uds. que desee aportar nuevos puntos de vista con sus preguntas y sus opiniones. Vamos a comenzar por estudiar la concepción freudiana de la memoria. Trataremos de no ser demasiado exhaustivos y dejaremos, que los más interesados, se remitan a los textos originales, o, planteen preguntas concretas en sus intervenciones. Nos proponemos presentar una lección quincenal. Contaremos con la orientación de psicoanalistas pertenecientes a la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

Nota: Las palabras en “negrita” contienen un concepto, que será acompañado, cuando lo consideremos necesario, con una nota explicativa a pie de página.

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.- Lección 1: LAS HUELLAS DE MEMORIA

En la concepción freudiana de la memoria, la cuestión fundamental, es la idea de la falta, de inadecuación. Su tesis (bien entendible por cierto) es que con nuestro aparato perceptivo tenemos acceso solamente, a representaciones de las cosas, a imágenes mentales. A estas percepciones les damos una significación. Son representaciones de lo visto, lo oído, lo tocado, lo olido, lo gustado. Representaciones, que almacenamos en nuestro aparato de memoria. Son hechos sí, pero significados e interpretados por nosotros de una forma inexacta. Interpretados, como “placentero” (bueno para mi); “no-placentero” (malo para mi)

Veamos el proceso: Las percepciones de cada bebé son significadas, esto es, pasadas a significantes. En ese pasaje van a ser catalogadas. El primer nombre que se les va a poner será: “placentero; no-placentero”. Otros matices, adquirirán significado a posteriori.

El tono, los modales, los cuidados y descuidos; es decir, todo lo que proviene de los cuidadores (lo que vamos a llamar“Otro materno-social”) van a formar el primer sistema de huellas de memoria que va a quedar ordenado en dos polos opuestos: placentero-no placentero.

Como podemos deducir, lo placentero no coincide necesariamente con lo que es bueno para el “sujeto”. Mamar a todas horas, o, estar en brazos todo el tiempo nos impediría desarrollarnos. Para crecer hay que perder. Lo placentero, (lo que Freud llamaba “el principio de placer”) prolongado, nos lleva a un displacer. Pasado un cierto punto, todo placer gira al sufrimiento,. Eso es lo que Freud llama “pulsión de muerte”, es decir lo que va más allá del principio de placer.

Todo exceso es un problema. Lo podemos percibir en la vida diaria: disfrutar de algo, llevado al extremo, produce sufrimiento. Se trate de lo que se trate. Hoy vemos, que la tendencia al exceso preside nuestro modo de vida. El hedonismo, como ideal de felicidad, se convierte en tiranía, en culpa. Nos culpamos de ser incapaces de conseguir esa “felicidad” Que nos venden como posible

Bauman, pensador actual inglés, plantea, que cualquier adicción es autodestructiva, ya que destruye la posibilidad de que el sujeto se encuentre satisfecho alguna vez.

Tenemos aquí, la primera distorsión producida en nuestro aparato psíquico: lo placentero, en exceso, no coincide con lo bueno para el sujeto. Esta distorsión es el origen básico de nuestra división existencial. De lo que vamos a llamar: nuestra “división subjetiva”. La introducción de un imposible.

El planteamiento que se hace desde el psicoanálisis es bien diferente del que nos presenta el neurocognitivismo. Este último, asegura poder modificar las cogniciones (huellas) erróneas, para instalarnos cogniciones acertadas. Prometen lo imposible.

El discurso de la ciencia, con su promesa de eliminar el sufrimiento humano, proporcionándole objetos producidos por la técnica, introduce en el sujeto una compulsión a librarse de la división arriba descrita. Esto desemboca en el objeto farmacológico generalizado, que nos propone la neurociencia. El discurso de la ciencia
nos conduce a otros problemas de los que seguiremos hablando.

Hasta la dentro de quince días

(Se responderá a preguntas y comentarios)

Bibliografía:
– “Proyecto de psicología para neurólogos” Sigmun Freud , Ed. Amorrortu Obras completas, tomo I, Argentina, 1982

[b]

Agradecimientos

En primer lugar gracias a MARCOS por su bienvenida. También quiero agradecer a TEMBLOR su interés al plantear preguntas que pueden interesar, no solamente a el, ya que son cuestiones que se hacen con frecuencia aquellos que van a iniciar el trabajo de un psicoanálisis.

Estamos en un momento en el que oímos hablar del neurocognitivismo como de un método “científico” que va a permitir redefinir todo el bagaje cultural del pensamiento humano. Es necesario pues, retomar a Freud y volver a repasar las enseñanzas freudianas sobre el aparato psíquico. Para ello habrá que pedir ayuda a psicoanalistas lectores de Freud como Jacques Lacan y Allain Miller, y otros También a sociólogos, filósofos, periodistas etc., y a quien de Uds. desee participar aportando nuevos puntos de vista con sus preguntas y opiniones. Inquietan las posiciones totalitarias y en este caso la corriente que quiere hacer del neurocognitivismo la Terapia Oficial del Estado. Pero también inquieta la extensión del simplismo con el cual se aborda algo tan complejo como es un sujeto humano. Espero no ser la única entre los visitantes del Foro de Diario Noticias, y espero que Uds. me ayuden con su participación.

Las primeras preguntas recibidas por son quizá demasiadas para contestarlas de una vez. Veamos un par de ellas “¿Qué podemos esperar del psicoanálisis para estar mejor?” “¿Es verdad que dura tanto?”

Los significantes con los que fuimos nombrados quedaron grabados en nuestro cuerpo y nos producen efectos. Las más de las veces están implícitos en nuestro hacer diario. Los escenificamos sin darnos cuenta. Otras veces los consideramos como nuestro carácter, nuestro “modo se ser” Pero siempre nos producen efectos, efectos de afecto, por Ej, el afecto de la angustia.

Podemos esperar poner esos significantes en palabras, esclarecerlos, aislarlos, y con ello tomar una cierta distancia. Pongamos un ejemplo un poco facilón pero que nos sirva para entendernos. Un chico presenta un gran sufrimiento, tiene ataques de ansiedad cuando los compañeros se marchan y se queda solo…..al ir describiendo su conducta se va perfilando cómo él siempre está haciendo bromas, que caen bien….pero con más tiempo se va perfilando también cómo tiene una compulsión a ello, no puede parar de hacer bromas… y cómo cuando le ofenden también utiliza la broma para responder…..Vemos que el significante que lo identifica y al que llamaremos S1, es: “Soy bromista” ….Podemos esperar de un análisis que deje de estar aplastado bajo ese significante y pueda llegar a nombrarse como “Soy bromista, pero algunas veces no estoy para bromas”…. Algo de lo que marcó nuestro ser, siempre va a quedar. Pero no olvidemos en el animal humano, el ser es falta-en-ser. Eso permitirá estar mejor sin duda alguna.

La duración es imprevisible. Hoy en la Asociación Mundial de Psicoanálisis se habla de ciclos. Cuando alguien se encuentra bien y no quiere continuar podríamos decir que ha realizado un ciclo. Puede bastarle para toda la vida, o no. No es lo mismo para alguien que trabaja de analista. En ese caso debe llevar su análisis hasta el final.

I “EL APARATO PSIQUICO” -Lección 2: LA EXPERIENCIA DE SATISF

➡ Hoy vamos a hablar de la experiencia de satisfacción y la vivencia del dolor en el bebé. En el bebé que fuimos cada uno de nosotros.

El aparato psíquico tiene dos fuentes de excitación. Una, el propio cuerpo y otra el mundo exterior. El propio cuerpo genera excitación. Una excitación, que coloca al bebé en estado de necesidad. Vamos a tomar el hambre como ejemplo.

El exterior también produce excitación, los ruidos, las luces, el frío, el calor, las manipulaciones de los cuidadores etc. En principio, el bebé no puede huir de ninguna de ellas. Solo tiene a su alcance el lloro como modo de descarga. No llora para llamar; llora como descarga. Para descargar la excitación necesita de un mayor, necesita lo que Freud llama “Un poder auxiliador” al que vamos a llamar “Otro materno social”. Un “Otro” que lo materne.

Ese “Otro”, decide escuchar el grito del niño como un llamado, y responde a él proporcionándole alimento, al mismo tiempo que le habla, le besa, le toca. Esto produce una descarga de la excitación, que proporciona una vivencia de satisfacción única, pues llega, sin haber sido pedida ni esperada. Es una satisfacción irrepetible, puesto que no había expectativa, puesto que no ha habido tiempo de espera. Una satisfacción, cuyo recuerdo nos va a acompañar toda la vida y que vamos a intentar reproducir constantemente. Lacan va a nombrarla como “una vivencia de goce”, la cual marca una huella; una huella de memoria. El sujeto ya no es el mismo, ya hay algo en su memoria, tiene un saber que antes no tenía.

Cuando el estado de necesidad vuelve a aparecer, “la huella de memoria” se reactiva, la imagen-recuerdo es alcanzada, produciendo el mismo efecto que la percepción, es decir, se produce una alucinación, pero esto no calma la excitación. Al no haber descarga, se produce “una vivencia de dolor”, que hará que el niño comience a buscar en la realidad, a ese “Otro”, que sí pueda proporcionarle los medios para la descarga. Pero ya no es como la primera vez. La satisfacción ahora, conlleva un menos; conlleva una falta que nos acompañará siempre, un vacío. Vacío existencial, lo llaman algunos. Lacan lo nombra como”falta en ser”

Esta falta nos va a acompañar toda nuestra vida y también el empeño en obturarla. El modo alucinatorio de satisfacción se repite de diversos modos. En la actualidad podemos ver, como los objetos que el mercado nos propone, tienen esa finalidad. El mercado ofrece opciones continuas para que no se instale ninguna falta. Pero también podemos ver, cómo la otra cara de ese hedonismo compulsivo, que empuja el placer siempre a más, se convierte en depresión generalizada. El sujeto busca compulsivamente el goce, y en el punto en que la fiesta perpetua se detiene, experimenta lo que se llama depresión. La fiesta perpetua es insostenible, incluso en el caso de las adicciones. Adicciones a cualquier tipo de objeto: comida, compras, bebida, drogas. También la adicción a triunfos, trabajo, dinero, poder, etc. Estas ansias generalizadas, esta ansiedad, es en verdad, el empeño de alcanzar esa vivencia de satisfacción perdida para siempre. Cada sujeto está confrontado a decidir si se deja arrastrar por ese modo de “gozar”

El psicoanálisis propone su respuesta: se trata de no intentar deshacerse, ni de la pérdida, ni del dolor, ni del vacío, sino de aceptarlos con temple; de convivir con la falta. Un psicoanálisis se propone para asegurar el camino, que incluya y tolere, un vacío imposible de soslayar.

Esperamos vuestros comentarios y preguntas.

Bibliografía:

-“Proyecto de psicología para neurólogos” Sigmund Freud, Amorrortu Ediciones, libro I, Argentina 1982

-“La modernidad líquida” Bauman, Editorial Gedisa, Barcelona 2005

I «El APARATO PSÍQUICO» – Lección 1: LAS HUELLAS DE MEMORIA

➡ En la concepción freudiana de la memoria, la cuestión fundamental, es la idea de la falta, de inadecuación. Su tesis (bien entendible por cierto) es que con nuestro aparato perceptivo tenemos acceso solamente, a representaciones de las cosas, a imágenes mentales. A estas percepciones les damos una significación. Son representaciones de lo visto, lo oído, lo tocado, lo olido, lo gustado. Representaciones, que almacenamos en nuestro aparato de memoria. Son hechos sí, pero significados e interpretados por nosotros de una forma inexacta. Interpretados, como “placentero” (bueno para mi); “no-placentero” (malo para mi)

Veamos el proceso: Las percepciones de cada bebé son significadas, esto es, pasadas a significantes. En ese pasaje van a ser catalogadas. El primer nombre que se les va a poner será: “placentero; no-placentero”. Otros matices, adquirirán significado a posteriori.

El tono, los modales, los cuidados y descuidos; es decir, todo lo que proviene de los cuidadores (lo que vamos a llamar“Otro materno-social” van a formar el primer sistema de huellas de memoria que va a quedar ordenado en dos polos opuestos: placentero-no placentero.

Como podemos deducir, lo placentero no coincide necesariamente con lo que es bueno para el “sujeto”. Mamar a todas horas, o, estar en brazos todo el tiempo nos impediría desarrollarnos. Para crecer hay que perder. Lo placentero, (lo que Freud llamaba » principio de placer” prolongado, nos lleva a un displacer. Pasado un cierto punto, todo placer gira al sufrimiento,. Eso es lo que Freud llama “pulsión de muerte”, es decir lo que va más allá del principio de placer.

Todo exceso es un problema. Lo podemos percibir en la vida diaria: disfrutar de algo, llevado al extremo, produce sufrimiento. Se trate de lo que se trate. Hoy vemos, que la tendencia al exceso preside nuestro modo de vida. El hedonismo, como ideal de felicidad, se convierte en tiranía, en culpa. Nos culpamos de ser incapaces de conseguir esa “felicidad” Que nos venden como posible

Bauman, pensador actual inglés, plantea, que cualquier adicción es autodestructiva, ya que destruye la posibilidad de que el sujeto se encuentre satisfecho alguna vez.

Tenemos aquí, la primera distorsión producida en nuestro aparato psíquico: lo placentero, en exceso, no coincide con lo bueno para el sujeto. Esta distorsión es el origen básico de nuestra división existencial. De lo que vamos a llamar: nuestra “división subjetiva”. La introducción de un imposible.

El planteamiento que se hace desde el psicoanálisis es bien diferente del que nos presenta el neurocognitivismo. Este último, asegura poder modificar las cogniciones (huellas) erróneas, para instalarnos cogniciones acertadas. Prometen lo imposible.

El discurso de la ciencia, con su promesa de eliminar el sufrimiento humano, proporcionándole objetos producidos por la técnica, introduce en el sujeto una compulsión a librarse de la división arriba descrita. Esto desemboca en el objeto farmacológico generalizado, que nos propone la neurociencia. El discurso de la ciencia
nos conduce a otros problemas de los que seguiremos hablando.

(Se responderá a preguntas y comentarios)

Bibliografía:
– “Proyecto de psicología para neurólogos” Sigmun Freud , Ed. Amorrortu Obras completas, tomo I, Argentina, 1982